El diablo de Cehegín







Paseando por la localidad murciana de Cehegín, un pueblo bonito merecedor de una visita pausada, me di de bruces con este amenazante diablo agazapado en una pared de su casco antiguo.

¿Estaría al acecho de posibles víctimas que arrastrar a su guarida infernal? ¿Sería émulo del Diablo Cojuelo que según Luis Vélez de Guevara acostumbraba a levantar los tejados de las casas para espiar a sus habitantes? ¿Pretendería comprarle el alma a un incauto a cambio de algún bien terrenal?

Aunque, bien pensado, había algo que no encajaba en el arquetipo infernal: el farol que sujetaba con la mano izquierda mientras con la derecha y los pies se aferraba al muro. Porque los diablos son seres sombríos amantes de la oscuridad y por consiguiente poco amigos de la luz.

Finalmente recapitulé: se trataba de una farola de diseño original, de hecho la más original que he conocido; y artística, no cabe duda.

Gracias a ello me tranquilicé y pude contemplar, ya si temor, la segunda figura que le acompañaba unos metros más allá: el fiero dragón que trepaba por una barandilla con las fauces abiertas mostrando los amenazadores dientes.





No pude evitar la tentación de fotografiar ambas esculturas, ubicadas en tan recóndito lugar que sólo por casualidad tuve la ocasión de dar con ellas. Y aunque no he logrado averiguar los datos de su construcción, y ni siquiera aparecen en la información turística, creo que no está de más dar fe de su existencia máxime cuando se ciñen con tanta precisión al espíritu de esta sección.


Publicado el 27-4-2025