Raza diabólica




Número 66 de la colección y, aunque perteneciente a la serie, al igual que ocurriera con Extraño visitante muestra una cierta independencia con respecto al núcleo principal de la aventura, pudiéndose considerar más como una novela independiente que sirve de colofón a la serie, antes que una continuación sin más de la misma.

La novela se inicia un par de años después de que el enemigo fuera expulsado de la Luna, y tras hacer un rápido resumen de la totalidad de la serie, Enguídanos nos explica que los platillos volantes capturados han servido para que las principales potencias del mundo construyan sus propias flotas copiando el diseño de los mismos. Por su parte, el protagonista principal aparece trabajando en lo poco que queda de la universidad de Harvard en una lucha contrarreloj (él es médico) por erradicar las plagas que fueron sembradas por los platillos volantes enemigos durante el período de tiempo en el que surcaron los cielos con total impunidad.

Por su parte, los distintos gobiernos terrestres desean acabar de una vez por todas con la amenaza latente que supone el planeta enemigo, llamado Ziryab por sus habitantes: Aunque los platillos volantes han sido expulsados definitivamente de la Tierra y las nuevas flotas espaciales terrestres han atacado con sus mismas armas (es decir, bombas atómicas y guerra bacteriológica) al planeta Ziryab en un par de incursiones, el peligro continúa existiendo. En concreto, el gobierno de Estados Unidos pretende crear una red de espionaje, hasta el momento inexistente, que le permita conocer la situación exacta del planeta después de los ataques realizados, y para ello cuentan con el protagonista... Porque resulta que éste es el vivo retrato de uno de los oficiales enemigos que fueron hechos prisioneros durante la conquista de la Luna.

Sí, es cierto que el recurso a los dobles es muy frecuente en el teatro, el cine o la ópera; pero en una novela queda un pelín forzado, máxime teniendo en cuenta que bastaría con algo tan simple como la comprobación de las huellas dactilares para deshacer el engaño. Pero como si no era así no había novela, habrá que aceptarlo por muy inverosímil que resulte.

Además de las labores de espionaje, al protagonista le es encargada otra misión no menos importante; pero antes de explicarla es preciso describir, tal como hace el autor, algunas facetas de la estructura política y social de Ziryab. En el planeta hay dos razas diferentes, los hombres blancos (idénticos a los europeos) o hamonitas, y los hombres rojos (se supone que calcados de los indígenas americanos) o kumas. Ambas razas son irreconciliables y, en el momento en que transcurre la narración, los hamonitas tienen esclavizados a los kumas.

Hasta aquí la situación no es demasiado diferente de lo que sucedió realmente en la Tierra no tanto con los indios americanos, sino con los negros; pero la originalidad de Enguídanos consiste en invertir los términos. Los kumas serían la nación civilizada y pacifista inventora de toda la tecnología de Ziryab, mientras los hamonitas son pintados como poco más que unos salvajes bárbaros que han sojuzgado a la laboriosa nación kuma apoderándose de su tecnología al tiempo que los reducían a la esclavitud. Por si fuera poco la estructura social de los hamonitas es un tiránico imperio en el que los señores feudales campan por sus respetos teniendo reducida a la miseria no sólo a la población esclava de los kumas, sino también a los plebeyos de su propia raza.

En estas circunstancias los gobiernos terrestres piensan que puede ser factible provocar una revuelta entre la población desfavorecida de Ziryab, especialmente los esclavos kumas, cuya familia real está prisionera del emperador hamonita. Difícil tarea es la que le aguarda al pobre protagonista, pero...

Como cabe suponer, todo le sale bien. Con el falso pretexto de enviar una petición de paz (en realidad una exigencia de rendición) al emperador hamonita, el gobierno de los Estados Unidos libera al falso oficial hamonita y a su antigua tripulación y les envía en un platillo volante a Ziryab. Una vez allí el protagonista es aceptado sin mayores problemas por los desconfiados servicios de inteligencia hamonitas, siendo incluso ascendido de grado asignándose un puesto en el Estado Mayor. Rápidamente el protagonista se pone a espiar al tiempo que logra entrar en contacto con el rey kuma y su hija, la princesa, proponiéndole una fuga al tiempo que incita a su pueblo a una guerra de guerrillas y sabotajes contra el opresor hamonita.

Tras unas peripecias durante las cuales el protagonista consigue encender la mecha de la rebelión kuma, éste consigue también rescatar a la familia real kuma y a su corte en un platillo volante, escondiéndose en una remota isla del sur tras lograr burlar a sus perseguidores. En la fuga fallece el rey, con lo que la princesa se convierte automáticamente en reina... Y como no era fácil suponer el protagonista, que estaba soltero y sin compromiso tras el chasco de la rusa, comienza a enamorarse platónicamente (él es un plebeyo extranjero, ella toda una reina) de su protegida.

Varios meses después Ziryab, ya muy castigado por las incursiones terrestres, arde en una rebelión total contra el opresor imperio, siendo el protagonista el alma de la misma. Así, cuando vuelve la flota terrestre no con intenciones de hacer una razzia, sino de invasión, consigue rápidamente sus objetivos. Finalmente los norteamericanos destruirán los misteriosos proyectores de rayos de la astronave marciana por exigencia del resto de las potencias terrestres, el protagonista se casará con la reina y los terrestres encomendarán a los recién liberados kumas el gobierno de todo el planeta con lo cual, eliminada la hegemonía hamonita, podrá reinar la paz entre Ziryab y la Tierra.

La novela, aunque está muy entretenida, flojea bastante en muchos puntos. Además de la increíble excusa del doble, ya comentada, sorprende que un simple médico de pueblo (recordemos Extraño visitante) sea capaz de comportarse como un auténtico James Bond. El final está también muy cogido por los pelos; aunque el imperio hamonita haya sido derrotado y se encomiende a los kumas el gobierno de todo el planeta, teniendo en cuenta que, según el propio autor, los kumas no llegan a ser ni siquiera el diez por ciento de la población total de Ziryab, difícilmente podría esperarse que los arrogantes hamonitas se resignaran a verse gobernados por sus antiguos esclavos. La descripción de las dos razas no puede ser a su vez más maniquea, con unos hamonitas muy malos (por cierto, extrañamente parecidos a los nahumitas) y unos kumas muy buenos. Por último, que el protagonista se case nada menos que con la propia reina llama también la atención, aunque se trate de un recurso repetido por Enguídanos en varias ocasiones como, por ejemplo, en Embajador en Venus.

Ya en otro orden de cosas, llama también la atención que Enguídanos haga en esta novela una profesión de fe democrática (los norteamericanos impondrán los valores occidentales, es decir, los suyos, con la colaboración de los kumas) en un momento en el que España sufría el yugo de la dictadura franquista. De la lectura de la obra conjunta de Enguídanos se puede deducir que éste no debía simpatizar demasiado con el franquismo, pero quizá sea aquí donde más claramente se percibe su aversión por los imperios dictatoriales y tiránicos.

La lectura completa de esta serie de cinco novelas permite concluir que se trata de una obra típica de Enguídanos, con los defectos y virtudes que acostumbran a mostrar sus novelas. Como serie de aventuras está realmente conseguida encontrándose por encima de otras muchas de sus novelas, y si conseguimos prescindir de las incongruencias y de las situaciones forzadas, lo cual no siempre es fácil, podremos disfrutar con su lectura. Evidentemente, y por encima de sus limitaciones, la obra de Enguídanos está, tanto aquí como en el resto de sus novelas, muy por encima del nivel medio de la colección Luchadores del Espacio.



Publicado el 6-11-1998 en el Sitio de Ciencia Ficción