Titanio radiactivo





El Museo Guggenheim de Bilbao, con unas cuantas toneladas de titanio encima
Fotografía tomada de la Wikipedia



Dado que el periodista es el único animal que acostumbra a tropezar dos veces en el mismo gazapo, no fue extraño que el 13 de diciembre de 1987, tan sólo dos días después del desbarre del “hidrógeno tóxico”, el diario EL PAÍS volviera a meter la pata con otro disparate químico de calibre similar al anterior.

En esta ocasión se trataba de un reportaje que, bajo el título “Un enclave alemán en Chile que, según Amnistía Internacional, fue centro de asesinatos y torturas”, estaba dedicado a Colonia Dignidad, una comunidad alemana fundada en Chile a principios de la década de 1960 por un ex militar nazi fugado de su país, que fue acusada de colaboración con la dictadura de Augusto Pinochet. Del artículo lo que nos interesa es la siguiente frase:


“Los colonos (...) producen casi todo lo que consumen y son propietarios del único yacimiento de titanio -material radiactivo y de carácter estratégico- existente en Chile.”


Pues no. El titanio es un metal perfectamente estable que de radiactivo no tiene nada; bueno, hablando en propiedad uno de sus isótopos, el 44Ti, sí lo es, tal como ocurre con la práctica totalidad de los elementos químicos; pero se trata de un isótopo artificial sin mayor interés que el académico, puesto que el titanio natural está compuesto por una mezcla de cinco isótopos diferentes, del 46Ti al 50Ti, todos los cuales son perfectamente estables y no muestran la menor veleidad radiactiva.

Sí es cierta la condición estratégica del titanio, ya que éste cuenta con varias aplicaciones tecnológicas e industriales interesantes. Aleado con el hierro y otros metales forma aceros especiales, y al ser un metal ligero, duro y resistente a la oxidación y la corrosión compite eficazmente con otros metales como el aluminio o el magnesio, compitiendo incluso con algunos aceros gracias a su menor densidad. Sus compuestos, en especial el dióxido de titanio TiO2, son ampliamente utilizados en la industria química, y en estado metálico, puro o aleado, tiene importantes aplicaciones aeroespaciales, militares, industriales, electrónicas e incluso médicas. Hasta la cubierta del conocido Museo Guggenheim de Bilbao está realizada con grandes planchas de titanio sin que hasta ahora, al menos que se sepa, se haya visto afectado por la radiactividad ninguno de sus numerosos visitantes.

Así pues, aunque el titanio es sin duda un metal muy valioso, palabrita de químico que de radiactivo no tiene absolutamente nada.

Al igual que en el caso del “hidrógeno tóxico” -aproveché la misma carta- así se lo hice saber al Defensor del Lector, que acusó recibo de mi aviso sin que esto sirviera para que se corrigiera el error en la versión digitalizada del artículo.


Publicado el 2-7-2019