Mi aportación al callejero complutense (I)
La actualización de 1985





Recuperar la plaza del Padre Lecanda fue una de mis mayores satisfacciones



Un dato sobre mis actividades en Alcalá que muy pocos conocen, no porque lo haya ocultado sino porque nunca me ha gustado darle más publicidad que la necesaria, es que durante bastantes años colaboré de forma activa con el ayuntamiento para actualizar el callejero, razón por la que soy el responsable directo de un buen puñado de denominaciones de las vías públicas de la ciudad. Como ha pasado ya bastante tiempo de ello -dejé de hacerlo, por voluntad propia y por razones que no vienen al caso, en 1999- creo que ha llegado el momento de dejar constancia de ello sin correr el riesgo de ser acusado de vanidoso.

Mi primer contacto con el callejero complutense tuvo lugar a finales de 1985. Entonces yo estaba en paro y fui contratado, junto con otras tres personas, para formar un equipo que, dirigido por el responsable de la sección de Estadística del ayuntamiento, tuvo la misión de poner orden en el caótico callejero de la ciudad. Aunque al igual que el resto de mis compañeros pasé por un examen de selección, el hecho de que llevara varios años abordando este tema en mis artículos publicados en la prensa local ayudó innegablemente a ello.

Cuando abordamos el trabajo el callejero necesitaba realmente un buen repaso. Alcalá había crecido mucho en las décadas anteriores y los responsables del mismo no se habían preocupado demasiado de este problema, lo cual creaba trastornos reales en especial en algunos barrios en los que la política habitual de las constructoras -con el consentimiento municipal, todo hay que decirlo- había consistido en denominar a los barrios como urbanizaciones con una numeración común para todos los portales que las constituían, ignorando por completo el sistema clásico de calles y numeraciones independientes para cada una de ellas. En consecuencia, buscar un portal en concreto en muchos lugares de Alcalá -y yo tenía experiencia al respecto dado que años atrás uno de mis trabajos mientras estudiaba había sido precisamente repartir cartas- podía convertirse en una tarea realmente complicada.

En un principio la tarea del equipo era únicamente la de renumerar las calles que lo necesitaran, ya que la asignación de nuevos nombres correspondía a Cultura, no a Estadística; pero el concejal de Cultura no puso inconveniente en que nosotros asumiéramos también esta tarea -trabajo que se quitaba de encima-, razón por la que también pusimos nombres nuevos a casi 80 vías públicas de la ciudad que, por una u otra razón, lo necesitaron, no sólo aquéllas que carecían del mismo, sino también cambiándoselo a otras que lo tenían duplicado.

Aunque fue un trabajo en equipo, por lo que la responsabilidad se repartió entre todos, yo tomé la iniciativa de proponer nombres siguiendo en general los criterios que habían regido con anterioridad. Así, y siempre buscando que los nombres tuvieran una base cultural y, en lo posible, que estuvieran relacionados con la historia de Alcalá, se procuró respetar las tendencias ya implantadas en los barrios de forma que, en aquellos en los que las calles estuvieran dedicadas a determinado tema, las nuevas calles siguieran idéntico criterio. En algunos casos se rescataron denominaciones que, aunque propuestas, no llegaron a ser efectivas, y en uno en concreto, el de la plaza del padre Lecanda, se recuperó esta denominación tradicional arrasada años antes por la fiebre que limpió el callejero de denominaciones franquistas, pese a que el padre Lecanda no tuviera nada que ver con este dictador ni con la guerra civil, y sí mucho con la historia y la cultura alcalaínas. En otros, se intentó rescatar denominaciones que sí figuraban teóricamente en el callejero, como la puerta de Mártires, la puerta de Madrid o el camino de Teatinos que, por diferentes razones, no eran efectivas.

En total fueron 79 las calles y plazas bautizadas o renombradas, conforme a un anuncio que publicó el ayuntamiento en la prensa local y del cual conservo copia. Reproduzco la relación completa, que está ordenada según la división en distritos entonces vigente, y que suprimo -aunque no el orden de las calles- ya que no corresponde con la actual:

Padre Lecanda (plaza), Capuchinos, Vicente Espinel, Gonzalo Gil, Pedro Gómez de la Serna, Pablo Coronel, Diego López de Zúñiga, Alonso de Toro, Juan de Vergara, Pedro de Lerma, Bartolomé de Castro, Pedro de Mendoza, Escultor Claudio, Hans Sevilla, José Sopeña, Juan Gómez de Mora, Pedro de la Cotera (plaza), Río Cañamares, Río Aliendre, Río Torote, Río Sorbe, Río Dulce, Río Badiel, Río Jarama (plaza), Río Bornova, Río Tajuña, Simón García de Pedro, Pedro Sarmiento de Gamboa, Arzobispo Bernardo, Lorenzo Hervás y Panduro, José de Elola y Gutiérrez (plaza), Padre Flórez, Alonso Deza, Fernando Flandes, Arzobispo Raimundo, Leandro Fernández de Moratín, Luis Astrana Marín, Pintor Juan de Arellano, Eduardo Pascual y Cuéllar, Fray Juan Gil, Diego Ros y Medrano, León Marchante, Amadeo Vives, José Serrano, Nuevo Baztán, Olmeda de las Fuentes, Los Hueros, Santorcaz, Loeches, Campo Real, Torres de la Alameda, Villalbilla, Fuente el Saz de Jarama, Los Santos de la Humosa, Anchuelo, Hermano Bautista, Pablo de Olavide, Villa de Talence (plaza), Sigüenza, Ciudad Real, Villalar de los Comuneros, Zaragoza, Cartagena, Cádiz, Valencia, Tarragona, Huesca, Alicante, Sancho IV, Enrique III, Infante don Alfonso, Princesa de Éboli, Agustín Moreto, García de Loaysa, Padre Mariana, Cardenal Fonseca, García Gudiel, Vía Complutense y Ronda del Henares, aunque esta última englobó a la ya existente calle del Río Henares.

De todos estos nombres la mayoría fueron propuestos por nosotros excepto los siguientes, que corresponden a iniciativas del alcalde o de los concejales: Simón García de Pedro (un antiguo alcalde socialista), Villa de Talence (población francesa hermanada con Alcalá), Fray Juan Gil (el trinitario que rescató a Cervantes en Argel) y Vía Complutense que, dada su importancia, preferimos que fueran ellos quienes la bautizaran, aunque sí sugerimos que apareciera el antiguo gentilicio de la ciudad.

Como anécdota, cabe reseñar que el nombre de Padre Mariana fue propuesto para rebautizar a la calle de la Ballesta, al existir una petición de los vecinos de la misma debido a que no les gustaba a causa de las connotaciones negativas de su homónima madrileña... y al parecer tampoco les gustó demasiado la alternativa, pero con ella se quedaron.

Hoy en día casi todos estos nombres siguen figurando en el callejero en las mismas ubicaciones que se les asignaron, pero hay excepciones. Los vecinos del barrio de los Nogales, empeñados en seguir viviendo en el Parque de los Nogales -estos parques de ladrillos en vez de árboles eran frecuentes en las pomposas denominaciones que las constructoras daban entonces a sus promociones-, rechazaron que se normalizara la denominación de su barrio implantando una plaza central -la de José de Elola y Gutiérrez- y tres calles perimetrales, las del Arzobispo Bernardo, Lorenzo Hervás y Panduro y la ya existente del camino de Teatinos, reclamando al ayuntamiento la “devolución” de su antigua denominación... y contra toda lógica se salieron con la suya, situación que perdura todavía hoy. Más adelante lograría recuperar a José de Elola, escritor e inventor alcalaíno, en otro lugar de la ciudad, mientras el arzobispo Bernardo y Hervás y Panduro, personajes asimismo vinculados con Alcalá, siguen esperando todavía a ser incluidos en el callejero.

Otra denominación que no llegó a cuajar fue la de Anchuelo, propuesta -y aprobada- en sustitución de la de Ajalvir, en el Campo del Ángel, por estar esta última duplicada con la vecina carretera -reconvertida en avenida- de Ajalvir. Aunque aquí no me consta que protestaran los vecinos, por razones que desconozco no llegaron a cambiarse las placas y, andando el tiempo, desapareció también de los planos, que en la actualidad denominan a esta calle con el nombre antiguo de Ajalvir. En consecuencia, este pueblo es hoy el único de todos los de la comarca alcalaína que carece de calle.

Otro cambio frustrado fue el de la calle de García Gudiel, nombre con el que se rebautizó al Pasaje de Escobedos para evitar asimismo duplicaciones. El ayuntamiento nunca llegó a cambiar las placas, y hoy se da la paradoja de que, sobre el terreno, sigue figurando como Pasaje de Escobedos, pese a que en las guías actuales aparece como García Gudiel.

En un informe fechado en marzo de 1992, y solicitado para aclarar algunas dudas, figura que las calles de Alicante y Huesca no llegaron a aprobarse (en realidad sí se aprobaron), correspondiendo a estas dos vías urbanas las denominaciones (al parecer anteriores, aunque nosotros no se las asignamos) de Benavente y Bilbao, respectivamente; es probable que estas denominaciones fueran puestas por las propias constructoras (solía ocurrir en ocasiones) sin que hubiera constancia oficial de ello, lo que habría motivado esta discrepancia. No obstante, Alicante y Huesca serían incorporadas más adelante en otras ubicaciones del callejero.

Y eso es todo lo que dio de sí esta reforma del callejero en la que de forma tan directa intervine. Luego hubo bastante más, pero esto corresponde ya a otro artículo.




Ver también: Mi aportación al callejero complutense (II). Las actualizaciones de los años 90


Publicado el 15-8-2010