Cuestión de tamaño



Noé, sentado en su mesa de trabajo cercana al Arca todavía sin terminar, se mesaba su patriarcal barba con gesto de desesperación.

-¿Qué te pasa, padre? -le preguntó su hijo Cam aprovechando para escabullirse un momento del duro trabajo de construcción del navío.

-¿Qué me va a pasar? -respondió desabrido-. Que no me salen las cuentas.

-Bueno, yo creo que si mantenem os el ritmo podremos terminarla a tiempo antes de que empiece a llover -respondió el mocetón al tiempo que echaba un trago del botijo-. No nos queda tanto para acabar.

-No es eso lo que me preocupa -rezongó su progenitor-. Sino su tamaño.

-¿Qué problema hay? Seguimos las instrucciones al pie de la letra: “Haz un arca de maderas resinosas, divídela en compartimientos y calafatéala con pez por dentro y por fuera. Hazla así: trescientos codos de largo, cincuenta de ancho y treinta de alto; harás en ella un tragaluz, y a un codo sobre éste acabarás el arca por arriba; la puerta la haces a un costado; harás en ella un primero, un segundo y un tercer piso” -recitó Cam la lección bien aprendida-. Y así la estamos haciendo. ¿Qué problema hay entonces?

-El tamaño -repitió Noé-. Es demasiado pequeña.

-¿Pequeña? Pues menudo trabajo nos está dando.

-He estado haciendo cálculos -continuó el patriarca sin prestarle atención. Trescientos codos por cincuenta y por treinta1 dan un volumen total de 450.000 codos cúbicos2. Pero en realidad son bastantes menos, puesto que el Arca no es un paralelepípedo sino que se va estrechando hasta llegar a la quilla. Descuenta también el espacio destinado a nuestra vivienda, los pasillos, los almacenes de víveres y de pienso para los animales...

-¿Y qué? -le interrumpió estólido su hijo-. Él ya habría hecho sus cuentas, así que no hay por qué preocuparse.

-¿Que no hay que preocuparse? Llevo días rompiéndome la cabeza calculando el espacio necesario para albergar a los animales, y por más vueltas que le doy el resultado es el mismo: es imposible que quepan todos, diga Él lo que diga.

-Mira que me extraña... Él el omnisciente, nunca incurriría en un error de ese calibre.

-¡Narices con la omnisciencia! Las matemáticas sí que no se equivocan, y el resultado si comparamos la capacidad del Arca con la lista de los animales que tenemos que embarcar en ella calculando lo que ocupan, el espacio que necesitan y todo lo demás, es tajante: no caben todos. De hecho, apenas cabrían unos pocos. ¿Tú sabes cuánto abulta un diplodocus? Veinticinco metros de largo por seis y medio de alto, con un peso de unas quince toneladas3. ¿Cuántos de ellos podríamos meter incluso encogidos y derribando las divisiones entre los diferentes pisos, ya que si no fuese así no habría suficiente altura? También tendríamos que meter a sus parientes como los brontosaurios, los braquiosaurios y otros todavía mayores; incluye a los tiranosaurios, los alosaurios y al resto de su familia, evitando además que los devoren; a otros animalitos como los estegosaurios, los triceratops, los iguanodontes... y dos de cada, puesto que habría que sumar a sus parejas. Eso sin contar, claro está, con la pérdida de flotabilidad frente a tanto peso. Así pues, ¿cuántas Arcas necesitaríamos tan sólo para ellos? Añade también al resto de los animales, desde los elefantes hasta los ratones y desde los avestruces a los gorriones.

-Pensándolo bien... -concedió Cam rascándose la coronilla; nunca se había destacado por su agudeza mental.

-Y como si no tuviéramos bastante trabajo para construir un Arca los cuatro solos -obvió decir que él poco trabajaba en ella, escudándose en su condición de organizador y padre-, sólo faltaría que nos dijera que la hiciéramos más grande o que organizáramos toda una flota. ¡Qué fácil es mandar cuando el marrón les cae a otros!

-¿Pues qué sugieres?

-Vamos a ir a lo práctico. Nos olvidamos de esos bicharracos, que además sólo nos darían problemas, y embarcamos a todos los animales que buenamente quepan empezando por los más pequeños y siguiendo por los más grandes hasta que el Arca esté llena. En cuanto a los que se queden fuera... Dios proveerá.

Así fue como se consumó la extinción de los dinosaurios.




1 N. del T.: 137,1 × 22,85 × 14,25 metros.
2 Id: 44.641,473 m3.
3 El traductor ya se ha hartado de ir convirtiendo las unidades de medida bíblicas al sistema métrico decimal.


Publicado el 15-3-2024