Pioneer



Sondas automáticas precursoras de la exploración del Sistema Solar. Diseñadas por la NASA (excepto la Pioneer 0) a finales de los años 50, inicialmente tenían como objetivo la exploración del espacio circunlunar, aunque más adelante se extendieron a otros destinos del Sistema Solar.

Aunque en total fueron una veintena las sondas bautizadas con este nombre, traducible al español como Pionero, incluyendo varios lanzamientos fallidos, se puede diferenciar entre varios programas distintos.

El más antiguo de todos ellos se desarrolló entre 1958 y 1960 y abarcó diez lanzamientos, ocho de los cuales fueron denominados también con el nombre alternativo de misiones Able. Su numeración como misiones Pioneer fue bastante caótica, ya que su listado cronológico es el siguiente: Pioneer 0 (Able 1), Pioneer 1 (Able 2), Pioneer 2 (Able 3), Pioneer P-1 o W (Able 4A), Pioneer P-3 o X (Able 4B), Pioneer 5 o P-2 (Able 6), Pioneer P-30 o Y (Able 5A) y Pioneer P-31 o Z (Able 5B). A ellas se sumaron otras dos sondas bautizadas como Pioneer 3 y Pioneer 4, también conocidas como sondas lunares Juno II.

Todas ellas tuvieron como destino la Luna a excepción de la Pioneer 5 que fue enviada a Venus, la inmensa mayoría con resultados fallidos.

La segunda serie de misiones Pioneer fue iniciada por la Pioneer 6 o Pioneer A en diciembre de 1965, y abarcó un total de cinco lanzamientos: el anterior y los de las Pioneer 7 o Pioneer B en agosto de 1966; la Pioneer 8 o Pioneer C en diciembre de 1967; la Pioneer 9 o Pioneer D en noviembre de 1968, y la Pioneer E (no recibió ordinal) en agosto de 1969. Todas ellas fueron diseñadas para estudiar el viento solar, el campo magnético interplanetario y los rayos cósmicos, y tan sólo la última misión resultó fallida.

A partir de la Pioneer 5, lanzada en marzo de 1960, y hasta la Pioneer 9 (noviembre de 1968), junto con la fallida Pioneer E (agosto de 1969), estas sondas fueron enviadas a otras regiones más alejadas del espacio, realizando importantes medidas del campo magnético y de las radiaciones solares. Las más célebres de todas ellas fueron las dos últimas de la serie, correspondientes a los ordinales 10 y 11, siendo los primeros objetos construidos por el hombre que se internaron en el Sistema Solar exterior.

Ya a principios de los años setenta se diseñó una nueva serie de sondas, ideadas en esta ocasión para ser enviadas a las entonces todavía inexploradas regiones exteriores del Sistema Solar. Fueron las siguientes:

La Pioneer 10 o Pioneer F, lanzada el 3 de marzo de 1972. Se aproximó a 200.000 kilómetros del planeta Júpiter el 3 de diciembre de 1973, para posteriormente perderse en las profundidades del espacio. Cuando dejó de emitir, en marzo de 1997, se encontraba a una distancia de más de 67 UA del Sol.

La Pioneer 11 o Pioneer G, lanzada el 6 de abril de1973. El 4 de diciembre de 1974 pasó a tan sólo 34.000 kilómetros de Júpiter y, a diferencia de su gemela, aprovechó la atracción gravitatoria de Júpiter para desviar su trayectoria original, encaminándose hacia Saturno, planeta al que se acercó hasta una distancia de 21.000 kilómetros el 1 de septiembre de 1979. Esta carambola cósmica, que más adelante sería repetida por las dos sondas Voyager, fue descrita por vez primera por Arthur C. Clarke en su conocida novela 2001: Una odisea espacial. La vida útil de la Pioneer 11 concluyó el 30 de septiembre de 1995, cuando se encontraba a una distancia de 44.7 UA del Sol.

La Pioneer H -no llegó a ser numerada, aunque le hubiera correspondido el ordinal 12- tenía previsto ser lanzada en 1974, pero la NASA decidió finalmente suspender el lanzamiento, donándola dos años más tarde al Museo Nacional del Aire y el Espacio de Estados Unidos de Washington.

Las dos sondas Pioneer 10 y 11 suministraron una abundante información sobre los planetas Júpiter y Saturno, que hasta entonces sólo se habían podido estudiar mediante los observatorios astronómicos situados en la Tierra. Las posteriores misiones Voyager y la todavía más reciente misión Galileo oscurecieron sus hallazgos, pero éstos no fueron en modo alguno desdeñables, ya que permitieron conocer mejor fenómenos tales como los campos magnéticos planetarios, el viento solar, los rayos cósmicos, las auroras y las emisiones de radio jovianas, las atmósferas de Júpiter y Saturno o los complejos sistemas de anillos y satélites de ambos planetas. Las Pioneer 10 y 11, al igual que ocurriera años después con las sondas Voyager, transportaban sendas placas metálicas con mensajes de amistad dirigidos a unos hipotéticos seres alienígenas que pudieran llegar a encontrarlas algún día.

Las misiones Pioneer contaron con otros dos lanzamientos más en 1978, bautizados en esta ocasión como Pioneer Venus debido a que su destino fue este planeta. Por no variar sus nombres fueron asimismo múltiples: Pioneer Venus 1, Pioneer Venus Orbiter o Pioneer 12 para la primera, y Pioneer Venus 2, Pioneer Venus Multiprobe o Pioneer 13 para la segunda, aunque en ocasiones se las denominó también, para complicar todavía mas las cosas, Pioneer I y Pioneer J respectivamente.


Publicado el 8-11-2008
Actualizado el 9-1-2013