Los elementos químicos “fantasmas”





Andrés Manuel del Río, descubridor del vanadio, o eritronio


Si ustedes buscan en textos antiguos, e incluso no demasiado antiguos, de química, es posible que se encuentren con nombres extraños que no les suenan de nada y que no aparecen en los textos o las tablas periódicas más modernos. Esto se debe a que la historia del descubrimiento de los elementos químicos está plagada de hallazgos paralelos, errores, falsos descubrimientos e, incluso, de las interferencias provocadas por la Guerra Fría en la disputa particular entre físicos norteamericanos y soviéticos por la denominación de los elementos radiactivos del final de la tabla periódica sintetizados por métodos artificiales.

Esto hace que hayan quedado atrás, con mayor o menor justificación, toda una serie de denominaciones que en algunos casos fueron utilizadas en su día, mientras que en otros se quedaron en una simple reseña en los libros de historia de la ciencia. De todas ellas he intentado desenterrar las de mayor importancia, las cuales paso a enumerar a continuación. La tarea no ha sido sencilla, ya que son mucho más numerosos de lo que pudiera pensarse -algunos autores los sitúan por encima de los cuatrocientos, varias veces el número de los reales- y no todos ellos están suficientemente descritos para poder dar una reseña, siquiera breve, de ellos. En ocasiones incluso un mismo nombre ha rodado por varios presuntos elementos hasta acabar asignado o no de forma definitiva a uno real, razón por la que he preferido no citarlo para evitar confusiones.

De todos modos, no hay que ser demasiado duros con los científicos, principalmente químicos y físicos, que creyeron de buena fe haber descubierto un nuevo elemento. Si nos ceñimos a los existentes en la naturaleza, muchos de los cuales fueron descubiertos a lo largo del siglo XIX o durante las primeras décadas del siglo XX -el más tardío, el renio, lo fue en 1925-, hay que tener en cuenta que durante mucho tiempo éstos anduvieron a ciegas a la hora de aislar e identificar un nuevo elemento químico, sobre todo cuando quedaban los más inaccesibles por su rareza o por la dificultad de extraerlos de sus minerales y purificarlos.

Aunque la Tabla Periódica propuesta por Dimitri Mendeleiev en 1869 supuso una ayuda fundamental para clasificar los elementos químicos, las dificultades seguían siendo considerables a la hora de asignarles la casilla correcta. Para empezar el concepto de número atómico, que es el que caracteriza a los átomos, sólo pudo ser comprobado y utilizado una vez que en 1913 el físico inglés Henry Moseley postuló su famosa ley que permite conocer el adn de los átomos mediante los espectros de rayos X, específicos para cada uno de ellos.

En el siglo XIX sí se conocía el concepto de masa atómica, una de las principales herramientas de las que se disponía entonces para identificar a los diferentes elementos químicos, por lo que fue éste el utilizado inicialmente para identificar y clasificar los elementos. Por lo general el incremento del número atómico y el de la masa atómica suelen ir paralelos, pero en algunos casos como el del argón y el potasio, o el del teluro y el yodo, no ocurre así. Fue la gran intuición de Mendeleiev la que le llevó a invertir el orden de estos elementos y a dejar vacíos los huecos necesarios para que la periodicidad de las propiedades de los elementos de un mismo grupo quedaran ordenadas en columnas, algo que inicialmente no fue aceptado por la mayoría de sus colegas pese a que su predicción de las propiedades físicas y químicas de los elementos aún desconocidos resultó ser asombrosamente acertada.

Para complicar todavía más las cosas el concepto de isótopo no fue introducido hasta 1911 por J.J. Thompson, por lo que con anterioridad a esta fecha el análisis de diferentes isótopos o de mezclas isotópicas de un mismo elemento podía conducir a la conclusión errónea de que se trataba de elementos diferentes, o bien a situarlos en una casilla equivocada. Especial dificultad presentaban los lantánidos, cuyas propiedades físicas y químicas eran tan parecidas que resultaba excepcionalmente complicado no sólo aislarlos e identificarlos, sino también colocarlos en el lugar correcto de la tabla periódica.

Eso sin contar, claro está, con las dificultades inherentes a las técnicas existentes en la época, primero puramente analíticas y ya bien entrada la centuria auxiliadas por la potente herramienta de la espectroscopía, lo que hizo de muchos de estos químicos unos auténticos héroes capaces de ejecutar miles de precipitaciones o recristalizaciones de las disoluciones para poder aislar apenas unos miligramos de los elementos todavía desconocidos.

Tampoco se conocía entonces la estructura del átomo, que no fue determinada en su concepción moderna, tras los tanteos iniciales -y erróneos- de Rutherford (1911), Bohr (1913) y Sommerfield (1916), hasta la llegada de la mecánica cuántica con el modelo de Schrödinger (1926), mientras el descubrimiento del neutrón, indispensable para comprender los modelos atómicos, se retrasó hasta 1932. Asimismo la Tabla Periódica de Mendeleiev carecía de un lugar específico para los elementos de transición interna, lantánidos y actínidos, de los cuales se desconocía incluso cuantos podían ser hasta que el desarrollo de los modelos estructurales derivados de la mecánica cuántica permitieron asignarles su lugar y corroborar su número, catorce para cada uno de los dos grupos, lo cual no ocurrió hasta bien avanzado el siglo XX.

El problema de la clasificación de los elementos químicos conocidos y la verificación de las casillas del Sistema Periódico aún vacantes no acabó con el hallazgo de los más contumaces, el hafnio en 1923 y el renio en 1925, ya que quedaba por abordar el todavía más peliagudo de los elementos carentes de isótopos estables, en su mayor parte -salvo el uranio, el torio y algunos otros como el radón a nivel de trazas- inexistentes en la naturaleza, por lo que sólo se pueden obtener de forma artificial, algo que sólo pudo realizarse tras el descubrimiento de la radiactividad natural y la posterior construcción, ya bien entrado el siglo XX, de los reactores nucleares.

Pese a que la mayoría de los elementos radiactivos -llamo así a los que carecen de isótopos estables- están situados en la parte final de la Tabla Periódica tras el bismuto, existen dos excepciones que trajeron de cabeza a los químicos durante muchas décadas, ya que éstos intentaron buscarlos infructuosamente en la naturaleza: se trata del tecnecio, un metal de transición -los situados en la zona media de la tabla- de la familia del manganeso, y del prometio, un lantánido, ambos situados en lo que podríamos denominar la región de estabilidad del Sistema Periódico y que sólo se pueden obtener mediante síntesis nuclear. Este hecho desorientó sobremanera a los químicos de finales del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, que propusieron infinidad de hallazgos que a la postre resultaron ser falsos.

Queda por reseñar, por último, el hecho bastante frecuente de lo que en justicia deberíamos denominar codescubrimiento, por más que la historia tan sólo haya dejado constancia de uno de los varios científicos que descubrieron un elemento químico por separado. En ocasiones éste, como ocurrió con el eritronio del español Andrés Manuel del Río, se adelantó en bastantes años al descubrimiento oficial de este elemento que conocemos como vanadio. En otras se trató de hallazgos prácticamente simultáneos como el wolframio de los hermanos Elhúyar, erróneamente denominado tungsteno por los siempres arrogantes angloparlantes. Y en otras, por último, resulta extremadamente difícil determinar incluso la fecha exacta del descubrimiento, ya que ésta podría asignarse bien a su identificación en un compuesto, bien a su aislamiento en estado puro, en incluso en bastantes casos a su detección por métodos espectroscópicos. En justicia, la apasionante historia del descubrimiento de los elementos químicos cuenta con muchos más actores de los que figuran en el libro de honor de los ciento dieciocho elementos catalogados hasta ahora, por lo que la larga lista de falsos elementos químicos que viene a continuación ha de ser considerada más como los ensayos de una obra de teatro que como meros fracasos, porque hasta de éstos se puede aprender.

Las fuentes bibliográficas que he utilizado han sido varias, fundamentalmente procedentes de internet, siendo las más importantes el libro lamentablemente agotado de D.N. Trifonov y V.D. Trifonov Cómo fueron descubiertos los elementos químicos1 y el reciente ¿Qué sabemos de las tierras raras?2 de Ricardo Prego Reboredo.



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Actinón

Nombre dado por el químico francés André-Louis Debierne al isótopo del radón, de masa atómica 219, descubierto por él en 1900 como emanación del actinio. Su símbolo era An.


Alabamio

Nombre propuesto en 1931 para un presunto descubrimiento del astato (número atómico 85) por el equipo de Fred Allison, del Instituto Politécnico de Alabama. Su símbolo hubiera sido Ab.


Alcalinio

Uno de los falsos descubrimientos del francio, comunicado en 1926 por los químicos ingleses Gerald J. F. Druce y Frederick H. Loring. Su nombre hacía alusión a su condición de ser el más pesado de los metales alcalinos.


Aldebaramio

El elemento químico de número atómico 70 fue descubierto de forma casi simultánea en 1907 por el químico francés Georges Urbain y por el austríaco Carl Auer von Welsbach. El primero lo bautizó como iterbio por haber sido encontrado en un mineral procedente de la mina sueca de Ytterby, mientras el segundo lo denominó aldebaramio en homenaje a la estrella Aldebarán, Alfa de la constelación de Tauro, con el símbolo Ad. Finalmente, prevalecería el primero de estos dos nombres.


Amarilio

Presunto metal del grupo del platino cuyo descubrimiento fue comunicado en 1903 por William Courtis en minerales procedentes de Nuevo México. El comunicado pasó desapercibido, y tras la muerte de Curtis en la década de 1920 cayó en el olvido. Algunos autores creen que pudo tratarse de un descubrimiento del renio veintidós años antes de su identificación oficial.


Ausonio

Nombre con el que bautizó el físico italiano Enrico Fermi al falso descubrimiento que hizo en 1934 del elemento de número atómico 93, hoy conocido como neptunio. Se le asignó el símbolo Ao.


Austrio

Elemento propuesto en 1886 por el químico alemán Eduard Linnemann. Posteriormente se demostró que se trataba de galio, descubierto en 1875.


Ázoe

Nombre con el que se llegó a conocer en el siglo XIX al nitrógeno, con el símbolo Az. Proviene del término griego a zoos, sin vida, en alusión a que una atmósfera de nitrógeno puro es irrespirable. Su símbolo era Az. Curiosamente en francés sí se ha conservado esta terminología, ya que la denominación francesa para el nitrógeno es azote.


Azogue

Nombre de origen árabe con el que antiguamente se denominaba al mercurio.

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Berzelio

Nombre propuesto en 1901 por el químico norteamericano Charles Baskerville para un presunto elemento que creyó haber aislado del torio. Con símbolo Bz, era un homenaje al químico sueco Jöns Jakob Berzelius, descubridor entre otros elementos del propio torio.


Bohemio

Nombre propuesto en 1934 por el ingeniero checo Odolen Koblic para un falso descubrimiento del elemento número 93, el actual neptunio.


Brevio

Nombre con el que denominaron inicialmente al protoactinio, debido a lo breve de la vida media de su isótopo 234, sus descubridores Kasimir Fajans y Oswald Helmuth Göhring en 1913. Se le asignó el símbolo Bv.


Bunsenio

Presunto lantánido cuyo descubrimiento realizó el químico checo Bohuslav Brauner en 1882 en la didimia, bautizándolo con el nombre del químico alemán Robert Bunsen y asignándole el símbolo Bs. Pudo tratarse del praseodimio, pero al no publicarlo a tiempo se le anticipó Carl Auer von Welsbach en 1885 desdoblando el didimio en praseodimio y neodimio, por lo que fue a este último a quien se le consideró el descubridor oficial de estos dos elementos.

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Canadio

Presunto metal, perteneciente al grupo del platino, cuyo descubrimiento fue comunicado en 1911 por Andrew French en minerales procedentes de la provincia canadiense de la Columbia Británica.


Carolinio

Nombre propuesto en 1901 por el químico norteamericano Charles Baskerville para un presunto elemento que creyó haber aislado del torio. Con símbolo Cn, era un homenaje a la universidad de Carolina del Norte, donde realizó sus investigaciones.


Casiopeo

El elemento de número atómico 71 fue descubierto de forma casi simultánea en 1907 por el químico francés Georges Urbain y por el austríaco Carl Auer von Welsbach. El primero lo bautizó como lutecio en homenaje a Lutecia, denominación latina de París, mientras el segundo lo denominó casiopeo por Casiopea, la reina madre de Andrómeda en la mitología griega y nombre asimismo de una de las constelaciones más conocidas del hemisferio norte, asignándole el símbolo Cp. Ambas denominaciones coexistieron hasta 1949, fecha en la que se adoptó oficialmente la primera de ellas.


Celtio

El químico francés Georges Urbain anunció en 1907 el descubrimiento de este elemento, que según él habría ocupado la casilla número 72 tras el lutecio, del que sería afín cerrando la serie de los lantánidos o metales de transición interna. En realidad ese lugar corresponde al hafnio, descubierto en 1923 y sin relación química con los lantánidos. Su símbolo hubiera sido Ct.


Centurio

Nombre con el que se conoció inicialmente al fermio debido a que su número atómico es el 100. Al igual que en el caso del celtio, el símbolo propuesto para él fue Ct.


Ciclonio

El escurridizo elemento de número atómico 61, hoy conocido como prometio e inexistente en la naturaleza, no fue sintetizado e identificado hasta 1945. No obstante, hubo varios descubrimientos fallidos anteriores como el de Laurence L. Quill, que en 1938 comunicó su presunto descubrimiento utilizando el ciclotrón de la Universidad Estatal de Ohio, razón por la que le bautizó como ciclonio asignándole el símbolo Cy conforme a la grafía inglesa del término.


Columbio

Actual niobio (número atómico 41). Fue descubierto por el británico Charles Hatchett en 1801, que lo bautizó como columbio (símbolo Cb) por haberlo encontrado en un mineral llamado columbita. El niobio, cuyo nombre procede de Niobe, un personaje de la mitología griega, fue descubierto en 1846 por el químico alemán Heinrich Rose. En 1865 se descubrió que ambos, columbio y niobio, eran el mismo elemento, aunque se siguieron usando indistintamente ambos nombres hasta que en 1949 se estableció el de niobio como el oficial. No obstante, en ocasiones se sigue usando todavía el de columbio.


Coronio

Elemento químico hipotético que Charles Augustus Young y William Harkness creyeron haber descubierto espectroscópicamente en la corona solar durante el eclipse total de 1869. Años más tarde se comprobó que en realidad se trataba de una emisión producida por átomos de hierro altamente ionizados. También se le denominó newtonio.


Crodonio

Nombre derivado de Crodon, una antigua deidad sajona, con el que bautizó en 1820 el químico alemán Johann Trommsdorff a un presunto metal que era en realidad magnesia cuprífera.

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Dacio

O dacinio, tomado de la antigua Dacia. Uno de los falsos descubrimientos del francio, comunicado en 1937 por De Separét, que le asignó el símbolo Dc.


Dakinio

Este nombre corresponde a un falso descubrimiento del astato anunciado por el químico hindú Rajendralal De en 1937, que le asignó el símbolo Dk.


Damario

A finales del siglo XIX K. Lauer, un buscador de oro, encontró en Damaralandia, una región de la actual Namibia entonces colonia alemana, un terreno volcánico del que emanaban unos extraños gases. Envió unas muestras al químico P. Antsch que, tras analizarlas en 1890, determinó que se trataba de un elemento desconocido con una masa atómica de 0,5, la mitad de la del hidrógeno, al que denominó damario y le asignó el símbolo D. Obviamente este descubrimiento chocaba con todas las teorías sobre la estructura de los átomos y con la propia tabla periódica, y finalmente resultó falso tratándose probablemente de una mezcla de gases como hidrógeno y sulfuro de hidrógeno frecuentes en este tipo de terrenos.


Danio

Nombre propuesto por Niels Bohr para el hafnio tras su descubrimiento en 1923 por Dirk Coster y George Hevesy siguiendo las predicciones de su teoría atómica. Era un homenaje a Dinamarca, país natal de Bohr, pero no fue tenido en cuenta al parecer por error del editor de Nature, donde fue publicado el descubrimiento.


Decipio

Presunto lantánido descubierto en 1878 por el químico suizo Marc Delafontaine en la samarskita. Su nombre derivaba de un término griego traducible como engaño haciendo alusión a la dificultad de encontrarlo, y su símbolo era Dp. En realidad se trataba de una mezcla de varios lantánidos, muy difíciles de separar en aquella época.


Demonio

Presunto lantánido descubierto espectroscópicamente en 1894 por el físico norteamericano Henry Augustus Rowland. Debido a la dificultad de su estudio, y también a causa de su condición de pastor protestante, Rowland le atribuyó este pintoresco nombre. En realidad se trató de una identificación errónea del itrio.


Denebio

Presunto lantánido descubierto en 1916 por el químico austríaco Josef Maria Eder. Su nombre procede de la estrella Deneb, y su símbolo propuesto fue Db.


Devio

O Davio. Nombre dado en 1877 por el científico ruso Serge Kern a su presunto descubrimiento del renio, en homenaje al químico británico Humphry Davy.


Dianio

Nombre propuesto en 1860 por el mineralogista alemán Wolfgang Franz von Kobell, que creyó encontrar un nuevo metal análogo al tántalo y el niobio en los minerales tantalita y niobita, aunque probablemente se trabata de una mezcla de ambos. El término procedía de la diosa Diana, y su símbolo era Di.


Didimio

Metal hipotético, de símbolo Di, presuntamente descubierto en 1841 por el químico sueco Carl Gustav Mosander, que le bautizó con este nombre procedente del término griego Dydimos, que significa gemelos. En 1885 el químico austríaco Carl Auer von Welsbach descubrió que en realidad se trataba de la mezcla de dos metales muy similares químicamente, el praseodimio y el neodimio, números atómicos 59 y 60 respectivamente.


Donario

Nombre propuesto en 1851 por el químico alemán Carl Wilhelm Bergemann para el presunto metal que creyó haber descubierto en minerales escandinavos. Su nombre procede de Donar, el dios del trueno de la mitología germánica.


Donio

En 1836 Thomas Richardson comunicó haber descubierto la existencia de este metal en la davidsonita, un mineral procedente de Aberdeen, bautizándolo con una contracción de Aberdonia, el nombre latino de esta ciudad escocesa.


Dorio

Nombre derivado de la palabra rumana dor -anhelo- propuesto por las físicas Horia Hulubei e Yvette Cauchois, rumana y francesa, que afirmaban haber descubierto en 1939 el elemento hoy conocido como astato.


Dubhio

Presunto lantánido descubierto en 1916 por el químico austríaco Josef Maria Eder, que lo bautizó con el nombre primitivo de la ciudad de Dublín.

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Emanación del Radio

O también la contracción emanradio. Uno de los nombres con los que se denominó inicialmente al radón (número atómico 86), derivado del hecho de que se descubrió como una emanación del radio en forma de gas radiactivo.


Emanio

Aunque el actinio (número atómico 89) fue descubierto por el químico francés André-Louis Debierne en 1899, hubo un segundo descubrimiento casi simultáneo, en 1902, por el químico alemán Friedrich Giesel, que lo denominó emanio. Tras comprobarse que ambos elementos eran idénticos y que la prioridad del descubrimiento correspondía al científico francés, se fijó como nombre oficial el de actinio.


Eritronio

Actual vanadio (número atómico 23). Fue descubierto en 1801 por el químico español Andrés Manuel del Río, que lo llamó eritronio a causa del color rojo de algunos de sus compuestos. Lamentablemente, del Río creyó que su identificación era errónea y que se trataba en realidad de un compuesto de cromo, por lo que no publicó sus resultados. En 1830 lo redescubrió el químico sueco Nils Gabriel Sefström, que le dio el nombre de vanadio en recuerdo de la diosa escandinava Vanadis. Pese a estar clara la primacía del descubrimiento del científico español, el nombre oficial que ha persistido es el de vanadio.


Eurosamario

Presunto lantánido descubierto en 1917 por el químico austríaco Josef Maria Eder. En realidad se trataba de itrio.


Euxenio

Nuevo metal propuesto en 1901 por K. Hoffmann y W. Prandtl, presente según ellos en el mineral euxenita. Según sus presuntos descubridores sería químicamente similar al circonio. Su símbolo era Ex.

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Filipio

Presunto lantánido descubierto por el químico suizo Marc Delafontaine en 1878 en unas muestras de gadolinita. Su nombre era un homenaje al también químico suizo Philippe Plantamour, benefactor de Delafontaine, y en realidad se trataba de una mezcla de terbio e iterbio.


Florencio

Actual prometio (número atómico 61). Fue presuntamente descubierto en 1926 por los italianos Luigi Rolla y Lorenzo Fernandes, que lo bautizaron con este nombre como homenaje a la ciudad de Florencia. El descubrimiento oficial del prometio fue en 1944; puesto que todos sus isótopos son inestables, no existe en estado libre en la naturaleza.

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Gahnio

Elemento químico que creyó haber descubierto Jöns Jakob Berzelius en 1803 junto con el cerio, al cual denominó gahnio en honor del inspector de minas Johan Gottlieb Gahn. En realidad resultó ser óxido de cinc.


Ghiorsio

Nombre propuesto por los físicos de la Universidad de Berkeley para el elemento de número atómico 118 (actual oganesón), con símbolo Gh, en homenaje a Albert Ghiorso, uno de los principales investigadores norteamericanos de los elementos químicos artificiales.


Glaucodimio

Presunto lantánido descubierto en 1897 por el químico ruso Konstantin von Jruschov a partir del didimio.


Glucinio

Nombre que durante algún tiempo recibió el berilio debido al sabor dulce de sus sales. Su símbolo era Gl.


Gnomio

Nuevo elemento químico propuesto por Gerhard Krüss y F. W. Schmidt en 1899, quienes le asignaron unas propiedades químicas similares a las del níquel y el cobalto. Si símbolo hubiera sido Gn.

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Hahnio

Nombre propuesto por los científicos norteamericanos, en homenaje al físico Otto Hahn, de forma sucesiva, para los elementos químicos de número atómico 105 y 108, sintetizados (no existen en la naturaleza) de forma prácticamente simultánea por éstos y por un grupo de investigación ruso hacia 1970 el primero y en 1984 por un grupo de investigación alemán el segundo. En 1997 se les asignó oficialmente el nombre de dubnio al 105 y de hasio al 108. Su símbolo era Ha.


Helvetio

Nombre propuesto en 1940 por el químico suizo Walter Minder para su presunto descubrimiento del astato. Dos años más tarde creyó redescubrirlo en colaboración con Alice Leigh-Smith, rebautizándolo como anglohelvetio. Sus símbolos respectivos eran Hv y Ah.


Hesperio

Presunto descubrimiento del plutonio, reclamado por Enrico Fermi en 1934. Su nombre proviene de Hesperia, antigua denominación griega de Italia, correspondiéndole el símbolo Hs.

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Idunio

Metal presuntamente descubierto en 1884 por Friedrich Martin Websky en minerales de vanadio, al cual bautizó con el nombre de Idune, la diosa de la mitología nórdica guardiana de las manzanas que dan a los dioses la juventud eterna. Su símbolo era Id.


Illinio

Símbolo Il, actual prometio. Fue presuntamente descubierto por segunda vez (la primera fue la del florencio) en 1926 por un grupo de científicos de la universidad de Illinois, que con el nombre quisieron honrar a su centro de investigación. El descubrimiento oficial del prometio fue en 1944; puesto que todos sus isótopos son inestables, no existe en estado libre en la naturaleza.


Ilmenio

Elemento químico propuesto por el químico ruso R. Hermann en 1847, que lo bautizó con el nombre de las montañas Ilmensky. En realidad se trataba de una mezcla de niobio y tántalo.


Incognitio

Falso lantánido (se trataba de gadolinio) cuyo descubrimiento fue anunciado en 1905 por el químico inglés William Crookes, que le asignó el símbolo Ic.


Ionio

En esta ocasión no se trata del nombre de un elemento químico sino del de un isótopo del torio, en concreto el 230Th, algo del todo inhabitual dado que salvo en contadas ocasiones, como como ocurre con el deuterio, los isótopos no suelen recibir nombres propios. En cualquier caso se trata de una denominación antigua que ha caído en completo desuso, lo que justifica su mención aquí. Su símbolo era Io, y fue descrito por el radioquímico norteamericano Bertram Boltwood en 1907.

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Jargonio

En 1869 Henry Sorby comunicó el descubrimiento de un nuevo elemento químico al que denominó jargonio (símbolo Jg) por haberlo presuntamente encontrado en la jargonita, un mineral procedente de Ceilán.


Jolioto

Nombre propuesto en 1994 por la Unión internacional de química pura y aplicada para el elemento químico de número atómico 105, en un intento de acabar con la larga controversia que se arrastraba desde que en 1970 lo sintetizaran por vez primera, de forma prácticamente simultánea, un equipo de investigación norteamericano, que pretendía que se llamara hahnio, y otro ruso, que proponía el nombre de nielsbohrio. Se trataba de un homenaje a Frédéric Joliot e Irene Curie, yerno e hija de Pierre y Marie Curie, personajes neutrales en la pugna entre norteamericanos y rusos. Sin embargo, tres años más tarde a este elemento químico se le acabaría asignando oficialmente el nombre de dubnio.


Josefinio

Presunto metal cuyo descubrimiento fue comunicado en 1903 por William Courtis en minerales procedentes del río Josephine que le dio nombre. El comunicado pasó desapercibido, y tras la muerte de Curtis en la década de 1920 cayó en el olvido. En realidad pudo tratarse de una aleación natural de hierro y níquel.


Junonio

Presunto lantánido descubierto por Thomas Thompson en 1811 y bautizado con el nombre del recién descubierto asteroide Vesta, con el símbolo J. Resultó ser cerio.

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Kurchatovio

Nombre propuesto por los investigadores rusos que sintetizaron en 1964 este elemento químico artificial de número atómico 104, en homenaje al científico nuclear Igor Kurchatov. Tras una larga polémica con sus colegas norteamericanos, que proponían para este elemento el nombre de rutherfordio (por Ernest Rutherford), en 1997 se fijó como denominación oficial esta última.

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Leptinio

Con el símbolo Lp, fue propuesto en 1943 por K. Martin como presunto elemento nº 85, casilla hoy ocupada por el astato. Debe su nombre al hecho de que fue presuntamente encontrado en el mineral llamado leptinita.


Lavoesio

Presunto elemento químico que anunció haber descubierto en 1877 G. Prat en piritas y otros minerales, al que asignó el símbolo Lv. Su nombre es un homenaje a Antoine Lavoisier.


Lucio

Propuesto en 1896 por Prosper Barrière, que presuntamente lo habría aislado de la monacita, una de las principales menas de los lantánidos. En realidad se trataba de itrio impuro.

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Masrio

Metal propuesto en 1892 por H. Richmond, que le asignó el símbolo Ms. Pudo tratarse de la identificación errónea de una mezcla de indio e itrio.


Masurio

Símbolo Ma, actual tecnecio (número atómico 43). Fue presuntamente descubierto por los químicos alemanes Walter Noddack, Otto Berg e Ida Tacke -los descubridores del renio- en 1925, los cuales le bautizaron en homenaje a Masuria, una región de Prusia perteneciente actualmente a Polonia. El tecnecio no se descubrió hasta 1937 y todos sus isótopos son inestables, por lo que no existe en estado libre en la naturaleza.


Melinio

Nombre propuesto para el cadmio en 1818 por el químico alemán K. Kernsten, uno de quienes reclamaron la primacía en el descubrimiento de este metal. La explicación que he encontrado para el origen del nombre es el color amarillo vivo del sulfuro de cadmio, aunque no he podido encontrar su etimología.


Metacerio

Lantánido que creyó encontrar en 1895 el químico checo Bohuslav Brauner como impureza del cerio.


Metargón

Presunto gas noble propuesto en 1898 por William Ramsay como existente en pequeñas cantidades en la atmósfera.


Moldavio

Uno de los falsos descubrimientos del francio, comunicado en 1936 por el químico rumano Horia Hulubei y la química francesa Yvette Cauchois, bautizado con el nombre de la región rumana de Moldavia. Su símbolo era Ml o Mv.


Monio

Nombre que el químico inglés William Crookes dio inicialmente al victorio, quizá por haberlo extraído presuntamente de la monacita, una de las principales menas de los lantánidos. Ver victorio.


Mosandrio

Presunto lantánido cuyo descubrimiento publicó el químico norteamericano John Lawrence Smith en 1878. Su nombre era un homenaje al químico sueco Carl Gustaf Mosander, descubridor del lantano, el erbio y el terbio, y su símbolo M. En realidad se trataba de terbio.

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Nebulio

Elemento químico hipotético que en 1864 creyó haber descubierto el astrónomo William Huggings en los espectros de emisión de algunas nebulosas, lo que justifica su nombre, a veces escrito como nefelio. La hipótesis no era descabellada, ya que de esa manera y por ese mismo procedimiento es como se descubrió el helio en el espectro solar cuando todavía era desconocido en la Tierra, pero hacia 1920 se comprobó que el espectro del presunto nebulio correspondía en realidad al oxígeno doblemente ionizado en unas condiciones energéticas prohibidas en la Tierra pero posibles en las rarificadas nubes de gases cósmicos.


Newtonio

Ver coronio.


Nielsbohrio

Nombre propuesto por los científicos rusos, en homenaje al físico Niels Bohr, para el elementos químico de número atómico 105, sintetizado (no existe en la naturaleza) de forma prácticamente simultánea por éstos y por un grupo de investigación norteamericano hacia 1970. Aunque en 1997 se le asignó oficialmente a este elemento el nombre de dubnio, el número 107 fue bautizado como bohrio.


Nigrio

Presunto metal descubierto en 1869 por Arthur Church en minerales de circonio.


Niponio

Nombre con el que el químico japonés Masataka Ogawa bautizó el metal que afirmó haber descubierto en 1908, al que asignó el número atómico 75, correspondiente al renio, y el símbolo Np, años después adoptado para el neptunio.


Nitón

Nombre propuesto por William Ramsay, derivado del latín nitens, brillante, para denominar al isótopo de masa atómica 222 del radón obtenido como emanación del radio.


Norio

Presunto metal descubierto en 1845 por el químico sueco A. Swanberg en la zirconita, al que atribuyó el número atómico 72 correspondiente al hafnio. Su nombre derivaba de Noria, nombre antiguo de Noruega, y el símbolo propuesto fue No.

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Oceanio

Elemento hipotético propuesto por Alexander Scott en 1923, quien le atribuyó los números atómicos 43 (tecnecio) o 75 (renio), entonces todavía vacantes. Su nombre, tomado del titán Océano, se debe a que su presunto descubrimiento tuvo lugar en unos minerales procedentes de la costa de Nueva Zelanda.


Ocroíta

Nombre propuesto por el químico alemán Martin Heinrich Klaproth para el cerio, codescubierto por él y por Jöns Jacob Berzelius en 1803, a causa del color ocre de su óxido. Sin embargo, prevaleció el criterio de Berzelius.


Ostranio

Presunto metal descubierto en 1825 por el minerólogo alemán August Breithaup, que afirmó haberlo aislado de la ostranita, un mineral similar al circón.

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Pancromio

Uno de los nombres dados por Andrés Manuel del Río al vanadio debido a los diferentes colores que mostraban sus compuestos. Ver Eritronio.


Pelopio

Elemento químico propuesto por el químico alemán Heinrich Rose en 1845, que lo bautizó con el nombre mitológico de Pélope, hijo de Tántalo, por presentar unas propiedades químicas similares a las del tántalo y el niobio. En realidad se trataba de una mezcla de estos dos metales.


Plurano

Nombre propuesto por el químico alemán Gottfried Osann en 1828 para un presunto metal del grupo del platino, probablemente una mezcla de algunos de ellos. El término con el que fue bautizado es un acrónimo de platino y Urales, la región rusa de la que procedía la muestra de platino investigada.


Polinio

Nombre propuesto por el químico alemán Gottfried Osann en 1828 para un presunto metal del grupo del platino que resultó ser el iridio. El término con el que fue bautizado proviene del griego polia, en español canoso, por el color de su residuo.


Ptenio

Nombre propuesto por el químico inglés Smithson Tennant en 1803 para un presunto metal afín al iridio y al osmio. Su nombre estaba tomado del término griego ptenos, alas, por desprender un óxido volátil que en realidad correspondía al osmio.

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Quebecio

El físico canadiense Pierre Demers publicó en 1995 una reinterpretación de la tabla periódica diferente de la de Mendeleiev, postulando la existencia de un hipotético elemento 118 al que bautizó como quebecio, con símbolo Qb. El oganesón, elemento 118 real, fue detectado por vez primera en 2002 y confirmado en 2006, recibiendo su nombre oficial en 2016. Como todos los transuránidos se trata de un elemento artificial detectado a nivel de trazas y con un período de semidesintegración del orden de los milisegundos, por lo que nada tiene que ver con el inexistente quebecio de Demers.

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Rionio

Nombre propuesto para el vanadio por el geólogo norteamericano George William Featherstonhaugh en homenaje a Andrés Manuel del Río y apoyando su primacía en el descubrimiento de este metal.


Rogerio

Presunto lantánido propuesto por el químico norteamericano John Lawrence Smith en 1879.


Rusio

Presunto lantánido propuesto por el químico ruso Konstantin von Jruschov en 1897.

También se bautizó con este nombre a uno de los falsos descubrimientos del francio, comunicado en 1925 por el químico ruso D. K. Dobroserdov.

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Sequanio

Nombre derivado de la denominación latina del río Sena -Sequana- propuesto por la física rumana Horia Hulubei para su presunto descubrimiento en 1939 del elemento hoy conocido como neptunio.


Sergenio

Nombre propuesto en 1963 por el científico soviético Viktor Cherdyntsev para el elemento número 108, actualmente conocido como hasio y descubierto oficialmente en 1984. Su nombre fue tomado de la denominación kazaja de la Ruta de la Seda, y se le asignó el símbolo Sg.

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Torón

Nombre dado por Ernest Rutherford y Robert Owens a la emanación radiactiva del torio descubierta en 1899, en realidad el isótopo de masa atómica 220 del radón.


Treenio

Nombre dado por Henry Samuel Boase a un metal que aseguró haber descubierto en 1836 en las proximidades de la ciudad de Treen, perteneciente a la región inglesa de Cornualles.


Tungsteno

Actual wolframio (número atómico 74). Fue descubierto en 1783 por los químicos y hermanos españoles Juan José y Fausto de Elhúyar, que le pusieron este nombre por proceder de la wolframita. El nombre de tungsteno, a su vez, procede del término sueco tung sten, piedra pesada, y fue introducido por el mineralogista sueco Alex Fredrik Cronsted, que describió la wolframita -no el wolframio- en 1758 denominándola así. Pese a que el descubrimiento de los Elhúyar es indiscutible, y por lo tanto a ellos les correspondía asignar el nombre al nuevo elemento, en el mundo anglosajón se suele utilizar con bastante asiduidad el término incorrecto de tungsteno aunque, eso sí, el símbolo químico de este elemento es W.

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Uralio

El químico francés A. Guyard comunicó en 1879 la identificación de un nuevo metal como impureza del platino procedente de los Urales, con cuyo nombre le bautizó asignándole el símbolo Ou (en francés el nombre de esta cordillera es Oural). Aunque el descubrimiento fue descartado, algunos autores apuntan que quizá pudiera tratarse de renio, no descubierto oficialmente hasta 1925.

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Vesbio

Presunto metal descubierto en 1879 por Arcangelo Scacchi en materiales procedentes de la erupción del Vesubio de 1631, por lo que lo bautizó con el nombre de este volcán asignándole el símbolo Vb. Finalmente se comprobó que se trataba de vanadio.


Vestio

Presunto metal descubierto en 1808 por el químico polaco Jedrzej Sniadetski, el cual fue denominado así en homenaje al asteroide recién descubierto Vesta, al igual que anteriormente lo fueran Ceres con el cerio y Palas con el paladio. En realidad parece ser que pudo tratarse del rutenio, descubierto oficialmente en 1844.


Victorio

Falso lantánido cuyo descubrimiento fue anunciado en 1898 por el químico inglés William Crookes, que le puso este nombre (con el símbolo Vc) en homenaje a la reina Victoria. Años después se descubrió que en realidad se trataba de una mezcla impura de gadolinio y terbio.


Virginio

Uno de los falsos descubrimientos del francio, comunicado en 1930 por Fred Allison, natural del estado norteamericano de Virginia, que propuso como símbolo Vi o Vm.

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Wasio

Nombre propuesto en 1862 por el químico G. Bahr, que creyó haber aislado un nuevo elemento en minerales procedentes de Ytterby, aunque en realidad se trataba de una mezcla de varios lantánidos. El nombre era un homenaje a la casa real sueca de Vasa, o Wasa.


Welsio

Nombre propuesto en 1920 por el químico austríaco Josef Maria Eder para un lantánido que creyó haber descubierto en fracciones de muestras analizadas por Carl Auer von Welsbach, a quien dedicó este hipotético elemento.


Wodanio

Presunto metal descubierto en 1818 por el químico y metalúrgico alemán Wilhelm Lampadius en un mineral de cobalto. En realidad se trataba de una mezcla de níquel, cobalto, hierro, arsénico y otros metales y elementos químicos conocidos. Su nombre procede de Wotan, el dios germano del cielo y la guerra.

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1 D.N. Trifonov y V.D. Trifonov Cómo fueron descubiertos los elementos químicos. Editorial Mir. Moscú, 1984 (reed. 1990).
2 Ricardo Prego Reboredo. ¿Qué sabemos de las tierras raras? Colección ¿Qué sabemos de?, nº 99. CSIC / Los Libros de la Catarata. Madrid, 2019.


Publicado el 28-10-2009
Actualizado el 6-5-2019