Gladiadores y maíz





Pollice Verso, de Jean-Leon Gerome. Bonito, pero... falso



Una vez más, y ya he perdido la cuenta, habría que suspender en historia a bastantes de los redactores de los periódicos, ya que sus meteduras de pata suelen ir mucho más allá de un simple despiste.

Véase, si no, la perla con la que me encontré al leer el artículo La dieta de los gladiadores: los alimentos que comían para convertirse en portentos físicos, publicado en el diario electrónico El Español con fecha 6 de noviembre de 2021.

Y es una lástima, porque el artículo en general está bien escrito y desmonta la falsa historia propalada por las películas presuntamente históricas made in Hollywood, en especial las de romanos -ya se sabe, Espartaco, Ben Hur, Los últimos días de Pompeya y tantas otras- en las que se muestra a los combates de gladiadores como auténticas escabechinas que siempre solían terminar con la muerte de uno de ellos, cuando hasta el gesto del pulgar arriba o abajo es fruto exclusivo de la calenturienta imaginación de los guionistas.

Por el contrario, tal como se explica en el artículo, los gladiadores no eran esclavos sino unos profesionales altamente cualificados que venían a ser el equivalente a los deportistas de élite actuales, y no les iban a la zaga en popularidad a los futbolistas o a otros ídolos de masas. Si a ello sumamos que entrenar y mantener a un gladiador era muy caro, es lógico suponer que los organizadores de los juegos y los dueños de las escuelas de gladiadores no estuvieran por la labor de quedarse sin ellos a las primeras de cambio. Así pues, por la cuenta que les traía los combates entre ellos tenían mucho más de coreografía al estilo de la lucha libre que de combate a muerte, por lo que infligirse heridas graves e incluso morir no era en modo alguno prioritario por muy exaltada que pudiera estar la plebe. Aunque, claro está, en ocasiones se producían accidentes de trabajo -al fin y al cabo era una actividad de riesgo- que acababan con la vida de alguno de ellos, como se ha podido documentar en las lápidas sepulcrales.

Pero el redactor la acabó pifiando cuando pasó a describir la dieta de los gladiadores, que hoy llamaríamos hipercalórica:


“En cuanto a la alimentación, tras analizar los restos de este cementerio, los investigadores revelaron que todos los individuos consumieron plantas como trigo y cebada, como alimento básico. Algunos también mostraban signos de consumo de plantas como mijo y maíz.”


¿Maíz? No hace falta ser un experto en historia para saber que el maíz vino de América a raíz de su descubrimiento, por lo que este cereal era desconocido en Europa durante la Edad Media y, lógicamente también en la antigüedad. La metedura de pata es pues garrafal, puesto que este dato se estudia -o al menos se estudiaba, cuando los programas de educación eran realmente educativos- ya en la escuela primaria.

Y menos mal que no incluyó también en la dieta de los gladiadores otros alimentos traídos de América tales como las patatas, los boniatos, las judías, los tomates, los pimientos, el cacao, los pavos... O que no rematara el artículo con el chascarrillo de que éstos, tras un combate, quizá se relajaran fumándose un buen cigarro.


Publicado el 8-11-2021