La presencia de san Diego en Jerez
de los Caballeros (Badajoz)



Jerez de los Caballeros es una pequeña localidad del suroeste de la provincia de Badajoz que, pese a contar tan sólo con unos diez mil habitantes -en la década de 1960 llegaron a ser prácticamente el doble-, posee un notable patrimonio artístico, junto con una asimismo importante historia que hacen muy recomendable su visita.

Yo lo hice con ocasión de la pasada Semana Santa -está declarada fiesta de interés turístico nacional desde 2015-, y ciertamente mereció la pena tanto por sus procesiones como por sus monumentos, entre los que se cuentan el antiguo castillo templario, un puñado de viviendas nobles y, sobre todo, sus impresionantes iglesias, cuatro en total junto con un puñado de ermitas, alguna de LA envergadura de la de los Santos Mártires... y en un par de ellas encontré representaciones iconográficas de san Diego.

La primera se encuentra en la iglesia de San Bartolomé, más concretamente en su fachada principal. Esta fachada, que constituye uno de los principales elementos artísticos de Jerez y suele verse reproducida en multitud de fotografías, tiene la peculiaridad de estar decorada con grandes paneles de azulejos a modo de retablo, una técnica artística muy común en el vecino Portugal -coincide incluso en los tradicionales tonos azules- pero caso único en Extremadura.


Iglesia de San Bartolomé. Vista general de la fachada y azulejos de san Diego
Fotografías cedidas por José Prieto


Complementada con una monumental torre que recuerda a las sevillanas, la fachada está presidida por una escultura de san Fernando acompañada por la representación en azulejos de cuatro santos: san Antonio Abad y san Diego en el cuerpo superior y san Antonio de Padua y san Francisco flanqueando la puerta.

San Diego está colocado a la derecha, y lamentablemente su estado de conservación no es el mejor posible al faltar varios azulejos y estar otros muy dañados. Está representado con hábito franciscano sosteniendo en la mano derecha una cruz y en la izquierda un libro en evidente anacronismo, puesto que era analfabeto. Sobre su hombro derecho se posa un ave que, pese al deterioro del azulejo, cabe identificar con la paloma que simboliza al Espíritu Santo, como corrobora el halo que la envuelve. En el fondo parecen apreciarse ciertos elementos decorativos de índole vegetal, pero resulta difícil apreciar una visión conjunta de los mismos.


Iglesia de Santa Catalina. Imagen de san Diego (vista general y detalle)


Hemos de desplazarnos ahora a la iglesia de Santa Catalina, situada al otro extremo de la población. Se trata de un templo gótico con una impresionante bóveda de crucería que sorprende por su amplitud y un no menos espectacular retablo barroco, por lo que ya de por sí -al igual que en el resto de las iglesias jerezanas- está más que justificada su visita. Sin embargo lo que nos interesa ahora es una sencilla hornacina abierta en el muro de la epístola -el derecho- en las cercanías del coro, ya que en él se yergue una impresionante talla de nuestro lego franciscano.

La figura de san Diego se ciñe en esta ocasión a los cánones más habituales de su iconografía, sujetando una gran cruz con su mano izquierda mientras con la derecha se recoge el hábito sosteniendo las flores del conocido milagro. Su autoría se atribuye a Pedro de Mena y, aunque no he podido confirmar esta atribución, lo cierto es que me recordó inmediatamente a la talla realizada por este escultor y por Alonso Cano que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Granada. Así pues, resulta verosímil pensar que, si no del mismo Pedro de Mena, pudiera ser obra de alguien cercano a él. En cualquier caso, su calidad artística es excelente.


Publicado el 5-6-2017