Reflexiones sobre los carteles de Semana Santa





Cartel oficial de 2018



Desde que en 1988 Luis Alberto Cabrera nos regalara con una magnífica fotografía del Cristo de los Doctrinos, la Semana Santa complutense se ha ido enriqueciendo año tras año con una extensa colección de carteles oficiales a los que hay que sumar también los editados por las diferentes cofradías.

Aunque resulte incompleto voy a referirme tan sólo a los carteles oficiales, treinta y seis en total contando al de 2023. La razón de no hacer lo propio con los de las cofradías, muchos de los cuales son asimismo excelentes, se debe fundamentalmente a dos razones: la primera a que el artículo se alargaría demasiado, y la segunda a que al ser privativos de cada cofradía resultaría difícil hacer una valoración global, algo que sí es posible en los oficiales dado que éstos representan a la totalidad de la Semana Santa.

En esta ya larga colección de carteles han intervenido diferentes fotógrafos, cada uno con su estilo particular y, obviamente, no siempre con la misma calidad artística, aunque una comparación entre ellos nos adentraría en el resbaladizo terreno de la subjetividad. Así pues prefiero evitar este riesgo, no porque mis criterios artísticos y estéticos no puedan ser tan buenos como los de cualquiera, sino por algo tan sencillo como que los gustos varían mucho de una persona a otra y lo que me consta, en definitiva, es que sus autores pusieron toda su ilusión y todo su buen hacer en ellos, que no es poco.

Pero renunciar a las valoraciones estéticas no impide en absoluto hacer un análisis de sus temáticas, algo muy distinto y mucho más objetivo. Aunque en todos los casos excepto en uno, el de 2008, estaban directamente relacionados con la Semana Santa complutense, algo que considero fundamental por tratarse de un eficaz medio de promoción, los carteles pueden clasificarse en dos grupos en función de que el cartel esté protagonizado o no por alguno de los pasos -veintiocho- o de las imágenes -cuarenta y cuatro-, aunque estas cifras pueden variar ligeramente de año en año, que conforman el patrimonio iconográfico de nuestra Semana Santa sin contar aquéllas otras que, por una u otra razón, no intervienen en los desfiles procesionales.

Evidentemente renunciar a reproducir sus fotografías en los carteles oficiales resultaría absurdo, algo que entendió en su momento la Junta de Cofradías acordando, no sé si tácita o explícitamente, dedicar uno de ellos a cada paso o imagen, así como a los que pudieran irse incorporando en un futuro. La norma, escrita o no, se ha respetado bastante bien, de modo que descartando el de 2008, cuyo caso por las razones expuestas me gustaría que no se volviera a repetir, de los treinta y cinco restantes un total de veintinueve siguen el criterio apuntado.

Los seis restantes, por el contrario, reproducen escenas en las que no aparece ninguna imagen. Son concretamente los de 1997, 1999, 2006, 2011, 2018 y 2020. No son demasiados y fueron fruto, aunque no siempre, de concursos convocados por la Junta de Cofradías, mientras los primeros fueron, por lo general, de encargo.

Y ahora viene la pregunta en cuestión: ¿Cuál de los dos criterios es el más adecuado, sobre todo teniendo en cuenta que la elección de un paso determinado resulta incompatible con el espíritu de un concurso? Pues para mí ambos, aunque supeditando el concurso tanto a la inexistencia de pasos carentes de cartel como a circunstancias concretas como ocurrió, por ejemplo, con la coronación canónica de la Virgen de la Soledad.

Una vez asumida esta prioridad, lo siguiente sería hacer un recuento de los pasos -o imágenes, criterio que no siempre coincide como veremos a continuación- que quedan todavía pendientes. Y no porque los carteles sin imágenes no sean excelentes, que lo son, sino porque en mi opinión no debería ser de los prioritarios por las razones anteriormente expuestas.

Así, nos encontramos con que, descartando los pasos y las imágenes que ya tuvieron cartel propio, a veces en más de una ocasión, quedan al día de hoy los siguientes:




Los Atributos de la Pasión


Comenzando por los pasos completos, el caso más evidente es el de los Atributos de la Pasión de la cofradía del Santo Entierro, una sencilla composición que procesionó entre los años cincuenta y setenta del pasado siglo y, tras desaparecer, fue reconstruido en 2010, por lo que no es un recién llegado. Aunque en la Procesión del Silencio sale por separado junto con el Cristo Yacente y la Virgen de los Dolores, para la ilustración del cartel quizá podría hacerse una fotografía conjunta con uno de ellos o incluso con los dos.




Virgen de la Paz. Fotografía tomada de la página web de Rafael Martín Hernández


Asimismo tenemos a la Virgen de la Paz y la Esperanza, incorporada al patrimonio cofrade complutense -fue bendecida en 2016 como figura principal del futuro paso de palio de la cofradía de Jesús Despojado. Aunque todavía no se ha incorporado a las procesiones de Semana Santa sí lo ha hecho en solitario por las calles del barrio de Espartales, siendo intención de la cofradía que acompañe a Jesús Despojado en un futuro.

Un segundo grupo estaría formado por las imágenes secundarias que forman parte de un paso de misterio o bien son utilizadas por algunas cofradías en procesiones distintas de la principal, generalmente un vía crucis o un rosario.




Verónica


De las primeras podemos resaltar a la Verónica que desde 2009 acompaña al Cristo con la cruz a cuestas del convento de las Úrsulas, segundo paso de la cofradía del Cristo de la Agonía y protagonista en solitario del cartel de 1998.




María Magdalena


Al Cristo de la Agonía estuvo dedicado el cartel de 1994, en el que aparecían las tres imágenes que formaban entonces el paso de misterio: Cristo, la Virgen y san Juan. Años más tarde, en 2010, se sumó la de María Magdalena, sin que desde entonces se haya vuelto a dedicar un cartel ni a esta última, ni al paso en su composición actual.


Arriba: Nicodemo de las Negaciones de San Pedro. Debajo: San Juan y la Dolorosa del Descendimiento


Otras imágenes incorporadas en los últimos años a pasos ya existentes con posterioridad a la publicación de sus respectivos carteles, han sido el sayón de Jesús Despojado, Nicodemo y el soldado romano de las Negaciones de San Pedro y San Juan y la Virgen Dolorosa del Descendimiento. Descartando por razones obvias al sayón y al soldado, aunque se podría repetir un cartel de sus respectivos pasos con ellos incluidos, podrían anunciar la Semana Santa Nicodemo, San Juan y la Virgen Dolorosa bien por separado, bien en el conjunto de los pasos.


Arriba: Cristo con la cruz a cuestas de la Imagen. Debajo: Jesús Cautivo de las Úrsulas y Cristo de la Agonía de la Catedral-Magistral


Tres son las imágenes que intervienen, respectivamente, en los vía crucis de las cofradías del Cristo de la Columna, el Cristo de la Agonía y Cristo Resucitado. La primera es el Cristo con la cruz a cuestas del convento de la Imagen, la segunda el Jesús Cautivo -en realidad un Cristo de Medinaceli- del convento de las Úrsulas y la tercera el Cristo de la Agonía -diferente del titular de la cofradía homónima- que se conserva en la Catedral-Magistral.


Virgen de la Soledad de San Diego y Cristo de la Paz de San Marcos


Recientemente dos parroquias se han sumado también a las procesiones de Semana Santa con sus respectivos rosarios presididos por imágenes de sus templos: la de San Diego con la Virgen de la Soledad y la de San Marcos con el Cristo de la Paz.




Virgen de la Amargura. Fotografía de José Diego Fagundo Espina


El tercer y último grupo estaría constituido por las imágenes que no han salido en procesión salvo en circunstancias extraordinarias, lo que no es óbice para que no pudieran ser utilizadas para presidir un cartel de Semana Santa. Éste es el caso de la Virgen de la Amargura con la quede la hermandad del Carmen celebró un rosario en 2017 partiendo de la parroquia de Santiago que, por distintas circunstancias, no se ha vuelto a repetir hasta ahora.


Cristo del Silencio en su flagelación y Virgen de los Dolores y Esperanza


Asimismo nos encontramos con las magníficas tallas del Cristo del Silencio en su flagelación y de la Virgen de los Dolores y Esperanza que conservan las Carmelitas de la Imagen en su clausura.





Virgen del Mayor Dolor y Cristo Yacente de las Úrsulas


Pero no son las únicas, puesto que también contamos con Nuestra Señora del Mayor Dolor y el Traspaso, en la clausura de las Úrsulas; el Cristo Yacente, también de las Úrsulas, y varios crucifijos, algunos de valía, repartidos por diferentes templos de la ciudad, entre los que destacan el Cristo Agonizante del Instituto Complutense, ahora en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva, o la impresionante talla del Cristo del Amor del Oratorio de San Felipe.


Cristo Agonizante de Santo Tomás de Villanueva y Cristo del Amor de San Felipe


Por último, cabe reseñar algunas imágenes de menor tamaño como el Cristo atado a la columna del Hospital de Antezana, la Dolorosa y la Piedad de las Bernardas, aunque desconozco si estas últimas siguen estando en el convento o si, tal como ocurrió con el magnífico Cristo yacente, se las llevaron las monjas cuando se marcharon de Alcalá.


Publicado el 27-1-2018
Actualizado el 7-1-2024