Niño muerde perro





Paul Naschy caracerizado como hombre lobo en La bestia y la espada mágica
Fotografía tomada de http://thelatarniaforums.yuku.com/



Afirma un viejo adagio periodístico que la noticia no radica en que un perro muerda a un niño, sino que haya sido el inocente can la víctima de la mordedura del belicoso infante. La ironía del chascarrillo es evidente, por lo que no hay que interpretarlo de forma literal; aunque sí es una buena muestra de por donde van muchas veces los tiros en los periódicos a la hora de titular una noticia que, aunque desde un punto de vista formal no se pueda calificar de errónea o falsa, sí que resulta patente que es sensacionalista y sesgada.

Veamos, por ejemplo, el titular con el que acabo de tropezar en un diario digital de relativa importancia: “Un pasajero muere tras morder a otro en un vuelo a Dublín”. Así, sin anestesia.

Lo primero que se me ocurrió pensar fue si el pasajero mordido pudiera haber resultado venenoso al modo de algunas setas o de ciertas ranas que se defienden así de ser engullidas por sus depredadores potenciales, ya que el caso contrario no era de recibo al ser sobradamente sabido que las cobras no acostumbran a morirse después de haber mordido a sus presas. Pero no me cuadraba ya que en toda la historia de la medicina no se ha descrito jamás un solo caso de personas tóxicas biológicamente hablando, se entiende, ya que la toxicidad social es otra historia.

Por fortuna la duda me duró poco, justo lo que tardé en leer la noticia completa encontrándome con la explicación que el titular falseaba de forma tan descarada. Resulta que, durante un vuelo a Dublín, un pasajero sufrió “un comportamiento extraño y agitado y propinó un mordisco a otro pasajero, tras lo que fue inmovilizado. Posteriormente, se encontró indispuesto y perdió el conocimiento. El pasajero fue declarado muerto cuando el avión aterrizó en Cork”. Es decir, el fallecimiento se produjo a causa de algún tipo de trastorno, quizá una crisis epiléptica o algo similar, y no porque el enfermo mordiera deliberadamente a nadie, tal como insinuaba de forma aviesa el titular. Asimismo, cabe suponer que el mordisco fuera una simple consecuencia de la repentina enfermedad del infortunado pasajero al ser sujetado por sus compañeros, y no fruto de una repentina transformación de éste en vampiro, hombre lobo, caníbal sobrevenido o algo similar. Y por supuesto el mordido tampoco resultaría ser venenoso, para tranquilidad de su pareja.

Así pues, un triste suceso en el que el dichoso mordisco no dejó de ser algo totalmente episódico y nada inhabitual en ataques severos de epilepsia, se convirtió, en manos del anónimo redactor del inoportuno titular, en poco más que una muestra de humor negro de más que dudoso gusto, sin la más mínima gracia además. A no ser, claro está, que éste optara por utilizarlo como argumento para una película de terror de serie Z que podría titularse algo así como: “El hombre lobo contra la Amanita phalloides”.


Publicado el 19-10-2015