Los decorados de la calle de San Bernardo





Éstos eran los decorados que recordaba de mi infancia



En 1963 -el año obviamente no lo averigüé hasta mucho más tarde- yo contaba con apenas cinco años de edad, puesto que los cumplí en septiembre. Como cabe suponer apenas recuerdo nada de mi primera infancia, pero sí algunos detalles puntuales que en su momento, por una u otra razón, me causaron una fuerte impresión.

Uno de ellos fue descubrir con asombro que en la calle de San Bernardo y la plaza de las Bernardas habían montado, por delante de los edificios y de la propia plaza, unos decorados imitando falsas fachadas al estilo de los spaguetti westerns rodados principalmente en Almería, aunque también hubo alguno en Alcalá.

Según me explicaron mis padres éstos se utilizaron para rodar una película, y cuando tuve suficiente edad como para interesarme en más detalles me dijeron que se trataba de El Tulipán Negro, una coproducción hispano-italo-francesa tal como entonces era habitual protagonizada por Alain Delon, uno de los más famosos galanes cinematográficos europeos. Esta versión era la que circulaba por Alcalá -la oí repetida en más de una ocasión en boca de diferentes personas- y es la que quedó como cierta, hasta el punto de que incluso mi amigo, el riguroso historiador Pedro Ballesteros, la recogió en su libro Alcalá y el cine1, si bien con la reserva de que no había sido posible reconocer los escenarios alcalaínos con certeza.

Sin embargo, cuando profundicé en el tema descubrí que las piezas no acababan de encajar. La película, rodada en 1963 y estrenada en febrero de 1964, tuvo bastante éxito y supongo que la vería años después, pero entonces no presté mayor atención al hecho de que pudiera haber sido rodada en Alcalá.




Cartel de El Tulipán Negro


Antes de continuar conviene recordar algunos detalles de la película, dirigida por Christian-Jaque sobre un guión de Marcello Ciorciolini. Aunque en los títulos de crédito se indica que está basada en la novela homónima de Alejandro Dumas, en realidad lo único que comparte con ésta es el título, ya que ni el argumento, ni la época, ni tan siquiera su ubicación tienen absolutamente nada que ver con la obra del autor de Los tres mosqueteros.

La novela de Dumas se desarrolla en la convulsa Holanda de la segunda mitad del siglo XVII, y tiene como leit motiv la pasión de los holandeses por el cultivo de los tulipanes y su especial empeño en conseguir la rara variedad de color negro a la que hace alusión el título, todo ello dentro de un entorno marcado por las luchas políticas y las intrigas amorosas.

En la película, por el contrario, nos encontramos con un trasunto de personajes literarios y cinematográficos populares como El Zorro o El Coyote, el aristócrata o hacendado -según el caso- que lleva una doble vida como rico indolente y como justiciero enmascarado que, al estilo de Robin Hood, asalta a los ricos para auxiliar a los pobres. Arquetipo, por cierto, en el que se podría incluir a superhéroes también dotados de doble identidad como Superman o Batman.

El Tulipán Negro, pues éste es el apodo tras el cual se camufla el conde Guillermo de Saint Preux, vive en el Rosellón en vísperas de la Revolución Francesa, y lo único que justifica su nombre es el hecho de que, cuando ejerce como tal, viste completamente de negro sin que en toda la película aparezca tulipán alguno. El truco de la doble identidad se complica todavía más cuando Guillermo, que ha sido herido en la cara por uno de sus enemigos y teme ser identificado, pide ayuda a su hermano Julián con el que guarda un gran parecido -obviamente ambos papeles son desempeñados por Alain Delon-, el cual le sustituirá en su papel de conde de Saint Preux mientras él prosigue en su actividad como Tulipán Negro.

La película es una clara muestra del cine de aventuras de su época, sin demasiadas pretensiones de profundizar en un guión que lo único que busca es entretener y en el que están perfectamente marcados los papeles de los buenos/listos y los malos/tontos, entre estos últimos un sufrido Adolfo Marsillach, así como el previsible final feliz con su puntito de drama. Fue claramente ideada para lucimiento de Alain Delon, y ha permanecido como uno de los clásicos del antamo popular y hoy olvidado género de capa y espada.

No fue sino hasta muchos años después cuando por casualidad la encontré cuando la estaban emitiendo por televisión, y recordando el tema de su presunto rodaje en Alcalá la vi en su totalidad buscando la escena de los decorados a la que he hecho alusión sin el menor resultado. Y como las cadenas tienen la desagradable costumbre de cortar los créditos finales, tampoco pude comprobar si en éstos aparecía el nombre de nuestra ciudad.

Así quedó la cosa hasta que hace relativamente conseguí una copia con la que, esta vez sí, pude escudriñar la película con todo detalle incluidos los créditos... y seguí sin encontrar el menor rastro ni de Alcalá ni de los decorados, esta vez con una certeza casi total. Tampoco figuraba en los títulos de crédito, tal como se puede comprobar en la propia película y en la bases de datos cinematográficos IMdB2, e incluso Fernando Méndez-Leite, cuyo libro Historia del cine español citaba Ballesteros como bibliografía en la ficha correspondiente, tan sólo habla de Cáceres y Trujillo como lugares de rodaje.

Yo fui de la misma opinión, pues aparte de las escenas rodadas en estudios o en parajes naturales, los exteriores que aparecen son fácilmente identificables como pertenecientes a alguna de estas dos ciudades extremeñas, donde aprovecharon los escenarios urbanos sin la menor modificación, algo que por lo demás tampoco hacía falta; de hecho, ni siquiera se molestaron en disimular la conocida estatua de Pizarro que se alza en la plaza mayor de Trujillo, pese a que como cabe suponer no se puede decir que encajara demasiado en la que se suponía era una población del Midi francés. Y por supuesto, tampoco descubrí ningún decorado exterior postizo.

A todo ello se suma la lógica. Disponiendo de esos magníficos entornos arquitectónicos, separadas ambas poblaciones por apenas 50 kilómetros y a 300 de Alcalá la más cercana, ¿qué sentido tendría haber venido hasta aquí para completar alguna escena suelta, recurriendo además a unos decorados que podrían haberse montado en cualquier otro sitio? Aparte de que tampoco necesitaban ir demasiado lejos de Cáceres y Trujillo para disponer de numerosos parajes naturales, mientras los interiores, según IMDb, se rodaron en los estudios Sevilla Films de Madrid y Studios de la Victorine de Niza.

Por lo tanto, me encontré frente a un dilema. Descartada la hipótesis de que El Tulipán Negro hubiera sido rodada, siquiera en una pequeña parte, en Alcalá ya que no existía el menor indicio de que hubiera sido así, ¿de qué película se trataba? Porque los decorados existieron, de eso no cabía la menor duda, y se utilizaron para un rodaje. Se da la circunstancia además de que, aunque han sino numerosas las películas que en mayor o menor medida se rodaron en nuestra ciudad, tan sólo en este caso que yo sepa se recurrió a decorados externos, ni siquiera en superproducciones como Espartaco, limitándose a camuflar discretamente -todavía no habían llegado los efectos especiales digitales- todo aquello que pudiera desentonar con el entorno deseado.

La solución, pensé, estaría en preguntar a personas de mayor edad que la mía que pudieran recordar los prolegómenos del escurridizo rodaje, y asimismo lo suficientemente interesadas en el tema como para que me pudieran aportar detalles fidedignos. Lamentablemente la prematura muerte de Pedro Ballesteros, sin discusión el más versado en el tema de los rodajes cinematográficos en Alcalá, me privaba de la mejor baza; pero busqué otras posibles fuentes de información.

Quien me proporcionó el hilo a partir del cual pude comenzar a desenredar el ovillo fue José Félix Huerta, que también reunía ambas condiciones de edad e interés. Y me lo puso muy fácil, puesto que con los datos que me proporcionó y una rápida consulta tanto en internet como en el libro de Pedro Ballesteros, pude desvelar el enigma.




Cartel de Promesa sagrada


La película que andaba buscando tiene por título Promesa sagrada3, I promessi sposi en italiano; también fue rodada en 1963 -en el catálogo del libro de Pedro Ballesteros aparece justo antes de El Tulipán Negro- y estrenada en 1964, por lo que fueron prácticamente simultáneas. Es una coproducción hispano-italiana dirigida por Mario Maffei, con guión del propio Maffei, Maria Luisa Garoppo, Mario Guerra y Vittorio Vighi, basada en la novela Los novios escrita por Alessandro Manzoni en 1827, una obra muy popular en Italia adaptada al cine en siete ocasiones entre 1908 y esta versión y a la televisión, en forma de miniserie, en otras cuatro entre 1967 y 2004, junto con dos óperas y otros dos musicales.

Los actores no me resultan conocidos: Gil Vidal -francés, pese a su nombre- y la española María Silva como protagonistas, y Carlo Campanini, Ivo Garrani, Lilla Brignone, Umberto Raho y Arturo Dominici en el resto de los papeles principales. La historia se ubica en Lombardía en 1628, y relata una historia de amor entre dos prometidos, Renzo y Lucía, interrumpida por diferentes intrigas en un entorno de guerra y peste, aunque finalmente triunfará el amor. Aquí no puedo opinar sobre la fidelidad de la película a la novela original puesto que no la he leído, mientras tras mucho buscar pude encontrar finalmente una copia4 de la versión italiana, que si bien es más que suficiente para buscar las escenas rodadas en Alcalá, no me sirve demasiado -carece de subtítulos- para poder seguir los diálogos, aunque esto es algo que para lo que pretendo no resulta relevante.

Lo que sí es seguro es que los decorados de la calle de San Bernardo y la plaza de las Bernardas que tanto me llamaron la atención hace casi cincuenta años corresponden efectivamente a esta película. Así lo afirmaba Pedro Ballesteros, dando una completa relación de las poblaciones españolas e italianas en las que se rodó, nueve en total junto con parajes naturales no reseñados, así como los rincones alcalaínos que aparecen, más o menos camuflados, en ella.

Yo, por mi parte, me dediqué a buscarlos en la propia película, algo que posiblemente Pedro no pudo hacer debido al gran volumen de información que manejó así como a la dificultad para conseguir entonces -el libro fue publicado en 1995- copias de los numerosos títulos rodados en Alcalá, a diferencia de la facilidad que proporciona internet,. Gracias a ello, y sin la menor intención de enmendarle la plana, he podido aportar alguna reseña más que a él le pasó desapercibida.

Ésta es la lista de los rincones alcalaínos reflejados en la película, con la indicación del metraje aproximado en el que aparecen en la versión italiana, que es la que he manejado; al no haber conseguir la española ignoro si ésta contaba con el mismo montaje o si sufrió algunas modificaciones que pudieran haber alterado estos datos, aunque no creo que las diferencias, de haberlas, sean grandes. La primera vez que aparece Alcalá es casi a los 45 minutos -la película tiene una duración total de una hora y 42 minutos-, y la mayor parte de las escenas son breves y, digámoslo así, de relleno. Sin embargo el desenlace final está rodado en nuestra ciudad prácticamente por completo a excepción del breve epílogo, centrándose en los decorados de la plaza de las Bernardas y en el campo de fútbol antiguo también completamente camuflado.

El formato del metraje indicado es (h:mm:ss).




El callejón de Santa María


(0:44:26) Callejón de Santa María. El protagonista entra en él huyendo de sus perseguidores por el extremo de la plaza de Cervantes y se dirige hacia la calle de los Colegios. La escena dura apenas ocho segundos.




Posibles escenas rodadas en el Henares y en los cerros


Hay dos breves escenas en las que tengo bastantes dudas. En (1:15:54) aparece una tropa militar acampada en una arboleda que pudiera ser, aunque no puedo afirmarlo con seguridad, alguna de las existentes en la ribera del Henares o en el caz de la isla del Colegio, y en (1:16:56) una columna de soldados camina por un terreno accidentado y desprovisto de vegetación que podría corresponder a los cerros.




Los cerros vistos desde el Val


(1:17:14) Los cerros del Viso, Malvecino (parcialmente) y el Padrastro vistos desde algún punto situado hacia el camino de los Afligidos o el de la Esgaravita, siendo difícil identificar el lugar exacto a causa de la intensa transformación urbanística de la zona. Es una escena de combate y saqueo, con una duración de unos diez segundos, que no aparece recogida en la ficha de Pedro Ballesteros.




La fuente de los Cuatro Caños


(1:21:13) Fuente de los Cuatro Caños en un plano cenital (vista desde arriba). Tan sólo dura seis segundos.




El Colegio de Málaga


(1:22:12). Varios personajes caminan por la calle de los Colegios pasando frente a la fachada del Colegio de Málaga. Llaman a la puerta de éste y dos de ellos entran en su interiorl. La escena dura unos cincuenta segundos.




La calle Trinidad


(1:26:58). Un nutrido grupo de figurantes dobla el recodo de la calle Trinidad en dirección a la plaza de Cervantes. Esta escena, de aproximadamente medio minuto, enlaza con otra (1:27:25) donde el protagonista se encuentra cercano a la esquina de la plaza de las Bernardas con la calle de Santiago junto a la fachada de la que fuera la antigua iglesia del convento de la Madre de Dios, que entonces albergaba a los juzgados y ahora forma parte del Museo Arqueológico junto con el resto del edificio del convento. Está parado junto a una puerta, hoy inexistente, que daba acceso a la desaparecida casa de socorro municipal, y comienza a caminar siguiendo la fachada en dirección al arco de San Bernardo.

Aquí es donde empiezan a aparecer los decorados con los que transformaron drásticamente el aspecto de la calle y, asimismo, lo más interesante de la película en lo que a Alcalá se refiere. Al llegar a la que fuera la entrada del museo, en vez de continuar recta la fachada como ocurre en realidad, sobresale un falso edificio que deja a la puerta escondida en un rincón.




Puerta del Museo Arqueológico. El muro de la izquierda es falso


La razón por la que se cubrió parte de la fachada del museo queda clara si contemplamos con detenimiento la escena: el protagonista llega hasta la puerta real y llama a ésta, asomándose a la ventana falsa una actriz a la cual pregunta por el paradero de su prometida, respondiéndole ésta que vaya a buscarla al lazareto. Es evidente que tras esta “fachada” existía un andamiaje por el que se movían los actores cuyo montaje resultó más fácil allí que delante de una vivienda particular, amén de que el espacio disponible era mayor en la calzada de la plaza que en la propia calle, todavía más estrecha entonces que ahora. Y aunque el trampantojo estaba bien conseguido, no deja de chocar a unos ojos avisados el contraste entre la fachada real, de ladrillo excepto en el zócalo, la puerta y los casetones, que son de piedra, y la fingida, presuntamente toda de piedra.

Otro motivo por el que es probable que se hiciera así fue que al sobresalir el falso edificio rompía la línea de visión creando un “escondite” tras el que podían salir figurantes simulando, igual que en las bambalinas de los teatros, que lo hacían desde una inexistente calle lateral, truco que se repite en otros tramos de la calle e incluso en el propio muro del convento de las Bernardas. Conviene recordar que entonces no existía la calle de la Madre de Dios, por lo que la de San Bernardo tan sólo tenía acceso por sus dos extremos, el arco y la plaza, y además era y sigue siendo completamente recta.




Vista general de los decorados con los figurantes saliendo de los “callejones”


Asimismo tenemos un primer plano de la “casa” situada justo enfrente, es decir, sobre la plaza, cuya acera lateral también fue convertida en una hilera de falsas viviendas que prolongaban la calle desde la esquina de la iglesia de las Bernardas -aunque no se aprecia bien todo parece indicar que también dejaron allí un “callejón”- hasta la plaza de Palacio, en la cual se asoma otra actriz desde una ventana fingida. Puesto que detrás de ella no existía ningún obstáculo, el director pudo realizar un contraplano con la cámara situada detrás de la “ventana” y de la actriz, con un picado -enfoque desde arriba- mostrando al protagonista en la calle.




Los decorados vistos hacia la plaza de Palacio


Al abrirse la cámara a continuación en un plano general aparece una panorámica de los decorados -con falsos callejones laterales incluidos- y el arco de San Bernardo al fondo, cambiando luego el sentido del enfoque hacia los árboles de la plaza de Palacio. Tras rebasar el falso edificio adosado al museo -la escena muestra ahora un carro cargado de cadáveres de víctimas de la peste- vuelve a verse la fachada original con la puerta de carruajes situada al final de ésta y el chaflán que remata la medianería con el edificio vecino.




La calle de San Bernardo en 1963 (fotografía de Baldomero Perdigón) y en la película.
Las viviendas situadas junto al Museo Arqueológico no fueron “camufladas”


Se da la circunstancia de que, salvo el museo y el convento de las Bernardas, el resto de los edificios existentes en la calle de San Bernardo en 1963 han desaparecido, pero por fortuna contamos con una fotografía del inolvidable Baldomero Perdigón, fechada precisamente en ese año, en la que podemos apreciar que varias de las viviendas reales aparecen también en la película, por lo que el “camuflaje” no fue total aunque sí se añadieron algunos “edificios”. Eso sí, tuvieron cuidado en suprimir los tendidos eléctricos que discurrían por los tejados tal como se aprecia en la fotografía.




Otra vista de las viviendas originales, sin tendidos eléctricos en los tejados.
Obsérvese el falso chamizo adosado al muro de las Bernardas


Avanzando en el metraje se aprecia perfectamente el arco de San Bernardo, donde aparentemente colocaron un panel tapando su parte inferior, supongo que para ocultar el tráfico de la entonces carretera Nacional II, y tras él los árboles del parque O’Donnell. Son en total unos cuatro minutos de metraje de una de las escenas más dramáticas de la película, ya que a lo largo de la calle van recogiendo infinidad de víctimas de la peste mientras unos carpinteros preparan ataúdes.




Arriba, todos los edificios que aparecen son decorados excepto la fachada del Museo Arqueológico.
Abajo, el Arco de San Bernardo tapiado parcialmente para camuflar la Nacional II (hoy Vía Complutense)


De allí se salta directamente (1:31:25) a la escena final -a excepción del breve epílogo- también rodada íntegramente en Alcalá, aunque aquí el “camuflaje” es todavía mayor que en la calle de San Bernardo. Tal como describe Pedro Ballesteros ésta se rodó en el antiguo campo de fútbol del paseo del Val -actuales calle Bellavista y galería de alimentación Boisán-, convertido en un claustro conventual con una gran arquería renacentista de cartón piedra. Allí se ha instalado un lazareto en el que los enfermos están hacinados y donde el protagonista busca desesperadamente a su prometida a la cual, obviamente, acabará encontrando sana y salva. El escenario sería irreconocible de no ser porque en varios momentos se vuelven a ver las siluetas inconfundibles de los cerros, tanto el Ecce Homo como el Malvecino.




El campo de fútbol viejo convertido en lazareto. Por encima de
la arquería renacentista fingida sobresale el cerro Ecce Homo


La escena, bastante larga -casi 10 minutos-, termina con una procesión expiatoria en mitad de una lluvia torrencial poco congruente cuando instantes antes el cielo estaba completamente despejado; pero éste es el misterio del cine. Tras su conclusión, tan sólo queda un breve epílogo, de apenas un minuto, que muestra a los dos amantes marchando felices por un paraje que nada tiene que ver con los complutenses.




Otra vista del lazareto con el cerro Malvecino sobre la cabeza del protagonista


Y eso es todo. Pedro Ballesteros indicaba en su libro la posibilidad -dudosa, puesto que la ponía entre interrogantes- de que hubiera también una escena rodada en la calle de Santo Tomás, que yo no he logrado ver por lo cual la descarto, y que el rodaje en nuestra ciudad contó con grandes masas de figurantes alcalaínos cabe suponer que en las dos escenas finales, la de la calle de San Bernardo y la del campo de fútbol, interpretando a los apestados, muchos de ellos muertos o moribundos.




1 Pedro Ballesteros Torres. Alcalá y el cine. Festival de cine de Alcalá de Henares. Alcalá de Henares, 1995.
2 https://www.imdb.com/title/tt0058692/locations?ref_=ttco_sa_4.
3 https://www.imdb.com/title/tt0058496/?ref_=fn_al_tt_2.
4 https://www.youtube.com/watch?v=CwcaWoBS-K4


Publicado el 14-11-2022