La Semana Santa de 1990





Terminada la Semana Santa de este año se impone, lógicamente, hacer un balance de la misma; y, aunque no voy a realizar una crónica de ella puesto que ésta podrán ustedes encontrarla en otra sección de este mismo periódico, sí que deseo reseñar el hecho evidente de que, de unos años a esta parte, esta celebración sigue acrecentando su importancia en Alcalá después de un largo período de decadencia. Y, aunque la Semana Santa alcalaína sigue siendo claramente modesta (históricamente siempre lo fue, por cierto), resulta satisfactorio comprobar cómo no sólo se consolidan las innovaciones de años anteriores sino que, también, hemos podido disfrutar de varias novedades como han sido la procesión del Domingo de Ramos (lamentablemente deslucida por la lluvia) o el nuevo palio de la Virgen de la Soledad.

El camino es bueno, y es de esperar que de aquí a algunos años la Semana Santa alcalaína comience a sonar no sólo en nuestra ciudad sino también en todo nuestro entorno. Mis felicitaciones, pues, a las cofradías, al cabildo magistral y a Pepe Macías como representante del ayuntamiento, y mis mejores ánimos a los mismos de cara a la Semana Santa del año que viene. Al mismo tiempo, deseo recordar una vez más las dos asignaturas pendientes que tiene Alcalá en este campo: la recuperación de la procesión del Silencio, tradicionalmente organizada por la cofradía del Santo Entierro la noche del Viernes Santo, y la salida en procesión del Cristo de los Doctrinos, la joya de la imaginaría complutense.


Publicado el 21-4-1990, en el nº 1.189 de Puerta de Madrid.
Actualizado el 6-2-2009