El poeta Pedro Laínez (1538-1584)
Un nuevo libro de Emilio Maganto





Ya lo he dicho anteriormente, pero no viene mal repetirlo: el doctor Maganto -ejerció como urólogo hasta su jubilación- es uno de los más importantes cervantistas actuales, como lo demuestran tanto sus libros anteriores como el que acaba de publicar dedicado a Pedro Laínez, un poeta estrechamente vinculado al autor del Quijote que, aunque en esta ocasión aparece en calidad de artista invitado, tuvo mucha relevancia en la vida de Laínez al igual que Francisco de Figueroa, el otro eje de los vínculos literarios de Cervantes en Alcalá y, como éste, nacido en nuestra ciudad.

El libro, cuyo título completo es El poeta Pedro Laínez (1538-1584). Actualización de su vida y obra en el contexto histórico y literario de Miguel de Cervantes1, ha sido publicado por la Universidad en la primavera de 2021 y supone, según me dijo su autor, el fruto de cinco años de un intenso trabajo de investigación en diferentes archivos españoles, el cual ha rendido más de sesenta documentos inéditos que, unidos a la extensa bibliografía consultada por el doctor Maganto, constituyen una ingente contribución a la biografía y el estudio de la obra de este poeta renacentista, muy poco conocidas hasta ahora, así como de su entorno en el que, vuelvo a repetirlo, nos encontramos frecuentemente con Cervantes y Figueroa junto con otros personajes importantes en la historia de España.

Porque el doctor Maganto, apoyándose en el fruto de su trabajo, ha conseguido esclarecer numerosos puntos oscuros de la ajetreada vida de Pedro Laínez, cubriendo lagunas y desmontando hipótesis erróneas, algunas incluso de cervantistas tan significados como Luis Astrana Marín o Joaquín de Entrambasaguas entre otros. Gracias a ello ha podido establecer un perfil biográfico sorprendentemente completo de un personaje fallecido hace más de cuatrocientos años situándolo, y esto es si cabe más importante, en el entorno de la España de Felipe II e incluso en el propio ámbito del monarca y de sus familiares más cercanos como don Juan de Austria o el príncipe don Carlos. Todo ello aderezado con una vida aventurera que presenta unas curiosas similitudes con la de Cervantes -también estuvo en Italia, aunque según todos los indicios no llegó a participar en la batalla de Lepanto- y unos comportamientos del biografiado que se podrían calificar de poco edificantes, ya que a la par de su valía como escritor Laínez no fue en su vida privada lo que se podría calificar como un dechado de virtudes.

Claro está que lo uno no invalida lo otro, aunque Emilio Maganto ha tropezado, al igual que otros investigadores anteriores, con el grave problema de que ninguna obra de Laínez llegó a ser impresa, pese a contar con los permisos legales y ser ésta su voluntad y posteriormente la de su viuda, habiéndose perdido los manuscritos originales. Tan sólo se conservan diversas copias más o menos completas de sus poesías, las cuales no cubren por desgracia la totalidad de lo que se sabe escribió nuestro personaje.

En cuanto a su vida personal, como ya he apuntado, resultó ser casi novelesca. Pedro Laínez pertenecía a una familia de la baja nobleza madrileña tradicionalmente vinculada a las servidumbres de las monarquías portuguesa y española, por lo que no es de extrañar que durante muchos años formara parte de la casa del príncipe don Carlos y, tras el fallecimiento de éste, de la de don Juan de Austria durante su estancia en Italia. Muerto también el segundo, Laínez quedó cesante y pretendió repetidamente, sin resultado, conseguir un nuevo cargo en la corte de Felipe II o en la casa de alguno de los principales personajes de su entorno o, en su defecto, de alguna prebenda real que tampoco llegó.

Este fracaso, unido a su carácter mujeriego y derrochador -Maganto afirma que perdió grandes cantidades de dinero en el juego-, motivó que durante buena parte de su vida Laínez atravesara por preocupantes estrecheces económicas y que incluso llegara a poner en peligro el importante patrimonio familiar, lo que le acarreó problemas primero con su madre y posteriormente con sus hermanos, e incluso tras su fallecimiento entre éstos y su viuda.

Por cierto, es preciso desmentir la errónea creencia -yo también me hice eco de ella en su momento- de que Laínez, al igual que Cervantes y Figueroa, había nacido en Alcalá. En realidad era madrileño, al igual que el resto de su familia, estando ubicada su casa solariega en la calle de Toledo frente al Hospital de La Latina y detrás del de La Pasión, a la altura de la plaza de la Cebada. Ubicación que pertenecía a la antigua parroquia de los Santos Justo y Pastor, hoy basílica pontificia de San Miguel, lo que resulta una curiosa vinculación -aunque fuera tangencial- con nuestra ciudad.

Sin embargo, Laínez sí mantuvo estrechos vínculos con Alcalá por varias vías. Como miembro del séquito del príncipe don Carlos acompañó a éste durante sus estudios en la Universidad, e incluso Maganto da por hecho que él mismo debió de estudiar en ella, aunque aparentemente no de manera oficial ya que su nombre no figura en los libros de matrículas... nada excepcional, puesto que también ocurrió lo mismo con el propio Lope de Vega.

Asimismo mantuvo una estrecha relación de amistad con Figueroa, que vivía en Alcalá, con Cervantes aunque éste fue más trotamundos, y con el cirujano y poeta alcalaíno Juan de Vergara, entre otros. También ha reseñado Maganto que Laínez se movió, incluso en fechas más tardías cuando ya Figueroa se había retirado, por los círculos literarios surgidos en torno a la Universidad, algunos tan significados como el promovido por el futuro cardenal Ascanio Colonna. Así pues, hay sobrados motivos para considerar alcalaíno a Laínez, aunque fuera de adopción.

Sus vínculos con Cervantes fueron intensos. El autor del Quijote le considera su maestro en La Galatea, y consta que mantuvieron su amistad durante muchos años aunque Maganto sospecha, a juzgar por diferentes indicios, que pudieron haberse distanciado en los últimos años de la vida del poeta. También fueron amigas sus respectivas esposas, Catalina de Salazar y Juana Gaitán, ambas oriundas de Esquivias (Toledo), lo que relaciona claramente a ambos matrimonios, como ya se sabía. Tardío el de Laínez, con una gran diferencia de edad -el poeta era mucho mayor que su esposa- y con sospechas por parte de Maganto de que pudiera haber sido un matrimonio de conveniencia para poner a salvo los bienes de Laínez -una vez fallecidos sus padres ejercía el mayorazgo de la familia- de las reclamaciones de sus hermanos, que al parecer tan sólo heredaron de él sus cuantiosas deudas.

No obstante el supuesto distanciamiento entre los dos escritores, Cervantes ayudó a la viuda de Laínez en sus intentos de editar las obras del poeta, aunque como ya he comentado con resultados infructuosos, lo que indica que la relación se mantuvo durante muchos años después de fallecido éste, como lo demuestra la presencia como testigo de la viuda en el proceso abierto en Valladolid por la muerte de Gaspar de Ezpeleta en junio de 1605.

Como la extensión del libro -más de quinientas páginas sin contar los apéndices- y la densidad de los datos aportados por el doctor Maganto hacen imposible que lo pueda resumir aquí, les invito a leerlo ya que merece realmente la pena no sólo para los interesados en la obra y la vida de Pedro Laínez, así como en las de Cervantes y Figueroa, sino también por el vívido fresco que nos presenta el autor de la España de su época, incluyendo aportes curiosos que yo desconocía como por ejemplo el complejo mecanismo legal que regulaba los matrimonios, consistente en una sucesión de ceremonias -esponsales, desposorio y velaciones- junto con el complejo asunto de las dotes, las cuales se comprometían bajo documentos notariales, o la no menos peculiar asignación de apellidos que hacía que los diferentes hermanos de una misma familia los tuvieran diferentes.

Voy a terminar, pues, con un comentario sobre el autor del libro, creo que merecido. Emilio Maganto, vuelvo a repetirlo, ha demostrado ser un concienzudo investigador capaz de rastrear todo tipo de archivos encontrando documentos que habían pasado inadvertidos incluso para los cervantistas más renombrados, lo cual ya es de por sí un notable mérito.

Pero a diferencia de otros investigadores históricos, que parecen estar convencidos de que su trabajo termina una vez exhumada la documentación pertinente, por lo que se limitan a soltarla en crudo para desesperación del lector interesado, pero no avezado en el tema, el doctor Maganto tiene la nada frecuente habilidad de saber elaborarla presentándola, sin que pierda un ápice de rigor, de una forma no sólo accesible sino también amena, lo cual, teniendo en cuenta su naturaleza y su profundidad, es un notable mérito, máxime cuando no se limita a relatar los avatares del biografiado y su relación con personajes tan ilustres como Cervantes, sino que aprovecha además, tal como he comentado, para mostrarnos un vívido fresco de la España de Felipe II en unos momentos en los que en las tierras hispánicas no se ponía el sol.




1 El poeta Pedro Laínez (1538-1584). Actualización de su vida y obra en el contexto histórico y literario de Miguel de Cervantes. Emilio Maganto Pavón. Monografías de Humanidades, nº 83. Universidad de Alcalá (2021).


Publicado el 25-6-2021