El Henares en la literatura del Siglo de Oro
(Segunda parte)





Continuamos con el estudio de las citas literarias del Siglo de Oro recordando a Baltasar Mateo Velázquez, un militar de profesión que en 1626 publicó en Pamplona su obra El filósofo de aldea, una colección de varios cuentos y novelas en la que aparece citado el Henares de la siguiente manera1:


Se salía por las riberas de Henares. (...) Se emboscó por lo más espeso de aquellos álamos y olmos que están en la ribera del mismo río y llegando a una parte que hacía un bosquecillo y soto espeso, se entró en lo más interior dél, y no juzgándose aún por seguro, se subió a un álamo que estaba pobladísimo de rama y hoja...


El protagonista, que huye de Alcalá, aguarda a la noche para abandonar su escondite y alejarse de la ciudad río abajo, alcanzando poco después la cercana desembocadura del Torote2:


Salió de Alcalá y se fue a lo más espeso de aquel pedazo de alameda, que está donde se junta Torote con Henares.


Actualmente la confluencia de los dos ríos es un paraje totalmente pelado y degradado por completo... Serán las cosas del progreso. Otro de los muchos autores menores del Siglo de Oro que citan al Henares en sus obras es el vallisoletano Cristóbal Suárez de Figueroa el cual, por residir en Madrid parte de su vida, llegó a conocer bastante bien tanto la villa y corte como las poblaciones cercanas, Alcalá entre ellas. También conoció los distintos ríos que riegan la actual provincia, como demuestra la poesía que sigue3:


No lejos el sincero Manzanares
traba amistad perpetua con Jarama,
ambos de breves cursos, ambos pares
en opinión, en calidad y en fama.
Bien cerca de sus reinos corre Henares
que tanto como entrambos se encarama,
viendo, que iguala en ciencia al Ateniense
el que él baña Museo Complutense.
Mas a los dos de noble y cortesano
ventajas dignas Manzanares lleva;
y de triunfante reina, siendo enano,
en su extrema beldad la vista ceba.
Con fijo pie quisiera, que el verano
le diera nuevo ser, verdura nueva,
por infundir recreos y alegrías
en las que van a él celestes Drias.


Ciertamente, es un poco exagerado este poeta al cantar las excelencias del humilde río madrileño. Nuestro siguiente escritor, don Juan de Tassis y Peralta, conde de Villamediana, fue un personaje peculiar de la corte de Felipe IV. Libertino y calavera, amante de los fastos y presuntuoso hasta la temeridad, fue también un afamado escritor que se caracterizó por lo acerado y virulento de sus críticas contra otros escritores y personajes importantes de la corte. Su muerte, como es sabido, tuvo lugar al ser apuñalado por la noche en plena calle Mayor de Madrid sin que nunca se llegara a saber quién de sus numerosos enemigos la había ordenado, llegándose a comentar incluso que había sido el propio rey, molesto según esta versión por el amor que el conde manifestaba hacia la reina. Del conde de Villamediana nos interesan, en esta ocasión, dos sonetos amorosos pertenecientes al libro Obras de don Juan de Tassis, conde de Villamediana4, publicado en Zaragoza en 1629. Al primero de ellos, numerado como el LXIIII, pertenece este terceto5:


Recoja no ya lagrimas Enares
Vozes si de una voz que al tiempo pudo
Violar su lei con bien sentido canto.


Y al segundo, al cual corresponde el número LXV, este cuarteto6:


Si mi llanto perdonas, claro Rio
Oi que con sacro pie dora tu arena
La deidad de tus ondas, la Sirena
Gloria tuya, y prision de mi alvedrio.


Volviendo de nuevo a los escritores consagrados en la historia de la literatura, vemos cómo Tirso de Molina cantó también al Henares en su comedia La huerta de Juan Fernández, donde nos encontramos con esta vívida descripción de la vida estudiantil en Alcalá7:


Al cabo de su jornada,
hizo noche en esa villa,
que siendo española Atenas,
al Henares nombre da.
Cursaba yo en Alcalá,
más sus riberas amenas
que sus escuelas famosas.


Todavía más lejos llegaría Agustín de Moreto, otro de los numerosos estudiantes alcalaínos, al realizar en su obra El valiente justiciero8, una adaptación teatral de la leyenda del rico-home de Alcalá, el altivo señor feudal que osara humillar incluso al propio rey Pedro I de Castilla... Leyenda totalmente apócrifa, evidentemente, ya que la ciudad complutense fue siempre señorío de los arzobispos de Toledo, siendo imposible pues la existencia de este noble. Pero prescindamos de la historia y centrémonos en la narración: Don Tello García, rico-home de Alcalá, valiéndose de su prepotencia rapta a doña María, recién casada con Rodrigo, un hidalgo pobre. Éste, viéndose avasallado por el soberbio señor, se lamentará dolorosamente del rapto de su esposa con estas sentidas palabras9:


Tristes campos de Alcalá,
abrid vuestro oscuro centro,
para dar sepulcro a un vivo,
que sin honor está muerto.
Piadosas aguas de Nares,
llevadme en llanto deshecho,
caed sobre mi deshonra,
desnudos y ásperos cerros.


Como se puede apreciar Moreto describe con exactitud la topografía de las cercanías de Alcalá al referirse explícitamente a los desnudos y ásperos cerros que caracterizan a la ribera izquierda del Henares. La obra continuará en forma de dramón barroco en el que la honra afrentada exigirá una reparación muy al estilo calderoniano; aunque al final, con intervención del rey incluida, todo concluirá satisfactoriamente para los protagonistas. Tan sólo en otra ocasión aparece una nueva referencia al Henares, aunque sin citarlo por su nombre; será cuando el rey Pedro I, que ha llegado de incógnito a la mansión de su vasallo, dialogue, al despedirse camino de Madrid, con Perejil, el criado y cómplice de don Tello. Esto es lo que responde el taimado criado al monarca10:


Véngame a mí a ver también;
que yo le tendré a la vuelta
de Alcalá, al pasar el río...

(...)

la barca puesta.


Otro dramaturgo importante del siglo XVII fue Francisco Rojas Zorrilla, que en su obra Nuestra Señora de Atocha, basada en las luchas medievales entre moros y cristianos, hace la siguiente descripción del Manzanares y de los ríos vecinos11:


Aqueste es Manzanares, aquel río
que de las sierras de Castilla frío
baja a Madrid tan quedo,
que se conoce que me tiene miedo;
Branigal, un arroyo que recrea
a Branigal su convecina aldea,
se entra, renglón de plata, en Manzanares,
y Manzanares en Jarama y Nares,
y todos tres por uno y otro atajo,
porque es nuestro, le dan tributo al Tajo.


Para completar esta revisión del teatro clásico español es preciso detenerse en otro de los autores importantes del Siglo de Oro, Juan Ruiz de Alarcón, y más concretamente en su comedia Todo es ventura12, publicada en 1628, una obra de argumento enrevesado en la que se mezclan galanteos de caballeros y damas con lances de honor y asesinatos, todo ello rematado como cabía esperar con el inevitable final feliz. Puesto que parte del argumento se desarrolla en Alcalá era de esperar que aparecieran algunas referencias al Henares, cosa que ocurre en varias ocasiones a lo largo de la obra, la primera de las cuales es ésta que reproduzco a continuación13:


Yo sospecho
que hacia la parte que ha hecho
fértil el undoso Henares


Se trata de la respuesta que da la criada al galán cuando éste le pregunta hacia dónde ha podido ir a pasear su amada, que ha sido desterrada a Alcalá por culpa de un lance de amor que se saldó con un asesinato. A esto contestará otro de los personajes, el duque, Alberto, que también está enamorado de la protagonista, lo siguiente14:


Porque rinda Manzanares
desde agora humilde pecho.
Parto a seguirla al momento.

(...)

¡Oh Henares, presta a un amante
feliz tálamo en tu orilla!


Pero la situación se complica y el duque se verá obligado a abandonar Alcalá marchando hacia Madrid. No obstante, no cejará en su empeño15:


Dice que sin dilación
parta a Madrid; que han notado
ya mi ausencia y comenzado
a murmurar la ocasión.

(...)

En hablando a mi Leonor,
quiero a la corte partir.
No haré más que parecer
en los públicos lugares;
que en postas parto de Henares,
y en alas pienso volver.


Leonor es, obviamente, la protagonista principal de la comedia. Poco después el autor pondrá en boca de otra de las damas, Belisa, compañera de la desterrada Leonor, las siguientes palabras, las cuales recuerdan bastante a las novelas pastoriles que tan en boga estuvieron en el siglo anterior16:


Aquí del famoso Henares
el claro cristal gocemos,
porque con él olvidemos
la ausencia de Manzanares.


El agua del Henares, por aquel entonces, debía de considerarse perfectamente potable, a juzgar por el siguiente diálogo entre Belisa y Castro, otro de los protagonistas17:


Por agua voy.
Henares la puede dar.
Un vaso quiero buscar.


Se celebran fiestas en Alcalá y un criado pregunta a Belisa la razón por la que se encierra en su habitación sin salir a divertirse con los demás18:


Cuando vienen a la fama
de las fiestas que hace Henares
de comarcanos lugares
tanto galán, tanta dama.


Vuelve poco después Leonor de los toros y comenta los avatares de la corrida a su amiga Belisa con las siguientes palabras19:


Cuando un ligero toro, que no olvida
en Henares los pastos de Jarama,
carbon del cuerno al pie, porque despida
humo el aliento si la vista llama,
alta cerviz, cerdosa y recogida,
sale furioso, y vengativo brama.


Poética descripción de una corrida, por cierto. Continuará Leonor con su encendido relato llegando, poco después, al momento en el que los espectadores acaban saltando al ruedo enardecidos por el espectáculo20:


Crece el marcial ardor, y de la gente
dos escuadras se forman encontradas:
ésta apellida al natural Henares,
aquélla al forastero Manzanares.


A partir de aquí continúa la comedia hasta acabar finalmente a gusto de todos, que no era cuestión de amargar el final a los espectadores, pero sin ninguna otra referencia al Henares. También de 1628 es otra comedia de Ruiz de Alarcón, Las paredes oyen21, donde nos encontramos con esta arrebatada frase22:


Los campos de Alcalá, bella señora,
desdeñan los favores del verano,
y de la fértil Flora
no solicitan ya la diestra mano,
después que primaveras les reparte
la dichosa esperanza de mirarte.

(...)

Parte ¡o feliz! que el céfiro suave
lisonjear pretende codicioso
la rodadora nave,
de nueva Europa Júpiter dichoso,
por quien, en Indias vuelto Manzanares,
España de sus glorias hace a Henares.


Más adelante continúan las referencias a Alcalá y a su río23:


Y como doña Ana estaba
aquí, velando a San Diego,
venimos hoy a los toros
más por verla que por verlos.
Y sabiendo que esta noche
se parte mi dulce sueño,
por quien ya comienza Henares
el lloroso sentimiento.


Y por último24:


Supe que a Henares venía
hoy con galas y librea.
¿Por quién quieres tú que sea,
si a mí en Madrid me tenía?
Pedí a mi padre licencia
para venir a Alcalá,
y porque estabas tú acá,
me ha permitido esta ausencia.


Hemos de cambiar ahora de autor pasando a estudiar la obra más conocida de Mateo Alemán, el Guzmán de Alfarache, novela picaresca en la que el autor recuerda las correrías que, en su época de estudiante, hizo sin duda por Alcalá. No podía faltar, pues, alguna que otra referencia al Henares, implícita en esta ocasión, como cuando Mateo Alemán comenta, emocionado y con añoranza, la vida que llevaba en Alcalá25:


Si la codicia de la Corte no me tuviera puestas en los pies las alas, bien creo que allí [en Alcalá] me quedara, gozando de aquella fresquísima ribera, de su mucha y buena provisión, de tantos agudísimos ingenios y otros muchos entretenimientos.


Obviamente, y aún sin citarla por su nombre, es a la ribera del Henares a la que hace referencia el autor en este comentario. También se refiere al Henares el siguiente párrafo, que hace alusión a la vida de los estudiantes que sin duda Mateo Alemán conoció bien26:


Dondequiera que se halle el estudiante, aunque haya salido de casa con sólo ánimo de recrearse por aquella espaciosa y fresca ribera, en ella va recapacitando, arguyendo, confiriendo consigo mismo, sin sentir soledad.


Por último, termina esta selección del Guzmán con una frase escrita tan sólo algunas páginas después en la que se hace alusión a las romerías que por entonces, al igual que ahora, se hacían a la ermita de la Virgen del Val, patrona de Alcalá27:


En lugar de persignarme hice por cruces un ciento de garabatos y fuime derecho a donde vi la gente; mas antes que llegase vi que se levantaron, y saliendo de allí se fueron por entre los álamos adelante a la orilla del río y sobre un pradillo verde, haciendo alfombra de su fresca yerba, se sentaron en ella.


Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, celebrado novelista y dramaturgo contemporáneo y amigo de escritores tales como Cervantes, Lope de Vega o Pérez de Montalbán, no es sin duda uno de los más conocidos escritores españoles del Siglo de Oro, lo que no impide que su obra sea una de las más interesantes de su época. Estudiante como tantos otros en la universidad de Alcalá, Salas Barbadillo recordará en su obra tanto a la todavía villa complutense como al río que la riega, como ocurre en la siguiente cita extraída de su novela Corrección de vicios28:


Donde espejo de plata ofrece Henares
a las murallas de la antigua villa,
que sustenta las basas y pilares
de las más graves letras de Castilla;
a quien el purgatrapos Manzanares,
aunque es río de corte, se le humilla,
porque con ser cortés y bien hablado
da muestras que en palacio se ha criado.


Como se ve, Salas Barbadillo no opinaba igual que otros escritores tales como Suárez de Figueroa a la hora de comparar al Henares con el Manzanares. La otra cita que he conseguido encontrar de este autor pertenece a su obra póstuma Corona del Parnaso y platos de las Musas, en la cual Salas Barbadillo simula presentarse ante el dios Apolo apadrinado por Cervantes y por el poeta Pedro Liñán de Riaza. En la introducción de la misma da Salas Barbadillo unos datos autobiográficos en los cuales, tras exponer que nació en Madrid, pasará a relatar su estancia en la universidad de Alcalá29:


Esta fue, como dixe, mi patria, aquí aprendí las primeras letras; después pasé a las riberas del Henares, donde el sutil estudio de la filosofía me ocupó dos años.


De 1644 data el Monumento de los santos mártires Justo y Pastor en la ciudad de Huesca30, obra del zaragozano -y cronista del reino de Aragón- Juan Francisco Andrés de Uztarroz, una obra que sigue la estela del libro de temática similar que tres cuartos de siglo antes escribiera Ambrosio de Morales, diferenciándose ambos -aparte, claro está, de la época en la que fueron escritos- en que, mientras que el libro de Morales está escrito desde el punto de vista alcalaíno, Uztarroz, por el contrario, nos aporta la perspectiva oscense, una cuestión en modo alguno baladí si tenemos en consideración la gran polémica y las agrias disputas que se desataron ante la pretensión de la entonces villa complutense de recuperar las reliquias de sus santos titulares y la cerrada negativa de los aragoneses a cederlas o compartirlas. Pese a su temática, en la obra de Uztarroz el río Henares tan sólo aparece citado en una única ocasión, concretamente en la introducción del texto cuando el autor, haciéndose eco de su predecesor Ambrosio de Morales, hace una descripción de Alcalá a la que pertenece la siguiente cita31:


Antiguamente no estuvo edificada, en el sitio que agora tiene, como lo advirtió el erudito Chronista Ambrosio de Morales, sino mas abaxo, àzia el Rio Henares, donde está la fuente que llaman del Iuncar; (...) porque los Moros la destruyeron, mudandola a sitio mas fuerte, de la otra parte del Rio, en frente la ermita de N. S. del Valle.


Rodrigo Méndez de Silva fue un escritor portugués afincado durante muchos años en Madrid, villa en la que ejerció durante largo tiempo el cargo de cronista real llegando a ser, también, ministro del Supremo Consejo de Castilla. Autor de numerosas obras de temas genealógicos sobre la familia real española y la nobleza castellana de su época, publicó en 1645 un diccionario geográfico titulado Población general de España, obra en la que dedicó un capítulo a la ciudad de Sigüenza. Leamos un extracto del mismo32:


Situada en vn montezillo, no lexos donde se diuiden los Reynos de Aragon, y Castilla, està la ciudad de Siguença, orillas del rio Henares, que cerca nace en ciertos campos abundosos de heno, de quien prouino el nombre (dicho antiguamente Tagonio) adornada con suntuosos edificios, buenas calles, muchas fuentes, cercada de murallas, siete puertas, y alcaçar, Palacios Obispales.


A la misma obra pertenece la siguiente cita, alusiva en esta ocasión a la entonces villa de Alcalá. Leámosla33:


Distante seis leguas de Madrid hacia Guadalajara, en espaciosa llanura, vistosas salidas, alamedas y bosques, está la Villa de Alcalá, cognomento Henares, por su cristalino rio, espejo de celebradas Musas, en cuyas umbrosas margenes se mira con fuerte puente y barca...


Otro autor del siglo XVII, Alonso del Castillo Solórzano, publicó en 1649 en Zaragoza una colección de novelas cortas recogidas bajo el título genérico de Sala de recreación. En la tercera de ellas, denominada Más puede el amor que la sangre34, nos encontramos con un caballero fugitivo que se refugia en una quinta situada a orillas del Henares huyendo de una tormenta, tal como relata el siguiente fragmento de la misma35:


Pues como la noche fuese tan tempestuosa y comenzasen las nubes a desembarazar de sus preñados senos copia de piedra y agua, buscó algún reparo donde abrigarse mientras pasaba aquella furia, y a la luz que daban los repetidos relámpagos, pudo divisar un edificio orillas del claro río Henares a cuyas puertas llegó.


Algo más adelante se referirá también Castillo Solórzano a Alcalá, en cuyas cercanías sitúa este autor la quinta citada en el párrafo anterior36:


Allí se fue, [a Alcalá] estando encubierto en una posada adonde era de mí visitado viniendo allí todos los días a comprar lo necesario porque doña Hipólita asiste en una quinta cerca de allí, orillas del claro Henares.


De mediados del siglo XVII data el original de los Annales Complutenses, una historia de la ciudad -entonces villa- de Alcalá que ha permanecido manuscrita hasta la tardía fecha de 199037. De autores desconocidos, probablemente canónigos de la iglesia Magistral de los santos Justo y Pastor, estos Annales constituyen una interesante fuente para la historia alcalaína al tiempo que recogen una serie de alusiones al río Henares, de las cuales la primera que aparece en el libro es la que sigue38:


Al río Henares llamaron los griegos río Langón, que en su idioma significa río de guijarros, por los muchos que crían sus riberas, como llamaron también a otro de la misma naturaleça Guijarrería en Castilla la Vieja. Al nuestro le mudaron los moros el nombre debajo de la mesma significación a que miraron como en el que dieron al castillo, conformándose con los nombres y propiedades de los sitios. Y así le llamaron Guadalicara o Guidalfajara, que es lo mesmo que río de guijarros, atendiendo a su naturaleza o al nombre antiguo, a que suelen mirar los que conquistan de nuevo o por parecerse en todo a otro río de la Arabia Foelice que tiene el mesmo nombre.


Explicación un tanto alambicada, pero muy al gusto de la época. Continuemos con los Annales, que al hablar del general romano Sertorio vuelven a citar al río39:


Al verano siguiente, maltratado de Pompeyo, procuraba asegurarse en las fragosidades de la Alcarria, riberas del río Tajuña, a quien faltos de noticias Ambrosio de Morales, Nonio y otros authores tuvieron por nuestro Henares.


Siguiendo con la historia, más presunta que real la mayor parte de las veces, de las guerras sertorianas y de sus avatares por las comarcas complutenses, el anónimo autor de los Annales hará a la tribu prerromana de los caracitanos, enemigos de Sertorio y derrotados por éste, fundadores de la ciudad de Guadalajara40:


Y cerca del río Henares hicieron su asiento y nueva población [los caracitanos] conservando en ella el nombre de la antigua ciudad, a quien los moros mudaron el nombre llamándola Guadalfajara.


Algo más adelante se describirán las ruinas de la ciudad romana de Compluto con estas palabras41:


Son tan suficientes y de tan sumptuosas fábricas que afiançan el aber sido de tan insigne ciudad como Cómpluto, en especial las que se ven riberas de Henares de dos puentes, cuyos cimientos y argamasas dicen bien su magnitud y fortaleza...


Esta vez sí es cierta la afirmación, tal como han demostrado sobradamente las recientes excavaciones arqueológicas. Pero continuemos con la lectura de este interesante libro. Durante mucho tiempo hubo una cierta polémica entre los historiadores acerca de si la antigua ciudad romana de Compluto había estado asentada en terrenos de la actual ciudad de Alcalá o si, por el contrario, correspondería a la vecina Guadalajara; hoy en día la arqueología se ha encargado de deshacer todas las dudas en beneficio de la primera de ellas, pero en el siglo XVII las cosas no estaban tan claras. Es por ello por lo que los Annales, redactados por alcalaínos, tercian en esta polémica barriendo, claro está, para dentro42:


Y así muchos autores llaman a nuestro Cómpluto de Guadalajara, como oy Alcalá de Henares, por el río, no porque fuera Cómpluto y Guadalajara una misma cosa sino que le denominó el río, que fue el que primero obtuvo este nombre. Como lo notó Diego de Urrea diciendo que vad es río y hesera es piedra, de donde tomó el nombre antiguo el río Henares que se le dio a Guadalajara, llamada por esto Vad de Latifara, que es lo mesmo que río de guijarros.


E insisten todavía más43:


Para responder a estas dos autoridades es de advertir, y lo llevamos ya dicho, que este nombre, Guadalfajara, es arábigo que le dieron los moros al río Enares, que no pudo estar en los códices antiguos de la división hecha por Constantino ni en el concilio lugense, pues no era conocido ni usado en aquellos tiempos ni en el de Bamba.


Siguiendo con la cronología de la historia española, los Annales describirán los años de la invasión musulmana44:


Y la questa en que puso Zulema su campo lo está testificando, tan conocida por este nombre, en la ribera del río Enares que, no sólo a los naturales de este distrito, sino de remotas partes de España es bien notoria.


Y los de la posterior reconquista cristiana45:


Hasta la ribera de Henares siguieron los nuestros a los moros haciendo en ellos gran estrago, renovándose aquí la pelea en que concurrió gran numerosidad de moros procurando la defensa de esta fuerça en que consistía su conservación.


Algo más adelante, leemos cómo se organizó la recién reconquistada Alcalá bajo la égida de los arzobispos toledanos46:


Estas causas [el culto a los Santos Niños] movieron al arçobispo don Raimundo, sucesor de don Bernardo, para reducir aquí la antigua población en que se conservaban muchos antiguos moradores que no desampararon quando, libres las fértiles campiñas que riega Henares, goçando sin la sujeción arábica de sus óptimos esquilmos, pues estos los movieron a sufrirla quando más molestados vivían de ellos, que el interés de las propias haciendas puede mucho y más quando ofrece con la comodidad de estos prados los frutos saçonados en abundancia...


Tal como es conocido, el arzobispo toledano don Raimundo sería el primero en recibir del rey castellano el señorío de la villa de Alcalá47:


Fue colocado en aquella dignidad don Raimundo, (...) a quien di el rey don Alonso sétimo el castillo de Alcalá la Vieja, (...) con todos sus términos, así como los hubieron los moros de aquende y allende el río Henares.


Ya consolidado el dominio cristiano en Alcalá, los Annales nos dan una bucólica descripción de la misma48:


Goza esta villa de apacible cielo, de hermosos, fértiles y dilatados campos que los hace más apacibles el cristalino Henares cuya amena ribera, adornada de vistosos árboles, hazen su sitio agradable. (...) Sus aguas [son] muy dulces, saludables y delgadas. Y las celebra el doctor Vega en su Tratado de las aguas de España y afirmando ser todas las de los ríos no saludables para beber excepto las de Henares. (...) Todas sus salidas son deleitosas recreándose la vista en las hermosas alamedas que adornan la ribera del celebrado Henares donde, con dulces pasajes, sin arte, en concertada armonía, arpados ruiseñores y parleros jilguerillos saludan el aurora y despiden la tarde.


Y continúa49:


El río a quien los griegos llamaron río Langón y los moros Guadalfajara, que en un idioma y otro significa río de guijarros, haze más apacible esta campiña a quien llamaron Henares, de donde se llamó esta villa Alcalá de Henares. Este nombre le dio el mucho heno que adorna sus márgenes desde su nacimiento, que le tiene a la parte oriental de esta villa no lejos de Sigüença de unas montañas que descienden de los montes de Moncayo.


Licencias literarias aparte, lo cierto es que resulta un tanto exagerado tildar de cristalino a un río que siempre ha sido turbio y terroso... Pero continuemos leyendo, encontrándonos con una nueva referencia al Henares con ocasión de la narración de la aparición, en su ribera, de la Virgen del Val50:


Riega esta fértil campiña y loable campo con apacible corriente el christalino Henares, celebrado de los poetas, cuyas aguas ofrecen saçonada y abundante pesca y cuyas riberas se adornan de ermosas alamedas, de frutíferas güertas y fértiles heredades.


Ya en la Baja Edad Media fue arzobispo de Toledo y, por consiguiente, señor de Alcalá el prelado Pedro Tenorio, gran amante de la villa, por la que mostró un gran interés. Así recuerdan los Annales su memoria51:


Reparó también los muros de Alcalá la Vieja y sus edificios antiguos. Hiço lo mismo de otros públicos en esta villa y sobre el río Henares levantó un puente, obra muy útil y necesaria, de tan fuerte fábrica que, abiendo en tantos años padecido terribles combates de las inundaciones del río, no se le conoce falta alguna ni sentimiento que llegue a dar cuidado tan presto.


De hecho el puente llegó prácticamente intacto hasta nuestros días, siendo precisos los efectos conjuntos de la voladura de un polvorín cercano y la falta de sensibilidad de unos técnicos para que éste desapareciera prácticamente por completo. Es necesario dar ahora un salto considerable en el tiempo para hallar citado de nuevo a nuestro río con ocasión de la descripción que en los Annales se hace de la primitiva ubicación del convento dominico de Santo Tomás, situado entonces a las afueras de la ciudad52:


Está sito este monasterio a la parte meridional de esta villa, a la otra del río Henares, en que hay una devotísima y antigua imagen de nuestra Señora a donde concurre mucha gente de esta comarca. Dista una legua de esta villa, en el término del lugar de Valverde.


En tiempos de la dinastía de los Austrias era muy común que los reyes y los miembros de la familia real visitaran Alcalá por uno u otro motivo, como apuntan los Annales53:


Frequentemente visitaba el rey [Felipe II] esta (...) villa. El príncipe don Carlos hacía lo mesmo, si bien su asistencia en ella era más contínua por gozar de la amena ribera del cristalino Henares saliendo frequentemente a ella y a los sotos de su distrito a cazar.


La última referencia al Henares contenida en los Annales Complutenses será con motivo del relato de la canonización de san Diego, celebración en la que se volcaron los alcalaínos a juzgar por todas las crónicas de la época. Leámosla54:


Corrieron los caballeros cañas en la gran Plaza del Mercado, donde los toros que apacienta el cristalino Henares mostraron su fiereza.


Y esto es todo lo que ha dado de sí este libro, que no ha sido poco. Retornemos ahora de nuevo a la literatura de viajes para recordar la descripción de Alcalá hecha por el escritor inglés Robert Bargrave, que la visitó en 165455:


Está situada en la mitad del campo, en una llanura regada en su totalidad por el río Henares. La ciudad es tan rica, ancha, agradable y fértil, que no sólo sobrepasa todo lo que he visto hasta ahora en España, sino que sería apreciada incluso en el mejor de los países.


Contemporáneo suyo fue el político francés Antoine de Brunel, el cual realizó en 1655 un viaje por España al servicio del gobernador de la ciudad holandesa de Nimega. Fruto de ese viaje sería un diario que Brunel redactó dos años más tarde y que, dado a la imprenta, llegaría a alcanzar numerosas ediciones. Gracias a que a su salida de Madrid Brunel tuvo ocasión de pasar por Alcalá, contamos hoy con la siguiente descripción del Henares a su paso por la comarca complutense56:


Salimos de Madrid con ese séquito el 17 de junio, tomando el camino de Aragón. Hicimos seis leguas antes de comer a través de un territorio bastante seco, que continúa al este hacia el río de los Henares, donde está situada la villa de Alcalá, que los latinos llaman Complutum.

(...)

El pequeño río de los Henares, que pasa cerca, fertiliza toda esta campiña y la hace más agradable que el resto de los alrededores, que no tienen ni árboles ni verdor por falta de agua.


Lamentablemente, el aspecto de los parajes cercanos a Alcalá continúa siendo hoy el mismo por culpa del poco amor que los españoles tenemos a los árboles. Más adelante, ya en tierras de Guadalajara, volvemos a encontrar una nueva alusión del autor a nuestro río57:


La posta toma otro camino distinto de aquel que nosotros habíamos seguido para ir a Arcos. Pasa por una llanura muy fértil, que está regada por el río de los Henares.


Sin duda, algunas de las citas más curiosas existentes sobre nuestro río son las de Jerónimo de Barrionuevo y Peralta, que en sus Avisos58, un precedente remoto del actual género periodístico, escritos entre los años 1654 y 1658, reflejó varias veces el nombre del Henares, apareciendo citado por primera vez el mismo en una de las poesías que ofician de introducción al libro, concretamente en la que lleva por título Lo que es la ciudad de Sigüenza; a ella pertenece la siguiente estrofa59:


Tierra que por matorrales
llega Henares a regar,
procurando de pasar
al mar con pocos cristales.


Ya a los Avisos propiamente dichos pertenece la siguiente noticia, fechada el 29 de abril de 1656, que sería digna de cualquier sección de sucesos de un moderno periódico60:


El mismo domingo creció de suerte Henares con el agua que derritió la nieve, que se ahogó en él un hombre, y en Jarama dos arrieros con sus recuas, que por acá ha hecho un tiempo cruel, como si fuera por Navidad.


Más extraña aún es la que sigue, correspondiente al 17 de diciembre de 165761:


Por acá los días son crudos y tantas las aguas, que no se puede salir de casa, y el domingo, al entrar por la puente Segoviana un capitán en un caballo muy bueno, erró la entrada, que con el agua se cubría, y se lo llevó Enares, ahogándose el caballo y él, sin poderlo nadie de los que estaban a la vista remediar.


Dado que en Alcalá nunca hubo ningún puente de Segovia y que por Madrid -donde sí lo hay- no pasa evidentemente el Henares, no podemos saber si el error se encuentra en el nombre del puente o en el del río, aunque lo más probable es que se trate de lo segundo y que Barrionuevo quisiera decir Manzanares donde puso equivocadamente Henares. Finalicemos el estudio de los Avisos con un extracto del escrito el día 8 de mayo de 165862:


El día de Santiago el Verde se atascó en el río un coche de damas, sin que le pudiesen sacar dos mulas; hiciéronlo de ellas en hombros los que allí se hallaron, y las mulas también, comenzando mas esto un agua tan recia, y a correr tanto el buen Henares, que atropelló con el coche y se lo llevó más que de paso, haciéndole andar que lo que su dueño no quisiera.


Ironía no le faltaba al bueno de Barrionuevo. Leamos ahora a François Bertaut, otro viajero francés que, al igual que Antoine de Brunel, llegó a España cumpliendo una misión diplomática, en este caso formando parte del séquito enviado por el rey Luis XIV de Francia a pedir la mano de la infanta María Teresa de Austria. Fruto de este viaje, acaecido en el año 1659, fue el libro titulado Iovrnal d'un voyage d'Espagne, al que pertenece el siguiente fragmento63:


Esta villa [Alcalá] está situada al pie de algunas montañas de las cuales está en parte rodeada, siendo el resto dominado por una gran planicie. El pequeño río de Henares está entre la villa y las montañas.


El autor anónimo del relato del viaje realizado en 1660 por varios nobles franceses que retornaban de Madrid a su patria, nos dejó la escueta referencia al Henares que reflejo a continuación64:


El 10 fui a comer a Guadalajara, habiendo pasado muy cerca de la ciudad el Henares sobre un Puente.


Durante los años 1660 y 1661 el holandés Lodewijck Huygens, hermano del famoso astrónomo y matemático Christiaan Huygens, viajó a España formando parte de una delegación diplomática de su país. Fruto del viaje fue un diario en el que Huygens relató sus experiencias en nuestro país, el cual, pese a su innegable interés no fue editado hasta 2005 en Holanda y hasta 2010 en su traducción española. El libro se titula Un holandés en la España de Felipe IV, y en él describe Huygens su paso por Alcalá, en marzo de 1661, citando al Henares con estas palabras65:


Alcalá se encuentra en una llanura vasta y fecunda a orillas del Henares, que está a un tiro de mosquete. Al otro lado del río hay montañas. Se cruza a la ribera de enfrente en un pontón de esta forma , tirado por una cuerda. Un poco más abajo, frente a la ciudad, se halla un molino hacia el cual se ha desviado casi todo el agua. Cerca de allí hay un soto de álamos blancos. Estos mismos árboles crecen también río arriba. (...) Cerca de la ciudad, al otro lado del Henares, hay una montaña con forma de mesa, pero aun así la parte superior es fértil.


Dando ahora un salto hasta los años 1668 y 1669 nos encontramos con el relato del conocido viaje que realizó por España el príncipe toscano Cosme III de Médici, viaje que fue descrito por uno de los integrantes del séquito que, según Pedro L. Ballesteros, fue probablemente Lorenzo Megalotti. Veamos cómo describe este autor a Alcalá y a su río66:


Alcalá de Henares, llamada así por el río que pasa junto a ella bordeando la montaña que por la parte del mediodía está a su espalda, a diferencia de Alcalá la Real de Andalucía, (...) es una pequeña villa célebre por la Universidad, en la cual florecieron, y se pretende que singularmente florezcan hoy todavía (como en Salamanca las leyes), la Teología y la Medicina.


El librero holandés Jorge Gallet publicó en 1700 la relación del viaje que un escritor anónimo realizó de Madrid a París en 1670. A ella pertenece este texto67:


El 11 encontramos un terreno bastante bonito hasta Alcalá. Es una de las más célebres Universidades de España. La ciudad me pareció bastante bonita bien situada. Pasa por allí el río Henares. Los habitantes están a su gusto a causa de la cantidad de estudiantes que van a estudiar allí.


Manuel de León Marchante fue un canónigo de la Magistral que compaginó sus tareas eclesiásticas con una notable actividad literaria. De entre todas sus obras he entresacado la estrofa de un villancico cuya letra escribió para ser cantado durante la Navidad de 1671, donde además de al Henares hace también alusión a los Santos Niños68:


De las riberas de Nares,
para cumplir con su oficio,
con un Justo, hasta el Portal,
otro Pastor ha venido.


Juan Blaev fue un viajero de finales del siglo XVII que, en el año 1672, publicó en Amsterdam el Atlas Mayor o Geographia Blaviana69, un libro de viajes que contiene descripciones tanto de España como de Portugal. Y, en la parte correspondiente a Castilla la Nueva, describe así el nacimiento del Henares en las proximidades de Sigüenza70:


Diez leguas de la raya de Aragon; una del termino de las Castillas; diez y ocho, de Madrid; y doze, de Osma; se ostenta vistosa Siguença, baxo el signo de Geminis, sobre un montezillo; de cuyas sierras deduze Henares su corriente.


Más adelante comentará Juan Blaev la razón del nombre de la ciudad de Guadalajara71:


La ciudad de Guadalaxara, Cabeça del Alcarria, (...) esta cercada de torreados muros, con vistosos edificios, en apacible y fertil territorio; fundada de los Phenices con el nombre Turria, por las vacas que criava. (...) Los Mahometanos finalmente la llamaron Guidalhichara; interpretado, Rio de piedras, por las muchas que se hallan en este parage; cuya pronunciacion se alterò en Guadalaxara.


Finalmente nos encontraremos poco después con la descripción de Alcalá72:


La famosa Villa de Alcalà de Henares, seis leguas distante de Madrid, y catorze de Toledo, de cuyos arçobispos es patrimonio; assentada en deliciosa vega, fecunda por el celebrado Henares, que de junto à Siguença deduze sus corrientes, hasta encorporarlos con Xarama; es fundacion, segun algunos, de Romanos, con el nombre de Complutum, interpretado, Ayuntamiento de aguas.


Una última referencia al Henares se encontrará en esta misma página al comentar el autor la ubicación de Hita73:


Y subiendo por Henares hasta su origen, se encuentra Ita, fundacion de Romanos; que unos dizen ser la antigua Lacerta; algunos afirmar haberse llamado, Anphitria.


También de ese mismo año de 1672 es Le voyageur d'Europe..., una guía de viajes estructurada en itinerarios escrita por A. Jouvin, un escritor prácticamente desconocido que, procedente de Medinaceli, describe su llegada a Sigüenza con estas palabras74:


Bajamos y subimos varias veces por las altas montañas hasta Guijosa; dejamos un poco a mano derecha un gran burgo [Horna] antes de llegar a Guijosa; donde vemos salir varios riachuelos que forman un pequeño río en una gran llanura que está al pie de las montañas cercanas, y nos han dicho que es el caudal del río Henares, que seguimos hasta Sigüenza.

Sigüenza se halla un poco elevada sobre el pequeño río Henares. (...) A la salida de la ciudad se pasa por algunas pequeñas montañas que están bien cultivadas y se sigue el río Henares que pasamos entrando en Baides. (...) Se llega a Casas de S. Galindo y Padilla, dejando sobre una altura Hita, para descender y encontrar la abadía de Sopetrán, próxima a la cual pasamos un río en barca, creo que el Henares para ir a Muchera [¿Yunquera?]. (...) A la izquierda se deja la ciudad de Guadalajara al pie de una colina y en un pequeño valle que está a la ribera del río Henares se va por Muchos [¿Meco?], Borgatelichi [?], Belcamp [?] a Alcalá de Henares.


Obviamente, Jouvin vuelve a citar al Henares a su paso por Alcalá75:


Alcalá de Henares está en Castilla la Nueva, en medio de una gran llanura situada a orillas del río Henares, donde está la primera Universidad de España después de la de Salamanca.


También descripción de un viaje es la siguiente cita, extraída del libro en el que Francisco Fabro Bremudans, cronista del rey Carlos II, relató el viaje a Aragón que realizara este monarca en 1677. El fragmento en cuestión corresponde al cruce del río Henares a la altura de Yunquera, y dice lo siguiente76:


El día siguiente, 10 de junio, se prosiguió la marcha á Yunquera, encontrándose a media legua de la Villa el Rio Enares, que en esta ocasion, parecio haver humillado adrede su ordinario orgullo, a proporcion vadeable al carruage. Sin embargo, usó Su Magestad del Ponton muy capaz, que la Villa le tenía preuenido, adornado por Colunas y Festones bien alegres, que rematavan y un Cielo de paños de seda, que le hazian sombra.


Que el Henares se humillara ante la triste figura del más insignificante rey que ha tenido jamás España... Pero los aduladores han existido siempre. Monseñor Nicolini, nombrado nuncio apostólico en Portugal, viajó al vecino país en 1686 siguiendo una ruta que le llevó de Montpellier, en el sur de Francia, a Barcelona, Zaragoza y Madrid. Fruto de este viaje fue un diario escrito por su secretario del cual he entresacado los siguientes párrafos77:


Salimos de Hita el jueves por la mañana, pero antes de las seis y a través de varias colinas llegamos al río Henares, que hemos pasado en barca, y también Monseñor en su litera.

(...)

De Hita a Marchamalo hay cuatro leguas; hemos empleado casi tres cuartos de hora en este trecho. Pasado el río se encuentra la aldea de Maluque que pertenece al duque del Infantado.

(...)

Salimos de Marchamalo a la una y media de la tarde; al salir del lugar se ve a mano izquierda, creo que al otro lado del río, al pie del cerro el burgo de Guadalajara.

(...)

El camino ha sido bueno quitando algún trecho a hora y media de Alcalá más o menos. El campo es bonito, siempre llano, como por la mañana y casi todo sembrado excepto alguna viña cercana a los pueblos y los olivares de las colinas. El tiempo ha sido óptimo durante todo el día y parecía que atravesando el Henares hubiéramos pasado del invierno a la primavera o incluso al verano.


Divirtámonos, por último, leyendo una estrofa de la hilarante poesía titulada Manzanares pretende la Corona de todos los Rios del Orbe, por auer sido su Ribera teatro de tan heroyca accion; se trata de un romance jocoserio -es decir, jocoso y serio simultáneamente- según las propias palabras de su autor, Manuel de Contreras. En cada una de sus estrofas compara el autor al magro Manzanares con algún otro río más importante del orbe, cosa no demasiado difícil, para acabar demostrando en todos los casos que el humilde río madrileño era superior a cualquiera de sus competidores; pero veamos que tal sale parado el Henares en la comparación con su colega capitalino78:


No se envanece Henares
Con triunfo en campo Assyrio
Pues que para Coronas
Aun de Reynos se exceden sus Castillos.


Corría el año 1686 y España se hundía cada vez más en la decadencia. Mientras tanto la corte de los Austrias, envuelta y protegida por los fastos y oropeles de la villa madrileña, parecía no querer enterarse de ello.




NOTAS


1 VELÁZQUEZ, Baltasar Mateo. El filósofo de aldea y sus conversaciones familiares y ejemplares por casos y sucesos casuales. Col. selecta de antiguas novelas españolas, vol. IV. Ed. Cotarelo. Madrid, 1906. Pág. 248.

2 Op. cit., pág. 250.

3 SUÁREZ DE FIGUEROA, Cristóbal. La España defendida, poema heroyco. Madrid, 1612. Pág. 95.

4 TASSIS, Juan de. Obras. Imprenta de Juan de Bonilla. Zaragoza, 1629. Edición facsímil de la Ed. Ara Iovis a cargo de Felipe B. Pedraza Jiménez. Aranjuez, 1986.

5 Op. cit., soneto LXIIII. Pág. 139.

6 Op. cit., soneto LXV. Pág. 139.

7 MOLINA, Tirso de. La huerta de Juan Fernández, acto segundo. www.comedias.org.

8 MORETO, Agustín de. El valiente justiciero. Biblioteca de Autores Españoles, tomo 39. Ed. Atlas. Madrid, 1950.

9 Op. cit., pág. 333.

10 Op. cit., pág. 337.

11 ROJAS ZORRILLA, Francisco. Nuestra Señora de Atocha. Biblioteca de Autores Españoles, tomo 54. Ed. Atlas. Madrid, 1952. Pág. 471.

12 RUIZ DE ALARCÓN, Juan. Todo es ventura. Biblioteca de Autores Españoles, tomo 20. Ed. Atlas. Madrid, 1946.

13 Op. cit., pág. 125.

14 Op. cit., pág. 125.

15 Op. cit., pág. 126.

16 Op. cit., pág. 126.

17 Op. cit.

18 Op. cit., pág. 133.

19 Op. cit., pág. 135.

20 Op. cit., pág. 135.

21 RUIZ DE ALARCÓN, Juan. Las paredes oyen. www.comedias.org.

22 Op. cit., acto primero.

23 Op. cit., acto segundo.

24 Op. cit., acto segundo.

25 ALEMÁN, Mateo. Guzmán de Alfarache. Círculo de Amigos de la Historia. Editions Ferni. Genève, 1973.

26 Op. cit., tomo II, pág. 243.

27 Op. cit., tomo II, pág. 245.

28 SALAS BARBADILLO, Alonso Jerónimo. Corrección de vicios. Recogido por Emilio Cotarelo y Mori en Obras de Jerónimo de Salas Barbadillo. Tomo I. Colección de Escritores Castellanos, nº 128. Tipografía de la Revista de Archivos. Madrid, 1907. Pág. 163.

29 SALAS BARBADILLO, Alonso Jerónimo. Corona del Parnaso y platos de las Musas. Op. cit., pág. XIV.

30 UZTARROZ, Juan Francisco Andrés de Uztarroz. Monumento de los santos mártires Justo y Pastor en la ciudad de Huesca, con las antigüedades que se hallaron fabricando una capilla para trasladar sus santos cuerpos. Huesca, 1644. Ed. facsímil del Instituto de Estudios Altoaragoneses, con estudios introductorios de Claude Chauchadis y Fermín Gil Encabo. Huesca, 2005.

31 Op. cit., págs. 2-3 del facsímil.

32 MÉNDEZ DE SILVA, Rodrigo. Población general de España... Cap. XX. Civdad de Sigvenza. Madrid, 1645.

33 Op. cit., folio 29, cap. XXXII. Villa Alcala de Henares. Madrid, 1645.

34 CASTILLO SOLÓRZANO, Alonso del. Más puede el amor que la sangre. Recogido en Sala de Recreación. Edición, introducción y notas de Richard F. Glenn y Francis G. Very. Col. Estudios de Hispanófila, nº 43. Chapel Hill, N.C. Distribuido por Ed. Castalia. Valencia, 1977.

35 Op. cit., pág. 118.

36 Op. cit., pág. 135.

37 ANÓNIMO. Annales Complutenses. Sucesión de tiempos desde los primeros fundadores griegos hasta estos nuestros que corren. Edición de Carlos Sáez. Institución de Estudios Complutenses. Alcalá de Henares, 1990.

38 Op. cit., pág. 34.

39 Op. cit., pág. 38.

40 Op. cit., pág. 39.

41 Op. cit., pág. 40.

42 Op. cit., pág. 116.

43 Op. cit., pág. 131.

44 Op. cit., pág. 144.

45 Op. cit., pág. 191.

46 Op. cit., pág. 203.

47 Op. cit., pág. 216.

48 Op. cit., pág. 224.

49 Op. cit., pág. 225.

50 Op. cit., pág. 248.

51 Op. cit., pág. 255.

52 Op. cit., pág. 475.

53 Op. cit., pág. 599.

54 Op. cit., pág. 615.

55 BARGRAVE, Robert. Citado por José Luis Checa en Madrid en la literatura. Madrid en la prosa de viaje (I) (Siglos XV, XVI y XVII). Comunidad de Madrid, 1992. Pág. 261.

56 BRUNEL, Antoine de. Citado por Pedro L. Ballesteros Torres en Alcalá de Henares vista por los viajeros extranjeros (siglos XVI-XIX). Brocar, Asociación Bibliófila y Cultural. Alcalá de Henares, 1989. Págs. 45 y 46.

57 BRUNEL, Antoine de. Citado por Pedro Olea Álvarez en Los ojos de los demás. Viajes de extranjeros por el antiguo obispado de Sigüenza y actual provincia de Guadalajara. Librería Rayuela. Madrid, 1998. Pág. 149.

58 BARRIONUEVO Y PERALTA, Jerónimo. Avisos. Imprenta de M. Tello. Madrid, 1892.

59 Op. cit., tomo I, pág. 33.

60 Op. cit., aviso nº CXLI.

61 Op. cit., aviso nº CXCVIII.

62 Op. cit., aviso nº CCXVI.

63 BERTAUT, François. Citado por Pedro L. Ballesteros Torres en Alcalá de Henares vista por los viajeros extranjeros (siglos XVI-XIX). Brocar, Asociación Bibliófila y Cultural. Alcalá de Henares, 1989. Pág. 48.

64 ANÓNIMO. Citado por Pedro Olea Álvarez en Los ojos de los demás. Viajes de extranjeros por el antiguo obispado de Sigüenza y actual provincia de Guadalajara. Librería Rayuela. Madrid, 1998. Pág. 141.

65 HUYGENS, Lodewijck. Un holandés en la España de Felipe IV. Diario del viaje de Lodewijck Huygens 1660-1661. Edición de Maurits Ebben. Fundación Carlos de Amberes y Ediciones Doce Calles. Madrid, 2010. Págs. 227-228.

66 MEGALOTTI, Lorenzo. Citado por Pedro L. Ballesteros Torres en Alcalá de Henares vista por los viajeros extranjeros (siglos XVI-XIX). Brocar, Asociación Bibliófila y Cultural. Alcalá de Henares, 1989. Págs. 55 y 56.

67 ANÓNIMO. Citado por Pedro Olea Álvarez en Los ojos de los demás. Viajes de extranjeros por el antiguo obispado de Sigüenza y actual provincia de Guadalajara. Librería Rayuela. Madrid, 1998. Pág. 167.

68 LEÓN MARCHANTE, Manuel. Citado por Manuel Vicente Sánchez Moltó en El ciclo festivo de Alcalá de Henares, perteneciente al ciclo de conferencias Alcalá de Henares. Cultura tradicional. Institución de Estudios Complutenses. Alcalá de Henares, 2019. Pág. 183.

69 BLAEV, Juan. Atlas mayor o geographia blaviana que contiene las cartas y descripciones de España. Amsterdam, 1672.

70 Op. cit., pág. 193.

71 Op. cit., pág. 204.

72 Op. cit., pág. 205.

73 Op. cit., pág. 205.

74 JOUVIN, A. Citado por Pedro Olea Álvarez en Los ojos de los demás. Viajes de extranjeros por el antiguo obispado de Sigüenza y actual provincia de Guadalajara. Librería Rayuela. Madrid, 1998. Pág. 171-172.

75 JOUVIN, A. Citado por Pedro L. Ballesteros Torres en Alcalá de Henares vista por los viajeros extranjeros (siglos XVI-XIX). Brocar, Asociación Bibliófila y Cultural. Alcalá de Henares, 1989. Pág. 60.

76 FABRO BREMUDANS, Francisco. Citado por María Elisa Sánchez Sanz en Viajeros por Guadalajara. Cuadernos de Etnología de Guadalajara, nº 4. Guadalajara, 1987. Pág. 41.

77 NICOLINI, Monseñor. Citado por Pedro Olea Álvarez en Los ojos de los demás. Viajes de extranjeros por el antiguo obispado de Sigüenza y actual provincia de Guadalajara. Librería Rayuela. Madrid, 1998. Pág. 180-181.

78 CONTRERAS, Manuel de. Citado por Mª Cristina Sánchez Alonso en Impresos de los siglos XVI y XVII de temática madrileña. C.S.I.C. Madrid, 1981. Documento nº 728, pág. 457.





Publicado en el volumen VI-VII de los Anales Complutenses (1994-95)
Actualizado el 15-5-2021