Las estatuas del Cardenal Cisneros



Aunque no tan frecuentes como las de Cervantes, existen en diversos lugares estatuas del Cardenal Cisneros. Están ubicadas en poblaciones tan distintas como Alcalá, Hervás, Torrelaguna, Madrid o Navalcarnero, y todas ellas son merecedoras de ser recordadas en su condición de homenaje a uno de los principales personajes de la historia alcalaína y española.


Alcalá. Estatua del Cardenal Cisneros, obra de José Vilches. Escultura original (izquierda) y réplica (derecha)


Comencemos por la más antigua de ellas, precisamente la de Alcalá. Fue esculpida en 1864, en mármol de Carrara, por el escultor malagueño José Vilches (1813-1890), por aquel entonces residente en Roma pensionado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la que era miembro. Por motivos que no he conseguido desentrañar la estatua, enviada a España por su autor, quedó arrinconada durante muchos años en un almacén de la Universidad Central madrileña, al parecer sin que ninguna autoridad académica se preocupara de ella. Sabedores de esta circunstancia, los alcalaínos comenzaron a hacer gestiones para conseguir que se nos cediera, algo que consiguieron gracias a la mediación del entonces muy influyente conde de Romanones. La estatua llegó a Alcalá en 1910, y fue colocada en mitad del patio de Santo Tomás el 27 de abril de 1913, utilizándose como pedestal el brocal del pozo allí existente.

Hasta principios de la década de los sesenta del pasado siglo permaneció en ese lugar, pero a raíz de la restauración del edificio del antiguo colegio mayor de San Ildefonso -el actual rectorado de la Universidad- para adaptarlo como sede del INAP, la estatua fue trasladada a la vecina plaza de San Diego, donde quedó instalada en los jardines del lado derecho, mirando hacia el cuartel del Príncipe. Y allí comenzó su calvario, agravado todavía más a raíz de la desafortunada reforma de la plaza realizada en los albores del siglo XXI, que la arrinconaría junto a la fachada del colegio de San Pedro y San Pablo.




La estatua, ya restaurada, en el Patio de Filósofos
Fotografía tomada de El digital complutense


En enero de 2007, alarmados por su creciente deterioro, el ayuntamiento, la universidad y la Sociedad de Condueños, propietaria legal esta última de la estatua, decidieron retirarla para someterla a una muy necesaria restauración, tras la cual se devolvería al interior del recinto universitario del que nunca debería haber salido, aunque en esta ocasión ubicada no en el patio de Santo Tomás, sino en el más recoleto de los Filósofos.

Para sustituirla se realizó una copia de la misma, obra del escultor Andrés Bonilla Gutiérrez, que fue instalada en los jardines de la plaza de San Diego pero no en el lugar anterior, sino enfrente, y girada respecto a la orientación original de manera que ahora mira hacia la capilla de San Ildefonso. Dado que la restauración de la estatua original se fue retrasando debido a diferentes causas, su intalación en el Patio de Filósofos no tuvo lugar hasta el 30 de enero de 2018.




Transcurriría algo más de un siglo hasta que el 13 de enero de 2018, como colofón de la conmemoración del quinto centenario de la muerte de Cisneros, se descubrió en la lonja de la Catedral-Magistral, frente a la fachada principal, un conjunto escultórico obra de Pedro Requejo Novoa. Fundido en bronce en un tamaño superior al natural, representa la figura del Cardenal Cisneros acompañado en deliberado anacronismo por los Santos Niños, patronos complutenses de los que se celebraba en 2018 el 450º aniversario de la reversión de sus reliquias.




Conjunto escultórico de la lonja de la Catedral-Magistral


La figura de Cisneros, de 2,20 metros de altura, aparece ataviada con el hábito franciscano y revestida con el capelo cardenalicio, sosteniendo en la mano derecha el báculo con la representación de la imposición de la casulla a san Ildefonso, símbolo del arzobispado de Toledo. Le flanquean Justo y Pastor, el primero a su derecha con las palmas del martirio, y el segundo a su izquierda portando un tomo de la Biblia Políglota Complutense sobre la cual se alza una maqueta de la antigua colegiata que Cisneros reedificó y elevó al rango de Magistral.




Siguiendo nuestro recorrido hemos de desplazarnos a Hervás, una población de algo más de cuatro mil habitantes situada al norte de la provincia de Cáceres, a mitad de camino entre Plasencia y Béjar. Famosa por su importante y excelentemente conservada judería, Hervás fue también la cuna de Enrique Pérez Comendador, que nació allí el 17 de noviembre de 1900. Iniciados sus estudios en Sevilla y Madrid, los completaría en Francia e Italia. Ya en la década de los años veinte comenzaría a alcanzar fama por sus obras, la cual se acrecentaría en años posteriores hasta culminar con el ingreso, en 1957, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Llamado El escultor de la Hispanidad por su abundante dedicación al tema de la conquista de América, Pérez Comendador fallecería en Madrid el 2 de febrero de 1981 dejando, como última obra terminada, un San Francisco de Asís que se alza frente a la fachada principal del monasterio cacereño de Guadalupe.




Hervás. Estatua del Cardenal Cisneros, obra de Enrique Pérez Comendador


Se me dirá que qué tiene que ver Pérez Comendador con Cisneros y con Alcalá; para saberlo, hemos de recordar que, una vez acabada la Guerra Civil, el nuevo régimen instaurado en España decidió reconstruir la Ciudad Universitaria Madrileña, muy dañada por el conflicto bélico. A tal fin, y con objeto de hermosearla, en 1943 se planeó la erección en ella de varias estatuas dedicadas a Ramón y Cajal, Alfonso X, Menéndez Pelayo, Alfonso XIII, José Antonio Primo de Rivera, el general Franco y varias más alegóricas y ornamentales, de las cuales se harían cargo los escultores más afamados de la época. A Pérez Comendador le correspondieron las de Cisneros, Nebrija, Arias Montano, Ambrosio Morales, Francisco Vallés, Melchor Cano y Andrés Laguna, todas las cuales habrían ido ubicadas en el atrio de una iglesia consagrada a santo Tomás de Aquino que no se llegó a construir.

Huelga decir que este ambicioso conjunto escultórico jamás vio la luz, aunque Pérez Comendador sí llegó a terminar un boceto en escayola de la estatua del cardenal de casi cinco metros de altura, documentado en 1947. Nada sé del resto del conjunto encargado a este escultor, lo cual es una lástima puesto que todos estos personajes, a exceción de Melchor Cano, estuvieron vinculados a la Universidad de Alcalá.

Idéntica suerte correrían las demás esculturas proyectadas, de todas las cuales tan sólo una, la del rey Alfonso XIII, acabó siendo inaugurada en la Ciudad Universitaria en una fecha tan tardía como septiembre de 1988, cuatro décadas más tarde de que su autor, el escultor navarro Fructuoso Orduña y Lafuente, realizara el boceto e incluso quince años después de su fallecimiento, ocurrido en 1973. Proyectada inicialmente en grandes dimensiones -cinco metros- para presidir el asimismo frustrado Paraninfo, finalmente sería colocada, con una envergadura mucho más modesta, en los jardines que rodean la glorieta en la que concluye la avenida Complutense.

Con la estatua de Cisneros sucedió algo parecido, aunque Pérez Comendador conservó el boceto a partir del cual se acabó fundiéndola en bronce -a tamaño real, no al proyectado en un principio- hacia los años 1967-68. Al parecer el escultor la conservó en su poder hasta el momento de su muerte, y cuando en el verano de 1989 visité la provincia de Cáceres pude descubrirla en los jardines de la casa museo que tiene dedicada Pérez Comendador en su población natal. Allí la fotografié, gracias a lo cual puedo reproducirla en este artículo. Aun cuando el lugar en el que estaba situada o, por decir mejor, arrinconada, no era ni con mucho el más adecuado de este museo (tuvimos que pedir permiso para poder salir al jardín, normalmente cerrado), no por ello deja de ser interesante constatar su existencia.




Pasemos ahora a la siguiente escultura, erigida en una recoleta plaza de la cercana localidad de Torrelaguna con motivo de ser en ella donde naciera el cardenal. Fundida también en bronce, se trata en esta ocasión de un busto firmado por Emilio Laiz Campos, un escultor madrileño nacido en 1917 y fallecido en 1983. Suyas son varias esculturas de tema taurino, tales como un busto de Antonio Bienvenida que se conserva en el Museo Taurino de Madrid, el monumento al Yiyo, frente a la plaza de las Ventas, el monumento al doctor Fleming (todos ellos en la capital de España) y el dedicado a César Girón, en Caracas. También es autor de dos estatuas ecuestres de Simón Bolívar, la primera inaugurada en el madrileño parque del Oeste en 1970, y la segunda en el sevillano parque de María Luisa en 1981, donde también se alza un busto de Torcuato Luca de Tena fundido en 1954.


Torrelaguna. Busto del Cardenal Cisneros, obra de Emilio Laiz Campos. Vista general (izquierda) y detalle (derecha)


Volviendo a Torrelaguna, en el pedestal del busto del Cardenal Cisneros existe una lápida cuya leyenda reza lo siguiente:


A CISNEROS
CARDENAL Y REGENTE DE LAS ESPAÑAS
EN SU VILLA NATAL DE TORRELAGUNA
LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE MADRID
14-10-1960


Como se ve, se trata de un monumento posterior en un par de décadas a la estatua -o, por hablar con mayor propiedad, el boceto- de Pérez Comendador, con la que guarda no obstante una notable afinidad estilística. En todo caso, su cercanía a Alcalá invita a acercarse a una población en la que, además de encontrar el recuerdo de Cisneros, podrá gozar el viajero de una agradable excursión.






Estatua de Víctor Ochoa. Ciudad Universitaria




Otra vista de la estatua de Víctor Ochoa


Bastante más reciente que las anteriores, puesto que data de 1993, es la escultura que se encuentra situada en los jardines del rectorado de la Universidad Complutense de Madrid, en el recinto de la Ciudad Universitaria y más concretamente en la confluencia de la carretera de la Coruña con la avenida de Séneca, muy cerca del Arco de Triunfo de la Moncloa. Fue realizada por el escultor Víctor Ochoa Sierra (Madrid, 1954), y representa al cardenal, en un estilo bastante vanguardista, aunque figurativo, sentado e inclinado hacia delante en una postura que se me antoja un tanto forzada. En brazo izquierdo sostiene unos libros, mientras el derecho reposa sobre sus rodillas. La figura, realizada en bronce, reposa sobre una semiesfera de un material que parece ser, por el color, acero cortén, la cual a su vez está rodeada por un reborde circular en el que está escrita la siguiente inscripción:


LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID AL CARDENAL CISNEROS


Una placa metálica recuerda el nombre del escultor, el del cardenal y el año de erección, mientras una lápida de piedra situada en el césped que rodea a la escultura hace mención a los motivos por los que la estatua fue erigida:


CARDENAL CISNEROS
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
1293 - 1993
VII SIGLOS DE FUTURO
RECTOR D. GUSTAVO VILLAPALOS


Se da la circunstancia de que este rector no tuvo el menor reparo a la hora de cometer la tropelía de atribuir a la universidad madrileña, fundada en 1836 sobre las cenizas de la extinta universidad complutense, no sólo la antigüedad de ésta, creada por el Cardenal Cisneros en 1499, sino incluso, porque al parecer cinco siglos le debían de saber a poco, la de los anteriores Estudios Generales de Sancho IV datados en 1293, inventándose de esta manera un a todas luces falso séptimo centenario para una institución a la que todavía le quedaban bastantes años para cumplir los dos siglos de, eso sí, fecunda existencia.




La última escultura, la de Navalcarnero, está situada en el Parque Histórico de esta localidad madrileña, y forma parte de un conjunto escultórico dedicado a Isabel la Católica en el que la estatua de la reina castellana se alza sobre un pedestal de granito, estando flanqueada por la de cuatro personajes ilustres vinculados a su reinado: el Cardenal Cisneros, el Gran Capitán, Cristóbal Colón y Boabdil, el último rey de Granada. La de Cisneros, en concreto, es la que ocupa el ángulo posterior derecho del pedestal.




Navalcarnero. Monumento a Isabel la Católica. Vista general




Navalcarnero. Monumento a Isabel la Católica. Estatua del Cardenal Cisneros


La estatua está fundida en bronce, como todas sus compañeras, y mide 2,20 metros de alto. Su autor es el escultor Salvador Amaya (Madrid, 1970), el mismo que modeló la estatua de Cervantes también en Navalcarnero, y la fecha de la inauguración del conjunto escultórico es la del 29 de abril de 2005, aunque su fundición es lógicamente algo anterior. Como puede comprobarse en las fotografías la estatua, que representa al cardenal con sus atributos eclesiásticos -mitra, báculo y vestidura eclesial- es de un gran realismo, y recuerda en sus rasgos a la estatua alcalaína y a la del sepulcro del cardenal, algo que no es de extrañar al estar basada esta última -y a partir de ella todas las demás- en su máscara mortuoria.


Navalcarnero. Monumento a Isabel la Católica. Dos detalles de la estatua del Cardenal Cisneros
Fotografías de Salvador Amaya


Como anécdota, cabe reseñar que, pese a desplazarme ex profeso hasta Navalcarnero para fotografiar las dos estatuas, la de Cervantes y la de Cisneros, me encontré con el parque cerrado a las siete de la tarde, en pleno verano y a plena luz del día, lo que me impidió hacerlo con esta última, Por suerte el propio escultor tenía colgadas varias fotografías en su propia página web, y éstas son las que, con su autorización, reproduzco aquí.




Sevilla. Medallón de la Plaza de España


No una estatua, sino un medallón, es la representación del Cardenal en la columnata de la plaza de España de Sevilla, uno de los 52 que representan a personajes españoles situados en los intercolumnios de la parte alta de los bancos, dedicados a las provincias españolas. El medallón de Cisneros es el décimoquinto contando desde la torre norte, la más cercana al centro de Sevilla, y fue realizado por el ceramista Pedro Navia Campos (Almendralejo (Badajoz), 1897 - Sevilla, 1960).


Publicado el 3-11-1990, en el nº 1.214 de Puerta de Madrid
Actualizado el 30-1-2018