Unas napolitanas “completas”





No se hagan ilusiones, las napolitanas a las que me refiero no eran como éstas
Fotografía tomada de pastelerialamallorquina.es



No hace falta ser paranoico, ni un obseso de la alimentación, para llegar a la conclusión de que a los alimentos preparados -o ultraprocesados, como se les denomina ahora- se les añade una cantidad excesiva por no decir abusiva de aditivos, de muchos de los cuales no se acaba de entender su necesidad como no sea el beneficio económico de los fabricantes... a costa quizá de nuestra salud, puesto que existen motivos sobrados para sospechar que al menos parte de estos aditivos, e incluso de los ingredientes principales, podrían tener que ver con el incremento desmesurado de las alergias y las enfermedades autoinmunes. Esto sin contar con que en muchos casos los ingredientes empleados son de baja calidad.

Así, un producto que elaborado en casa o en obradores artesanos llevaría los ingredientes básicos y como mucho los conservantes imprescindibles para no estropearse, se convierte gracias a las manipulaciones de la industria alimentaria en un cóctel de aditivos químicos que no deberían estar ahí e ingredientes dudosos, lo que le convierte en algo completamente artificial, de sabor asimismo artificial y quizá también insano. No es que por comerlo una vez nos vaya a pasar nada, pero sus efectos pueden ser acumulativos sobre todo si tenemos en cuenta que esta práctica está tan generalizada que resulta realmente difícil escapar de ella.

Veamos un caso de manual, el de un producto de bollería industrial que cayó accidentalmente en mis manos, puesto que antes de comprarlos procuro leer la información sobre sus ingredientes para cerciorarme de que no contienen cosas tales como el aceite de palma, por muy sostenible que sea, margarinas de cualquier tipo y otras cosas similares. También me fijo de entrada en la longitud del texto, ya que a partir de un número razonablemente corto de líneas, ni siquiera merece la pena leerlo puesto que lo más conveniente será volverlo a dejar en la estantería sin picar.

Pero insisto, este envase me llegó de rebote ya comprado por otra persona, la cual me lo enseñó para que le diera mi opinión; y les aseguro que cuando leí la etiqueta se me pusieron los pelos de punta. Se trataba de unas “ napolitanas rellenas de crema al cacao. Producto de pastelería” (sic.), correspondían a la marca blanca de una conocida cadena de supermercados y habían sido fabricadas por una asimismo conocida empresa especializada en bollería industrial. No voy a dar sus nombres por discreción, y también porque no se trata de un caso puntual ¡ojalá fuera así! sino generalizado, por lo que resultaría injusto focalizarlo en estas dos empresas.

Ya sin ir más lejos se aprecia el primer detalle: el título indicaba que no estaban rellenas de chocolate sino de “crema al cacao”, algo muy distinto ya que el chocolate es legalmente, o al menos lo era hasta que las grandes multinacionales del gremio presionaron para imponer sus intereses, la mezcla de cacao con manteca de cacao, es decir, su propia grasa, bien puro o mezclado con azúcar, leche, frutos secos u otros ingredientes como naranja, menta, etc.

Pero las cosas “al cacao” denominadas así por la industria alimentaria, son meros sucedáneos del verdadero chocolate en los que se ha sustituido parcial o totalmente la manteca de cacao por otra grasa menos noble y presumiblemente más barata, casi siempre de palma ya que, para más inri, tiene la propiedad de derretirse menos que la manteca de cacao cuando aumenta la temperatura. Sucedáneo, por cierto, que puede encontrarse hasta en las marcas más afamadas -y caras- de chocolates y bombones.

Así pues, la cosa prometía ya desde un principio. Pero cuando me puse a leer la composición me quedé estupefacto, porque nunca había pensado que a unas modestas napolitanas rellenas se les pudieran añadir tantas cosas y que siguieran siéndolo. Ahí va el texto completo, y les recomiendo que antes de leerlo cojan suficiente aire no vayan a quedarse sin resuello. Eso sí, para mayor facilidad de lectura, ya que incluso tiene dos niveles de paréntesis, he preferido dividirlo en varios párrafos.


Napolitanas rellenas de crema al cacao. Producto de pastelería. Ingredientes.

Harina de trigo.

Relleno de crema al cacao 28% [azúcar, grasa de palma, agua, cacao magro en polvo 11% (3% expresado respecto a producto acabado), dextrosa, almidón modificado de maíz, maltodextrina, humectante: glicerina, leche desnatada en polvo, estabilizantes: celulosa y carboximetilcelulosa sódica, sal, conservador: sorbato potásico, emulgente: lecitinas de soja, aroma, colorante: carbonato de calcio, acidulante: ácido láctico, espesante: goma xantana].

Margarina [grasa de palma, aceites vegetales (girasol, soja) en proporción variable, agua, emulgente: monoglicéridos y diglicéridos de ácidos grasos, sal, aromas, acidulante: ácido cítrico, colorante: carotenos].

Grasa de palma, azúcar, jarabe de glucosa y fructosa, clara de huevo, grasa de cerdo, levadura, fibras de avena, huevo, proteínas de la leche, aceites vegetales (girasol, soja) en proporción variable, sal, emulgente: monoglicéridos y diglicéridos de ácidos grasos, estabilizante: goma guar, aromas, conservador: sorbato potásico, gluten de trigo, agente de tratamiento de la harina: ácido ascórbico, colorante: carotenos.


Como puede comprobarse, el relleno de “crema al cacao” -ni siquiera es “crema de cacao”, y el cambio de preposición no resulta baladí- “ sólo” tiene 18 ingredientes, sin que entre ellos falte la controvertida grasa de palma.

En cuanto a la masa de hojaldre, además de la harina lleva margarina con nueve ingredientes diferentes -tampoco está mal- y otros 18 más, entre ellos más grasa de palma, grasa de cerdo y otros aceites vegetales de girasol o soja en cantidades variables, en una proporción menor que las de palma y cerdo cuyo porcentaje no se indica.

Volviendo a la margarina aquí el problema es doble, puesto que al hecho de usar en su fabricación todavía más grasa de palma, el proceso de conversión de aceites o grasas en margarina, lo que en química se conoce como hidrogenación y en otros ámbitos como endurecimiento ya que con él se transforman las grasas líquidas en otras sólidas a temperatura ambiente, es también muy cuestionado por los expertos porque confiere a las moléculas resultantes unas propiedades -las conocidas como grasas trans- que pueden llegar a ser perjudiciales ingeridas en exceso. Y si además la grasa de partida ya de por sí era de dudosa calidad, imagínense ustedes.

En resumen, no hace falta ser ni médico ni dietista para sospechar que estas napolitanas tienen pinta de no ser demasiado sanas, ya que cualquier alimento preparado, cuantos menos ingredientes tenga y éstos sean de buena calidad mejor, condiciones que no se cumplen en éstas.

Eso sí, aunque por no liar más las cosas los he quitado, estaban subrayados todos los posibles alérgenos como la harina de trigo, la leche -desnatada, que es más barata-, la soja, el huevo, la avena... y el gluten de trigo, que aparece como aditivo además del que contenía la harina. Dicho con otras palabras, el gluten que retiran de los alimentos destinados a los celíacos, que bien que se los cobran a los pobres, lejos de tirarlo lo usan como un ingrediente más. No es que el gluten sea perjudicial para quien no padece esta enfermedad, no lo es en absoluto y es tan nutritivo como cualquier otra proteína, pero no deja de ser un subproducto de la elaboración de los alimentos sin gluten al que se le da una segunda vida ganando dos veces dinero los fabricantes con él. No está mal...

Por cierto, las probé y puedo asegurarles que no valían un pimiento ni sabían prácticamente a nada. O sea, que ni siquiera eso.


Publicado el 2-5-2022