Las reliquias frikis





Por 1,2 millones de euros esta chaqueta de Michael Jackson podía haber sido suya


Hará cosa de un par de meses, leí en el periódico una de esas noticias de relleno que en muchas ocasiones suelen pasar desapercibidas pese a su innegable interés sociológico. Y la verdad es que era de traca: una casa de subastas inglesa había puesto a la venta una muela de John Lennon... y encima cariada, puesto que le había sido extraída al ex-miembro de los Beatles allá por los años sesenta. Y la vendieron; el precio de salida inicial, 11.600 euros, quedó ampliamente rebasado, ya que el “afortunado” comprador -yo utilizaría otro adjetivo bastante más rotundo y explícito- desembolsó por ella nada menos que 22.500 euros. Por si fuera poco, los responsables de la casa de subastas advirtieron de que la muela de marras estaba demasiado frágil para ser sometida a una prueba de ADN -algo extraño, cuando se ha extraído hasta de fósiles, que digo yo que serán todavía más frágiles que la dichosa muela-, pero que no había ninguna duda sobre su autenticidad.

Sin comentarios, aunque me pregunto qué relación podría tener la dichosa muela cariada con la valía musical de su propietario original... esperemos, eso sí, que no cunda el ejemplo, porque si no ya estoy viendo a algún espabilado asaltar la tumba del pobre Lennon para arramblar con los dientes restantes, que digo yo que alguno le quedaría cuando le cosieron a tiros, cuando no con otros restos suyos a modo de reliquias laicas.

Después de eso, yo ya estaba razonablemente curado de espantos cuando algún tiempo después me enteré de que también pretendían subastar la cama donde había fallecido Michael Jackson... en realidad se trataba tan sólo de la cabecera, ya que al parecer ni el colchón ni las sábanas iban incluidos en el lote, pero se debió de armar tal revuelo que finalmente ésta fue retirada de la subasta. Eso sí, otros muchos objetos del malogrado cantante fueron objeto de cambalache tras su muerte, como la chaqueta que vistió en Thriller -1,2 millones de euros-, otra chaqueta -150.000-, un guante, eso sí, adornado con cristales de de Swarovski -235.000-, unas gafas -42.500-, el manuscrito de la letra de una canción -191.000-, un sombrero -17.500-... aunque sin duda lo más sorprendente es que esta obsesión por las reliquias del difunto músico se extienda a modo de contagio a sus familiares, visto que un zumbado llegó a pagar más de 14.000 euros ¡por una pizarra con dos frases escritas con tiza por su hija!

Por supuesto, este fetichismo necrófilo no se limita al malogrado Rey del Pop; basta con husmear por ahí para encontrarnos con disparates similares del estilo de los 1.250 euros que alguien pagó por un mechón de cabello de Elvis Presley, y a punto estuvieron de venderse también los utensilios médicos utilizados para realizarle la autopsia a este cantante... pero si a última hora se retiraron no fue por vergüenza torera o por falta de compradores, sino por una disputa acerca de la propiedad y la autenticidad de los mismos.

Bastante menos macabra fue la iniciativa de quien pagó la friolera de tres millones y medio largos de euros por el famoso vestido blanco que Marilyn Monroe lució en La tentación vive arriba... al lado de los cuales, los 700.000 euros por los que se subastó el vestido de Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes no dejan de ser una minucia. Se ve que a la gente le sobra el dinero en proporción a lo que le falta de sentido común.

Mucho más barato le costó a un admirador de Brad Pitt y Angelina Jolie un frasco relleno del aire que presuntamente respiró esta pareja de actores: tan sólo 400 euros, total una miseria. Algo más caro le salió a un fan de Britney Spears -hay gente pa tó- el test de embarazo, supongo que usado, de esta cantante pop: 3000 euros, es decir, medio millón de las antiguas pesetas.

No se crea que esta pintoresca -y cara- manía afecta tan sólo a los aficionados a la farándula, puesto que los puros de Winston Churchill, algunas veces incluso a medio fumar, han sido subastados en varias ocasiones con pingües beneficios para sus vendedores: hasta 2.500 euros llegaron a pagar por uno, eso sí, intacto y guardado en su caja. Los fumados, por su parte, tampoco se quedaron mancos, pagándose por uno que dejó a medias el mandatario inglés en 1941 nada menos que más de 7.000 dólares, unos 5.400 euros. Claro está que todo eso es una minucia comparado con los 12.500 euros que se llegaron a pagar por un estuche para puros suyo, aunque lamentablemente no he conseguido saber si el estuche contenía puros o si, por el contrario, estaba vacío. Y luego dicen que el tabaco es malo...

Podría seguir poniendo más ejemplos de este fetichismo absurdo que parece no conocer límites ni en lo pintoresco de los objetos vendidos ni en los dinerales que la gente está dispuesta a desembolsar por ellos; pero considero que no es necesario, máxime cuando basta husmear por internet para encontrarnos con multitud de ellos a cada cual más peregrino o de mal gusto, como el escritorio de Hitler vendido por 324.000 euros. Aunque no es necesario que el propietario original del objeto esté necesariamente difunto, ya que la quincalla de personajes -es un decir- tales como Madonna o Lady Gaga suele estar bastante cotizada, no cabe duda de que la condición de finado ayuda bastante a la revalorización de la misma, tal como ha ocurrido con Michael Jackson u ocurrió en su día con Elvis Presley.

Conste que estoy hablando de objetos sin más valor que el meramente fetichista, no de aquellos que pudieran tener interés histórico o cultural -como por ejemplo los disputados papeles inéditos de Kafka-, artísticos como los cuadros de pintores famosos -en muchas ocasiones, eso sí, sobrevalorados- o económicos, como la famosa perla La Peregrina, perteneciente a la casa real española y robada por José Bonaparte; tras pasar por varias manos, entre ellas la de la actriz Elizabeth Taylor, sería vendida en subasta, en septiembre de 2011, por el “módico” precio de 9 millones de euros.

Cabe dudar, eso sí, de si el afortunado propietario de esta joya la compró movido por su valor real o más bien por fetichismo hacia la recién fallecida actriz, pero para el caso es lo mismo; puede que La Peregrina sea en cualquier caso un objeto de gran valor, pero desde luego díganme ustedes qué valor real pueden tener, frikismos aparte, una muela cariada, un mechón de cabello, un puro apestoso a medio fumar o unas inmensas bragas -recaudaron 14.000 euros-, por mucho que su propietaria hubiera sido la mismísima reina Victoria de Inglaterra. Es una lástima que no se conserve la famosa camisa que Isabel la Católica prometió no quitarse hasta que conquistara Granada, porque sin duda con su venta se hubiera hecho un excelente negocio.

En resumen: parafraseando a Obélix, podríamos decir eso de: “Están locos estos fulanos”.


Publicado el 17-12-2011