La presencia de Cervantes en Alcázar de San Juan





Fotografía tomada de Alcázar Cervantino



Alcázar de San Juan es una ciudad de treinta mil habitantes situada en el noreste de la provincia de Ciudad Real, en plena Mancha y más concretamente en la comarca del Campo de San Juan, de la que es cabecera histórica. Su economía, basada tradicionalmente en la agricultura, recibió un importante impulso tras la llegada del ferrocarril a mediados del siglo XIX, dado que fue allí donde se trazó uno de los más importantes nudos ferroviarios del país en el que confluyen las líneas de Andalucía y Levante en dirección a Madrid.

Por ser una población manchega era de esperar que en ella, al igual que en otras muchas localidades vecinas, se rindiera homenaje tanto al Quijote como a su autor, Miguel de Cervantes; sin embargo, en esta ocasión tenemos el factor añadido de que durante mucho tiempo Alcázar disputó a Alcalá el honor de haber sido la cuna del más importante escritor en lengua española.

El origen de la disputa fue la partida de bautismo, fechada el 9 de noviembre de 1558, que a nombre de Miguel de Cervantes Saavedra encontraron en 1748 en el archivo parroquial de la iglesia de Santa María de Alcázar de San Juan, cuya autenticidad por cierto cuestiona más de un cervantista. Y aun si fuera auténtica, no hay nada de extraño en una coincidencia de nombres que entonces eran relativamente frecuentes.

Puesto que más o menos por esa misma fecha se descubrió también la correspondiente partida de bautismo alcalaína, pronto hubo de saltar la polémica entre las dos ciudades, apoyada cada una de ellas por sus respectivos argumentos: Alcázar esgrimía a su favor el Saavedra del segundo apellido paterno -no materno- de su Miguel de Cervantes, mientras Alcalá contaba como pruebas las cartas autógrafas del autor del Quijote afirmando su condición de alcalaíno, amén de que por entonces el tema de los apellidos no estaba regulado tal como lo está ahora, de modo que la gente disponía de ellos a su libre albedrío sin más límite que su pertenencia a alguna de sus ramas familiares, siendo habitual que hermanos de padre y madre firmaran con apellidos diferentes.




Supuesta partida bautismal de Cervantes
Fotografía tomada de Cosas de Alcázar de San Juan


Había asimismo una cuestión importante que los alcazareños solían pasar por alto. Su Cervantes era once años más joven que el alcalaíno, lo que hacía que su edad fuera difícil de encajar en algunos avatares históricos suficientemente contrastados del autor del Quijote, en especial la batalla de Lepanto, a la que habría acudido como soldado con tan sólo trece años... una precocidad notable ya que, si bien había muchachos de su edad en los Tercios, lo eran en calidad de mozos o mochileros, es decir, criados y ayudantes, nunca como soldados. Y Cervantes, no lo olvidemos, combatió en primera línea recibiendo varias heridas, incluida la que le privó del uso de la mano izquierda.

La incongruencia de la reivindicación alcazareña es todavía mayor si se consideran los años anteriores de su vida, que le habrían hecho huir de España tras herir a un rival en un duelo a los once años de edad -al parecer por lo que hoy llamaríamos acoso sexual a una de sus hermanas- y convertirse en secretario del cardenal Acquaviva a los doce, lo que habría supuesto una precocidad realmente asombrosa. Por el contrario, en la biografía del Cervantes complutense, once años mayor que su tocayo alcazareño, todo encaja perfectamente.

En cualquier caso, de haberse tratado de un personaje menos significado posiblemente esta controversia habría acabado convirtiéndose en una larga, irresoluble y, en definitiva, bizantina discusión entre los respectivos cronistas y eruditos locales, por lo general más interesados en el lustre de sus respectivas ciudades que en el estricto rigor histórico. Pero la figura de Cervantes era demasiado importante, por lo que numerosos historiadores y cervantistas de prestigio realizaron ya desde el siglo XVIII una serie de investigaciones que despejaron cualquier tipo de dudas sobre los hitos biográficos de nuestro escritor. En especial Luis Astrana Marín publicó, entre 1948 y 1958, su monumental Vida ejemplar y heroica de Miguel de Cervantes Saavedra, donde a lo largo de siete tomos desgrana con todo detalle no sólo la vida de éste, sino también las de sus familiares más directos remontándose varias generaciones en su genealogía, dejando fuera de toda duda su vinculación con Alcalá al tiempo que descartaba de forma tan definitiva como irrebatible la vieja y desacreditada reivindicación de Alcázar de San Juan.

Pese a que estas alturas ya no tiene el menor sentido seguir discutiendo sobre este tema, lo cierto es que en la localidad manchega el rescoldo todavía no se ha apagado del todo, arropado ahora bajo el aséptico calificativo de “tradición alcazareña” y alentado por unos políticos cuya autoridad como expertos cervantinos es tan nula como palmario su oportunismo. En 2014 el Ayuntamiento de Alcázar nombró “hijo predilecto” a Cervantes alegando que su presunto nacimiento en la localidad manchega estaría avalado, a decir del entonces alcalde, por “numerosísimos estudios e investigaciones, sobre todo a partir del siglo XIX y durante todo el XX, a cargo de nombres como los de Francisco de Paula, Fray Alonso Cano, Ángel Ligero, Rafael Mazuecos o Manuel Rubio”, ninguno de los cuales figura evidentemente en las listas de cervantistas reconocidos.

Aún hoy, en pleno 2021, se puede leer en la propia página web municipal que “desde entonces la polémica no ha desaparecido”; polémica unilateral, añadiría yo, ya que no cuenta con el apoyo de ni un solo cervantista y es defendida tan sólo por historiadores locales, mientras en otras páginas de iniciativa particular no se andan con medias tintas defendiendo a capa y espada el presunto origen alcazareño del autor del Quijote, por supuesto sin el menor respaldo documental mínimamente fiable.

Algo que dicho sea de paso tampoco es de extrañar, teniendo en cuenta que existen teorías aún más peregrinas como la de su hipotético origen argandeño con el argumento de que la madre de Cervantes, al ser natural de esta localidad, era lógico (sic) que hubiera ido a dar a luz a casa de su familia -¿a sus otros hijos también?-, marchando recién parida y por los pésimos caminos de entonces a Alcalá para bautizar allí a Miguel en lugar de hacerlo en Arganda. Conviene recordar que entonces no existía el registro civil ni, por consiguiente, los certificados de nacimiento, sino tan sólo -y no en toda España- las partidas de bautismo.

O sanabrés en base a las pintorescas elucubraciones de su defensor, capaz de hacer una lectura paralela del Quijote encontrando en él suficientes referencias ocultas que demostrarían que Cervantes era natural de esta comarca zamorana, con argumentos tan fehacientes como que su familia -y por lo tanto también él- provendría de Cervantes, una pequeña localidad de Sanabria, según lo cual yo tendría que ser catalán, y no alcalaíno, puesto que mi apellido procede de una aldea del Pirineo leridano. Eso sin contar con que existe otro Cervantes en la provincia de Lugo, por lo cual según su razonamiento Cervantes también podría haber sido gallego.

E incluso catalán, aunque aquí Cervantes no fue el único secuestrado ya que estos seudohistoriadores, por llamarles algo, también arramblan con Cristóbal Colón, Santa Teresa, el Cid, el Gran Capitán, Leonardo da Vinci, Shakespeare, Beethoven, la familia Rockefeller y cuanto personaje famoso se les pone por delante, lo que le hizo decir irónicamente a un periodista que tan sólo les había faltado apropiarse de Jesucristo, que en lugar del Mar de Galilea, añado yo, cabe suponer que habría caminado sobre las aguas del lago de Bañolas y habría sido crucificado, obviamente, en Madrid. Claro está que en este caso no se trata de eruditos locales carentes del menor rigor histórico pero a su manera sinceros, sino de una maniobra orquestada -y subvencionada- por el nacionalismo catalán más radical y cerril con la transparente pretensión de inculcar a sus incondicionales lo que últimamente se ha convenido en denominar la posverdad más delirante.

En cualquier caso, lo que no se puede negar es la profunda raigambre de Alcázar de San Juan con Cervantes y el Quijote, patrimonio ambos no sólo de España sino de toda la humanidad, con independencia de su indubitable -y por lo demás accidental, como todos- nacimiento en Alcalá.




Supuesta casa natal de Cervantes
Fotografía tomada de Alcázar cervantino


Asimismo, la intención de este artículo no es la de perder tiempo rebatiendo el presunto origen alcazareño -o de cualquier otro lugar espurio- de Miguel de Cervantes, que para eso están las investigaciones de una legión de cervantistas, sino la de reflejar la huella cervantina en Alcázar de San Juan. Porque, como cabe suponer, ésta es abundante pese a que en su mayor parte, y en aparente paradoja con la añeja reivindicación local, se trata de iniciativas muy recientes.

Existió, por supuesto, una casa natal de la que, a diferencia de la alcalaína, no me consta que ningún cervantista identificara su ubicación, la cual fue demolida con anterioridad a 1972, fecha en la que se descubrió una lápida en la fachada del edificio que la sustituyó que rezaba lo siguiente:




Lápida conmemorativa de la supuesta casa natal de Cervantes


EN UNA CASA SITUADA
EN ESTE MISMO LUGAR
NACIO
MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA
SOCIEDAD CERVANTINA 23 DE ABRIL DE 1972


Y siguieron porfiando, porque en la actualidad está sustituida por otra de idéntica redacción, salvo en la fecha:




Lápida conmemorativa de la supuesta casa natal de Cervantes
Fotografía de Luis Miguel Román publicada en Alcázar lugar de Don Quijote


La casa natal, cuyo único respaldo era una tradición local, se encontraba en la denominada plaza de Cervantes, donde se alza un obelisco conmemorativo de su nacimiento. Según explica Luis Miguel Román en su página Alcázar, lugar de Don Quijote, el original fue erigido en 1879 y retirado en 1914. El actual es una reproducción de 2009, y cuenta con un medallón con el busto de Cervantes copiado del retrato apócrifo de Jáuregui y una placa en la que se vuelve a insistir en el presunto origen alcazareño del autor del Quijote:




Obelisco de la plaza de Cervantes. Fotografía de Wircky


ALCÁZAR DE SAN JUAN
A SU EXCELSO HIJO
MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA


Sin embargo, Alcázar careció hasta 1999 de una estatua dedicada a Cervantes. Ésta se erigió el 23 de abril de ese año en la plaza de Santa María, situada entre la parroquia de este nombre -lugar de bautismo del Cervantes local- y el torreón del Prior, uno de sus principales monumentos. La escueta -y aséptica- inscripción del pedestal reza lo siguiente:




Monumento a Cervantes. Vista general


ALCAZAR DE SAN JUAN
A
D. MIGUEL
DE CERVANTES SAAVEDRA
23 ABRIL1999


La escultura, de bronce fundido a la cera y notable calidad artística, representa a un Cervantes de tamaño natural ataviado con la indumentaria propia de su época, lo que hace recordar a las esculturas similares -aunque muy anteriores- existentes en Madrid o Valladolid, así como a la propia de Alcalá. En el borde de la peana sobre la que se apoya viene la firma de los escultores, Teresa Guerrero Serrano (Córdoba, 1966) y Javier Martínez Pérez (Madrid, 1968), y el año de su ejecución, 1999.




Monumento a Cervantes. Detalle


Las esculturas de los personajes cervantinos, por el contrario, se adelantaron en bastantes años a la de su creador literario, ya que fueron inauguradas el 2 de mayo de 1971. Están ubicadas en la plaza de España, junto al ayuntamiento, y son obra del escultor Marino Amaya (Astorga, 1926 - Málaga, 2014). Se trata de dos figuras ecuestres -don Quijote montando a Rocinante y Sancho Panza al rucio- fundidas en bronce patinado, las cuales recuerdan un tanto a sus homólogas de la madrileña plaza de España.




Vista general del grupo escultórico




Detalle de la escultura de don Quijote




Detalle de la escultura de Sancho Panza


El patrimonio escultórico cervantino -o quijotesco- de Alcázar de San Juan cuenta también con Don Quijote Cósmico, un busto del caballero andante obra de Santiago de Santiago (Navascurial, Ávila, 1925), autor de las esculturas alcalaínas de Isabel la Católica y el Arzobispo Carrillo. El Quijote de Santiago de Santiago se alza en la recoleta plaza de Palacio, no muy lejos de la estatua de Cervantes, y la lápida del pedestal nos aporta la siguiente información sobre el mismo:


Quijote Cósmico. Vista general (izquierda) y detalle (derecha)



DONACION DE LA
FUNDACION CERVANTINA
DE MEXICO.
ALCAZAR DE SAN JUAN - OCTUBRE - 1992


La Fundación Cervantina de México es una entidad cultural fundada y presidida por Eulalio Ferrer, un empresario de origen español, y está radicada en la ciudad de Guanajuato, conocida internacionalmente por su festival cervantino. Realmente Alcázar de San Juan tuvo suerte, porque a principios de los años 90, aproximadamente cuando esta Fundación le entregaba la estatua, Alcalá recibió una oferta similar que jamás llegó a verse materializada, lo que no impidió que a Eulalio Ferrer se le galardonara en 1990 con la medalla de oro de la ciudad y se diera su nombre a una biblioteca pública, ahora dedicada con mayor merecimiento al poeta alcalaíno José Chacón.

No acaba aquí la escultura cervantina presente en Alcázar. Don Quijote leyendo, o El hidalgo y su gato, es una obra en bronce del escultor José Lillo Galiani (Valdepeñas, 1948). Fue la ganadora de un certamen de escultura de temática quijotesca convocado en 2005 por el Ayuntamiento local, y desde 2007 se encuentra frente a la oficina de turismo, en la confluencia de la avenida de Herencia con la rondilla de la Cruz Verde.




Don Quijote leyendo. Fotografía publicada en Cervantes virtual


Todavía cabe reseñar, dentro del apartado escultórico, el original Quijote encestando que preside la sede de la Federación de baloncesto de Castilla la Mancha, situada en la calle Francisco de Ocampo.




Don Quijote encestando. Captura de Google Maps


Otra faceta quijotesca de Alcázar de San Juan son los azulejos. En la antigua fonda de la estación y en la vecina sala de espera se conserva un conjunto de paneles realizado por artesanos sevillanos en 1873, con más de trescientos dedicados a diferentes escenas del Quijote.




Azulejos de la fonda de la estación. Fotografía de Wircky


Un segundo grupo de azulejos se encuentra enel parque, o paseo, de Cervantes, construido en la década de 1920. De esta época es la glorieta que, de forma similar a la existente en el parque de María Luisa de Sevilla, dispone de cuatro bancos decorados con un total de 291 azulejos que recorren la totalidad de las dos partes del Quijote, los cuales por cierto fueron vandalizados en marzo de 2021.




Bancos del paseo de Cervantes
Vista general (fotografía de Alcázar lugar de Don Quijote)
y detalle de uno de los bancos (fotografía de Tripadvisor)


En el mismo parque se alza también un moderno auditorio al que el profesor de Bellas Artes Franz Campoy decoró recientemente con grafitis que representan a Don Quijote, Sancho Panza, los ojos de Dulcinea y varias escenas cervantinas, así como, por la parte trasera, con un retrato de Cervantes inspirado en la estatua que preside el monumento de la plaza de España madrileña.




Grafitis de Franz Campoy. Fotografía de Cosas de Alcázar de San Juan


En junio de 2021 el artista local Javier López, que firma como Jops, decoró con un mural una de las paredes del antiguo silo de cereales ubicado en la estación de ferrocarril. Este mural, de grandes dimensiones, representa a Don Quijote jinete en Rocinante, y en un futuro está previsto que se le sumen, en diferentes paredes del silo, otros nuevos que tendrán como protagonistas a Sancho Panza y a un molino de viento.




Grafiti de Jops. Fotografía de El semanal de la Mancha


Alcázar también cuenta, en su comparsa de gigantes y cabezudos, con los gigantes de Cervantes, Don Quijote, Sancho Panza y Dulcinea.




Gigantes cervantinos de Alcázar de San Juan. Fotografía de La Tribuna de Ciudad Real


Para terminar, es preciso recordar que el callejero de Alcázar de San Juan rinde un profuso tributo a la obra cervantina, con calles dedicadas no sólo a los principales personajes del Quijote -el propio Don Quijote, Sancho Panza, Dulcinea, Aldonza, Sansón Carrasco, Rocinante...- sino también a otros secundarios -incluyendo lugares u objetos- como la pastora Marcela, el Vizcaíno, Teresa Panza, Melisendra, Cardenio, Maese Nicolás, Ginés de Pasamonte, Caballero de los Espejos, Sabio Frestón, Sanchica, Yelmo de Mambrino, Fierabrás, Clavileño o Barataria, hasta rebasar la docena. En cuanto a Cervantes, nos encontramos con una plaza y el parque o paseo, a los que hay que sumar un instituto de enseñanza media y una biblioteca pública.


Publicado el 25-9-2008
Actualizado el 29-7-2021