La polémica de las restauraciones





Proyecto de restauración del convento del Carmen Calzado, por fortuna desestimado



Desde hace algunos años las restauraciones de edificios antiguos revisten en Alcalá una importancia digna de ser tenida en cuenta, tanto por lo que suponen de rehabilitación de antiguos edificios semiabandonados, como por su importancia en la remodelación urbanística de nuestra ciudad.

Recordemos que en muchos casos los edificios sujetos a restauración han llegado a nosotros mutilados en mayor o menor medida, lo que obliga a la reconstrucción o a la sustitución de algunos elementos estructurales básicos para la recuperación del edificio.

Y aquí es donde surge la polémica, una, polémica por lo demás antigua. ¿Cuáles han de ser los criterios de restauración en los casos en los que hay que reponer o sustituir elementos perdidos? Los arquitectos del siglo pasado no se complicaban la vida con esto; no sólo intentaban imitar con reproducciones lo más exactas posibles todo aquello que se hubiera perdido sino que, si se daba el caso, llegaban a inventarse elementos nuevos que dejaban al edificio más bonito que antes. Este fervor historicista, que hacía a los restauradores ser más papistas que el Papa, dejó sus huellas en Alcalá: el palacio arzobispal, la Magistral y la antigua parroquia de Santa María vieron modificados algunos de sus elementos originales, sin olvidarnos de que la fachada de la Universidad sufrió el añadido, a principios de este siglo, de las dos balaustradas laterales colocadas a imitación de la central, la única original.

Hoy, por fortuna, este criterio está totalmente desprestigiado, lo que no puede ciertamente lamentarse. La idea vigente en la actualidad, mucho más razonable, es la de respetar y conservar todo lo que se pueda de los elementos originales haciendo que todo lo nuevo se diferencie claramente de lo antiguo, huyéndose así de toda posible falsificación. La idea, así expuesta, resulta irreprochable, pero por desgracia una interpretación exagerada de estos criterios ha conducido a situaciones no menos dañinas que aquéllas que se quería evitar.

Para mí, y ésta es mi opinión particular, una restauración ha de ser siempre muy conservadora y muy respetuosa con la idea original del constructor del edificio. Y, en lo que respecta a las posibles reconstrucciones parciales de los elementos perdidos, sin duda el punto más polémico, pueden darse dos situaciones distintas. Si se conoce con exactitud, como era la parte perdida, nada impide que ésta pueda ser sustituida por un elemento similar, aunque no idéntico, de manera que éste quede integrado en el conjunto de forma identificable, aunque discreta. Y si no se conoce y es necesario reponerlo, o se precisa crearlo de nueva planta, caso este último que se ha dado en el colegio de los Irlandeses, habría también que conseguir que este elemento necesariamente nuevo encajara armónicamente en el conjunto.

No se trata, evidentemente, de falsificar ni de imitar, sino de respetar nuestro patrimonio. Porque, desgraciadamente, son muchos los arquitectos que hoy entienden las restauraciones como un extraño y a todas luces forzado maridaje entre lo antiguo y lo nuevo, entendiendo esto último como la utilización de materiales y técnicas modernos en las restauraciones.

Dicho con otras palabras. Aquí lo nuevo no sólo se distingue de lo viejo, sino que lo violenta al mezclarse sin ningún escrúpulo estilos arquitectónicos totalmente antagónicos. Veamos, a modo, de ejemplo, varias de estas actuaciones ocurridas en Alcalá en estos últimos años.

Uno de los recintos del conjunto conocido con el nombre de Capilla del Oidor, la antigua sacristía concretamente, estaba desprovisto de tejado y de bóveda, quedando pues toda la nave al descubierto. Había que cubrirla y así se hizo, construyendo un tejado de bovedilla. Sin: embargo, quedaba la cuestión de la bóveda; aquí la arquitecto encargada de la restauración optó por no reconstruirla arguyendo que, de obrar así, falsearía el edificio. En contrapartida, ideó un entramado de varillas metálicas que, según ella, idealizaban la perdida bóveda.

Me consta que esta restauración ha sido celebrada, por original, por más de un arquitecto. Bien. Pero, prescindiendo de consideraciones estéticas, esta genialidad lo único que ha conseguido ha sido convertir la capilla en un horno en verano y en una nevera en invierno, al no haber ningún tipo de cámara de aire en el techo, Y, claro está, quien lo sufre es el público que visita el edificio para visitar las exposiciones.

Sigamos con los restos de la antigua parroquia de Santa María, concretamente con la torre. Quemado el chapitel hace trece o catorce años, y estando fotografiado hasta la saciedad, no puedo entender la razón por la que no se ha reconstruido exactamente igual que estaba; porque, si puede ser considerada falsificación la imitación de un chapitel perdido del siglo XIX, más falso aún me parece el extraño lucernario que ha sustituido al primitivo remate de la torre. Esperemos, eso sí, que el chapitel sea cubierto con pizarra.

En lo que respecta a la antigua nave de la iglesia, la situación es todavía más grave. Se levantó el enlosado original, perfectamente válido, para construir en su lugar un extraño anfiteatro oval al cual no le veo más utilidad que la de satisfacer el orgullo de quien lo diseñó... y para encarecer innecesariamente el proyecto. Esto sin contar con la incomodidad creada por el lado de la plaza de Rodríguez Marín, en la que ha desaparecido la acera invadida por una inútil y a todas luces fuera de lugar escalinata.

Pero el atentado más grave contra nuestro patrimonio será, si no es rechazado, el proyecto de construcción de un auditorio en la antigua iglesia del Carmen Calzado, en la confluencia de esta calle con la de Santa Úrsula. Aquí, se mire como se mire, no se consigue encontrar por ningún lado ese famoso criterio de restauración del que ya hemos hablado y que tanto dicen respetar, de palabra que no de obra, tantos y tantos arquitectos. Recordemos la situación. La parte superior de esta iglesia, con frontón, espadaña y bóveda, fue derribada quizá innecesariamente hace unos trece o catorce años. Como ocurre con la torre de Santa María, la documentación gráfica existente (aún se venden postales con la iglesia intacta) permitían su total reconstrucción, una reconstrucción por otro lado harto sencilla.

Sin embargo, las intenciones de los autores del proyecto son bien distintas. Para empezar, y seguramente para escudarse, nos afirman categóricamente que “el edificio no tiene especial interés ni histórico, ni espacial, ni topológicamente” y que “no pasa de ser uno más de los conventos que poblaron el término”. Ergo se puede hacer con él lo que se quiera, puesto que según estos señores no sirve para nada ni merece ser conservado como tal.

Con estas premisas iniciales, no es de extrañar que a continuación se proponga la construcción en la iglesia de un auditorio futurista que rompe totalmente no ya con la estética del convento, sino con la de toda la calle. No importa desvirtuar un edificio del siglo XVII totalmente integrado en su entorno, no importa incrustar en pleno corazón del casco antiguo un elemento totalmente extraño al mismo conculcando completamente el espíritu (y quizá también la letra) de la ley de protección del casco antiguo de Alcalá. Lo que no se les permite a los particulares, bien podría ocurrir que se diera en una iniciativa de la Administración... lo que, desgraciadamente, no es la primera vez que ocurre.

Pero es que además, y esto es tan obvio que no merecería siquiera ser comentado, en esa iglesia, no cabe un auditorio se mire como se mire... a no ser que se pretenda crear un auditorio de juguete que pocas aplicaciones prácticas podría tener.

Si se quiere crear un auditorio en condiciones, un auditorio realmente útil para Alcalá, dejémonos de intentar meterlo con calzador en un lugar inapropiado, y construyámoslo de nueva planta fuera del casco antiguo o bien esperémonos a que el Ejército abandone el cuartel de Lepanto, lugar en el que existen unas enormes naves que sí podrían ser utilizadas para este fin. La iglesia del Carmen, por su parte, podrá ser aprovechada mejor para otros usos más acordes con su tamaño y más respetuosas con el edificio.

Podría seguir hablando largo y tendido sobre este tema. Podría comentar el extraño cucurucho de las Bernardas, la, absurda modificación de la espadaña de las Úrsulas, la esotérica linterna que se le quiere colocar a la iglesia de los Basilios... pero ya me he extendido demasiado por esta semana. Otra vez será.





Aspecto actual de la iglesia y el convento del Carmen Calzado, ya restaurados


Nota: Finalmente hubo suerte, y por fortuna el desaguisado que se pretendía hacer quedó desestimado; coincidiendo con la llegada del nuevo siglo la Universidad restauró el antiguo convento, respetando sus trazas originales. Actualmente es sede de la Escuela de Arquitectura.


Publicado el 12-9-1987, en el nº 1.063 de Puerta de Madrid
Actualizado el 9-6-2008