Los Santos Niños. La tradición y la historia



Cuenta la tradición que un seis de agosto de uno de los primeros años del siglo IV de nuestra era (generalmente se da la fecha del 306, pero no se conoce con exactitud el año exacto) eran martirizados en la ciudad de Compluto dos hermanos de siete y nueve años llamados Justo y Pastor. ¿Su delito? Proclamarse públicamente cristianos en una época en la que los miembros de esta religión eran perseguidos por los emperadores Diocleciano y Maximiano por todo el ámbito del imperio romano.

Juzgados y degollados en el lugar que la tradición denominó con el nombre del Paredón del Milagro, sus cuerpos serían enterrados en el terreno conocido con el nombre de Campo Laudable, situado en el exterior de la ciudad.

Tras una visita de quien con el tiempo sería conocido con el nombre de san Paulino de Nola, aproximadamente un siglo después del martirio llegaría a Alcalá san Asturio Serrano, a la sazón arzobispo de Toledo. Asturio venía con la intención de rescatar las reliquias de ambos mártires, búsqueda que comunicó haber culminado con éxito.

Estaba recién iniciado el siglo V y España se encontraba sumida en la turbulenta época que estuvo caracterizada por la caída del imperio romano y la subsiguiente entrada en la Península Ibérica de varios pueblos germánicos. Sin preocuparse por estos graves problemas Asturio renunciaría a la sede toledana para fundar el obispado complutense levantando una iglesia en el lugar del hallazgo de las reliquias. Posteriormente estos restos sufrirían toda una serie de avatares hasta retornar, ya a finales del siglo XVI, de nuevo a la ciudad de Alcalá, donde se conservan parte de los mismos estando el resto repartido por distintas ciudades españolas y francesas.




Antiguo grabado de los Santos Niños


Hasta aquí la leyenda o, si se prefiere, la tradición. Ahora bien, de acuerdo con la historia y con la arqueología, ¿qué hay de cierto en ello?

Pues bastante, a juzgar por los últimos descubrimientos arqueológicos. El Paredón del Milagro, señalado por la tradición como perteneciente al palacio del pretor Daciano, lugar en el que serían juzgados los hermanos, ha resultado ser parte de la antigua basílica de la ciudad. Recordemos que, a pesar de la asimilación moderna del nombre de basílica con un edificio religioso, en el imperio romano no era así, al ser las basílicas unos edificios civiles que oficiaban tanto de lonjas de comercio como de tribunales de justicia. Resulta, pues, muy verosímil la tesis sostenida por la tradición popular.

Los dos hermanos habrían sido enterrados en el Campo Laudable, situado fuera de la ciudad. Los romanos enterraban habitualmente a sus muertos en el exterior de las ciudades y a los lados de las calzadas. Una de las calzadas que pasaban por Compluto, concretamente la que enlazaba Zaragoza con Toledo y Mérida, discurría por las actuales calles de Colegios, Santa Úrsula, Escritorios, Victoria y Postigo, pasando pues por la actual plaza de los Santos Niños justo al lado de la Magistral, y recordemos también que tradicionalmente los templos cristianos se han venido alzando sobre los cimientos de otros más antiguos. Por lo tanto, se puede afirmar casi con toda seguridad que el actual edificio de la Magistral debe de ocupar el mismo lugar que la primitiva iglesia de Asturio y que todos los demás templos alzados en dicho solar uno detrás de otro a lo largo de los siglos... Solar que habría de estar ocupado inicialmente por una necrópolis romana.




El Paredón del Milagro en la actualidad, tras la demolición de la ermita del Juncal


Asturio habría descubierto unos restos humanos que él atribuyó a los hermanos mártires, fundando el obispado complutense y fomentando el culto a los Santos Niños. Por las actas de los concilios toledanos se sabe que, efectivamente, existieron obispos en Compluto a lo largo de la época visigótica, y por otro lado el estudio de los topónimos derivados del nombre de san Justo o de sus corrupciones idiomáticas se puede deducir que el culto a nuestros patronos llegó a alcanzar un inusitado auge durante esos años a juzgar por la abundancia de los mismos en todo el noroeste de la Península Ibérica, coincidiendo con los lugares en los que vivió san Fructuoso del Bierzo, monje visigodo responsable en buena parte de la difusión de este culto.

Por último, los más recientes hallazgos arqueológicos vienen a confirmar la importancia que debió de tener la todavía ciudad de Compluto durante los años de dominación visigoda, importancia atribuible en buena parte al ya citado auge del culto a los Santos Niños. De acuerdo con todos los indicios, la ciudad romana del Juncal fue abandonada, y no destruida por los bárbaros como hasta ahora se creía, coincidiendo aproximadamente con la entrada de estos pueblos en España. Sin embargo, aunque los visigodos no ocuparon la arruinada ciudad romana sí se asentaron en el lugar y además en buen número, a juzgar por la gran cantidad de enterramientos visigodos descubiertos en estos últimos años.




Pintura mural de Manuel Palero en la parroquia de Santa María de Alcalá de Henares (desaparecida)


Al igual que en el caso de los romanos, los visigodos acostumbraban a enterrar a sus muertos a los lados de las calzadas, por lo que no es de extrañar que las necrópolis de esta época hayan aparecido fundamentalmente a ambos lados del camino de los Afligidos y su continuación, la actual avenida de Lope de Figueroa, lugares que discurren sobre el antiguo trazado de la calzada romana. El reciente descubrimiento de una nueva necrópolis a la altura de la finca de la Magdalena, aguas arriba del Val, no hace sino corroborar esta opinión.

Sin embargo, una incógnita que permanece aún sin resolver es el descubrimiento del lugar en el que se encontraba asentada la población visigoda. Según me comentaba hace algunos días Javier García Lledó, arqueólogo responsable de estas excavaciones, todo hace pensar en la existencia de un asentamiento visigodo a la altura aproximada del Val... Poblado no obstante que resulta difícil de asimilar con la Compluto visigoda.

Y si la ciudad visigoda no se encontraba situada ni en el Juncal ni en el Val, ¿dónde se hallaba? Porque lo que resulta cierto es que, de haber obispado, tendría que haber ciudad aunque ésta fuera pequeña y semirruralizada muy en consonancia con la sociedad visigoda. Al llegar aquí es necesario formular la hipótesis más aventurada de todo este planteamiento, hipótesis no obstante bastante verosímil: La Compluto visigoda, o Neocompluto, habría estado situada en torno a la iglesia de los Santos Niños, es decir, alrededor de la actual iglesia Magistral. Esto justificaría tanto el abandono de la ciudad romana (la población se habría trasladado poco a poco al lugar en el que se rendía culto a las reliquias, culto importantísimo recordémoslo de nuevo en esa época) como la falta de restos arqueológicos de la ciudad visigoda, al estar éstos cubiertos por la ciudad medieval. Recordemos también el hallazgo de una tumba visigoda en la calle de la Victoria, en un solar en el que hasta hace algunos años se alzó una vivienda construida en los siglos XVI o XVII.

Por último, esta teoría permitiría explicar también la razón por la que una vez reconquistada Alcalá la población vino a asentarse en este lugar. Durante el período de dominación musulmana el centro de gravedad de Alcalá vino a trasladarse a la fortaleza de Alcalá la Vieja, frente a la actual ermita del Val. El castillo era un simple establecimiento militar que tenía en su torno algunos pequeños arrabales pero no una ciudad digna de tal nombre; sin embargo, las crónicas nos hablan de la existencia de una población mozárabe que acabaría emigrando a Guadalajara no muchos años antes de la reconquista cristiana. Si suponemos que esta población mozárabe continuó residiendo en torno a la iglesia de los Santos Niños (premisa bastante lógica), no es muy difícil entender por qué los cristianos no se asentaron ni en el Juncal ni en el Val sino en el Burgo de San Justo, actual asentamiento de Alcalá... Cabiendo la posibilidad de que a la llegada de las tropas castellanas aún existiera un núcleo mozárabe custodio del culto a los Santos Niños a pesar de que sus reliquias hacía ya mucho que no se conservaban en Alcalá. Sin la motivación del culto a los Santos Niños no se entiende que la repoblación no hubiera tenido lugar en la zona del Val, próxima al castillo y donde además fue hallada no mucho después la imagen de la Virgen del Val, patrona de la ciudad.

En resumen: Por encima de consideraciones religiosas resulta evidente que Alcalá debe a los Santos Niños, o al recuerdo y culto de los mismos para ser más exactos, buena parte de su ser actual; y eso, en definitiva, es lo que más importa.


Publicado el 1-8-1987, en el nº 1.059 de Puerta de Madrid
Actualizado el 13-7-2007