“Arte” gallináceo





Fotograma capturado del vídeo de Youtube



Si algo me gusta del impropiamente llamado “arte” contemporáneo -como si las obras de los artistas vivos que rehúsan someterse al dogal de los delirios vanguardistas no lo fueran-, es la cantidad de anécdotas chuscas que genera. Recordemos, por ejemplo, los “cuadros” puestos del revés durante meses en diferentes museos sin que nadie se apercibiera de ello; la “manía” de los servicios de limpieza de tirar a la basura “obras de arte” confundiéndolas con desechos; el prosaico perchero que alguien hizo pasar por una “obra de arte” en Valencia burlándose de los sesudos críticos, o el “cuadro” pintado por los niños de una guardería -dos años tenían las criaturitas- que colaron hace unos años en ARCO... sin olvidarnos tampoco de la ya clásica historia del burro pintor -con el rabo- de un cuadro que fue presentado y tomado por bueno en una exposición parisina allá por 1910.

Sin embargo, la “creatividad” de los “artistas” contemporáneos, parece no tener fin. Y si ya nos sorprendieron los montones de escombros con los que la “artista” de turno “representó” a España en la Bienal de Venecia celebrada en 2013, ahora han puesto a prueba nuestra capacidad de raciocinio con otro montículo, esta vez de maíz, perpetrado por un “artista” colombiano en el Museo de Arte Moderno de Medellín.

Claro está con que nadie contaba con que a un espontáneo -terrorista artístico para algunos, heroico denunciante de tomaduras de pelo para muchos otros, entre los que me cuento- se le ocurriera soltar allí una gallina... y como ya se sabe que estas volátiles no entienden demasiado de tendencias artísticas pero sí saben identificar perfectamente su comida, pues hizo lo que cabía esperar que hiciera en tan apetitosas circunstancias: ponerse a comer gozosamente tan preclara “obra de arte”. Aunque, eso sí, dado el tamaño del montículo en comparación con el de la feliz comensal, dudo mucho de que el animalito lograra hacer desaparecer una parte significativa del mismo ni aun atracándose, lo que no impidió que su dueño fuera recriminado por el “atentado artístico” que provocó.

Pero éste, un estudiante de arte de 25 años llamado Daniel Escobar por el que siento una viva simpatía, supo defenderse esgrimiendo “casualmente” unos argumentos muy similares a aquéllos con los que sus inquisidores acostumbran a bombardearnos para “justificar” sus mamarrachadas, con explicaciones tan lógicas -aunque les escuezan- tales como: “¿Por qué se asustan al encontrarse con este tipo de situaciones? ¿Por qué lo consideran como una falta de respeto? Uno como espectador o artista puede ser parte y accionar las obras”, o: “A mí no me parece tan descabellado que una gallina vaya a dar a un museo de arte moderno si lo que hay es una gran pila de maíz. Me parece una asociación muy básica: Montaña - Maíz - Gallina”. A lo cual hay que añadir que la gallina también contribuyó a su manera, tal como se aprecia en el vídeo que el estudiante colgó en Youtube, poniendo su granito de arena -bueno, en realidad no fue precisamente arena- en el impoluto suelo antes de abalanzarse gozosa hacia la maravillosa montaña de comida que se erguía tentadora ante ella.

Con lo cual, además de dejarlos en ridículo, te hace lamentar que en vez de una gallina no hubiera llevado un gallinero entero.


Publicado el 21-4-2014