El urbanismo complutense de 1900 a 1960
Plano de hacia 1928
publicado en Análisis de Alcalá de Henares. Estudio de las
poblaciones españolas de más de 20.000 habitantes (I)
La llegada del siglo XX no trajo variaciones significativas en el crecimiento de Alcalá, situación que se mantendría hasta la Guerra Civil al menos en lo relativo al número de habitantes: los 13.543 de 1887 descendieron a 10.543 en 1897, aunque cabe suponer que esta importante pérdida de un 22% se debiera a la marcha de unidades militares a las guerras coloniales de Cuba y Filipinas. De hecho tan sólo tres años después, en 1900 y con los militares españoles ya repatriados, la población había ascendido hasta los 11.206, todavía inferior a la de 1877 pero mayor que la de 1897. A partir de este momento hasta la Guerra Civil, y teniendo en cuenta las fluctuaciones provocadas por el trasiego militar, el censo complutense se mantuvo estable con una ligera tendencia al alza: 11.728 en 1910, 11.142 en 1920, 12.693 en 1930 y 18.419 en 1940, aunque este brusco incremento de un 45 % justo después de la sangría humana que provocó la guerra tan sólo puede explicarse por un aumento de la población militar y, con toda seguridad, también de la población reclusa, dado que Alcalá fue convertida por las nuevas autoridades franquistas en un gran campo de concentración de presos republicanos.
Por esta razón, en lugar de considerar la población de hecho lo hacemos con la de derecho, que no contabilizaba a la población flotante, la situación cambia ostensiblemente corroborando esta hipótesis: 13.001 habitantes en 1930 y 14.971 en 1940, por lo que el incremento neto es ahora del 15 %. Esta gran diferencia entre la población de hecho y de derecho, mucho más reducida antes de la Guerra Civil, se mantendría en el censo de 1950 para ir descendiendo paulatinamente en años sucesivos, fuera ya de nuestro marco cronológico.
En consecuencia, durante el período comprendido entre el inicio de siglo y la Guerra Civil no existió presión demográfica, por lo que no fue necesario un crecimiento significativo del parque de viviendas. Sí hubo, por el contrario, intervenciones relevantes de otra índole. En 1922 se inauguró la primera fábrica importante de la ciudad, Forjas de Alcalá, dedicada a la construcción y reparación de material ferroviario. Dada su naturaleza se instaló junto a la vía, al lado opuesto de la estación entre el antiguo camino de Gilitos y el de Teatinos y con un acceso ferroviario propio, manteniendo la actividad hasta su cierre en las décadas finales del siglo XX. También por estos años se instalaron varias cerámicas en Alcalá, principalmente en la zona de la carretera de Pastrana.
Otra iniciativa significativa fue la del Hospital Psiquiátrico La Milagrosa, popularmente conocido como el Manicomio. La construcción de esta institución médica se acordó en 1926 entre el Ayuntamiento y la Diputación provincial en unos terrenos situados en la carretera de Meco, aunque por diversas razones se dilató hasta 1932 durando las obras hasta 1936. Pero sus avatares no habían terminado, puesto que el estallido de la Guerra Civil impidió su inauguración al ser incautado y convertido en cuartel en principio de manera provisional, que al terminar la guerra pasó a definitiva convirtiéndose el nonato hospital en la Base Fernando Primo de Rivera que con diversos usos -cuartel de Caballería, Centro de Instrucción de Reclutas nº 2, Brigada Paracaidista y en la actualidad servicios logísticos del Ejército de Tierra- ha mantenido su condición militar.
Antigua torre de control
del aeródromo Barberán y Collar,
hoy integrada en el campus
de la Universidad
También militares fueron los dos aeródromos que estuvieron radicados en Alcalá, el del Campo del Ángel entre los años 1913 y 1934 y el de la carretera de Meco, bautizado con el nombre de los aviadores Barberán y Collar, entre 1936 y 1965.
En lo que respecta al crecimiento del casco urbano de Alcalá disponemos, para el primer tercio del siglo XX, de dos documentos gráficos importantes. El primero es un plano, aparentemente una actualización del parcelario de 1870, incluido en el libro Análisis de Alcalá de Henares. Estudio de las poblaciones españolas de más de 20.000 habitantes (I)1. Aunque el libro fue publicado en 1948 el plano es claramente anterior incluso a la Guerra Civil, puesto que en él aparecen intactos edificios que quedaron destruidos en ella como la antigua parroquia de Santa María o inmediatamente después como el Palacio Arzobispal; incluso las calles cuyos nombres fueron cambiados por el régimen franquista figuran con sus denominaciones tradicionales. Puesto que también está representado el espolón que sobresalía de la fachada del colegio de Jesuitas al final de la calle Libreros, disponemos de una referencia que permite asignar al plano una fecha igual o anterior a 1928, pues fue éste el año en el que el espolón fue demolido. El segundo es una fotografía aérea tomada en 1938, en plena Guerra Civil, por un avión de la Legión Cóndor durante un vuelo de reconocimiento.
Comparando el plano de ca. 1928 con el de 1870 no se aprecian demasiadas diferencias en el casco urbano. Por el norte nos encontramos con el parque ODonnell en sustitución de las antiguas huertas; entonces no llegaba hasta la vía -no existían ni la rosaleda ni las pistas deportivas- pero sí hasta la calle del Moral, puesto que el puente de la antigua carretera de Daganzo y la calzada que la prolongaba hasta la Cruz Verde, la actual calle de Luis Astrana Marín, fueron construidos como veremos más adelante después de la Guerra Civil. Asimismo todavía seguía partido en dos por la calle que prolongaba la de Daoíz y Velarde hasta el paseo de los Pinos. Ésta ya aparece trazada en su totalidad, aunque sin viviendas todavía por la margen norte, y lo mismo ocurría por ambas aceras de la calle Torrelaguna.
En lo que respecta al también decimonónico paseo de la Estación se aprecia como novedad la parte antigua de la calle Huertas hasta Escuelas Pías -inexistente entonces-, incluyendo el colegio de las Adoratrices. Hacia el otro lado del paseo existían ya, aunque sin edificaciones, la calle Ferraz, la ronda del Abrevadero -Caballería Española- y el primer tramo del antiguo camino de Meco, hoy convertido en las calles Doctora de Alcalá y Eras de San Isidro, que conducía hasta la plaza de Atilano Casado. Un ramal de éste se bifurcaba a la altura de la ermita de San Isidro y cruzaba las eras hasta los Cuatro Caños, y acabaría desapareciendo engullido años después por las nuevas construcciones a excepción de la corta calle de la Natividad, único vestigio superviviente suyo.
Por el este la única edificación significativa era la plaza de toros, aunque también aparecen trazadas varias nuevas calles como el paseo de la Alameda, las calles Marqués de Alonso Martínez y Giner de los Ríos, la Ronda Ancha o el paseo de Aguadores, también vacías de edificaciones. Asimismo figuran dibujadas algunas construcciones aisladas en la prolongación de la avenida de Guadalajara más allá del cruce con Alonso Martínez, aunque lo más probable es que fueran instalaciones ganaderas o agrícolas al quedar aisladas del caserío.
Al sur los cambios son mínimos incluyendo la incipiente urbanización, ya reflejada en el parcelario de 1870, del exterior de la Puerta del Vado, principalmente en la confluencia con la ronda de la Pescadería.
Por último en la zona oeste, desde la Puerta del Vado a la de Madrid, tampoco se aprecian variaciones significativas. Sí aparecen, ya en el interior del caso antiguo, cambios puntuales en algunas calles fruto de las alineaciones y ensanchamientos realizados probablemente a finales del siglo XIX, como ocurre en la calles de San Julián y de la Tercia o en la plaza del Empecinado. En consecuencia Alcalá seguía encogida sobre sí misma, con un aumento de población de apenas mil habitantes en las tres primeras décadas del siglo.
Fotografía
aérea de 1938 cedida por el AGMAV
Pasemos ahora a la fotografía de 1938, que recoge íntegro el casco urbano de Alcalá desde una perspectiva cenital a cambio de la pérdida de resolución al ampliarlo para ver los detalles; pero para nuestro propósito este inconveniente no afecta demasiado. Esta fotografía, tomada en plena Guerra Civil aproximadamente diez años después -quizás algo más- del plano de ca. 1928, sirvió para localizar en 2023 el recién redescubierto refugio antiaéreo de la plaza de Cervantes, y muestra asimismo los estragos de la guerra con la Catedral-Magistral y la parroquia de Santa María hundidas tras los incendios provocados de julio de 1936. El Palacio Arzobispal, por el contrario, continuaba intacto ya que el incendio que lo arrasó junto con la vecina iglesia de las Bernardas, éste accidental aunque fruto de graves negligencias, tuvo lugar en noviembre de 1939, apenas pocos meses después de terminada la guerra.
Empezando igual que anteriormente por el norte y siguiendo el sentido de las agujas del reloj, en comparación con el plano de ca. 1928 -aunque la precisión de ambos documentos gráficos no es evidentemente la misma- se aprecia una incipiente urbanización del terreno comprendido entre las calles Daoíz y Velarde y Torrelaguna -actuales calles de la Noria, el Silo, la Infancia y el Parque-, incluyendo la fábrica de pan La Esperanza, fundada en 1916 pese a lo cual no figura en el plano de ca. 1928. Otras novedades son la consolidación del entorno del paseo de la Estación, con amplias zonas de huertas y jardines la mayoría de ellas desaparecidas, y la fábrica de Forjas.
Al este, más allá de la ermita de San Isidro, en la actual confluencia de Caballería Española con Ferraz aparece un pequeño núcleo de edificios; allí estuvo el Castaño, una venta o ventorro de los varios que se ubicaban en los principales caminos a la salida de Alcalá, en este caso el de Meco. El nombre, por cierto, se ha conservado el edificio que ocupa su solar y el bar existente en él. En la entonces carretera nacional, ahora avenida de Guadalajara, también existían algunas edificaciones en la margen que lindaba con las eras de San Isidro, y también a ambos lados de ésta pasado el cruce con Caballería Española y Marqués de Alonso Martínez, donde se alzaba otro ventorro, el del Manco.
Lata de mostaza
Tito Molina. Al fondo, el inconfundible perfil del Malvecino y los
cerros.
El dibujo no corresponde con exactitud a la topografía real
de la zona
Entre la plaza de toros con sus chiqueros y dependencias anejas y la Ronda Ancha completaban la manzana unos edificios de difícil identificación y frente a ellos, y hasta el camino sobre el que se trazaría la avenida de Juan de Austria, aparece lo que pudiera ser una explotación agrícola o ganadera. Más allá la manzana triangular formada por la Ronda Ancha, Marqués de Alonso Martínez y el paseo de la Alameda albergaba, según se aprecia en otra fotografía de 1932, una gran granja avícola. Al final del paseo del Val, frente al antiguo campo de fútbol y en la zona delimitada por éste, el paseo de la Alameda y la entonces inexistente calle Sevilla, estuvo ubicada la fábrica de mostaza de Tito Molina, de la que apenas se sabe nada pese a que debió de ser en su momento una de las más importantes industrias alcalaínas de su época; ni siquiera el momento de su desaparición, aunque es posible que fuera con posterioridad a la Guerra Civil. Por último, entre Giner de los Ríos y el paseo del Val comenzaba a esbozarse el barrio formado por estas calles y las futuras Juliana Merino y Manuel Merino. Al final del paseo se aprecia perfectamente el antiguo campo de fútbol del Val.
Edificio situado en la
confluencia del paseo de Pastrana y Tomás Merino
Por el sur además de la Galera, construida sobre el solar del antiguo convento carmelita de San Cirilo e inaugurada en 1880, tan sólo quedaban fuera del antiguo perímetro de las murallas una hilera de viviendas de la magen sur de la calle Carmen Descalzo y la ronda de la Pescadería hasta la Puerta del Vado, sin cambios aparentes respecto a los planos anteriores. Más allá, la fotografía recoge otro barrio en formación entre la carretera de Pastrana y la calle de las Moreras, aunque no completaba la manzana dejando libre la zona situada entre la calle de las Moreras y la todavía inexistente de Nuestra Señora de la Esperanza. Puesto que los dos planos, el de 1870 y el de ca. 1928, acaban en la Puerta del Vado, no es posible comprobar si ya existía entonces o no.
Al otro lado de la carretera de Pastrana, ya al oeste, había edificaciones en la curva del paseo de los Curas, aproximadamente desde la parroquia de San Bartolomé, que continuaban hasta pasada la plaza de la Puerta del Vado a la altura de la calle Escultor Claudio. Remontando el paseo de los Curas no se aprecian cambios respecto a los planos ni frente a la Puerta de Santa Ana ni tampoco frente a la Puerta de Madrid, en la que se completa el recorrido.
En resumen, los únicos nuevos barrios existentes, o al menos incipientes, en tiempos de la Guerra Civil eran aparentemente el de las Eras del Silo -éste todavía no había sido construido-, el del paseo del Val y el de la carretera de Pastrana, junto con lo que parecen ser instalaciones agropecuarias o industrias en diferentes puntos de la periferia. Es de lamentar que quedara fuera de encuadre el Manicomio, ya convertido en base militar, puesto que habría resultado un documento gráfico de suma importancia.
Llegamos ahora a la etapa comprendida entre el final de la Guerra Civil y el inicio del desarrollismo del régimen franquista a finales de la década de 1950 -el Plan de Estabilización, considerado su punto de arranque, fue promulgado en 1959-, aunque en el caso de Alcalá podría adelantarse este límite a la construcción de la vecina base aérea de Torrejón, la cual entró en servicio en junio de 1957 dando trabajo a numerosos alcalaínos y convirtiéndose en el catalizador del despegue económico de la comarca con la llegada a ella de importantes industrias.
No obstante, al empezar la década de 1940 nada inducía a pensar que Alcalá, tras haber sufrido un durísimo castigo durante la Guerra Civil seguido por una no menos dura represión franquista y la pavorosa crisis económica de la posguerra, apenas veinte años después se vería inmersa en la mayor transformación de su historia desde que el Cardenal Cisneros fundara la Universidad. De hecho todo parecía demostrar lo contrario puesto que entre 1940 y 195o su población se incrementó en tan sólo 33 personas y su economía experimentaba la misma atonía.
Fotografía
aérea de principios de la década de 1940 publicada en
Análisis de Alcalá de Henares. Estudio de las poblaciones
españolas de más de 20.000 habitantes (I)
Pero no nos adelantemos y veamos lo que pasó en esta década. Para ello nuestra guía va a ser el ya citado libro Análisis de Alcalá de Henares, que refleja al menos parte de estos años. Es necesario advertir que, pese a haber sido publicado en 1948, los datos que recoge son algo anteriores e incluso, en el caso del plano de ca. 1928 en dos décadas. Pero ésta es una excepción, puesto que el resto de los planos son más recientes aunque, por algunos detalles que explicaré más adelante, podrían datarse con anterioridad a 1943 pero con posterioridad a la Guerra Civil. También contamos con una fotografía aérea de la totalidad de la ciudad lamentablemente sin fechar, aunque todo parece indicar que corresponde también a los años inmediatamente posteriores al final de la guerra.
Comparando la fotografía de 1938 y la posterior a la Guerra Civil vemos que ambas, como era de esperar dada su proximidad cronológica, son muy similares, aunque sí se aprecia alguna diferencia importante. Éste es el caso de la nueva variante de la carretera Nacional II comprendida entre la plaza de las Veinticinco Villas y el cruce con Andrés Saborit y el camino del Cementerio. Desde que en una fecha indeterminada del siglo XIX, probablemente la segunda mitad, el antiguo camino real que atravesaba Alcalá desde la Puerta de Madrid hasta la de Mártires fue desviado por la ronda norte de la muralla, los vehículos que circulaban por él debían hacer un giro de noventa grados al llegar a la primera de ellas, discurriendo por el entonces llamado paseo de la Manigua -hoy Andrés Saborit- para rodear el casco antiguo por la actual Vía Complutense hasta que, al llegar al cruce con Sebastián de la Plaza, describían una nueva curva, esta vez doble, siguiendo por Antonio Machado para recobrar, en la avenida de Guadalajara, su trazado tradicional.
Variante de la
carretera N-II junto a la Puerta de Madrid (1).
Detalle de la
fotografía aérea de principios de la década de 1940
Pese a los pocos años transcurridos entre ambas fotografías, mientras en la de 1938 no aparece el desvío de la Puerta de Madrid, en la de principios de la década de 1940 éste está ya terminado, lo que indica que debió construirse con bastante rapidez. Para el resto de los detalles es preferible apoyarse en los planos actualizados del libro, dado que compensan la falta de resolución de la fotografía cuando ésta es ampliada. Tal como dije anteriormente resulta fácil datarlos con posterioridad a la Guerra Civil, puesto que ya aparecen en ellos las nuevas denominaciones de calles impuestas por el régimen franquista, y no más allá de los primeros años de la década de 1940 dado que no vienen recogidas algunas intervenciones urbanísticas como las dos residencias militares, inauguradas en 1943 frente a los Cuatro Caños y en la calle Azucena, ni tampoco el puente de la carretera de Daganzo, algo posterior. Detalles que coinciden con la fotografía incluyendo también el desvío de la carretera nacional, lo que confirma que son contemporáneos.
Si repetimos de nuevo el recorrido a través del casco urbano de Alcalá no se aprecian demasiadas variaciones; el parque ODonnell continuaba estando atravesado por la prolongación de la calle Daoíz y Velarde y todavía no llegaba hasta la vía. El naciente barrio del Silo estaba salpicado de pequeñas construcciones dispersas, al igual que la margen izquierda de la calle Torrelaguna. Las calles Cánovas del Castillo y Ferraz estaban prácticamente vacías de edificios, salvo en los márgenes del paseo de la Estación. Tampoco había variado la situación en el entorno de las eras de San Isidro, incluyendo el solar triangular situado entre la calle Eras de San Isidro, la de Sebastián de la Plaza y la Vía Complutense; como curiosidad cabe reseñar que en los planos de la época aparece con el nombre de plaza de José Antonio, una denominación efímera dado que poco después se construiría allí trasladándose el nombre del fundador de la Falange a la plaza de las Bernardas. Y, como ya he comentado, tampoco existían aún ni el desvío -o atajo, según se mire- de la carretera nacional a través de las eras de San Isidro para confluir con la avenida de Guadalajara pasado Marqués de Alonso Martínez. ni la residencia militar de los Cuatro Caños.
La zona de la plaza de toros y el antiguo arrabal tampoco aparecen cambiados de forma significativa, con el barrio del paseo del Val a medio hacer y la otra residencia militar, en la calle Azucena, sin construir. Al sur la calle Carmen Descalzo y la ronda de la Pescadería tampoco presentan un aspecto diferente, puesto que el barrio Venecia todavía no existía. Más allá de la Puerta del Vado el barrio de la carretera de Pastrana estaba ya bastante consolidado hasta la Ronda Fiscal, aunque una parte de su superficie estaba ocupada por la cerámica de Pinilla, la primera de las varias que se sucedían hasta el puente Zulema. Por último, tampoco hubo modificaciones en toda la parte oeste, salvo la ya comentada variante de la carretera nacional para evitar la curva de la Manigua.
Proyecto de ensanche de
Alcalá de 1943
Ésta era la situación urbanística de Alcalá cuando en 1943 el arquitecto municipal José de Azpiroz realizó un ambicioso plan de ensanche de la ciudad en el que se preveía su futuro crecimiento del cual tan sólo se llevaron a la práctica una mínima parte de las intervenciones propuestas. Por su relevancia, pese a haberse quedado en su mayor parte sobre el papel, conviene estudiarlo en un artículo propio.
Durante los restantes años de la década de 1940, así como en la de 1950, hubo un número reducido de intervenciones urbanísticas en Alcalá, algunas de ellas de relativa importancia. Éste fue el caso de dos variantes de las carreteras que partían de Alcalá o la atravesaban, la de Daganzo -actual M-100- y la nacional II, ambas desviadas varias décadas después del casco urbano.
Trazado de la
variante de la carretera de Daganzo sobre el plano de ca. 1928.
La parte del
parque comprendida entre ésta y la calle del Moral fue urbanizada
La carretera de Daganzo, como ya comenté en el artículo dedicado al urbanismo en el siglo XIX, llegaba a Alcalá convertida en la calle Torrelaguna, acabando en la plaza de la Constitución. Esto había provocado que, dada la estrechez de la calle del Moral, el Ayuntamiento decidiera prolongar la calle Daoíz y Velarde a través del actual parque ODonnell hasta la Vía Complutense a la altura del paseo de los Pinos. La solución en principio debió funcionar, pero con el tiempo cabe suponer que resultara insuficiente. Además estaba el problema del paso a nivel de la calle Torrelaguna, que Renfe deseaba clausurar. Se optó entonces por construir una variante que, arrancando de la glorieta del Chorrillo, discurriera entre la calle Torrelaguna y el paseo de los Pinos, salvando las vías mediante un puente, para llegar a continuación hasta la entonces carretera nacional, la actual Vía Complutense, algo más allá de la plaza de la Cruz Verde y la calle del Moral, lo que permitía el enlace directo entre las dos carreteras evitando atravesar zonas urbanas.
La variante se comenzó a construir en 1946, siendo inaugurada en marzo de 1950. Su utilidad resultó obvia, aunque quienes la diseñaron se olvidaron del detalle de incorporarle aceras, lo que impidió que se clausurara el paso a nivel que se mantuvo como portillo peatonal hasta que a principios de los años setenta fue sustituido por una pasarela y ésta a su vez, ante el rechazo vecinal, por el paso subterráneo. La construcción de la variante afectó al parque, tanto positiva como negativamente. Por un lado hizo innecesaria la prolongación de la calle Daoíz y Velarde, que se cortó al tráfico convirtiéndose en un paseo que unificó las dos partes del parque.
Aspecto actual del
paseo que sustituyó a la antigua prolongación de la calle
Daoíz y Velarde
Pero por otro provocó la mutilación de la franja de éste que discurría entre la calle del Moral y la nueva carretera, así como del paseo que lo limitaba por el este al norte de Daoíz y Velarde, a la vez que creaba otro problema: la finca que existía al norte del parque entre éste y la vía, llamada la Huerta del Gallo, tenía acceso por las eras del Silo, el cual quedó cortado por el talud de la nueva carretera. El periódico local Alcalá2 denunció esta complicación arguyendo que creaba una servidumbre de acceso a la finca a través del parque, al tiempo que criticaba que el Ayuntamiento no hubiera comprado la finca adelantándose a la iniciativa de un particular. Finalmente, según tengo entendido, acabó permutando con ésta el solar que había quedado segregado, incorporando la finca al parque que alcanzó así su extensión actual, mientras en el solar cedido a cambio se construiría años después un bloque de viviendas.
Edificio construido en la
calle del Moral sobre la parcela cortada del parque ODonnell
La nueva carretera suscitó algunas críticas y uno de los colaboradores del periódico Alcalá, Emilio Pardo, se lamentó de que no hubiera sido trazada por el otro lado atravesando los terrenos donde años después se asentaría Roca y entonces despejados hasta confluir con la carretera nacional a la altura de la carretera de Pastrana, la actual calle de Andrés Saborit, lo que tenía su lógica, a la vez que hubiera permitido evitar la mutilación del parque y también ocultar las vistas al Cementerio, que nunca son agradables desde un paseo público, mostrando asimismo su preocupación por la posible contaminación provocada por el tráfico pese a que entonces era muy inferior al de ahora. Aunque ambas carreteras, la de Daganzo o M-100 y la de Pastrana o M-300, acabarían siendo sacadas fuera de la ciudad décadas después, la barrera formada por los taludes del puente sigue estando ahí -el proyecto de abrir un túnel peatonal entre el parque y las antiguas eras del Silo lleva años durmiendo el sueño de los justos- y el parque quedó mutilado de manera irreversible.
Variante de la
carretera N-II en las eras de San Isidro
Fotografía de Cas Oorthuys
(1955)
La variante de la carretera nacional, una de las pocas propuestas de Azpiroz que se llevaron a la práctica, tenía idéntica misión que la construida años atrás para evitar la curva que describía en la Puerta de Madrid, sólo que en el extremo opuesto de la ciudad al principio de la avenida de Guadalajara, en las cercanías de los Cuatro Caños. Su construcción fue posterior a 1946, puesto que no aparece en una fotografía aérea de este año, y anterior a mayo de 1955, fecha en la que el fotógrafo holandés Cas Oorthuys visitó Alcalá tomando desde las entonces Eras de San Isidro una vista de la actual confluencia de la Vía Complutense con la calle Sebastián de la Plaza. En ella se aprecia el arranque de la nueva carretera cuya calzada estaba elevada sobre el terreno, lo que hizo necesaria la construcción de un desagüe para evitar la acumulación de agua en la hondonada. A modo de curiosidad aparece la caseta, poco más que un quiosco, en la que se vendían las almendras garrapiñadas de Pastor.
Variante de la
carretera N-II en las eras de San Isidro
Detalle de la fotografía
aérea de 1956
El nuevo tramo, hoy incorporado a la Vía Complutense, arrancaba del cruce con Sebastián de la Plaza y atravesaba las eras de San Isidro hasta confluir con la avenida de Guadalajara algo más allá de Caballería Española, en la zona conocida como el ventorro del Manco, mientras la curva de la antigua carretera se convertía en la calle de Antonio Machado.
El silo original.
Fotografía tomada de la
Wikipedia
Otras intervenciones de índole supramunicipal fueron la incautación en 1942 del Manicomio por las autoridades militares, que sería comprado en 1947 a la Diputación de Madrid consolidando su carácter militar; la construcción de las dos residencias militares, la de oficiales en la calle Azucena y la de suboficiales en los Cuatro Caños, inauguradas en 1943 año en el que también se remodeló el antiguo colegio de Jesuitas, entonces cuartel de Mendigorría, derribándose los edificios que lindaban con la calle de Sebastián de la Plaza, construidos en el siglo XVIII, para levantar en su solar varios pabellones sin el menor interés arquitectónico.
Aunque el silo de cereales estaba operativo en 1949, no fue inaugurado oficialmente hasta 1951. Fue construido junto a la vía, lo que le permitía tener un acceso ferroviario directo, y al nuevo puente de la carretera de Daganzo, y en 1979 se le añadió un segundo edificio. Actualmente ambos están sin uso y abandonados.
En el ámbito local cabe reseñar el comienzo en 1942 de las obras para la traída de agua del río Sorbe, que no terminarían hasta 1948; en su momento más que suficiente para la población de la época, bastarían poco más de dos décadas para convertir el suministro en insuficiente creando un grave problema de abastecimiento que sólo se solucionó con la construcción de la presa de Beleña a principios de los años ochenta.
Antigua captación
de aguas del Sorbe en Humanes
En lo que respecta al urbanismo residencial, además de consolidarse los nuevos barrios ya existentes de las eras del Silo, la carretera de Meco, el paseo del Val o la carretera de Pastrana, se fueron configurando otros nuevos que, sin suponer un gran crecimiento en superficie ni tampoco en población, ya que se trataba de casas bajas en su mayoría, sí eran signo de que la vitalidad de la ciudad comenzaba a remontar.
Viviendas unifamiliares
del barrio de la calle Azucena
Algunos de estos barrios fueron fruto de iniciativas públicas, mientras el resto lo eran privadas. Entre los primeros se encontraban el grupo de viviendas para obreros José del Campo -nombre del jefe local de la Falange, muerto en la Guerra Civil- entre la calle Azucena y el paseo de la Alameda y otras de mayor categoría en el entrante triangular de las eras de San Isidro formado por las calles Eras de San Isidro, Sebastián de la Plaza y la Vía Complutense, ambos planeados en 1943 por el arquitecto municipal José de Azpiroz. Aunque la iniciativa fue municipal se cedió parte de los terrenos al Ejército del Aire, por lo que en ambos barrios quedaron separadas las viviendas civiles de las militares, en el primero por las calles Giner de los Ríos y Don Quijote -antigua José del Campo-, y en el segundo por la de la República Argentina.
Dibujo publicado en
Alcalá del nuevo barrio de viviendas de las eras de San
Isidro
Sin embargo, la gestación de estos barrios no fue sencilla. Según Alcalá hasta mayo de 1947 no se anunció la construcción del barrio de las eras de San Isidro, pero las obras no comenzarían hasta julio de 1948 debido a problemas en los deslindes de los terrenos. Por el contrario, en el volumen dedicado a Alcalá de la revista Arquitectura y desarrollo urbano. Comunidad de Madrid3 se afirma que el proyecto fue firmado en agosto de 1949, sin precisar si se trata del conjunto o tan sólo de una de sus dos fases, quizás la municipal, retrasada respecto a su compañera.
En lo que respecta a las viviendas de José del Campo, Alcalá informaba que, aunque las obras habían avanzado en enero de 1947, hacía tiempo que deberían estar terminadas. No volvemos a tener noticias de ninguno de ambos en este periódico cuyo último número fue publicado en junio de 1949, por lo que cabe suponer que las obras debieron prolongarse hasta principios de la década de 1950, estando ya prácticamente terminadas hacia 1953.
Viviendas militares de
la calle Sebastián de la Plaza y civiles de la calle Eras de San
Isidro
El nuevo barrio de José del Campo conectó el antiguo arrabal de los Cuatro Caños con las viviendas del paseo del Val, y en la parcela restante limitada por las calles Azucena, Padre Francisco y Giner de los Ríos se construyó en 1953 el colegio Miguel de Cervantes, sustituido años después por el edificio actual. Estas viviendas se conservan hoy en día excepto las militares de Giner de los Ríos, demolidas en la década de 1980 y sustituidas por el parque de Salvador de Madariaga. Las viviendas militares de las eras de San Isidro tienen la particularidad de presentar a la calle de Sebastián de la Plaza una fachada y un claustro neoherrerianos muy del gusto de la época con torreones incluidos, imitados con menor acierto en la parte municipal de la calle Eras de San Isidro.
Aspecto actual de
la plaza de Luis de Antezana
Aproximadamente por las mismas fechas, promovida por la Obra Sindical del Hogar, comenzó la construcción del barrio denominado Luis de Antezana para obreros de Forjas, situado frente a la fábrica entre la margen sur de las vías del ferrocarril y la calle Ferraz. Formado por la plaza homónima y las calles Impresor Brocar, Manuel Laredo y Marqués de Morante, junto con la acera de los impares de Ferraz, en diciembre de 1947 se entregaron 38 viviendas según informaba Alcalá, lo que vendría a equivaler a una de las manzanas. No he podido encontrar datos de las restantes, aunque en una fotografía de 1953 el barrio presentaba ya su aspecto actual.
Vivienda antigua del
barrio Venecia
También por entonces comenzó la construcción de las primeras viviendas del barrio de Venecia, en la zona comprendida entre la calle del Carmen Descalzo y el caz, cuyos terrenos fueron vendidos en parcelas de diferentes superficies en las que los propietarios levantaron directamente sus viviendas, de una sola planta y en muchas ocasiones construidas con materiales de derribo, formando las calles perpendiculares a la de Santo Tomás que fueron bautizadas con los nombres de los principales ríos de España. El apelativo del barrio le vino dado de forma popular porque, durante muchos años, sus vecinos tuvieron que sufrir las periódicas inundaciones provocadas por las riadas del cercano Henares. Comparando dos fotografías aéreas de 1953 y 1956 se descubre que en tan sólo tres años pasó de tener una edificación incipiente a contar con otra mucho más asentada, aunque todavía incompleta; habría que esperar a la década de 1960 para que el barrio se consolidara antes de verse rodeado, ya a partir de la de 1970, por los nuevos bloques construidos entre éste y la huerta de Sementales.
El barrio Venecia
en 1956. Fotografía tomada del
Visor Cartomadrid
Otras dos colonias militares fueron creadas aproximadamente por las mismas fechas fuera del casco urbano: una del Ejército de Tierra junto a la base Primo de Rivera, en la carretera de Meco, y la Ciudad del Aire algo más allá en terrenos de la antigua base aérea, ambas formadas por edificios unifamiliares. La primera, que ya estaba construida al menos parcialmente en 1953, se conserva prácticamente sin cambios, mientras las viviendas de la Ciudad del Aire, que ya aparecen en una fotografía aérea de 1956 -en la de 1953 queda fuera de encuadre- fueron demolidas en la década de 1970 para construir los bloques actuales.
Arriba: entrada de la
colonia Primo de Rivera. Captura de pantalla de Google Maps
Debajo: vista
aérea de la antigua Ciudad del Aire. Fotografía tomada de
ciudaddelaire.wordpress.com
Asimismo dos pequeños núcleos de viviendas unifamiliares surgieron en lo que entonces era el extrarradio de Alcalá: el barrio Ledesma en la carretera de Guadalajara y el del Olivar junto a la carretera de Daganzo, el último de los cuales ha dado nombre a una nueva barriada. Desconozco la fecha y las motivaciones de su origen, aunque en la fotografía aérea de 1956 todavía no aparecen, por lo que cabe suponer que fueran posteriores.
El colegio de
Jesuitas en 1987, antes de que se urbanizara el barrio del Ensanche
Dos órdenes religiosas con raigambre histórica en Alcalá contribuyeron al urbanismo complutense en la década de 1950. En 1953 la Compañía de Jesús construyó en los entonces vacíos terrenos del Campo del Ángel un imponente edificio para sede de una facultad de Teología. El traslado a Madrid de la Universidad de Comillas a principios de la década de 1970 le privó de su función original, siendo en la actualidad sede del colegio San Ignacio de Loyola, de una residencia de la orden y de un archivo histórico. Por su parte los escolapios inauguraron en 1957 su nuevo colegio en la calle Ferraz, derribado tras el traslado en 1973 a su ubicación actual.
Edificio central de El
Encín. Fotografía de Raimundo Pastor tomada de la
Wikipedia
Fuera de Alcalá, pero perteneciente a su término municipal, cabe reseñar el importante complejo agropecuario de El Encín. Esta finca, situada en ambas lindes de la autovía A-2 a unos 8 kilómetros del centro de la ciudad, fue una antigua aldea medieval convertida en finca agrícola y ganadera que alcanzó gran relevancia a finales del siglo XIX bajo la gestión de su propietario Federico Luque. Tras la Guerra Civil en 1941 fue adquirida por el INIA (Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas), un organismo estatal que la convirtió en un centro de investigación agrícola. Durante los años finales de la década de 1947 y la de 1950 fueron construidos los diferentes edificios de su núcleo principal sustituyendo a los de Luque, destacando la parte administrativa cuyo proyecto atribuye Carmen Román Pastor a José Azpiroz. Éstos repiten el estilo neoherreriano de las viviendas militares de Sebastián de la Plaza, aunque con mayor empaque. Destaca también la capilla, datada en 1956.
Entre 1956 y 1957, merced a un convenio entre los gobiernos de España y los Estados Unidos, se realizó un barrido fotográfico de la práctica totalidad del territorio de nuestro país con fines cartográficos, siendo la aviación norteamericana la encargada de los vuelos. Disponemos así de una nueva fotografía aérea de Alcalá especialmente interesante, puesto que nos permite saber cómo era la ciudad justo antes de que empezara a crecer de forma exponencial. Siguiendo el recorrido en el sentido de las agujas del reloj y comenzando como siempre por el norte, vemos que ya aparecen edificios e intervenciones recientes como el puente de la carretera de Daganzo, el silo o el colegio de los Jesuitas, mientras el barrio del Silo muestra ya prácticamente su aspecto actual. El amplio espacio comprendido entre la calle Cánovas del Castillo y la vía, es decir las eras del Muelle, continuaba por el contrario vacío a excepción de la zona vecina al paseo de la Estación. Al otro lado de éste ocurría algo similar, aunque ya estaba terminado el barrio de Luis de Antezana. Más allá se aprecian dos pequeños núcleos, el del Castaño y el vecino al paso a nivel de la carretera de Meco.
Fotografía
aérea de 1956
Por el este las eras de San Isidro aparecen completamente limpias de construcciones a excepción de la ermita y de la nueva variante de la carretera nacional, junto con el barrio de viviendas de República Argentina y la residencia militar de los Cuatro Caños. Un pequeño barrio había surgido a ambos lados de la avenida de Guadalajara más allá del cruce con Caballería Española y Marqués de Alonso Martínez, y el antiguo arrabal de Teniente Ruiz aparece ya terminado así como las casas baratas de Padre Francisco, Azucena y el paseo de la Alameda, incluyendo el colegio Miguel de Cervantes y la residencia militar de la calle Azucena. Por el contrario, la manzana en la que antaño existiera la fábrica de mostaza seguía sin urbanizar, al igual que los actuales barrios de Juan de Austria y la Virgen del Val.
También estaba terminado el barrio comprendido entre Giner de los Ríos y el paseo del Val, incluyendo las calles de Juliana Merino y Manuel Merino. El resto de la manzana hasta la plaza de la Juventud estaba en su mayor parte sin construir, aunque se aprecian varios edificios probablemente de uso agrícola. En los terrenos situados entre la calle de Fernán Falcón y el paseo de Aguadores existían unas edificaciones también de posible uso agrícola; en ese lugar, aproximadamente donde ahora está el campo de fútbol, se asentaría años más tarde el barrio de la Merced, un conjunto de viviendas para funcionarios de prisiones que fueron demolidas cuando se construyeron unas nuevas junto al Archivo de la Administración al final del paseo de Aguadores, entre éste y la calle de Santo Tomás; pero su construcción debió ser posterior a la fotografía, puesto que no aparecen en ésta.
Pasando al sur vemos la parte antigua del barrio Venecia bastante avanzada, pero todavía incompleta. Lo mismo ocurre con la acera sur de la ronda de la Pescadería, muy poco edificada e incluso con solares en la zona vecina a la actual calle del Río Tormes. Entre ésta y la Puerta del Vado una hilera de edificios separaban la ronda de la huerta de Sementales. La Puerta de Madrid y los laterales de la carretera de Pastrana no habían cambiado significativamente desde después de la Guerra Civil, aunque todavía no se habían construido las viviendas que completaron la manzana entre el paseo de las Moreras, la calle de Tomás Merino y la nueva de Nuestra Señora de la Esperanza hasta la Ronda Fiscal, las cuales presentaban la novedad en Alcalá de estar configuradas como corrala. Aunque según algunas fuentes datan a éstas en 1953, es evidente que debieron ser más tardías, puesto que no aparecen en la fotografía de 1956.
Viviendas abandonadas
del paseo de las Moreras
Al otro lado de la carretera las edificaciones eran más escasas, concentrándose principalmente en la curva del paseo de los Curas y en el primer tramo de la carretera, a excepción de las cerámicas hasta el puente Zulema. Ya en la zona oeste en los actuales barrios de la Rinconada y Reyes Católicos, entonces una zona de huertas, había edificaciones dispersas con un pequeño núcleo en la confluencia de la avenida de los Reyes Católicos con la calle de la Era Honda y otro frente a la puerta de Santa Ana. Por último, los edificios situados frente a la Puerta de Madrid permanecían más o menos igual, quizás con un leve crecimiento hacia la nueva variante de la carretera general.
Chimenea de la
cerámica de Pinilla, en la Ronda Fiscal
A diferencia de las fotografías y planos más antiguos aquí sí disponemos de una vista del extrarradio de Alcalá, lo que nos permite comprobar que tanto la colonia militar del cuartel Primo de Rivera como la primitiva Ciudad del Aire estaban ya al menos parcialmente construidas.
Horno de la
cerámica Cermag, en la avenida de Pastrana
En resumen, salvo en lo que respecta a la consolidación de los pequeños barrios surgidos en las últimas décadas, nada hacía prever que Alcalá, con 21.680 habitantes censados en 1956 -en 1960 llegaría a los 25.123-, estaba a punto de experimentar uno de los cambios más radicales de su milenaria historia. De hecho, salvo Forjas y las cerámicas seguía sin haber grandes industrias hasta que en 1948 se construyó la fábrica de HICESA (Hilaturas Centro Españolas S.A.), conocida en Alcalá como la Algodonera; situada en la carretera de Daganzo, cesó su actividad en 1977.
Arriba:
Metalúrgica Madrileña en la década de 1950.
Fotografía tomada de
www.metamsa.com. Debajo: Chimenea de Prona, actual
Química Sintética
En 1953 llegó Metalúrgica Madrileña, en esta ocasión en la antigua carretera de Madrid, una de las pocas fábricas de su antiguo tejido industrial todavía en activo, y también por esos años lo hizo Prona, la actual Química Sintética, al otro extremo de la ciudad en la carretera de Guadalajara. Ambas fueron el preludio de un imparable crecimiento industrial que trajo, ya en la década de 1960, empresas tan importantes como Roca, Gal, Cointra, Ibelsa-Zanussi, Perlofil, Roclaine, Fiesta... así como varios laboratorios farmacéuticos, entre otras muchas. Para Alcalá comenzaba una nueva época que con sus claroscuros la habría de transformar de manera irreversible.
1 Análisis de Alcalá de Henares. Estudio de
las poblaciones españolas de más de 20.000 habitantes (I).
Instituto de Estudios de Administración Local. Seminario de Urbanismo
(1948).
2 Se puede
consultar en la
hemeroteca digital municipal
3 VV.AA. Arquitectura y desarrollo urbano.
Comunidad de Madrid. Tomo XIV. Colegio oficial de arquitectos de Madrid
(2008).
Ver también:
El
urbanismo complutense en el siglo XIX
Publicado el 18-4-2024
Actualizado el 25-9-2024