Una nueva dentellada al patrimonio



Aunque en Alcalá no sólo está protegido el patrimonio arquitectónico sino que además comienza a haber una fuerte concienciación ciudadana tal como lo demuestra la campaña de defensa de la plaza de toros realizada por la asociación de hijos y amigos de Alcalá, no por ello estamos libres de daños a nuestra herencia secular. Ya no se hacen por fortuna los desmanes que se hicieron en el pasado, eso es cierto, pero a pesar de todo se siguen perpetrando atentados urbanísticos del calibre de la facultad de Económicas o de la todavía no inaugurada biblioteca central de Caracciolos, por poner tan sólo dos ejemplos.

Pero no voy a hablar de ello, sino de los derribos que se han realizado recientemente en dos puntos distintos de la ciudad. Se trata de edificios modestos que seguramente pasaban desapercibidos para la mayor parte de los alcalaínos, pero que sin embargo tenían su interés por tratarse de elementos singulares.

El primero de ellos es el antiguo taller mecánico de Ramos, situado en la calle de la Natividad muy cerca de la plaza de los Cuatro Caños, el cual va a ser sustituido por un insulso edificio de cinco pisos. Éste era uno de los pocos edificios construidos en Alcalá a principios de siglo, época de la que sólo nos quedan ya un hotelito en la avenida de Guadalajara, dos casas en la plaza de Cervantes justo en el inicio de la calle de Libreros, y el colegio de Santo Tomás al otro extremo de la misma plaza. Desaparecidos años atrás edificios tan interesantes como el de la cafetería Marón, en la calle de Libreros, o el del antiguo casino militar en la plaza de Cervantes, la casa de la calle Natividad se suma ahora al repleto saco roto de Alcalá, por emplear la acertada definición de José García Saldaña.

Y no es que esta casita tuviera un especial valor arquitectónico, pero resultaba muy representativa de su época al tiempo que constituía la única referencia existente de un proyecto urbanístico desarrollado hace cien años por Manuel Laredo y el arquitecto municipal Martín Pastell que jamás llegó a ser desarrollado en su totalidad: El trazado de una amplia avenida que hubiera discurrido entre la plaza de los Cuatro Caños y la ermita de San Isidro, proyecto que finalmente quedó reducido a la corta y casi anónima calle de la Natividad. Es una lástima que se haya perdido este edificio, y sorprende que el ayuntamiento lo haya permitido cuando hubiera sido perfectamente posible su rehabilitación.

El segundo caso es el de los talleres existentes en la puerta del Vado, concretamente en la esquina con la ronda de la Pescadería, los cuales han sido también demolidos recientemente. Aquí el interés de los mismos radicaba en su condición de arquitectura popular en la vertiente industrial; nada había en ellos de valor arquitectónico, artístico o ni tan siquiera histórico, pero eran sumamente representativos de unas actividades económicas hoy completamente desaparecidas en Alcalá. Quizá hubieran podido ser reconvertidos en talleres de algún tipo de forma que se hubieran mantenido en pie conservando los fines para los que fueron ideados aunque adaptados, eso sí, a los nuevos tiempos; pero una vez más la siempre insensible piqueta arrancó de raíz estas románticas ilusiones.


Publicado el 29-6-1996, en el nº 1.484 de Puerta de Madrid
Actualizado el 10-6-2008