Invasión nahumita





Tras un intervalo de seis novelas, durante las cuales fueron publicados en la colección un título independiente del propio Enguídanos -la excelente Muerte en la estratosfera, una verosímil premonición, por fortuna falsa, de la que entonces se creía inminente guerra atómica-, la tetralogía de los Destructores de mundos, del veterano Alfonso Arizmendi, y la primera aportación a Luchadores del Espacio de José Luis Benet Sanchís -Joe Bennett-, Enguídanos volvió por sus fueros con un nuevo ciclo de la Saga de los Aznar que narra, a lo largo de cuatro títulos, las aventuras del autoplaneta Valera a su llegada al sistema solar de Nahum. En la primera de estas novelas, titulada Invasión nahumita y publicada con el número 33 de la colección, se describe cómo, resuelto definitivamente el dominio de Redención tras la derrota definitiva de los hombres de silicio, Valera se adentra en regiones inexploradas del espacio en busca de nuevas aventuras arribando al solar de los crueles nahumitas.

Conviene recordar, como oportunamente lo hace el autor, que tiempo atrás una flota expedicionaria nahumita, llegada al Sistema Solar con la pretensión de vengarse de sus acérrimos enemigos thorbods, había procedido a arrasar los tres planetas habitados del sistema -la Tierra, Venus y Marte- sin atender a razones y sin mediar provocación alguna por parte de los valeranos, pese a no ser ya necesaria su venganza contra los derrotados hombres grises que hasta entonces dominaran en el Sistema Solar. No obstante las intenciones de los gobernantes del autoplaneta no son hostiles, ya que Valera ha llegado hasta el sistema planetario de sus enemigos no con ánimo de vengar la antigua felonía, sino para entablar relaciones amistosas con los nahumitas y, de no ser esto posible, para marcharse tal como habían venido. Confiados en su inmenso potencial bélico, los valeranos no adoptan precauciones especiales durante la aproximación a los planetas nahumitas, un trágico error del que tendrán que arrepentirse amargamente más adelante.

Es ahora cuando surge la figura de Miguel Ángel Aznar Aznar, un joven cadete de la Armada valerana hijo, nieto, bisnieto y tataranieto de ilustres militares de la familia Aznar, uno de los cuales, su tatarabuelo don Jaime Aznar, es el Superalmirante de Valera. El joven Miguel Ángel Aznar es, por el momento, ajeno al drama que se avecina, y sólo le preocupa el permiso de fin de semana que le permitirá reunirse con su familia. Le acompaña como invitado su amigo José Luis Balmer, cadete como él, el cual está enamorado de Estrella, la hermana de Miguel Ángel.

Tras la comida, a la que asisten, además de los miembros de la familia Aznar y el joven José Luis Balmer, varios científicos y militares amigos de ésta, los comensales deciden desplazarse a la cámara de derrota del autoplaneta para observar desde ese lugar privilegiado la llegada del mismo al cercano sistema de Nahum. Así lo hacen, descubriendo con sorpresa, a través de las pantallas, cómo desde uno de los planetas exteriores del sistema surge un misterioso rayo azul que se dirige directamente hacia ellos. Precavidamente el Superalmirante ordena un cambio de rumbo para evitar el impacto, pero el rayo azul, burlando todas las leyes de la física, desvía su trayectoria incidiendo finalmente en Valera, sin que sus tripulantes puedan hacer nada por evitarlo.

Las consecuencias son dramáticas. El rayo, tal como deducen a posteriori los científicos, roba inmediatamente toda la electricidad en la que se basa el funcionamiento del autoplaneta, sin respetar ni tan siquiera a las baterías de las linternas, con lo que el poderoso navío queda completamente inerme a merced de los invasores nahumitas que, a bordo de una flota espacial, no tardan en hacer acto de presencia en el mismo. Aunque los valeranos todavía confían en la posibilidad de un encuentro pacífico, los hoscos invasores pronto se encargan de despejar sus dudas exigiéndoles la rendición incondicional y su sometimiento al emperador nahumita.

Los atribulados militares se ven ante un callejón sin salida ya que, aunque las defensas del planetillo están intactas, no les resulta posible plantar cara al invasor al verse inermes por la falta de electricidad. Así pues, al Superalmirante no le queda más remedio que rendir el autoplaneta, al tiempo que dispone algunas medidas tendentes a evitar que los nahumitas pudieran aprovecharse en un futuro del potencial bélico de Valera, utilizándolo incluso en sus correrías contra los planetas terrestres o los redentores. Un equipo de demolición se esconderá en las entrañas del autoplaneta con la misión de destruirlo o, cuanto menos, inutilizarlo, una vez que sus habitantes hayan sido evacuados a los planetas nahumitas, al tiempo que se procederá a la destrucción de todas las cartas de navegación que pudieran indicar a los invasores el camino hacia los planetas terrestres. Por último, el Superalmirante y su hijo, junto con todos aquellos miembros de su Estado Mayor que conocen las rutas de la Tierra y Redención, deciden entregarse a los nahumitas provistos de una cápsula de veneno; llegado el momento, se suicidarán antes de ser interrogados por sus captores.

Miguel Ángel Aznar y José Luis Balmer, junto con el padre y el abuelo del primero y el resto de los miembros del Estado Mayor, abordan en primer lugar la tarea de destruir todos los documentos susceptibles de proporcionar información a los nahumitas. Hecho esto tienen previsto huir a las montañas, pero la confusión reinante en las calles hace que a los dos cadetes, a los que se ha unido Estrella, la hermana de Miguel Ángel, les sea imposible reunirse con el resto del grupo.

Esto les salva la vida. Cuando los tres muchachos caminan ya en plena oscuridad por una carretera que conduce a su destino, repentinamente el sol artificial de Valera vuelve a brillar en el cénit. Esto indica que los nahumitas ya se han hecho con el control del autoplaneta, y poco después en una alocución transmitida por radio el Superalmirante Aznar confirma oficialmente la rendición al tiempo que pide a los valeranos que se entreguen a los nuevos amos sin recurrir a la violencia contra ellos. Poco más allá los tres fugitivos llegan a una base militar, donde esperan reunirse con sus compañeros; efectivamente éstos habían llegado allí, pero descubren horrorizados que todos ellos, incluidos los familiares de Miguel Ángel y Estrella, han sido brutalmente asesinados por los soldados amotinados, indignados por las palabras de don Jaime Aznar.

Conteniendo a duras penas su enojo, y teniendo que ocultar su parentesco con los muertos, los jóvenes huyen de allí sin saber muy bien qué hacer. José Luis Balmer propone entonces dirigirse a otro acuartelamiento, éste de tropas especiales de infantería, donde está destinada una prima suya, la teniente Ángela Balmer. Así lo hacen, descubriendo con alivio que allí no sólo se mantiene la disciplina, sino que además los soldados, desobedeciendo las órdenes del anciano Superalmirante, están deseosos de plantar cara al invasor. No obstante, y dados los precedentes, José Luis aconseja a sus compañeros ocultar su verdadero apellido, una decisión prudente dado que la totalidad de los miembros de la compañía de Ángela pertenecen también a la familia Balmer, la cual arrastra desde tiempo atrás una sorda rivalidad con los Aznar, a los que consideran responsables de la catástrofe.

Ángela Balmer asume rápidamente el plan original de los asesinados Aznar, llevándose con ella a la compañía completa junto con su primo y sus dos amigos. La idea consiste en esconderse en las montañas para, aprovechando los descuidos de los nahumitas, hostigarlos con una guerra de guerrillas e, incluso, ejecutar acciones de sabotaje que impidan a éstos hacerse con el control efectivo del planetillo una vez que los invasores hayan evacuado a sus habitantes.

Pero la extrema crueldad con la que éstos tratan a los cautivos desborda todas las expectativas. Efectivamente los nahumitas están llevándose a los valeranos a sus planetas, pero sólo a los jóvenes; ancianos, niños y enfermos, poco útiles como esclavos, son condenados a una muerte atroz incinerándolos en los altos hornos, en un episodio espeluznante que recuerda a la barbarie nazi. Indignados ante este holocausto, los comandos deciden pasar a la acción mediante un audaz plan propuesto por Miguel Ángel Aznar, asaltar la propia sala de control aprovechando la confianza de los nahumitas, que jamás sospecharían un golpe de mano de esta magnitud.

Pese a todas las dificultades el asalto tiene éxito y, con el auxilio de los controladores, los comandos se hacen los dueños del corazón del planetillo tras aniquilar a los soldados enemigos que custodiaban la sala. Los valeranos son conscientes de que los nahumitas no tardarán en activar de nuevo el invencible Rayo Azul, pero les basta con unos minutos para conectar los poderosos propulsores del autoplaneta y conseguir que éste se aleje a toda máquina de Nahum; la propia inercia del vehículo hará que éste se siga internando en las profundidades del universo aun privado de electricidad, y tarde o temprano logrará rebasar el radio de acción del mismo. Y así sucede, mientras Miguel Ángel Aznar y Ángela Balmer por un lado, y José Luis Balmer y Estrella Aznar por otro, se confiesan tiernamente su amor.

Aunque la segunda edición, publicada con el número 15 en esta ocasión, está profusamente reescrita respecto a la primera, en especial en su primera mitad, Enguídanos no introdujo modificaciones significativas en lo referente a la trama, que en ambos casos es virtualmente idéntica. Las diferencias se centran, básicamente, en detalles técnicos poco satisfactorios para el escrupuloso autor, tales como la supresión de la extraña capacidad de curvatura del Rayo Azul, o la inclusión del hecho, ignorado en la primera edición, de que en el interior de un cuerpo hueco la gravedad es nula. Asimismo fue corregida la ingenuidad con la que originalmente se planteaba la llegada de Valera a Nahum, injustificable desde un punto de vista militar, y no falta tampoco la inevitable suavización de matices ideológicos o religiosos (en la versión primitiva Valera viaja a Nahum con la intención expresa de evangelizar a sus habitantes) poco apropiadas en la España de los años setenta. Y por supuesto, tal como había hecho en las novelas anteriores, el autor corrigió la cronología interna de la novela, que en la primera edición comenzaba en el redondo año 10.000, recortándola en unos tres mil años aproximadamente.

Pero lo más importante de la novela dentro del conjunto de la Saga de los Aznar, es el hecho de que Invasión nahumita supone un llamativo punto de inflexión en la ya consolidada serie, que a partir de ahora adquiere el carácter que, desde mi punto de vista, es el más personal de toda ella.

Para empezar, es de destacar que Enguídanos rescata la idea inicial de un personaje central que sirve de eje a uno o varios episodios de la serie; así fue en las primeras novelas, desempeñando este papel primero el fundador de la dinastía, Miguel Ángel Aznar de Soto, y posteriormente su hijo Fidel Aznar Contreras. Por el contrario, a partir de Salida hacia la Tierra y hasta Robinsones cósmicos, todos los protagonistas, llevaran o no el apellido Aznar, tan sólo aparecían en un único episodio, pudiéndose hablar más bien de líneas argumentales relativamente cerradas, dentro de la trama general, que de capítulos seriados pertenecientes a un ciclo narrativo más amplio. Asimismo, ninguno de los miembros de la familia Aznar que intervenían como protagonistas ocasionales en alguna de estas novelas formaban parte de la rama directa -en la práctica una auténtica dinastía- que, durante todo ese tiempo, había seguido rigiendo los destinos de Valera desde su conversión en autoplaneta.

Realzando todavía más este contraste, el nuevo personaje que aparece aquí por vez primera, Miguel Ángel Aznar Aznar, será a partir de este momento no sólo el protagonista indiscutible del ciclo de Nahum, sino asimismo de varios más, convirtiéndose con diferencia en el personaje más importante de la primera parte de la Saga, muy por delante de sus dos predecesores y, asimismo, de todos sus sucesores. Descendiente directo de una estirpe de caudillos, y caudillo él mismo merced a una inesperada carambola del destino, una vez solventada la crisis de Nahum no desaparecerá discretamente, tal como lo habían hecho hasta ahora sus antepasados, sino que su figura persistirá en las páginas de esta epopeya cósmica, convertido en campeón indiscutible de la humanidad durante varias generaciones.

Otro factor importante, prácticamente desconocido hasta ahora, es la aparición con toda su crudeza de la famosa estrella negra de los Aznar, una fatalidad digna de tragedia griega a la par que completamente insólita en el marco de la ciencia ficción popular. Cierto es que el primer Miguel Ángel Aznar pierde a su primera mujer, Bárbara Watt, en un accidente, e incluso él mismo muere -tan sólo en la primera edición- víctima del ataque de un escorpión de cristal en el recién descubierto planeta Redención; pero estos percances se ven compensados con creces por la satisfactoria trayectoria vital de su hijo Fidel y, se supone, de sus inmediatos sucesores. Pero aquí nos encontramos con un drama de grandes proporciones, la muerte violenta de la práctica totalidad de la familia de Miguel Ángel Aznar, algo que lejos de ser un hecho aislado, se repetirá periódicamente de aquí en adelante, haciendo de los Aznar unos seres atormentados y perseguidos por su propia leyenda antes que la estirpe de caudillos invictos capaces de conducir a la humanidad a las más resonantes victorias.

Asimismo aflora con toda su crudeza un punto ya esbozado anteriormente, pero que a partir de ahora se convertirá en una de las piedras angulares de la problemática relación entre los Aznar y el resto de la humanidad, su sorda pugna con el clan de los Balmer, siempre recelosos de su poderío y únicos capaces, a nivel colectivo, de plantar cara a los monarcas de hecho de la sociedad valerana.

No acaban aquí las novedades introducidas por Enguídanos en la Saga. Hasta este momento, el autor había desarrollado una línea argumental rigurosamente lineal en la que no quedaba ningún cabo suelto, de modo que los descalabros sufridos por los protagonistas -y con ellos, por la humanidad- quedaban resueltos tarde o temprano. Así ocurrió con el retorno a la Tierra de los antiguos tripulantes del Lanza en La horda amarilla, con la llegada al Sistema Solar del imponente autoplaneta Valera en Salida hacia la Tierra y con el ajuste de cuentas con la humanidad de silicio en el ciclo de novelas de Redención no contesta. Dicho con otras palabras, el lector de las novelas de la Saga tenía la seguridad de que, por muy negativos que llegaran a ser los avatares narrados en ella, tarde o temprano el autor volvería a ellos para resolverlos de forma satisfactoria.

Sin embargo, es aquí donde por vez primera, y prácticamente única, Enguídanos decidió saltarse un episodio de la importancia de la repoblación de la Tierra, evacuada como es sabido tras el bombardeo atómico de la flota nahumita en Guerra de autómatas. Cierto es que también hace lo propio con la reconstrucción de Redención con posterioridad a la aniquilación definitiva de los hombres de silicio, pero en este caso no puede hablarse de omisión, sino de una simple -y justificada- elipsis.

Muy diferente es el caso que nos ocupa. Gracias a breves alusiones existentes en el texto, así como por novelas posteriores en las que la acción se desarrolla en nuestro planeta, sabemos que en el momento en el que tienen lugar los hechos narrados en Invasión nahumita, tanto la Tierra, como también Marte y Venus, ya están repoblados y recuperados de la catástrofe que los mantuvo inhabitables durante varios miles de años, pero nunca conoceremos las circunstancias en las que esto ocurrió ya que Enguídanos no relata en ningún momento este episodio.

Tan sólo algunos breves comentarios, repartidos por diferentes novelas, aportan algo de luz sobre este tema. Así, al final de Robinsones cósmicos se indica que los primeros repobladores del planeta fueron, en la versión original, -este episodio fue profundamente modificado en la reedición de los años setenta- un puñado de refugiados huidos de Redención a raíz de la derrota frente a los hombres de silicio; éstos, con sus precarios medios, difícilmente podrían haber ido más allá del establecimiento de una pequeña colonia y, todavía con mayor motivo, resulta descartable que pudieran hacer lo propio en Venus y Marte. Podía plantearse, eso sí, la duda de si la repoblación definitiva, posterior a ésta y ya sistemática, sería realizada directamente desde Redención o si fue el autoplaneta Valera el encargado de hacerlo, algo lógico esto último puesto que, según indica el autor en varias ocasiones, la Tierra se encontraba a mitad de camino entre Redención y Nahum. Apoya esta hipótesis una breve frase, perteneciente a la novela El coloso en rebeldía, en la que se afirma explícitamente que Valera partió de la Tierra rumbo a Nahum, con lo cual es preciso aceptarla como lo más probable.

Por otro lado, aunque la segunda versión de Robinsones cósmicos -y sólo ésta- parece inclinarse por la opción de la repoblación redentora -aquí es un destacamento militar, enviado por el gobierno redentor para explorar la Tierra, el que rescata a la pareja protagonista-, conviene no olvidar que esta novela apareció publicada totalmente desplazada de su orden cronológico natural, después incluso de que hubiera terminado la reedición de todas las novelas originales, razón por la que es problemático considerarla a la hora de establecer una cronología de la Saga, so pena de incurrir en discrepancias con el resto de la obra.



Publicado el 28-10-1998 en el Sitio de Ciencia Ficción
Actualizado el 24-10-2004