No ha sido nada, sólo me han descuartizado un poco





Ilustración tomada de charcuterosdelmundo.com



Los periodistas, y también muchos que no lo son, suelen mostrar una tendencia innata a incurrir en circunloquios no sólo innecesarios, sino también chocantes cuando no decididamente ridículos. Y no estoy hablando de la estupidez de la corrección política, sino de algo mucho más prosaico como es, probablemente, el deseo de dorar la píldora o bien el de presumir de entendido, aunque en la práctica el resultado acabe siendo muchas veces ridículo.

Recuerdo que hace años leí en un periódico una noticia que por desgracia no he podido rescatar como gazapo gran reserva, porque la verdad es que se lo merecía: en la celda de una cárcel apareció ahorcado un recluso, al que el periodista no dudó en tildar de “presunto ahorcado”. Cabe presumir que pretendiera decir “presunto suicida” recurriendo al eufemismo de la presunción, habitual en estos casos, pero lo cierto es que metió la pata hasta el corvejón porque, suicida o víctima de un asesinato, de lo que no se podía dudar era de que el pobre hombre había muerto ahorcado, sin presunción que valiera.

Más recientemente se puso de moda, sobre todo en medios sanitarios, hablar de “lesiones incompatibles con la vida”, como si utilizar el adjetivo mortal, tal como se había venido haciendo siempre, reultara tabú.

A esta familia de gazapos pertenece por derecho propio el que traigo hoy aquí, perteneciente al artículo ¿Qué está pasando en Etiopía y por qué no tienes ni idea de esta nueva guerra? que fue publicado el 13 de noviembre de 2020 en el diario digital El Confidencial. Como cabe deducir del título se refiere a una de tantas guerras tribales que desgarran el continente africano, y en él nos encontramos con esta jugosa frase en el mismísimo primer párrafo:


El Ejército desplegado. Bombardeos en el norte del país. Centenares de fallecidos, algunos acuchillados o descuartizados hasta la muerte. Decenas de miles de desplazados internos y refugiados huyendo a Sudán.


Dramático, por supuesto, pero... ¿se imaginan ustedes que se pueda descuartizar a alguien hasta la muerte? O, dándole la vuelta a la pregunta, ¿sería posible perpetrar un descuartizamiento que no resultara mortal para el descuartizado? O, ya puestos, ¿se podría considerar ensañamiento al hecho de descuartizar a una persona dándole muerte además? Porque de ser así podríamos prafrasear el famoso chiste de Gila, que decía eso de “yo no soy cojo, es que me fusilaron mal”, convirtiéndolo en “yo no estoy muerto, es que me descuartizaron mal”.

Y, aunque los acontecimientos que se relatan en el artículo no tienen nada de graciosos, lo cierto es que la redactora, presumiblemente sin pretenderlo, le dió un inopinado toque humorístico... de humor negro, se entiende, y no precisamente porque éstos tuvieran lugar en África.


Publicado el 14-11-2020