Gazapos imperiales





Felipe II retratado por Sofonisba Anguissola



Y efímeros, puesto que al menos en esta ocasión sí hicieron caso de mi comentario corrigiendo la metedura de pata. Pero aunque si buscan el artículo no lo van a encontrar -me refiero al gazapo, no al artículo-, les aseguro que se les coló con total alevosía, quedando como testimonio mi comentario que, casualidad o no, era el más valorado cuando lo comprobé horas más tarde.

Vayamos al grano. El artículo en cuestión, publicado en la edición digital de EL PAÍS del 4 de marzo de 2020, se titulaba El impostor más famoso de la península Ibérica, y estaba dedicado a la figura de Gabriel de Espinosa, más conocido como El pastelero de Madrigal, que tuvo la audacia de pretender hacerse pasar por el rey Sebastián de Portugal, fallecido en 1578 en la localidad marroquí de Alcazarquivir durante su particular cruzada contra los musulmanes, lo que permitió que la corona española y la portuguesa se reunieran, lamentablemente de forma temporal, en la persona de Felipe II.

Y como el imprudente pastelero -éste era su oficio en Madrigal de las Altas Torres- osó no sólo suplantar al desaparecido rey portugués -no se llegó a recuperar su cadáver- sino también arrebatar el reino luso al mismísimo rey español, cabe suponer cual fue su final: ahorcado, decapitado y descuartizado, para fortuna suya en ese orden.

El artículo está bien escrito y hasta donde he podido apreciar asimismo bien documentado; el problema consistía en que inicialmente aparecía en el primer párrafo esta apostilla relativa a los intentos de disuadir al monarca portugués de la locura de invadir Marruecos:


“A despecho de sus consejeros -entre ellos su propio tío, el emperador Felipe II armó un numeroso ejército de compatriotas y mercenarios europeos y cruzó el mar.”


Y éste fue mi comentario:


“Por favor, que esto se estudia en el colegio (o al menos se estudiaba)... Felipe II no fue emperador, sino tan sólo rey de España (y de todas sus posesiones, claro). Cuando abdicó Carlos I o V, según se considere, que sí era emperador, repartió sus posesiones asignando el reino de España a su hijo Felipe II y el imperio a su hermano menor Fernando.”


Aunque no tardaron, tal como he comentado, en corregir el ascenso de Felipe II de rey a emperador, lo que es bastante logro dado que por lo general no suelen hacerlo, les faltó la elegancia de publicar una nota acusando recibo y agradeciendo la corrección. Se ve que esto era ya pedir demasiado.


Publicado el4-3-2020