Las novelas perdidas de la Saga de los Aznar



Uno de los detalles de la Saga de los Aznar que fue ampliamente debatido años atrás fue, sin duda, el de las novelas “perdidas”, tanto las de la primera edición que no fueron reeditadas en la segunda como las dos últimas de su continuación, las únicas realmente perdidas en sentido estricto puesto que de las anteriores se conservan los ejemplares originales. Son cinco en total, cada una con su problemática propia, y aunque se conocían -o por lo menos se suponían- con bastante exactitud las causas de sus desapariciones, la lectura de la correspondencia de Pascual Enguídanos con el aficionado belga Bernard Goorden nos permite corroborarlas y, en su caso, ampliarlas con las palabras del propio Enguídanos.

Tal como expliqué en el artículo dedicado a la fallida reedición en francés de la Saga, he tenido acceso a las cartas que Pascual Enguídanos escribió a Bernard Goorden, no así a las respuestas de éste a Enguídanos. Son dieciséis en total y abarcan un período de cinco años desde noviembre de 1977 hasta noviembre de 1982, por lo que abarcan la última etapa de la Saga junto con su abrupto e inesperado final. Aunque el motivo principal de estas cartas era el seguimiento de las negociaciones que Goorden tuvo con varias editoriales con el objeto fallido de publicar una reedición de la Saga en francés, también aparecen en ellas varios comentarios sobre las novelas “perdidas” que son en los que me voy a centrar en este artículo. Para ello, y dado que las circunstancias varían de una a otra, conviene estudiar cada una de ellas por separado.


La ciudad congelada



Esta novela era la tercera de la Saga original y también de la colección, estando intercalada ente El planeta misterioso yCerebros electrónicos. Pertenecía, pues, al primer episodio de la Saga, que como es sabido comienza con la búsqueda de unos enigmáticos platillos volantes en el Tíbet para continuar en Venus y en el planeta helado Ragol, concluyendo con los protagonistas atrapados en este último rumbo a las profundidades del espacio, donde a causa de las leyes relativistas que Enguídanos seguía a machamartillo permanecerán durante varios siglos antes de poder volver a una Tierra situada en su lejano futuro.

En la segunda edición desapareció La ciudad congelada, quedando reducidas a tres las novelas que abarcan este episodio todas las cuales mantuvieron sus títulos originales: Los hombres de Venus, El planeta misterioso y Cerebros electrónicos.

En esta ocasión la explicación de la desaparición de La ciudad congelada es sencilla: Enguídanos reescribió por completo este ciclo narrativo, acortándolo a tres novelas. De hecho, aunque las dos versiones de Los hombres de Venus son relativamente similares, no ocurre lo mismo con el resto de las novelas, de forma que las nuevas El planeta misterioso y Cerebros electrónicos, además de estar reescritas por completo y profundamente modificadas -Enguídanos introdujo elementos tomados de la trilogía venusiana de Heredó un mundo-, abarcan también el argumento, asimismo muy cambiado, de la desaparecida La ciudad congelada.

Aunque tanto yo como otros aficionados a la Saga habíamos llegado a esta conclusión de forma independiente, el propio Enguídanos se lo confirmaba a Goorden en la carta fechada el 29 de noviembre de 1977:


Suponiendo que usted esté dispuesto a lanzarse a traducir una primera novela, le sugiero que empiece por el número 2 (El planeta misterioso), en la que se resume el argumento de la primera y se entra de lleno en una acción más sugestiva.

La Saga de los Aznar ha sido objeto de una segunda edición como usted ya sabe, pero tanto la número 2 [El planeta misterioso] como la número 3 [Cerebros electrónicos] fueron escritas completamente de nuevo para esta segunda edición, y son por ello de una calidad superior a las que ocupaban su lugar en la edición primera. Toda la serie fue revisada por mí y actualizada en aquellos puntos que había quedado anticuada, suprimiéndose un título intermedio [La ciudad congelada].

En realidad debieron suprimirse tres más, entre el 4 [La horda amarilla] y el 6 [La abominable Bestia Gris] incluidos, refundiéndose en una sola y salvando de este modo el peor bache de la colección entera, lo que trasladaría a los Aznar rápidamente al planeta Redención, dando entrada al autoplaneta Valera, que luego vino a constituirse en un personaje tan importante y de tan acusada personalidad como los mismos Aznar. Pero esta cuestión la trataríamos después de saber si la colección iba a ser publicada en Bélgica o Francia.


Lo más importante de estos párrafos no es la corroboración de lo que ya se sabía, sino el hecho de que el perfeccionista Enguídanos seguía sin estar conforme con la reescritura de la segunda edición y acariciaba una nueva reduciendo al máximo los primeros episodios, que se desarrollan en el Sistema Solar en fechas contemporáneas o relativamente cercanas, de modo que tras una breve introducción la narración comenzara realmente tras la llegada de los exiliados terrestres a Redención y el consiguiente descubrimiento de Valera, sin duda el principal hallazgo de nuestro autor. Teniendo en cuenta que la editorial deseaba una simple reedición y Enguídanos, pese a cobrar menos de lo que le correspondería por unas novelas originales, abordó una reescritura profunda de la primera parte de la Saga, sin quedar pese a ello satisfecho, cabe suponer que ambas partes llegaran a un compromiso intermedio. Lamentablemente, en sus cartas no aparece ningún comentario al respecto.

¿Fue necesaria la supresión de La ciudad congelada? Esto depende de según se mire. Conforme a la reescritura realizada por su autor evidentemente sí, pero la pregunta estriba en si esta reescritura era realmente necesaria o si, por el contrario, hubiera bastado con una simple modernización de todo aquello que había quedado anticuado sin afectar al argumento. Aquí cada cual opinará según sus propios gustos, en mi caso ya comenté en su día que, aunque la nueva versión era sin duda más coherente y sólida que la primera, a mi parecer había perdido el atractivo pulp de su antecesora, encontrándola más aséptica y plana. Pero ésta es mi opinión personal, y lejos de mí cualquier intento de pretender implantar un canon. Entiendo y respeto las razones de Enguídanos, pero de haber estado en su lugar posiblemente yo no hubiera procedido de una manera tan drástica.

En la segunda carta, de fecha 10 de enero de 1978, Enguídanos vuelve a hacer una nueva mención a esta novela:


Asimismo me habla usted de La ciudad congelada y Dos mundos frente a frente. Respecto a la primera no existe posibilidad de que pueda incluirse en la colección, ya que parte de su contenido está vertido en Cerebros electrónicos, y además este último título no figura entre los que usted va a traducir.


Dos mundos frente a frente



La supresión de esta novela, citada en el comentario anterior, resulta menos justificable desde un punto de vista argumental que la de La ciudad congelada, primero porque en el ciclo en el que está encuadrada, el de la colonización de Redención y la lucha contra los hombres de silicio que habitaban en su interior, Enguídanos no realizó cambios tan radicales como en las novelas anteriores, por lo que no se puede hablar de reescrituras sino de revisiones, y segundo porque relata un episodio clave, el descubrimiento de Valera que tanta relevancia tendría a lo largo de las novelas posteriores.

A ello hay que sumar que el grueso de la épica lucha contra los hombres de silicio tiene lugar, en la edición original, precisamente en esta novela, por lo que su peso argumental era ciertamente importante. No obstante, en una decisión que yo considero equivocada, Enguídanos decidió suprimirla con estos argumentos, escritos en la carta de enero de 1978:


Respecto a dos mundos frente a frente, que opté por no publicar en la segunda edición, es curiosa la coincidencia de pareceres de todo el mundo. Ocurrió que al proyectar la segunda edición, a título personal y sin que el editor lo hubiera exigido, me impuse la tarea de revisar la obra completa. Al hacerlo aclaré algunos aspectos de la línea argumental que a mi juicio no estaban demasiado claros. Así, escribí de nuevo de arriba a abajo El planeta misterioso, Cerebros electrónicos y La conquista de un imperio, borrando de la lista Dos mundos frente a frente.

Pues bien, desde que se publicó la segunda edición han llovido en la editorial las cartas de los lectores que la conocían, lamentando su omisión y preguntando por qué no se volvió a publicar. Como, curiosamente, usted incide sobre el mismo punto, he repasado de nuevo Dos mundos frente a frente. Me reafirmo en mi primera opinión: la novela no es publicable tal como está escrita, aunque argumentalmente tiene su interés y mucho, pues en ella, entre otras cosas, se habla del descubrimiento de Valera y se anticipan los proyectos de los redentores de transformarlo en el autoplaneta que luego fue.


Llama la atención que Enguídanos afirmara que Dos mundos frente a frente no fuera publicable tal como estaba escrita, ya que podría haberla revisado o reescrito tal como hizo con otras todavía más impublicables, si cabe, en su versión original conforme a mi opinión personal; pero como no indica qué era lo que no le gustaba de la novela, tan sólo podemos especular al respecto. De todos modos no parece que quedara demasiado convencido de su decisión, ya que acto seguido reconoce que la novela tenía mucho interés argumental. Su explicación continúa de la siguiente manera:


Mi idea es preguntar a la Editorial Valenciana si siguen teniendo interés por este título y quieren publicarlo fuera de tiempo, como una concesión especial a los numerosos lectores que lo han venido solicitando. Si la respuesta de la editorial es afirmativa, le escribiré de nuevo y usted podrá traducirla a su vez. De otra forma tendría que pensármelo mucho. La traducción, por sí sola, no me resultaría rentable.


La reedición de Dos mundos frente a frente, siguiendo la versión original y sin revisiones de ningún tipo, no tuvo lugar hasta 2004, conjuntamente Robinsones cósmicos -de la que hablaré a continuación-, en el volumen nº 24 de la reedición de la Saga de los Aznar que publicó Silente. Y, lamento contradecir a Enguídanos, pienso que fue un grave error no hacerlo en su momento, como él mismo acabó reconociendo de forma implícita y a regañadientes.

Según algunas fuentes orales que considero bien informadas, pero que evidentemente no tienen el mismo peso que sus propias explicaciones, lo que Enguídanos pretendía con su supresión era dar la sorpresa al lector cuando Valera irrumpe de forma repentina en el Sistema Solar al principio de Salida hacia la Tierra, la siguiente novela de la serie, algo que quedaba más difuminado en la primera edición ya que en Dos mundos frente a frente se describía con todo lujo de detalles el descubrimiento del planetillo hueco y su naturaleza de dedona, el metal milagro de la Saga, lo que permitía a su descubridor, el astrónomo Julio Valera, especular con la posibilidad de convertirlo en una inmensa nave estelar, algo que no se materializaría hasta Salida hacia la Tierra ya que Enguídanos, siguiendo su costumbre habitual de saltarse las etapas intermedias poco propicias a una narración aventurera, dio un salto desde el descubrimiento de Valera a su existencia como una colosal astronave de combate completamente operativa.

La idea, si esto fue lo que realmente movió a Enguídanos a suprimir la novela, no era mala, pero el precio a pagar resultó demasiado elevado porque, tal como he comentado, Dos mundos frente a frente recogía dos hilos argumentales fundamentales, la lucha contra los hombres de silicio y el descubrimiento de Valera, y obviamente ambos quedaron truncados.

Por si fuera poco, la solución adoptada para zurcir la cicatriz dejada por la desaparición de Dos mundos frente a frente dejó mucho que desear. Por un lado, transformó el simple viaje de exploración que realizan los exiliados terrestres por el interior de Redención, en la versión original de El reino de las tinieblas, en una fugaz y poco creíble campaña relámpago de aniquilación mucho más pobre narrativamente que la épica lucha descrita en la novela suprimida. Todavía peor resultó el engarce con Salida hacia la Tierra, novela que retocó relativamente poco respecto a la edición original; aunque amplió algo la explicación -a posteriori- del descubrimiento del astro y su conversión en autoplaneta, ésta quedó en su conjunto mucho más resumida -y pobre- que en la primera edición.


Robinsones cósmicos



Esta novela, sobre la que Enguídanos no hace la menor alusión en su correspondencia con Goorden, presenta un caso muy peculiar. Para empezar no se la puede considerar perteneciente a la Saga, ya que en realidad es un relato independiente que sólo en sus páginas finales queda enlazado con ésta de una forma muy circunstancial y, si se me apura, precipitada. Resumiendo brevemente su argumento, relata cómo un científico tan genial como loco concibe una manera bastante alambicada de viajar al futuro, construyendo una astronave que, al recorrer el espacio a velocidades relativistas, permitirá que sus tripulantes envejezcan mucho más lentamente. Tras una serie de avatares acaba retornando a la Tierra ocupada tan sólo por dos muchachos, chico y chica, descendientes de los tripulantes originales y únicos supervivientes de su pequeña comunidad.

Pero la Tierra a la que llegan es muy distinta de la que esperaban, ya que está completamente despoblada de humanos y sus únicos habitantes son unos extraños y mortíferos hombres vegetales frente a los que están a punto de perder la vida. Tras vagar por el desolado e inhóspito planeta en una búsqueda desesperada de medios para sobrevivir, finalmente consiguen contactar con unos humanos que resultan provenir de Redención, único vínculo con la Saga que, a modo de forzado deus ex machina, pone punto final a la historia.

En su versión original Robinsones cósmicos apareció publicada entre División X, última novela del ciclo de Redención no contesta, e Invasión nahumita, primera del ciclo de Nahum. Según se relata en ella, los salvadores de los protagonistas son un grupo de supervivientes de la derrota de los redentores frente a los hombres de silicio, que tras huir en el vetusto autoplaneta Rayo rumbo a la Tierra encuentran ésta arrasada por una apocalíptica guerra nuclear cuyo origen desconocen; no así los lectores, ya que éstos saben que son las consecuencias de la guerra sostenida por Valera contra los thorbods primero, y los nahumitas después, narrada en la trilogía formada por Salida hacia la Tierra, Venimos a destruir el mundo y Guerra de autómatas. En realidad quizá habría encajado mejor tras Redención no contesta en lugar de quedar colocada al final de la trilogía que encabeza ésta, pero al tratarse de un episodio colateral tampoco eran demasiadas las diferencias.

La segunda edición de la Saga ignoró inicialmente a esta novela, quizá con buen criterio dada su débil conexión con ésta; pero cuando una vez terminadas las reediciones se comenzaron a publicar novelas inéditas, al verse forzada la editorial a intercalar algunas novelas independientes para dar un descanso a Enguídanos en la escritura de los nuevos títulos, sorprendentemente fue ésta una de las cinco elegidas, por lo que su reedición tuvo lugar completamente fuera de la cronología interna de la serie.

Por razones que desconozco Enguídanos corrigió el final retrasando la llegada de los redentores, que ahora no eran fugitivos de la derrota frente a los hombres de silicio sino miembros de una expedición enviada por el gobierno redentor con la misión de comprobar si la radiactividad se había disipado ya en la Tierra para, en este caso, proceder a su repoblación, otro episodio por el que el autor pasó de largo. Aquí sí aparece una mención explícita por parte de los redentores a la guerra nuclear que arruinó a la Tierra y a la posterior evacuación de sus habitantes por Valera, así como implícita a la segunda y definitiva guerra contra los hombres de silicio relatada en División X, ya que la civilización redentora ha sido restaurada.

El final de la segunda versión, amén de resultar más verosímil que la primera, sitúa la cronología de Robinsones cósmicos justo en el lugar que ocupaba esta novela en la primera edición, por lo que lo lógico hubierqa sido reeditarla en su momento con las modificaciones comentadas; pero no fue así. La reedición de Silente siguió la segunda versión, aunque también la dejó fuera de su ubicación cronológica.


El gran miedo y Escuadrón Delta




Contraportada de El refugio de los dioses donde se anunciaba El gran miedo


En sentido estricto éstas son las dos únicas novelas a las que se las puede considerar verdaderamente perdidas, puesto que no llegaron a ser publicadas y se ha perdido por completo el rastro de los textos originales de los que, lamentablemente, Enguídanos no guardó copia. La versión más o menos oficiosa que corrió entre los círculos de aficionados a la Saga fue que probablemente quedaron traspapelados en los almacenes de Valenciana a raíz del accidentado cierre de ésta en 1984, por lo que durante algún tiempo se alentó la esperanza de que pudieran recuperarse; pero los antiguos propietarios de la editorial negaron reiteradamente que estos originales estuvieran en su poder, por lo que hubo que darlos por definitivamente desaparecidos. Como veremos más adelante, la razón de su desaparición pudo ser otra.

No obstante, antes de entrar en detalles sobre este tema conviene repasar algunos interesantes comentarios de Enguídanos sobre los avatares de la continuación de la Saga de los Aznar, que entonces estaba escribiendo, en su correspondencia con Bernard Goorden. Así, al final de la primera carta, fechada el 29 de noviembre de 1977, comenta lo siguiente:


Debo indicarle, por si acaso lo ignora, que la Saga de los Aznar está publicándose actualmente en España. La primera edición, publicada en los años 50, sólo llegaba hasta el número 29. A partir del 30, hasta los 50 que llevamos hasta ahora, han sido completamente escritos en los dos últimos años, superando a mi juicio el interés de las anteriores. Quiero decir que la colección podría continuar indefinidamente si mereciera la pena.


Sin duda Enguídanos hablaba de memoria, puesto que incurre en algunos errores de cálculo. Las novelas originales de la Saga fueron 33, no 29, de las cuales se reeditaron inicialmente 30 aunque, tal como hemos visto, una de las descartadas inicialmente, Robinsones cósmicos, lo sería más adelante. La primera novela inédita de la continuación, Universo remoto, fue la número 31. En la fecha en la que fue escrita la carta ya habían sido publicadas 55 novelas, y la continuación de laSaga llevaba unos dos años y medio en el mercado dado que Universo remoto salió publicada en junio de 1975.

No obstante, lo más importante de este párrafo es la afirmación de que Enguídanos estaba dispuesto -incluso yo diría que ilusionado- a continuar escribiendo nuevos episodios de la Saga, máxime teniendo en cuenta las circunstancias del momento. En el momento de escribir la carta el último número publicado era Los últimos de Atolón, que había salido a la venta a finales de julio de ese mismo año, es decir, cuatro meses antes. A partir de entonces tan sólo serían publicados cuatro números más, dos en enero de 1978 -Valenciana los imprimía de dos en dos, aunque salían a la venta convenientemente espaciados- y otros dos más en junio de este mismo año.

Para entonces la frecuencia original, que era quincenal, había saltado en pedazos por razones que veremos más adelante, de forma que entreLos últimos de Atolón y la siguiente novela, Guerra de autoplanetas, pasó alrededor de medio año, y entre la segunda de este bloque de dos -La civilización perdida- y Horizontes sin fin, primera del siguiente bloque, casi otro tanto. Tras ésta tan sólo apareció El refugio de los dioses, que finalmente sería la última de la incompleta Saga. En su contraportada, siguiendo la costumbre de la colección, se anunciaba El gran miedo, y aunque no recuerdo los detalles -evidentemente no pudo aparecer en contraportada alguna-, Valenciana llegó a anunciar también, por otra vía, Escuadrón Delta. No obstante, ambas quedarían inéditas.

En resumen, a finales de 1977 ya se anunciaba la crisis de la colección, pese a lo cual Enguídanos mantenía incólumes sus esperanzas de seguir escribiendo nuevas entregas. Retengamos en la memoria este dato.

La segunda carta tiene fecha de 10 de enero de 1978, y en ella se hace eco Enguídanos de las dificultades comentadas:


La Saga de los Aznar continúa en la actualidad, aunque con grandes dificultades. El problema consiste en que no dispongo de tiempo suficiente para atender a las demandas del editor. Éste querría publicar por lo menos un volumen nuevo cada quince días, pero ni siquiera he sido capaz de cumplir el compromiso de escribir una por mes. Todo esto se traduce en continuas llamadas por teléfono, excusas y promesas por mi parte, disculpas, broncas. (...) Ya dos veces he dicho al editor que voy a abandonar la colección, pero seguimos en ella a trancas y barrancas.


Y tan a trancas y barrancas, puesto que tal como he comentado por esas fechas tan sólo había conseguido terminar dos novelas más.

La tercera carta, del 15 de enero de 1978, confirma la suposición de que las novelas independientes, incluida Robinsones cósmicos, fueron intercaladas con los nuevos episodios de la Saga con objeto de darle un respiro a un agobiado Enguídanos incapaz de cumplir el plazo quincenal requerido por la editorial:


Al recibir la segunda parte de la colección advertirá que van algunos títulos que tampoco corresponden a la Saga y que se publicaron para cubrir huecos mientras se escribía la continuación de la serie.


Estos títulos son El extraño viaje del Dr. Main (nº 34),Después de la hora final (nº 35), Embajador en Venus (nº 39), Robinsones cósmicos (nº 40) y Las estrellas amenazan (nº 47). Desconozco cuales fueron los criterios de selección, quizá eran las novelas preferidas por Enguídanos, quizá fue simplemente una cuestión de disponibilidad, aunque al menos en el caso de Las estrellas amenazan cabe suponer que su elección fuera precipitada, ya que las referencias al entonces futuro programa lunar de la NASA -la novela fue publicada a finales de 1960- habían quedado completamente obsoletas al ser reeditada en 1976, sin que el habitualmente minucioso Enguídanos se percatara de ello ya que no hizo nada por evitarlo,bien corrigiendo la novela, bien eligiendo en su lugar cualquier otra de las muchas de que disponía.

Hemos de pasar ahora a la séptima carta, del 10 de octubre de 1978, nueve meses posterior, para encontrarnos con esta confesión:


He fallado lamentablemente en mi programa de terminar dos novelas que tenía prometidas a mi editor para antes del 1 de noviembre, pues no me encuentro todavía ni a la mitad de la primera.


Tal como he comentado la editorial imprimía las novelas de dos en dos, por lo que cabe suponer que solicitara también los originales con esa misma cadencia. Dadas las fechas, las dos novelas a las que hace alusión debían ser precisamente las dos perdidas, puesto que la última publicada, El refugio de los dioses, apareció en los quioscos hacia junio de 1978.

Y efectivamente las cosas no iban bien, como leemos en la carta número 9 del 19 de enero de 1979:


La Saga está a punto de terminar en España por la siguiente razón: cada día me cuesta más escribir este tipo de novelas, debido a la mayor atención que pongo en ellas y a una depuración del estilo. Pienso que con el mismo trabajo podría escribir novelas de más extensión y mayor profundidad, que me reportarían más beneficios o cuanto menos un mayor prestigio personal. Sé que podría hacerlo.


Nos encontramos ante toda una declaración de principios que denuncia crudamente las enormes dificultades con las que se encontraban los autores de literatura popular a la hora de dar el salto fuera de lo que de hecho era un gueto. Me pregunto cuantas carreras literarias, entre ellas las de Pascual Enguídanos, se habrán malogrado frente la avaricia y la cortedad de miras de las editoriales que anteponían la cantidad y la rapidez a la calidad, lo que perjudicaba a los escritores cuidadosos y autoexigentes como el decepcionado Enguídanos. Continúa éste:


Por otra parte siempre he tenido ilusión por reescribir toda la Saga de los Aznar, considerando que contiene cosas realmente valiosas, como su línea argumental en general, y algunas ideas que acaso por la limitación de espacio y premura en escribirlas no se han desarrollado al nivel que merecían.

Al dar por concluida la Saga voy a tener más tiempo, pero no he decidido todavía lo que haré.


Más de cuarenta años después no puedo estar más de acuerdo con sus palabras, y entiendo y lamento su amargura. Nótese que ya a estas alturas, poco más de un año después de que manifestara su opinión -que comparto plenamente- de que la Saga tenía todavía mucha cuerda por delante, la da ya por terminada, aunque todavía quedaba pendiente la publicación de las dos últimas novelas que finalmente quedaron inéditas, de las cuales tan sólo tenía escrita a medias la primera en octubre del año anterior sin que nos diga si para cuando escribió esta última carta ya las había terminado, aunque la afirmación “ Al dar por concluida la Saga voy a tener más tiempo...” parece indicar que todavía no las habría terminado.

Por la carta número 11, del 5 de mayo de 1979, sabemos que para entonces sí estaban escritas las dos novelas, por lo que la pelota pasaba a estar en el tejado de la editorial. Asimismo, Enguídanos se reafirmaba en su decisión de dar por terminada la Saga:


Los números que me pides no te los voy a enviar hasta que salgan las dos últimas novelas con las cuales termino el ciclo de los Aznar. Terminar no quiere decir que me haya despedido de mis personajes, ni que les haya liquidado. Sencillamente, no voy a escribir más novelas. El editor quiere que las continúe, pero exige que escriba dos al mes, cosa que está totalmente fuera de mis posibilidades. Y como económicamente tampoco me compensan del esfuerzo, he decidido no escribir más. Voy a descansar una temporada, y cuando de nuevo sienta ganas de escribir haré algo distinto.


Huelgan los comentarios, aunque cabe destacar que Enguídanos no renunciara a sus personajes. ¿Cupo la posibilidad de que, en otras circunstancias menos agobiantes y, por qué no decirlo, menos explotadoras, Enguídanos hubiera seguido dando rienda a su portentosa imaginación, regalándonos a los aficionados con nuevos episodios de la Saga? Que cada cual saque sus propias conclusiones, aunque lo tristemente cierto es que esta continuación no llegó a darse.

Pasamos ahora a la carta número 12, fechada el 3 de septiembre de 1979:


Yo actualmente no escribo nada. Mientras descanso (con este calor no es posible ponerse a escribir) dudo entre escribir una novela de ciencia ficción o dedicarme a esa obra literaria que todo profesional espera escribir alguna vez en su vida.


Queda bastante claro que ganas de escribir no le faltaban, pero... estamos en España, donde la cultura era y sigue siendo algo exótico para una mayoría de la población que prefiere diversiones no intelectuales. Y lo más triste de todo es que, pese al tiempo transcurrido, las cosas no sólo no han ido a mejor sino que incluso han empeorado. Y eso que Enguídanos era consciente de que su obra literaria contenía el suficiente mérito para merecer un mejor destino:


No me tengo por hombre modesto ni jactancioso, sino por un hombre bastante objetivo en general. De cualquier modo, aun a riesgo de parecerte inmodesto, pienso que en mi Saga de los Aznar hay materia, argumentos y temas dignos de medirse con los mejores de los autores extranjeros.


Con lo cual estoy totalmente de acuerdo. Concluye la carta con una nueva referencia a las dos novelas perdidas, a las que en ningún momento cita por sus títulos:


Las novelas últimas de la serie no puedo enviártelas porque todavía no han sido publicadas las dos últimas. Tan pronto salgan al mercado te las remitiré junto con las demás que te faltan para completar la colección.


Casi un año después, el 11 de julio de 1980, vuelve a insistir, en la carta número 13, en la inexplicable falta de publicación de las dos novelas:


Respecto de las dos novelas de la Saga que faltan por publicar, he estado llamando reiteradamente a 1a Editorial Valenciana, siempre con la misma respuesta. Esas novelas no se han publicado todavía y después de varias demoras, la última noticia es que no saben cuando las publicarán. Para que te hagas una idea de la forma de llevar el negocio esa editorial, te diré que las novelas están cobradas desde el día que las entregué, hace más de un año. Bueno, pues ni siquiera por recuperar el dinero invertido muestran prisa en publicarlas. Ya ves que no te he faltado en esto, pues al dirigirte directamente a la editorial sólo has recibido confirmación de lo que te decía. Cuando salgan, si es que salen alguna vez, te las enviaré.


Es decir, la culpa del retraso ya no era de Enguídanos sino de la editorial. Y el hecho de que llevaran más de un año entregadas y cobradas da buena muestra de la falta de profesionalidad con la que trabajaba ésta, máxime cuando por lo general los autores solían cobrar no cuando les aceptaban un original, sino cuando éste era publicado, por lo que el pago anticipado a Enguídanos no era en modo alguno habitual.

Otra cuestión que surge es la pregunta de por qué razón, contra toda lógica, no las publicaban, ya que podrían ser chapuzas, pero no hasta el extremo de perjudicarse económicamente. ¿Acaso habían perdido los originales y no querían reconocerlo?

Pasó un año largo hasta que el 25 de septiembre de 1981 Enguídanos escribió a Goorden la carta número 15:


Respecto de la Saga de los Aznar no he decidido nada. Actualmente estoy metido de lleno en otra novela de carácter totalmente distinto, y de la que ciertamente me siento poco satisfecho. Quizá lo que a mí me va de verdad es la ciencia ficción, o tal vez los años que llevo metido en ella me han dejado incapacitado para otro tipo de literatura. Es el caso que escribiendo ciencia ficción me siento algo o “alguien”, mientras que escribiendo otro tipo de literatura no me veo destacando de los demás. Esperaremos a desengañarnos de una forma total y definitiva, y tal vez después vuelva a tomar el hilo de la ciencia ficción haciendo algo importante, aunque sea lo último que haga.


Desengañado y todo la cabra seguía tirando al monte, lo cual demuestra que, de haber contado con unas condiciones más favorables, no habría abandonado la escritura cuando todavía se encontraba en plena madurez creativa.

Aunque la carta número 16, escrita el 4 de noviembre de 1982 más de un año después de la anterior, aborda casi en su totalidad temas personales que no tiene sentido reflejar aquí, aparece una nueva mención, la última, a las novelas perdidas:


Yo no he escrito absolutamente nada desde mazo hasta hoy. Mis dos últimas novelas de la Saga de los Aznar todavía no se han publicado.


Y eso es todo, que no es poco. Recapitulemos sobre las dos novelas perdidas. Las dos últimas novelas publicadas, Horizontes sin fin y El refugio de los dioses, lo fueron en junio de 1978, aunque los problemas de Enguídanos para cumplir los plazos de entrega habían empezado antes, al menos desde enero de ese mismo año.

En octubre de 1978, pese a los cada vez más frecuentes apremios de la editorial, Enguídanos tan sólo había conseguido escribir apenas la mitad de El gran miedo, pese a que el plazo de entrega de las dos novelas era el 1 de noviembre. Apenas tres meses después, en enero de 1979, Enguídanos reconocía su incapacidad para seguir adelante, renunciando a continuar escribiendo nuevos episodios de la Saga.

No sabemos con exactitud si en mayo de 1979 ya las habría terminado, pero lo más probable es que fuera así dada su afirmación, en julio de 1980, de que llevaban más de un año entregadas, lo cual vuelve a repetir en septiembre de 1981 y en noviembre de 1982. Así pues, podemos calcular que Enguídanos debió de entregar los originales aproximadamente un año después de la publicación de Horizontes sin fin y El refugio de los dioses, y a partir de entonces éstos estuvieron en poder de la editorial al menos otros tres años más, quizá incluso tres y medio.

Dada la interrupción de la correspondencia nada sabemos de lo ocurrido entre noviembre de 1982, fecha de la última carta, y el cierre de la editorial en 1984, pero para entonces la situación de la editorial fue cada vez peor. No obstante, las reiteradas excusas de la editorial después de tantos apremios al escritor hacen suponer como más probable que los originales de las dos novelas se perdieran entre mediados de 1979, cuando los entregó Enguídanos, y algún momento indeterminado del período de tres años durante el cual éste estuvo reclamando a la editorial su publicación.

De ser cierto, esto desmentiría la suposición comúnmente aceptada de que los originales se habrían perdido en el marasmo que sucedió a la desaparición de la editorial en 1984, ya que en realidad habría ocurrido con anterioridad a la quiebra, quizá incluso varios años antes.

En cualquier caso las consecuencias fueron las mismas, ya que los originales se perdieron en circunstancias desconocidas y al día de hoy siguen sin aparecer, sin que exista el menor indicio de que pudieran hacerlo en el futuro.


Publicado el 1-9-2020