Elogio de la pereza





Los gatos siempre han tenido fama de ser perezosos. Fotografía tomada de www.mrwallpaper.com



La vida moderna, no cabe la menor duda de ello, ha impuesto un cambio radical en nuestros hábitos en relación con los de nuestros padres, y, no digo ya, con los de nuestros abuelos. Parte de estos cambios han sido inevitables a causa de la masiva incorporación de la mujer al trabajo o de los interminables desplazamientos que es preciso realizar diariamente de casa al trabajo y del trabajo a casa. Otros cambios, como el abandono de las tiendas y los supermercados de barrio por los desquiciantes centros comerciales, pese a no ser ni tan inevitables ni tan siquiera forzosos, puesto a que a nadie le obligan a ir allí, no han resultado por ello menos drásticos, ya que han sido multitud los que han abrazado con entusiasmo la fe en estas nuevas catedrales del consumismo.

Así pues, no es de extrañar que la falta de tiempo para hacer la compra, sobre todo en matrimonios jóvenes, ambos trabajadores y con hijos, haya motivado que la práctica totalidad de las cadenas de distribución ofrezcan un reparto a domicilio, tanto de los productos comprados en las propias tiendas como de los comprados directamente por internet.

Hasta aquí todo es normal, como también los es el paso adelante dado por una empresa -obviamente no voy a decir su nombre- de la que me encontré con un folleto publicitario en el buzón. La novedad consiste en que ésta te permite elegir en internet entre la oferta de varias cadenas diferentes sin necesidad de ceñirte a una sola o, en su caso, de tener que hacer varios pedidos distintos. Una vez hecha la lista de la compra los empleados de esta empresa son los que se encargan de hacerla siguiendo tus instrucciones, enviándotelo a casa en tan sólo una hora. Obviamente nada se dice en el folleto de los precios o, con mayor propiedad, del sobreprecio correspondiente al coste del servicio, pero esto también ocurre en la compra por internet por vías más convencionales.

La iniciativa, además de novedosa, puede resultar interesante para un sector de compradores, y evidentemente nada tengo que opinar al respecto con independencia de que yo siga prefiriendo el sistema tradicional de ir a las tiendas, principalmente porque puedo permitirme hacerlo. Así pues, ¿cuál es la razón por la que traigo el tema a esta sección? ¿Acaso me parece mal que la gente recurra a estos nuevos canales de venta?

No, en absoluto, ya que cada cual es muy libre de obrar como mejor le parezca con su dinero. No obstante, y dejando claro que no son de mi incumbencia los motivos por los que la gente pueda preferir comprar desde casa, había un detalle en el folleto que me llamó poderosamente la atención. Si yo hubiera redactado el texto, habría invitado a utilizar mis servicios a todos aquellos que, sin especificar razones, no les fuera posible ni fácil ir a la tienda; sin embargo, el argumento que se da en el folleto para justificar que recurras a ellos es que, copio literalmente, mientras tú te quedas en casa viendo tu serie favorita.

Sí, está claro que se trata de una táctica publicitaria y que, como cabe suponer, a sus promotores les traerán sin cuidado las razones por la que se recurra a sus servicios siempre y cuando hagan negocio; y por supuesto, encargar la compra en vez de hacerlo personalmente, por pura y simple vaguería, es algo totalmente legítimo que no seré yo quien lo critique. Pero resaltar de forma tan descarada este elogio a la pereza frente a la necesidad de mucha gente de tener que comprar a domicilio por no serles posible hacerlo de otra manera me parece, qué quieren que les diga, un tanto frívolo.

Sospecho, no obstante, que si los redactores del folleto han hecho hincapié precisamente en este detalle no habrá sido de forma casual, sino más bien por estar convencidos de que había un nicho de mercado lo suficientemente amplio como para resultarles rentable. Y dado que conozco casos de gente que pide una pizza a domicilio teniendo la tienda a la vuelta de la esquina, la verdad es que no me extraña nada. Sí, ya sé que teóricamente los precios son los mismos en ambos casos, pero a la hora de la verdad, y como es lógico suponer, suele haber ofertas para quien vaya a recogerlas directamente en las tiendas, por lo que en la práctica acaban siendo más baratas que llevándotelas a casa. Eso sí, tendrás que quedarte un rato sin ver la tele.


Publicado el 9-9-2016