Los afluentes del Henares
El Cañamares





Dentro de la visión panorámica que, poco a poco, vamos realizando sobre la red hidrográfica del Henares, hoy le corresponde el turno a uno de sus afluentes, el río Cañamares, un río que no es precisamente uno de sus principales tributarios pero que, no obstante, posee una identidad propia que merece ser tenida en cuenta. El Cañamares, como todos los afluentes por la derecha del Henares, tiene su cabecera en las sierras del Sistema Central, y la longitud de su curso y su relativamente extensa cuenca hacen que su importancia diste mucho de ser despreciable.

El Cañamares tiene su origen, en forma de arroyo anónimo, en la falda sur del monte conocido con el nombre de Torreplazo, perteneciente a la sierra del Bulejo, que separa las provincias de Soria y Guadalajara al tiempo que sirve de divisoria de aguas entre las cuencas del Duero y del Tajo. Su nacimiento tiene lugar a 1.320 metros de altitud y a corta distancia de la localidad de Miedes de Atienza, a la cual riega a poco con el nombre de arroyo de Miedes.

Algo después comienza a recibir las aguas de sus primeros afluentes: el arroyo de la Turca, que se le une por la derecha; el de la Respenda, procedente de Romanillos de Atienza, considerado por algunos autores como la principal fuente del Cañamares, y más adelante el de Pajares, que le aporta las aguas de los términos de Hijes y Ujados.

A partir de este momento el Cañamares adopta su nombre definitivo, descendiendo en dirección sur (como es característico en los afluentes de esta margen del Henares) surcando los altos páramos de más de 1.000 metros de altura sobre los que se asientan las localidades de Cañamares, donde cruza bajo un hermoso puente medieval, y La Miñosa, al tiempo que recoge las aportaciones de numerosos arroyos y barrancos, todos ellos de escasa importancia.

Más adelante el Cañamares tropieza con los primeros contrafuertes de la Sierra de la Bodera, la cual se ve obligado a atravesar labrando un estrecho desfiladero que le fuerza a encajarse en el terreno hasta llegar a Pálmaces de Jadraque, lugar en el que en 1954 se construyó el embalse de Pálmaces, el más antiguo de la cuenca del Henares. Situado a una cota de unos 900 metros sobre el nivel del mar, en una hoya de pendientes muy abruptas en cuyo borde se asienta la localidad que le da el nombre, Pálmaces, con una capacidad de 32 hectómetros cúbicos y una superficie de 270 hectáreas, es un embalse de dimensiones modestas, acordes eso sí con los aportes del río que lo alimenta. Su misión, junto con los cercanos pantanos de Alcorlo y El Atance, es la de regular el caudal del Henares para que pueda ser aprovechado, aguas abajo, por el canal del mismo nombre.




El Cañamares bajo el puente medieval de la población homónima


Una vez que el Cañamares ha dejado atrás el pantano continúa su rumbo hacia el sur excavando un pequeño valle no demasiado profundo, pero de mucha pendiente. Sus afluentes siguen siendo relativamente abundantes por ambos lados, aunque ninguno de ellos alcanza a merecer la categoría de río o aun de riachuelo. Baña el Cañamares la localidad de Pinilla de Jadraque y algo más abajo la de Medranda, ensanchando su valle y permitiendo la creación de una pequeña vega que continuará hasta su desembocadura.

Por fin ésta tiene lugar, por la derecha tal como quedó dicho, en la falda del cerro de San Cristóbal, a unos 800 metros de altitud en las proximidades de Castilblanco de Henares y no muy lejos de Jadraque, tras un curso de unos 50 kilómetros.

El Cañamares, como ya ha sido comentado, carece de afluentes de importancia, pudiendo citarse entre todos amén de los ya citados arroyos de la Turca, de la Respenda y de Pajares, los de Cardeñosa, de los Gavilanes, de la Angostura, de Valcaliente y de la Fuente del Negro, y los barrancos de Valdegómez, del Cura, de Valdelagua, del Hierro, del Pasomalo y de la Vecea, entre otros.




El Cañamares en Castilblanco de Henares, poco antes de su desembocadura


Como es fácil suponer el caudal del Cañamares es bastante reducido, algo superior al del Salado aunque muy inferior a los de los ríos Bornova y Sorbe. Su cuenca, que con sus 338 km2 de extensión es mucho más pequeña que las de los ríos anteriormente citados, está limitada a ambos lados por los cercanos cauces del Salado, a su izquierda, y del Bornova a su derecha. Sin embargo, a pesar de su reducida superficie resulta ser de gran interés geológico, lo que compensa con creces a decir de los geógrafos su aparentemente escasa importancia.


Publicado el 9-8-1986, en el nº 1.012 de Puerta de Madrid
Actualizado el 4-10-2015