Humor y cultura





Existe, no sé por qué razón, la equivocada idea de que el humor y la cultura son por naturaleza incompatibles, algo que a poco que se mire demostrará ser completamente falso.

Quizá la culpa de este falso y extendido tópico radique, por un lado, en la soberbia de muchos presuntos eruditos que tienen a gala no rebajarse al nivel de los vulgares mortales, convirtiendo lo que debería ser un trasvase de conocimiento en un árido e insufrible monólogo capaz de aburrir hasta al mismísimo Job. Y por otro, en el hecho cierto de que muchos medios de comunicación parecen empeñados en convertir el entretenimiento en algo vulgar y chabacano, cuando no decididamente soez y grosero.

En contra de ello yo llevo defendiendo desde hace mucho tiempo que se pueden, y se deben aprender cosas de manera divertida, desmitificándose la ciencia y la cultura sin, claro está, vulgarizarlas. Por esta razón descubrí con agrado la original iniciativa del dueño de un bar de Daganzo de Arriba, donde haciendo un sencillo juego de palabras nos recuerda que hasta el propio Miguel Ángel debió de interrumpir alguna que otra vez su trabajo en la Capilla Sixtina para descansar y tomarse un refresco. Y si de paso alguno de los parroquianos siente curiosidad por conocer el origen de las dos manos que flanquean la jarra de cerveza o el del adjetivo Sixtina, pues miel sobre hojuelas.


Publicado el 28-2-2019