Wernher Von Braun



Junto con el soviético Sergei Korolev, el alemán nacionalizado norteamericano Werner von Braun fue uno de los principales impulsores de la astronáutica, y responsable entre otras hazañas de la llegada del hombre a la Luna.

Von Braun nació el 23 de marzo de 1912, en el seno de una familia noble (sus padres tenían título de barones), en la actual localidad polaca de Wyrzysk, entonces perteneciente al imperio alemán bajo el nombre de Wirsitz. Desde muy joven mostró interés por la astronomía y la astronáutica, en especial por los trabajos del precursor Hermann Oberth, afiliándose en 1929, con tan sólo 17 años de edad, a la Sociedad Alemana para el vuelo espacial. En 1930 se graduaría como ingeniero mecánico en el Instituto Politécnico de Berlín con una tesis sobre el motor a reacción, doctorándose en física en 1932 por la Universidad de Berlín.

Deseando profundizar en la investigación y el desarrollo de grandes cohetes, se alistó en el ejército alemán aprovechando el interés de éste por sus posibles aplicaciones militares, dado que este tipo de armas, todavía embrionarias, no estaban sujetas a las férreas restricciones impuestas a Alemania por el tratado de Versalles. También por entonces se afilió a las SS con anterioridad incluso a la llegada de Hitler al poder; esta faceta de su biografía, que posteriormente le pesaría como una losa, le sirvió no obstante para progresar rápidamente en sus metas, logrando doctorarse en ingeniería aeroespacial el 27 de julio de 1934. No obstante, él siempre se defendió afirmando que lo único que le interesaba era la exploración del espacio, y no ayudar a los nazis en sus delirios expansionistas, lo cual le llegaría a acarrear problemas con la Gestapo, que le acusaba de perder el tiempo con sus delirios en vez de dedicar todos sus esfuerzos al conflicto bélico.

Sin embargo su trabajo era demasiado importante como para interrumpirlo, por lo que sus críticos dentro del régimen nazi tuvieron que dejarle en paz. De hecho, conforme avanzaba la II Guerra Mundial éste se vería potenciado por las autoridades nazis, deseosas de disponer de armas revolucionarias capaces de atacar a los aliados en su propio territorio. Al frente de un equipo de ingenieros, von Braun se instaló en la base secreta de Peenemünde, situada en la costa báltica cerca de la actual frontera entre Alemania y Polonia, donde desarrolló sus diferentes proyectos.

Tras varios ensayos previos, el primer fruto del trabajo de von Braun y su equipo fue la bomba volante V-1, siglas correspondientes al término alemán Vergeltungswaffe-1, Arma de represalia nº 1 en español. La V-1 era básicamente un avión a reacción no tripulado, un artefacto por entonces completamente revolucionario. Se lanzaba desde una rampa inclinada, y alcanzaba una velocidad media de 650 kilómetros por hora y una altura máxima de 2.000 metros. Su autonomía era de unos 250 kilómetros, lo que ponía a su alcance las ciudades costeras del sur de Inglaterra.

La primera V-1 lanzada con fines militares cayó sobre territorio británico el 14 de junio de 1944, causando un gran pánico en la población civil pese a tratarse de un arma relativamente tosca con poca precisión al caer sobre el blanco y fácilmente detectable por el radar, así como interceptable por los aviones de la RAF. Aunque tan sólo poco más de una cuarta parte de las 8.000 bombas volantes lanzadas por los alemanes sobre Gran Bretaña lograron llegar a sus destinos, Londres padeció, entre otras ciudades, los efectos de sus impactos.

La V-2 era algo muy distinto. Con catorce metros y medio de longitud y 1,65 de diámetro máximo, era de hecho el primer misil balístico de la historia. Mucho más potente que su hermana menor, era asimismo, gracias a su velocidad, prácticamente indetectable para los británicos, que tampoco la podían interceptar. Su lanzamiento era en vertical, como los cohetes modernos de los que fue precursora, tras el que describía una trayectoria balística -o parabólica- que le permitía alcanzar una altura máxima de 100 kilómetros y un radio de acción de más de 300 kilómetros... todo ello a una velocidad de 5.600 kilómetros por hora, lo que le convertía en prácticamente invulnerable pese a que su sistema de guía era todavía muy rudimentario. La primera V-2 cayó en las afueras de Londres el 8 de septiembre de 1944, y a ella le siguieron cerca de otras dos mil hasta el final de la guerra.

Sin embargo, estos esfuerzos no lograron evitar la derrota de Alemania, quedándose sin pasar de la fase de proyecto el último diseño de von Braun, la V-3, un cohete de varias etapas capaz de cruzar el océano Atlántico, lo que ponía bajo su radio de acción la costa este de los Estados Unidos. Se habría tratado, pues, del primer misil intercontinental de la historia.

Al finalizar la guerra, von Braun y los miembros de su equipo, alrededor de quinientas personas, decidieron entregarse voluntariamente a las tropas americanas, temerosos de caer en manos de los soviéticos. Las autoridades estadounidenses, conscientes de la importancia de su trabajo, aceptaron sus condiciones -libertad bajo el compromiso de continuar con el desarrollo de sus programas, ahora trabajando para sus nuevos anfitriones- y, gracias a la colaboración de sus voluntarios rehenes, consiguieron hacerse con gran parte de la documentación del proyecto así como numerosas V-2 y piezas de las mismas. Esta operación, bautizada con el nombre de Paperclip, fue realmente rocambolesca, ya que tuvo que llevarse a cabo burlando a los agentes soviéticos que asimismo querían hacerse con el botín.

Cuando el Ejército Rojo llegó a Peenemünde, situada en la zona de ocupación soviética conforme a los acuerdos de Yalta, los rusos hubieron de conformarse con lo poco que dejaron atrás sus incipientes rivales de la Guerra Fría, aunque todavía consiguieron capturar a parte de los técnicos del equipo -y a punto estuvieron de hacerlo con el propio von Braun- que acabarían colaborando, de mejor o peor grado, en el desarrollo del programa espacial soviético.

Ya en territorio norteamericano von Braun y los técnicos de su equipo fueron confinados en una base militar, permitiéndoseles reanudar sus investigaciones a cambio de inmunidad frente a las acusaciones de crímenes de guerra, detalle éste nada baladí puesto que en los talleres de Peenemünde habían trabajado miles de prisioneros de guerra, muchos de los cuales habían fallecido víctimas de las penosas condiciones de trabajo a que se habían visto sometidos. En 1950 fueron trasladados a Redstone, Alabama, donde empezaron a construir cohetes propulsores para el ejército y, a finales de esa década, para los los primeros satélites artificiales norteamericanos. Nacionalizado estadounidense desde 1955, von Braun se incorporó en 1960 a la recién creada NASA en calidad de director del Centro Espacial Marshall y en el ingeniero jefe del proyecto Saturno V.

En 1970 fue nombrado director del plan estratégico de la NASA, pero tan sólo ocupó su nuevo cargo durante dos años ya que en 1972, decepcionado por la cancelación del programa lunar y de otros todavía en fase de desarrollo como las misiones a Marte o la construcción de una estación espacial -suyo es el diseño toroidal que ha pasado al imaginario de la ciencia ficción-, abandonó la agencia espacial pasando a ser colaborador de una empresa privada.

Werner von Braun falleció el 16 de junio de 1977, a los 65 años de edad, en la localidad de Alexandria, estado de Virginia. En su honor fue bautizado con su nombre un cráter lunar.


Publicado el 9-11-2008
Actualizado el 16-5-2014