Las dudas de Noé



Viendo Yahvé cuanto había crecido la maldad del hombre, se arrepintió de haberlo creado y decidió exterminarlo de la faz de la tierra junto con los animales, los reptiles y las aves del cielo.

Dijo entonces a Noé:

-Construye un arca de madera de trescientos codos de largo, cincuenta de ancho y treinta de alto. Cuando esté terminada entrad en ella tú y tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos, y de todos los animales meterás también parejas de macho y hembra de las aves, de las bestias, de las fieras y de todo reptil que se arrastra por la tierra para que perdure su prole, porque haré llover sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches y exterminaré toda la vida que alienta sobre ella.

Pero Noé titubeó:

-Señor, no creo que ello sea posible.

-¿Cómo osas dudar de mi omnipotencia, mísero mortal? -tronó encolerizado Yahvé-. Lo que yo creé de la nada puedo hacerlo desaparecer igualmente como si nunca hubiera existido.

-Señor, no dudo en modo alguno de tu omnipotencia, sino de mis débiles fuerzas -respondió humildemente el patriarca-. Me ordenas que construya el arca sin tener el menor conocimiento de ingeniería naval; aunque fuera capaz de hacerlo con la única ayuda de mis hijos, ¿cómo podríamos recoger en ella a la totalidad de los animales que has indicado, así como los alimentos necesarios para su manutención y la nuestra? ¿Cómo podría ir a buscar a los animales que habitan en países lejanos como los ornitorrincos, los pingüinos, las anacondas, los osos polares, los dragones de Komodo, los canguros o los oricteropos? ¿Cómo podría evitar que se mataran entre ellos o se devoraran? Ni siquiera soy joven, cuento ya con más de quinientos años de edad.

-Sigues dudando de mi omnipotencia, puesto que cuestionas mi capacidad para ejecutar cuanto has enunciado sirviéndome de ti y de los tuyos. ¿Sabías que hace tan sólo sesenta y cinco millones de años provoqué una extinción masiva, incluidos los arrogantes dinosaurios, haciendo caer un asteroide sobre la tierra, y que antes de ella había decretado otras cuatro todavía más mortíferas? Si fui capaz de hacerlo en todas estas ocasiones sin ayuda alguna, ¿qué me impedirá obligarte a obedecer mis órdenes mientras desato una sexta extinción masiva mediante el diluvio universal? He cambiado de estrategia sólo porque me aburre repetir los cataclismos anteriores y prefiero ensayar nuevas técnicas.

Por la mente de Noé cruzó fugazmente la idea de que si Yahvé se veía obligado a resetear cada cierto tiempo la Creación sería quizás porque los resultados fueran un tanto chapuceros, pero se apresuró a olvidarla por temor a su omnisciencia. Bastante marrón le había caído encima como para correr el riesgo de empeorarlo todavía más si se enteraba. Así pues, inclinó respetuosamente la cabeza en señal de acatamiento.

-Por esta vez perdono tu insolencia -condescendió el Creador-, pero os conmino a que comencéis ahora mismo la construcción del arca, que el tiempo vuela; yo proveeré para que podáis terminarla a tiempo. Del tema de los animales podréis desentenderos, ya que me encargaré personalmente de ello. No necesitaréis ir a buscarlos porque vendrán dócilmente a vosotros, y si finalmente no hay espacio suficiente para todos tampoco habréis de preocuparos; al fin y al cabo siempre se han extinguido especies por causas naturales sin que yo interviniera en absoluto. Con los que quepan, será más que suficiente para empezar de nuevo. Eso sí -añadió-, no os olvidéis ni de los cuervos ni de las palomas; serán imprescindibles para el guión de los próximos episodios.


Publicado el 17-11-2023