El hermano Bautista, arquitecto jesuita





El retablo de la antigua iglesia de Jesuitas visto desde el coro



Dentro del arte de la arquitectura destacan muchos españoles distinguidos por su buen hacer, y varios de ellos fueron los que convirtieron Alcalá en la ciudad monumental que hoy conocemos. Y si bien algunos de ellos son recordados como el alcalaíno Pedro Gumiel o el celebrado Gómez de Mora, otros han sido olvidados por la mayoría de nosotros, manteniéndose su nombre oculto tras la bruma del pasado.

Uno de estos últimos, conocido por muy pocos, es el hermano Bautista, un gran arquitecto barroco que dejó su firma en Alcalá con dos obras harto conocidas por los alcalaínos, a pesar de que su nombre apenas les diga nada a la mayoría de nuestros conciudadanos.

Francisco Bautista, que tal era su nombre, nació en Murcia en 1594, cercano ya el final de aquel fructífero siglo XVI español. Muy temprano, en 1610, ingresó como hermano coadjutor en la Compañía de Jesús, en cuyo colegio estudió arquitectura y teología. De entonces data su vinculación con Alcalá, ciudad en la que pasó su primer período como carpintero y escultor. Sin embargo no ejerció en ella como arquitecto, sino como autor de los dos mejores retablos que atesoran sus templos: el de la iglesia del Colegio Máximo de Jesuitas, hoy parroquia de Santa María la Mayor, y el del convento de las Bernardas.

Su primera obra fue el citado retablo de Jesuitas, hoy bastante restaurado y privado de los cuadros originales de Ángelo Nardi que lo adornaban, pero aún conservado en su integridad. Se trata de un retablo de estilo manierista muy a tono con la iglesia, plano y con varios pisos superpuestos siguiendo un esquema arquitectónico clásico que recuerda al de la fachada del templo. Fue realizado entre 1618 y 1629, y en él se observan claramente influencias toledanas y particularmente del Greco, pudiendo compararse al retablo que su contemporáneo y también jesuita Alonso Matías labró con destino a la catedral de Córdoba.

El otro retablo complutense salido de su mano es, como ya quedó dicho, el de la iglesia del convento de las Bernardas. Aquí se imponía una solución distinta dada la poco usual planta oval del templo, y el hermano Bautista se mostró mucho más innovador al crear un retablo-baldaquino que tendría una notable repercusión. Para su creación se inspiró también en el Greco, y concretamente en el famoso túmulo erigido en la catedral de Toledo con motivo de los funerales de doña Margarita de Austria, la esposa del rey Felipe III fallecida en 1611. Como cualquiera que visite la iglesia puedo comprobar se trata no de un retablo plano, como en el caso de Jesuitas, sino de un enorme tabernáculo exento dispuesto en forma de pirámide escalona­da de dos pisos, con varias imágenes talladas en madera y rematado por una cúpula terminada en flecha. Los cuadros de Nardi, que aquí sí se conserva­ron, no se encuentran en el retablo, que no está pensado para ello, sino a su alrededor.

Pero la carrera de Francisco Bautista no había hecho más que empezar. Trasladado a Madrid también participaría en la construcción del templo del Colegio Imperial de Madrid, hoy colegiata de San Isidro. De su mano saldría el retablo de la Sagrada Familia de esta iglesia, de la misma línea que el de Jesuitas; pero también intervino activamente en la construcción misma del edificio, que a pesar de no ser iniciado por él le debe el alzado, la cúpula y la fachada incluyendo las dos airosas torres, en la que lo severo se mezcla con lo vistoso.

Otra importante obra suya en Madrid fueron las trazas de la capilla del Cristo de los Dolores de la Venerable Orden Tercera de San Francisco (1662), aneja a San Francisco el Grande, aunque no fue él quien se encargó de la construcción del edificio. Aquí el hermano Bautista ideó una iglesia de una sola nave en la que utilizó la geometría de una manera diferente a la del gran arquitecto de la época, Gómez de Mora, convirtiéndose ésta en su obra más personal. También proyectó el retablo-baldaquino de esta capilla, fechado en 1664 y diseñado a la manera del retablo de las Bernardas, al cual recuerda aunque, a decir de los expertos, presenta un barroquismo mas abstracto y esquemático que el alcalaíno.

Su actividad en la capital de España abarcó asimismo, en diversos grados de intervención, la desaparecida iglesia del noviciado de Jesuitas de Madrid, de la que sólo nos quedan grabados del siglo XIX y descripciones de algunos escritores como Ponz; el convento de las Comendadoras de Santiago (1650); la capilla mayor del convento de San Basilio; el Hospital de Montserrat (1654) -no confundirlo con la iglesia de Montserrat-; la capilla del Cristo de la Iglesia de San Ginés (1659) y la iglesia del Sacramento de Madrid, actual Catedral Castrense (1671), junto con varios informes técnicos sobre diferentes conventos y palacios. En 1642 se presentó a un concurso convocado para la construcción de la capilla de San Isidro aneja a la parroquia de San Andrés, aunque su proyecto fue rechazado.

Fuera de Madrid trabajó en Toledo, concretamente en la iglesia de los Jesuitas de esta ciudad, de cuyas trazas no fue autor pero sí construyó, aunque sin llegar a terminarla, la fachada. También en esta ciudad dictaminó sobre la capilla del Sagrario de la catedral, e intervino en la construcción de la iglesia de San Juan Bautista. Obra suya fue el chapitel de la torre de la parroquia de la Asunción, en Navalcarnero, atribuyéndosele las trazas de la iglesia de San José de esta misma localidad madrileña.

Se le debe la invención, o la popularización, de dos importantes elementos arquitectóni­cos barrocos. El primero es la cúpula encamonada o fingida, una especie de falsa cúpula soportada por unos armazones de madera: diseñada por fray Lorenzo de San Nicolás en su libro Arte y uso de arquitectura (1633), el hermano Bautista fue uno de los primeros arquitectos que la aplicó en sus edificios. El segundo es el capitel dórico-corintio, también llamado capitel del orden del hermano Bautista.

Tras una larga y fecunda vida Francisco Bautista falleció en Madrid el 20 de diciembre de 1679, a la avanzada edad de 85 años.


Publicado el 6-10-1984, en el nº 919 de Puerta de Madrid
Actualizado el 16-7-2013