La presencia de Don Quijote en Daimiel



Daimiel, una de las localidades a mitad de camino entre un pueblo grande y una ciudad pequeña que jalonan la llanura manchega, es conocida principalmente por el cercano parque nacional que lleva su nombre, las Tablas de Daimiel, famoso por sus parajes naturales y la numerosa fauna que lo puebla estable o temporalmente durante las migraciones anuales, y también por la desafortunada gestión del agua que le llevó al borde de la catástrofe y que aún hoy no ha sido resuelta por completo. Pero ésta es otra historia.

Daimiel, con sus 18.000 habitantes, es una agradable población que, aun sin contar con el patrimonio histórico de su vecina Almagro, merece una visita con la que poder disfrutar de su patrimonio religioso (las parroquias de Santa María y San Pedro, el convento de las Mínimas y varias ermitas), el Teatro Ayala, el Museo Comarcal, la interesante plaza mayor con el olivo milenario que se yergue en uno de sus extremos y, para los amantes de la arquitectura contemporánea, los edificios construidos por Miguel Fisac, natural de Daimiel: el antiguo Instituto Laboral (actual Centro de Interpretación del Agua y los Humedales Manchegos), el Mercado de Abastos y el edificio de viviendas del Parterre.




Fotografía tomada de spaincenter.org


Pero lo que aquí nos interesa es su vinculación con la obra cervantina, algo lógico dadas su ubicación en pleno corazón de la Mancha -en concreto en el Campo de Calatrava- y su inclusión en la Ruta de Don Quijote. Así, nada mejor para empezar que el llamativo panel cerámico que da la bienvenida al visitante a la entrada de la población por la N-430A, junto al pabellón ferial y el puente sobre el magro río Azuer. Lamentablemente yo no pasé por allí, por lo que he tenido que recurrir, tal como indico, a una fotografía bajada de internet. Como puede comprobarse, está realizado en azulejos sobre un muro de ladrillo y, bajo el nombre del pueblo flanqueado por el escudo local y el de la orden de Calatrava, nos encontramos con un tríptico dedicado en su parte central a las Tablas de Daimiel, denominadas aquí “Un lugar de la Mancha”, mientras los dos laterales representan a Don Quijote y Sancho Panza. En la parte inferior izquierda del panel central, junto a los patos, aparece la firma de Vicente Carranza Escudero, natural de Daimiel y reconocido coleccionista de cerámica -su colección se puede contemplar en el Museo Comarcal de Daimiel y en el Museo de Santa Cruz de Toledo- así como presidente de la empresa que lo ejecutó, Cerámicas Paz y Cía, radicada en Madrid. Lamentablemente no he podido averiguar ni el nombre del ceramista que lo ejecutó ni la fecha en la que se hizo.




Vista general de la fuente


No acaba aquí el mecenazgo cervantino de Vicente Carranza. En 1891 se inauguró la Fuente de la Fortuna, llamada así porque su figura principal es una representación en bronce de esta diosa clásica, aunque en Daimiel se la conoce popularmente como la Fuente de la Manola. Ubicada en la plaza del Parterre, junto a la iglesia de Santa María y al Teatro Ayala, el vaso que rodea al grupo escultórico está decorado con nueve escenas del Quijote pintadas sobre azulejos, una en cada cara de éste. Los paneles cuentan con un breve texto alusivo a la escena que representan, y algunos ostentan también la firma de Cerámicas Paz y Cía. El penúltimo de ellos, asimismo, cuenta con una inscripción que reza: “D. Vicente Carranza donó para su pueblo la cerámica de su Manola. Cerámicas Paz y Cía”. Aunque como cabe suponer los paneles cervantinos son posteriores a la fuente -Vicente Carranza nació en 1928-, no he podido determinar la fecha en la que fueron colocados, y también desconozco el criterio seguido para ordenarlos dado que no siguen una pauta cronológica.

Pasemos a verlos en detalle uno por uno, reflejando también los textos que los acompañan.



1. “La razón de la sinrazón que a mi razón se hace”. Alude a la locura que afectó al hidalgo a causa de la lectura de los libros de caballerías, y pertenece al primer capítulo de la primera parte del Quijote.



2. “Se vino adonde D. Quijote estaba, al cual mandó hincar de rodillas”. En el tercer capítulo de la primera parte nuestro hidalgo es armado caballero por el dueño de una venta al que él cree señor de un castillo.



3. “Subieron una cuesta arriba, desde la cual, descubrieron su aldea”. Aunque la escena es genérica y podría ser aplicada a numerosos episodios del Quijote, por el texto sabemos que corresponde al capítulo 72º de la segunda parte, cuando ya Don Quijote retorna a su aldea terminadas ya sus andanzas.



4. “Y embistió con el primer molino que estaba delante”. Capítulo 8º de la primera parte y sin duda uno de los episodios más conocidos, en el que Don Quijote confunde a unos molinos de viento con gigantes con el resultado que era de esperar.



5. “Se entró por medio del escuadrón de las ovejas y comenzó de alancearlas”. Capítulo 18º de la primera parte y otro de los episodios famosos del Quijote, con el caballero embistiendo a un rebaño de ovejas a las que confunde con un ejército enemigo.



6. “De la brava y descomunal batalla que Don Quijote tuvo con unos cueros de vino tinto”. Pertenece al capítulo 35º de la primera parte, y narra la batalla librada por Don Quijote contra unos odres de vino a los que acuchilla creyéndoles un gigante, con el lógico disgusto del ventero en cuyo establecimiento se alojaba.



7. “Que así como Clavileño bajó ardiendo por los aires”. Clavileño es el ficticio caballo volador en el que son montados Don Quijote y Sancho a modo de burla de los duques y sus sirvientes. Corresponde al capítulo 41º de la segunda parte, y lamentablemente el panel se encuentra muy deteriorado.



8. “Siempre Sancho lo he oído decir, que el hacer bien a villanos, es echar agua al mar”. Así le habla Don Quijote a su escudero cuando en el inicio del capítulo 23º de la primera parte se lamenta de la monumental paliza recibida por ambos de manos de los galeotes en pago por su imprudente liberación.



9. “Recogió las armas, hasta las astillas de la lanza, y liólas sobre Rocinante”. Alude el panel al episodio narrado en el capítulo 5º de la primera parte, colofón de la primera salida del hidalgo, cuando éste vuelve a casa maltrecho tras una pelea con unos mercaderes con los que tropezó en su camino.


Publicado el 19-3-2019