Disneylandia periodística





Donald, uno de los más conocidos animales antropomorfos de Disney



Una de las características más conocidas de los dibujos animados s la antropomorfización de los animales protagonistas, la cual, aunque de carácter general, alcanzó su máxima expresión probablemente en las películas y los cortos de Disney con personajes tan populares como el ratón Mickey, el pato Donald, el perro Pluto o el elefante Dumbo, entre muchos otros.

Aunque desde el punto de vista artístico estos animales humanizados fueron un notable hallazgo, acabaron acarreando unos daños colaterales no previstos y cada vez más patentes en esta infantilizada sociedad en la que nos ha tocado vivir a cuenta de la aberrante extrapolación de la antropomorfización animal a esferas del mundo real, desde el trato a los animales -en especial a las mascotas- como si de criaturas seudoinfantiles se tratara, hasta la distorsión del lenguaje aplicándoles de forma indiscriminada términos exclusivos del ámbito humano. Y, aunque por desgracia estoy acostumbrado a tropezar con auténticos dislates periodísticos, no por ello dejo todavía de sorprenderme y, por supuesto, de irritarme.

Véase, si no, la perla con la que me encontré en el titular de una noticia del diario digital Público publicada el 16 de octubre de 2019:


“Agricultura intensiva y urbanismo, un homicidio a la vida en el Mar Menor.”


El artículo se refería a la aparición de numerosos peces muertos en el Mar Menor, y denunciaba como posible causa la contaminación producida por la agricultura intensiva y los vertidos urbanos, agravada por las lluvias torrenciales del mes de septiembre.

Nada tengo que objetar, al menos en lo que afecta a esta sección, al artículo en sí, pero volvamos al titular que tiene miga: “Homicidio a la vida”. ¿De dónde se han sacado eso?

Para empezar la frase está mal redactada, puesto que no se puede hablar de un “homicidio a” en el sentido de daño ambiental, que es lo que creo entender que se quiere decir, ya que el homicidio nunca es la causa, sino la consecuencia. Un homicidio puede ser causado por un atentado, un atraco, una agresión, un accidente o una negligencia, pongo por caso, pero nunca podrá conducir a nada por sí mismo puesto que por definición es el resultado de una acción previa.

Por si fuera poco, no queda aquí la cosa. En su primera acepción el DRAE lo define como Muerte causada a una persona por otra. La segunda resulta poco útil, puesto que alude a Cierto tributo que se pagaba antiguamente. La tercera, por último, refleja la definición jurídica del término: Delito consistente en matar a alguien sin que concurran las circunstancias de alevosía, precio o ensañamiento, lo que le diferencia de un asesinato, considerado un delito más grave al concurrir en él alguna de las circunstancias citadas.

En cualquier caso, tanto la primera como la tercera acepción -la segunda es irrelevante en este contexto- dejan bien claro que, para que exista homicidio, tiene que haber necesariamente una persona muerta, de forma explícita la primera e implícita la tercera ya que el mismo DRAE explica que el adverbio alguien designa a Una o varias personas cuya identidad no se conoce o no se desvela.

Así pues está claro: puesto que las únicas personas que conocemos por el momento, a la espera de descubrir vida inteligente en el universo, somos los pertenecientes a la especie Homo sapiens, también conocidos como humanos, se mire como se mire matar a un animal, a una planta o, por extensión, a un entorno ambiental podrá ser todo lo grave y condenable que se quiera, pero se mire como se mire nunca será un homicidio ni tampoco, obviamente, un asesinato.

Me queda la duda de si el autor del titular usó el término de forma deliberada para poner énfasis en la gravedad de lo ocurrido, algo bastante habitual entre los adoradores de la corrección política o si, por el contrario, se trató tan sólo de puro desconocimiento del uso del español, algo por desgracia también habitual entre las víctimas de las cada vez más deleznables leyes educativas.

En cualquier caso, al responsable del desaguisado debería suspendérsele para septiembre en la asignatura de Lengua Española.


Publicado el 17-10-2019