Cuando el diablo se aburre...





Si esto no es un galimatías sexual, que venga Freud y lo vea



Mata moscas con el rabo, dice el refrán; y no le falta razón. Y por lo que se ve debe de haber mucha gente aburrida últimamente, ya que si no es así no se entiende el cúmulo de tonterías que nos invade por doquier al socaire de los temas de moda o, mejor dicho, de los temas impuestos poco menos que manu militari por determinados colectivos empeñados en convertir a la Inquisición en una hermanita de la caridad a poco que se les consienta; porque si bien es cierto que todavía no han torturado ni ejecutado a nadie, sí han condenado a más de un personaje conocido a la muerte civil sin importarles en absoluto cosas tan evidentes como que la ley es la única que puede juzgar a cualquier ciudadano conforme a las normas democráticas, o que nadie es culpable hasta que no se demuestre conforme a la ley sin que valgan acusaciones espurias y anónimas, cuando no descaradamente falsas. Pero es lo que hay.

Uno de los muchos colectivos, huérfanos al parecer del desmadre de mayo del 68, que más está tocando las narices últimamente es el de los defensores del sexo no binario, que ellos llaman género no binario como si los humanos/as fuéramos sillas y sillones, o tazas y tazones; y por supuesto no se arredran lo más mínimo ante realidades tales como que a los homosexuales no se les discrimine y se les reconozcan derechos que hasta hace poco se les negaba, cosa que me parece de total justicia, o que hasta las feministas más radicales hayan acabado de uñas con ellos frente a tamaña gazmoñería. Al contrario, como no tienen sentido de la medida, cada vez amplían más el gallinero con las nuevas memeces que se les ocurren cada vez que alguien reclama su derecho a un tipo particular de sexualidad o, recurriendo a su jerga, de generidad.

Véase, a modo de ejemplo, el gráfico que reproduzco bajo el título, copiado de www.asexuality.org, aunque no deja de ser chocante que una asexualidad pueda tener tantas variantes sexuales... en fin. Lo cierto es que sus autores reproducen un total de dieciséis pictogramas derivados de los tradicionales ♂ y ♀, entre los cuales curiosamente no aparecen ni el de los gays ni el de las lesbianas. En cualquier caso me parecen una exageración, y eso que todavía podría aumentar su número en un futuro si a alguien se le antojara incluir, pongo por ejemplo, la zoofilia o cualquier otra variante sexual no tipificada. Ya puestos...

Y lo peor de todo es que este desmadre del sexo a medida se está infiltrando hasta en los lugares más insospechados. Hace unos días fui a hacerme unas pruebas médicas a uno de los pomposamente llamados centro integral de diagnóstico y tratamiento, es decir, al ambulatorio de toda la vida. A la salida, me topé con un aparatito en cuya pantalla aparecía un mensaje invitando a cumplimentar un breve cuestionario valorando la atención recibida, por supuesto de forma anónima.

Decidí hacerlo, y fui respondiendo a las preguntas puntuando en una escala de mejor a peor las cuestiones que me planteaba. Todo iba según lo previsto hasta que me encontré finalmente con la solicitud de que indicara mi sexo; bueno, creo recordar que decía género, pero dentro de lo malo esto era lo de menos. En total aparecían cuatro opciones: masculino, femenino, prefiero no responder y... no binario. Así, sin anestesia.

Para empezar no entiendo qué interés podía tener este dato, ya que supongo que la gente satisfecha o cabreada estaría repartida equitativamente entre ambos sexos, aparte de que sacándole punta quizá alguien podría acusarlos de machismo, micromachismo o algo similar, pongo por caso; ya sé que esto es una estupidez, pero entre tantas que nos afligen una más no llamaría demasiado la atención. No me compliqué la vida y pulsé varón. La tercera opción de no responder francamente no la entendí dado que la encuesta era anónima, por lo que poco podía importar optar por una cualquiera de las dos primeras; pero ya se sabe que hay gente pa tó.

Fue la cuarta la que me dejó ojiplático, porque se mire como se mire, esa sí que no venía a cuento. Insisto, no ponía homosexual -masculino o femenino- o, ya puestos, algo así como otras opciones, sino claramente no binario. Y menos mal que no aparecían las dieciséis o más que pululan por ahí, porque entonces la cosa hubiera sido de traca.

No obstante, lo que más me sorprendió fue que se trataba de un centro sanitario público de una comunidad autónoma gobernada por el Partido Popular, presuntamente menos proclive a estas progreces que sus colegas de izquierda... pero si ya hemos llegado hasta este extremo, no pude evitar pensar que la cosa debía de estar ya muy malita.


Publicado el 2-5-2022