El pintor Juan de Arellano





San Cristóbal, de Juan de Arellano, que se conserva en la parroquia de Santorcaz



No creo exagerar si considero como alcalaíno a un personaje, el hoy tratado en estas líneas, que fue natural de la vecina villa de Santorcaz. Soy de la opinión, como ya lo he expresado en alguna ocasión anterior, de que Alcalá no se limita a la ciudad, ni tan siquiera al término municipal; por el contrario, estimo que Alcalá siempre ha estado unida a su entorno geográfico, a su comarca, por lo que bien se puede considerar como alcalaínos a los habitantes de esta extensa zona.

Juan de Arellano nació, como queda dicho, en Santorcaz el día 3 de agosto del año 1614, hijo de Juan de Arellano y de Ana García. Se conocen pocos detalles de su vida, aunque se sabe que estuvo casado con María de Corcuera, o Coscuera, de la que tuvo cuatro hijos varones del segundo de los cuales, José, volveremos a hablar más adelante.

Arellano aprendió en Madrid la técnica de la pintura en el taller de Juan de Solís, de quien fue discípulo no demasiado aventajado, puesto que llegó a los 36 años sin haber descollado como pintor y aun sin tan siquiera saber dibujar correctamente una figura. Comenzó pintando bajo influencia flamenca, pero atosigado por sus necesidades familiares, se vio obligado a cambiar de estilo hacia mediados del siglo XVII, empezando a copiar los floreros de Mario Nuzzi, llamado quizá socarronamente Mario dei flori a causa de su especialización. Barroquizada así su pintura bajo la ya citada influencia napolitana, se dedicó Arellano a perfeccionar su estilo al tiempo que estudiaba directamente del natural, siendo tan rápidos sus progresos en este género que pronto dejó de copiar a Nuzzi colocándose a la cabeza de los artistas que entonces cultivaban esta variante de la pintura barroca.

Se puede, pues, dividir su obra en dos etapas: La primera, de fuerte influencia flamenca, recuerda a los cestos con flores de Brueghel de Velours. La segunda, de matiz napolitano, muestra ya un cambio de estilo con flores de mayor tamaño y composición más barroca. En algunos casos Arellano se aparta de su tema favorito introduciendo en sus composiciones figuras religiosas debidas a las manos de otros pintores; recordemos que éste no era su fuerte. En otras ocasiones llegó a pintar pájaros como en su Concierto de aves conservado en el Museo Cerralbo, o en los espejos con aves, flores, frutas y genios que pintó para la sacristía de San Jerónimo de Madrid.

Pero su gran tema fue, no obstante, el de los floreros, equivalente entonces a las artes decorativas actuales, hasta convertirse en el pintor más conocido y estimado de entre los de su género en el siglo XVII. Pintó mucho, y sus numerosísimas obras encontraron un fácil mercado en conventos, aficionados y magnates. Creó además una escuela que tuvo como origen su taller de pintura, sito en las proximidades del actual museo del Prado frente a las gradas de San Felipe el Real. En él, que siempre estuvo abierto a los pintores necesitados o transeúntes, estudiaron entre otros su hijo, ya citado, y su yerno Bartolomé Pérez, que resultó ser el más personal de sus discípulos.



Florero de Juan de Arellano


El hecho de que sus discípulos intervinieran mucho en sus cuadros hace que la obra de Juan de Arellano sea bastante irregular. En sus mejores lienzos se muestra como un artista de fina sensibilidad con un gran sentido estético y un admirable colorido, tan fresco y suavemente matizado como amplio y exacto, aunque actualmente sus cuadros se muestran muy oscurecidos. Su hijo siguió su misma pauta, aunque utilizando colores más claros.

Sus cuadros están repartidos por diversos museos empezando por el del Prado, donde se conservan seis lienzos. También existen obras suyas en el museo Cerralbo de Madrid, en la Junta de Museos de Barcelona y en museos de París, Oporto, Rennes, Lille y Narbona.

Para terminar basta con recordar que Arellano murió en Madrid el 13 de octubre de 1676, siendo enterrado en San Felipe el Real. Alcalá, por su parte, honra la memoria de este importante artista nacido a muy pocos kilómetros de aquí con el nombre una calle del barrio de San Isidro.


Publicado el 31-12-1983, en el nº 882 de Puerta de Madrid
Actualizado el 26-1-2006