El Henares en la literatura de la Edad Media





Resulta sumamente interesante observar cómo por encima de su importancia intrínseca, bastante limitada por cierto al no ser ni río principal ni afluente directo de ninguno de éstos, el Henares ha sido desde siempre un río muy celebrado por escritores y poetas. El hecho evidente es que nuestro río, el río de Sigüenza, de Guadalajara y de Alcalá, ha sido una continua fuente de inspiración para escritores que van desde Cervantes, Quevedo y tantos otros personajes del Siglo de Oro hasta los modestos escritores locales que, no obstante, han sabido dejarnos también unas magníficas muestras de su buen hacer literario.

La relación de frases encontradas es larga y abarca la totalidad del período de la literatura española, por lo que la he estructurado en forma cronológica sin que esto haya supuesto una distribución temporal rígida sino antes bien una serie de capítulos coincidentes con los grandes períodos de la literatura española, el primero de los cuales ha de corresponder, lógicamente, a la Edad Media. Y así, para empezar, nada mejor que una selección de los textos más antiguos que he encontrado, unos comentarios de diversos escritores musulmanes escritos en la Alta Edad Media, cuando la Media Luna campaba por sus respetos por toda la vega del Henares. Estos textos han sido recogidos originalmente por el profesor Pavón1, y en ellos se encuentra permanentemente una cierta ambigüedad que confunde frecuentemente los topónimos pertenecientes al río, a la ciudad de Guadalajara e, incluso, a Alcalá. Como muy bien titula el profesor Pavón al capítulo correspondiente de su libro, Guadalajara fue por entonces nombre de río, de ciudad e incluso de comarca.

El primer escritor musulmán que cita al río (o a la comarca, dada la ya aludida ambigüedad) es Al-Razi, que afirma lo siguiente2:


En los términos de Alfajar, que ahora llaman de Guadalajara, ciudad muy buena y muy provechosa...


Alfajar sería, precisamente, uno de los nombres con que los musulmanes bautizaron al antiguo Faenarius de los romanos. Tampoco hay que olvidar que Guadalajara significa en árabe Río de las Piedras, y que este nombre propio pasó a la ciudad e, incluso, durante algún tiempo a todo el valle después de haber sido acuñado para el río. Por su parte, Ibn Hayyan dice en el Muqtabas3:


Medinat al-Faray, que es llamado río de las piedras (wadi al-hiyara).


El Ihata de Ibn al-Hatib, manuscrito conservado en El Escorial, habla de un ilustre personaje cuyo padre era hombre de letras de Medinat al-Faray, en wadi al-hiyara, refiriéndose en el primer caso a la ciudad de Guadalajara -o, según otros autores, a la propia Alcalá- y en el segundo al río Henares o quizá a su valle4.


Por último, termina esta relación de escritores musulmanes con una cita de El Edrisi, autor hispano árabe del siglo XII que habla, precisamente, de la ciudad de Medinat al-Faray5:


Al occidente de la villa corre un pequeño río que riega los jardines, los huertos, los viñedos y los campos, donde se cultiva mucho azafrán que se destina a la exportación. Este río corre hacia el sur y se arroja después en el Tajo.


Con lo que ya en fecha tan temprana nos encontramos con una constante que durará hasta hace sólo dos o tres siglos, el considerar al Henares afluente del Tajo y no del Jarama, tal como se hace actualmente. De los musulmanes hemos de pasar ahora a los judíos, otra de las culturas entonces asentadas en España. Yehudah-ha Leví, un judío español contemporáneo del rey de Castilla Alfonso VI, nos habla así en el año 1091 de Wad-al-Hiyara en un castellano primitivo que he creído conveniente conservar sin traducir6:


Des cuand mieu Cidyelo viénid,
¡tan buona albixara!,
com rayo de sol éxid
en Wad-Al-Hayâra.


Mucho más clara que la anterior es esta segunda cita, referida explícitamente al río de las piedras; pertenece al mismo autor hispano-hebreo y está fechada también en el mismo año de 1091; forma parte de una poesía dedicada al rey Alfonso VI y, en esta ocasión, se encuentra traducida al castellano moderno7:


¡Desbordáos en ríos de aceite
oh, río de las piedras,
en albricias del mecenas que cuida
del pueblo de Dios con delicias!
¡Viva el Príncipe! Decid: ¡Amén!


La primera cita de fuente cristiana que he podido recoger data del año 1100 y no está escrita en castellano, sino en latín; se trata de un documento real de tiempos de Alfonso VI mediante el cual el monarca castellano realiza una fundación en Fonciana, localidad situada en las proximidades de la villa de Hita8:


Villa mea propia quam habeo intra terminus de Fitta, et terminum de Cogolludo justa fluvium de Fenares; quae scilicat villa vocatur Fonciana.


Fonciana era una aldea, hoy desaparecida, situada en las cercanías de la desembocadura del Aliendre, aguas arriba de Espinosa de Henares. Algo posterior, ya que data de 1150, es la donación que hacen el rey Alfonso VII y sus hijos a la segoviana iglesia de Santa María y a su obispo Juan del castillo de Cervera, hoy desaparecido, que estuvo situado en la confluencia de los ríos Henares y Jarama. Al igual que el anterior este documento está en latín, y dice lo siguiente9:


Deo et ecclesie Sancte Marie de Seccobia et vobis episcopo domno Iohanni Secobiensi et omnibus eiusdem ecclesie successoribus, de illo castello eremo quod vocatur Cerveira; et iacet in ripa illius fluviqui vocatur Senares, inter Alcala et Ribas. Dono atque concedo vobis inpredicto Iohanni episcopo et omnibus successoribus vestris illud castellum sic est cum suis terminis: a villa canada degevam Xulema usque ad unieirus cum illa rancunada quem inter Xarama et Senares et usque ad...


Pasamos ahora a la obra cumbre de la literatura medieval castellana, el Poema -o Cantar, que de ambas maneras se le conoce- del Mío Cid10 que, como es bien sabido, relata las hazañas de este conocido héroe medieval. En el libro se relata cómo el desterrado Cid huye con sus fieles del reino de Castilla, que entonces apenas si rebasaba la línea del Duero. En la parte del Cantar que aquí nos interesa el Cid cruza el Sistema Central por Miedes, un pueblecito situado en el curso alto del Cañamares, uno de los principales afluentes del Henares. Desde aquí se dirigirá con los suyos hasta Castejón, una importante fortaleza musulmana11:


O dizen Castejon / el que es sobre Fenares
mio Çid se echo en çelada / con aquelos que el trae.


Este Castejón ha de identificarse con el actual Castejón de Henares, a pesar de que esta localidad se encuentra situada no en el valle del Henares sino en el de su afluente el Dulce, debido al hecho de que, al parecer, en la Edad Media se consideraba a este último río como el curso alto del Henares en vez de la corriente de agua que riega la ciudad de Sigüenza. Esta aparente contradicción ha motivado, no obstante, que algunos autores hayan lanzado la hipótesis de que el Castejón del Cantar fuera el actual castillo de Jadraque, uno de los principales baluartes de la cuenca del Henares en la época que nos ocupa. Pero sea uno o sea el otro, esta disquisición no afecta en modo alguno a nuestro estudio. Continuemos, pues, con él. Ganado Castejón a los moros, el Cid organizará algaradas por Guadalajara y Alcalá tal y como nos relata este segundo párrafo12:


E sin dubda corren; / fasta Alcala lego la saña de Minaya
e desi arriba / tornan se con la ganançia
Fenares arriba / e por Guadalfajara.


Pero el Cid no se encuentra seguro en Castejón al temer que el rey Alfonso VI pueda venir en su busca. Abandonará por ello la plaza y remontará el Henares camino de Zaragoza, como describe este tercer y último párrafo seleccionado13:


Vansse Fenares arriba / quanto pueden andar,
troçen las Alcarias / e ivan adelant,
por las Cuevas d'Anquita / ellos passando van.


Hemos de dar ahora un salto en el tiempo para alcanzar los albores del siglo XIII, cuando Gonzalo de Berceo cantaba la vida de Santo Domingo de Silos. De esta obra conviene recordar la estrofa número 734, que afirma lo siguiente cuando describe las andanzas del santo por las tierras de Hita14:


Ribera de Henar / dend a poca jornada
yaze Guadalfajara, / villa mui destemprada,
estonz de moros era, / mas bien assegurada
ca del rey don Alfonso / era enseñorada.


Aproximadamente de esta misma época, puesto que está fechado entre los años 1209 y 1214, durante la prelatura del arzobispo toledano Rodrigo Jiménez de Rada, es el documento que se conserva en el archivo municipal de Alcalá de Henares y que hace referencia a un deslinde y amojonamiento del término municipal de la entonces villa estableciendo de una manera muy precisa los límites del mismo con los territorios vecinos. Lamentablemente los abundantes topónimos a los que hace referencia este documento son hoy en día muy difíciles de identificar debido a la desaparición o transformación de muchos de ellos; pero lo que sí se puede leer perfectamente es el nombre de nuestro río, que aparece por vez primera cuando se establecen los límites entre Alcalá y Guadalajara15:


E comiença primeramente en el río de Fenares, en la presa de Genta, e commo va el varco arriba commo el agua vierte, e salle al Portiel Ruvio.


La descripción de los límites va recorriendo posteriormente las tierras del Tajuña para, tras retomar la dirección norte, volver a encontrarse con el Henares ya en la linde con Mejorada del Campo y Madrid16:


E de allí diçe derechamente en la cuesta que da consigo en Fenares, en fondón del soto del Arçobispo. Fasta este lugar parte término Alcalá con Mejorada.

E aquí comiença a partir término Alcalá con Madrid: de fondón del soto del Arçobispo atraviesa Fenares e pasa entre el soto del Arçobispo e el soto de Galapagar.


También de este mismo siglo, pero posteriores cronológicamente ya que corresponden a su segunda mitad, son las conocidas Cantigas de Alfonso X el Sabio. De entre todas estas composiciones escritas en gallego hay una que nos interesa especialmente puesto que, bajo el título de Como Santa Maria quis guardar de morte un ome dun rei que entrara por huna garça en un rio, relata una curiosa partida de caza que tuvo lugar en las riberas del Henares17:


Esto foi en o rio que chamar
soen Fenares, ú el Rey caçar
fora, et un seu falcon foi matar
en él hua garça muit'en desden.


Continúa relatando la cantiga cómo la garza recién cazada cae a las embravecidas aguas del Henares sin que ninguno de los integrantes del séquito real, ni aún los propios perros de caza, se atrevan a introducirse en el río18:


Os caes non podían acorrer,
ca o río corría de poder,
por que ouveran a garça perder.


El rey Alfonso no se resigna a perder la pieza cobrada y pregunta quién puede recuperarla. Finalmente se ofrece voluntario alguien natural de Guadalajara y, por lo tanto, conocedor del río; se lanza a rescatar la garza, pero la corriente le arrastra viéndose en peligro de ahogarse. En tal difícil trance el rey invocará a la Virgen, consiguiendo así que su fiel súbdito salve peligro alcanzando felizmente la ribera... Con la garza a buen recaudo, por supuesto.

Otra conocida obra de Alfonso X es la Primera Crónica General19, una historia de España que mandó escribir este monarca y que continuó a su muerte, a finales del siglo XIII, su hijo y sucesor Sancho IV. En lo que al tema del Henares respecta es preciso buscar en los capítulos que describen las andanzas del Cid, sospechosamente parecidos por cierto en su redacción a los versos del Cantar. Tres son las veces que aparece nombrado el Henares en la Crónica, todas coincidentes con las respectivas citas del Cantar; veamos cuál es la primera de ellas, en la que se describe cómo el Cid tomó el castillo de Castejón20:


Et mouieron dalli, et andidieron toda essa noche. Et quando fueron acerca del castiello que dizen Castreion, que yaze sobre Fenares, echosse el Çid alli en çelada, et mando a Alvar Hannez que fuesse con los CC caualleros correr toda la tierra bien fasta Guadalfaiara, et que llegassen las algaras fasta Alcala, et que acogiessen todo quanto fallassen tanbien omnes como ganados, et que lo non dexassen por miedo de moros.


Parecido, ¿verdad? Pero continuemos con la lectura justo en el punto en el que el Cid ha conquistado ya Castejón21:


En tod esto, Aluar Hannez et las compannas que con el fueran en algara, corrieron fasta Alcala, et tomaron y grand prea de moros et de moras et de ganados et de otras cosas; et cogieronse Fenares a arriba por Guadalfaiara, leuando ante si quanto fallauan; et llegaron al Çid a aquel castiello de Castreion que ell auie ya ganado.


El último comentario, como cabía esperar, hace alusión a la salida del Cid de Castejón camino de Zaragoza22:


Otro dia caualgo el Çid et sus compannas con ell, et fueronse Fenares a arriba quanto mas pudieron, su senna alçada; et uinieron a las Cueuas de Anguita, et passaron el rio, et entraron al campo de Taranço, et fueron albergar entre Hariza et Cetina.


Y eso es todo, ni más ni menos de lo que ya nos relatara el Cantar. En esta misma segunda mitad del siglo XIII, y más concretamente el nueve de mayo de 1268, promulgó el arzobispo toledano don Sancho de Aragón, señor de la villa de Alcalá, una serie de ordenanzas de diversa índole cuyo ámbito abarcaba toda la jurisdicción complutense. Una de ellas regula la actividad de los molinos, por lo que no es de extrañar que en ella aparezca citado nuestro río23:


Demás mandamos que de los molinos de Fenares que son en término de Alcalá, que maquilen del cafiz una fanega; e de los molinos de Tajuña que son en término de Alcalá, que maquilen a diez e seis.


Dado que algunas de las palabras que aparecen este documento han caído ya en desuso, siempre será conveniente recurrir al diccionario. La maquila era la porción de grano o harina que correspondía al molinero en concepto de pago en especie por la molienda. Tanto el cafiz, o cahiz, como la fanega son dos antiguas medidas de capacidad; el cahiz tenía doce fanegas, las cuales equivalían a su vez, en Castilla, a cincuenta y cinco litros y medio. La ordenanza establece, pues, que el pago a los molineros por su trabajo sea de un doceavo del total del grano molido, si el molino está en el Henares, y de un dieciseisavo si se encuentra en el vecino Tajuña... Una curiosa distinción a favor del primero cuya explicación hay que buscarla, probablemente, en su mayor caudal y, por lo tanto, en el superior rendimiento de sus molinos.

Siguiendo con nuestro orden cronológico nos adentramos ahora en el siglo XIV con la magna obra del presumiblemente alcalaíno -y en cualquier caso, ribereño del Henares- Juan Ruiz, arcipreste de Hita. Estoy hablando, lógicamente, del Libro del Buen Amor, obra en la que tampoco faltan referencias a nuestro río al que, sin ningún género de duda, Juan Ruiz conocía perfectamente. En la estrofa 170 el arcipreste compara el resultado de unos fracasados amoríos suyos con el magro rendimiento de las tierras de labor ribereñas con el Henares; leamos esta estrofa traducida al castellano moderno24:


Hice por esta dueña más trovas y cantares,
fue cual sembrar avena a orillas del Henares;
verdad es lo que dicen antiguos ejemplares:
quien en arenal siembra no trilla pegujares.


Afortunadamente en la actualidad la vega del Henares es bastante más rica que en los tiempos del arcipreste. Más adelante, en la estrofa 1.107, y dentro concretamente del combate de don Carnal y doña Cuaresma, relata nuestro autor cómo esta última recluta a sus acuáticas tropas de entre los distintos peces y mariscos existentes en diferentes lugares de España25:


De parte de Bayona venían dos cazones,
que mataron perdices y castraron capones;
del mismo río Henares venían los camarones,
que hasta el Guadalquivir tienen sus tendejones.


Confieso que ésta es la única noticia que tengo de que en el Henares existieran camarones aunque, ciertamente, de un tiempo a esta parte abundan en él los cangrejos de río, dicho sea esto a título de curiosidad.

También en el siglo XIV vivió el infante don Juan Manuel, sobrino del rey Alfonso X, conocido tanto por su intensa participación en la turbulenta política castellana de su época como por ser uno de los principales escritores españoles de la Edad Media. De entre sus varias obras la que aquí nos interesa es El libro de la caza, en el cual el infante dice lo siguiente26:


El rio de Fenares nasce sobre Sigüença cerca de Horna.


Al mismo libro pertenece esta otra cita27:


El arroyo de Cogolludo entra en Fenares en Fuentiana.


El arroyo de Cogolludo no es otro que el río Aliendre, un pequeño afluente del Henares que desemboca en éste en las proximidades de Espinosa de Henares. Fuentiana, por su parte, sería el despoblado de Fonciana que, como expliqué anteriormente, se encontraba junto a la desembocadura del Aliendre.

Para finalizar con esta recopilación de textos de la Edad Media es preciso retornar a los documentos conservados en el archivo municipal de Alcalá de Henares, deteniéndonos en uno que, con fecha de cuatro de noviembre de 1419, firma el arzobispo don Sancho de Rojas. Se trata, al igual que ocurriera con el anterior documento, de un conjunto de diversas ordenanzas cuya finalidad es mejorar y favorecer la repoblación de la comarca alcalaína. Una de ellas, la que nos interesa en esta ocasión, establece una protección a los cultivos frente a los posibles estragos que les pudieran causar las cabezas de ganado, estableciendo para ello unos límites que no podrán ser traspasados en ningún caso por los ganaderos. Esta frontera es minuciosamente descrita en el documento, y es precisamente en esta descripción donde aparece citado el Henares28:


E para esto fazemos límite e vedamiento en esta guisa e por esta comarca, el qual comiença así: desde el río de Henares, a do dizen el vado d'Escaravita donde estava el canal; e va dende a la boca de la dehesa de Villamalea por sus mojones que fueron fechos...


Y más adelante29:


E por el dicho camino adelante fasta el sotillo, en manera que la pradera de fondón del dicho sotillo queda por abrevadero para los ganados en el dicho río con Torote; e dende torna el río de Henares arriba fasta donde se comiença el dicho canal.




NOTAS


1 PAVÓN MALDONADO, Basilio. Alcalá de Henares medieval. Arte islámico y mudéjar. Instituto de Estudios Árabes “Miguel Asín” (CSIC) y Asociación Cultural Henares. Madrid-Alcalá de Henares, 1982.

2 Op. cit., pág. 30.

3 Op. cit., pág. 30.

4 Op. cit., pág. 30-31.

5 Citado por GARCÍA MERCADAL, José en España vista por los extranjeros. Viajes por España y Portugal. Ed. Aguilar. Madrid, 1952. Tomo I, pág. 192-193.

6 Citado por CUENCA, E. y DEL OLMO, M. en Wad-al-Hayara: Una ciudad de Al-Andalus. Guadalajara, 1985. Pág. 8.

7 Op. cit., pág. 29.

8 Citado por CATALINA GARCÍA, Juan en La Alcarria en los dos primeros siglos de su reconquista. Casa editorial de la Diputación Provincial. Guadalajara, 1897. Vol. I, pág. 119, nota 29.

9 Citado por VILLAR GARCÍA, Luis Miguel en Documentación medieval de la catedral de Segovia (1115-1300). Col. Documentos y Estudios para la historia del occidente peninsular durante la Edad media, nº 15. Ediciones de la universidad de Salamanca. Salamanca, 1990. Doc. nº 46.

10 ANÓNIMO. Poema del Mío Cid. Edición de Colin Smith. Ed. Cátedra, nº 35. 4ª edición. Madrid, 1978.

11 Op. cit., pág. 154.

12 Op. cit., pág. 156.

13 Op. cit., pág. 158.

14 GONZALO DE BERCEO. Vida de Santo Domingo de Silos. Edición de Teresa Labarta de Chaves. Col. Clásicos Castalia, nº 49. Ed. Castalia, 1979.

15 Citado por SÁEZ, Carlos y CASTILLO, Antonio en El fondo medieval del archivo municipal de Alcalá de Henares. Col. Ensayos y Documentos, nº 11. Universidad de Alcalá de Henares, 1992. Pág. 27.

16 Op. cit., pág. 30.

17 ALFONSO X EL SABIO. Cantiga CXLII, recogida en Geografía literaria de la provincia de Madrid. José Fradejas Lebrero. Biblioteca de Estudios Madrileños, IV. Instituto de Estudios Madrileños (CSIC). Madrid, 1991 (2ª ed.). Pág. 123.

18 Op. cit., pág. 123.

19 ALFONSO X EL SABIO. Primera Crónica General. Estoria de España. Publicada por Ramón Menéndez Pidal. Tomo I. Texto. Bailly-Bailliere e hijos, editores. Madrid, 1906.

20 Op. cit., pág. 524-525.

21 Op. cit., pág. 525.

22 Op. cit., pág. 526.

23 Citado por SÁEZ, Carlos en Los pergaminos del archivo municipal de Alcalá de Henares. Col. Ensayos y Documentos, nº 8. Universidad de Alcalá de Henares, 1990. Pág. 48.

24 RUIZ, Juan. El libro del Buen Amor. Ed. de Nicasio Salvador Miguel. Col. Novelas y Cuentos, serie Clásicos Castellanos del siglo XIV. Ed. Magisterio Español. 3ª edición. Madrid, 1972.

25 Op. cit.

26 DON JUAN MANUEL. Libro de la caza. Citado por Camilo José Cela en Nuevo viaje a la Alcarria. Cambio 16, Ed. Información y Revistas, S.A., 1986. Vol. 1, pág. 29.

27 DON JUAN MANUEL. Libro de la caza. Citado por Juan Catalina García en La Alcarria en los dos primeros siglos de su reconquista. Casa editorial de la Diputación Provincial. Guadalajara, 1897. Vol. I, págs. 119 y 120.

28 Citado por SÁEZ, Carlos y CASTILLO, Antonio en El fondo medieval del archivo municipal de Alcalá de Henares. Col. Ensayos y Documentos, nº 11. Universidad de Alcalá de Henares, 1992. Pág. 43.

29 Op. cit., pág. 44.





Publicado en las actas del I Encuentro de historiadores del valle del Henares (1988)
Actualizado el 5-6-2019