Un mundo llamado Badoom
El nacimiento como escritor de Ángel Torres Quesada





Dentro del campo de la ciencia ficción española, el nombre del gaditano Ángel Torres Quesada brilla con luz propia gracias a varios factores. El primero de ellos es, obviamente, su calidad, tanto literaria como argumental, dándose en él la circunstancia nada frecuente de reunir en sus obras la aludida calidad junto con una amenidad que ciertamente se echa mucho de menos en la farragosa ciencia ficción de nuestros días. Por otro lado, se trata de un escritor prolífico que nos ha regalado con obras tan interesantes como la tetralogía de las Islas del Infierno, por poner un único ejemplo, con la cual les aseguro que disfruté enormemente como hacía tiempo que no lo hacía, ciencia ficción norteamericana incluida por supuesto.

Pero lo más llamativo es que Ángel Torres Quesada, escritor conocido y respetado dentro del mundo de la ciencia ficción de nuestro país, se inició en el ghetto de las colecciones populares, maldición bíblica o poco menos, de la que sólo han conseguido zafarse él y Domingo Santos -P. Danger para los lectores de Luchadores del Espacio- mientras autores tan meritorios como Pascual Enguídanos -George H. White y Van S. Smith-, tan interesantes como José Negri Haro -J. Negri O’Hara- y Vicente Adam Cardona -Vic Adams y V.A. Carter- o tan prolíficos como Luis García Lecha -Louis G. Milk y Clark Carrados- o Pedro Guirao Hernández -Peter Kapra- se veían condenados a arrastrarse por el seno de unas colecciones populares que, en bastantes casos, les venían estrechas.

Dentro de la etapa de Ángel Torres Quesada como escritor de novelas populares, es preciso reseñar una singularidad del mismo que, en esta ocasión, comparte con Pascual Enguídanos. Ambos son los únicos escritores españoles, tanto de ciencia ficción popular como seria -me disgustan estos calificativos, pero de alguna manera tengo que diferenciarlas-, que se atrevieron a abordar una epopeya galáctica en forma de serial, en la que se describía el futuro de la humanidad un tanto al estilo -salvando las distancias, claro está- de la serie Fundación de Asimov. De Enguídanos es la celebérrima Saga de los Aznar, mientras Ángel Torres Quesada alumbró años más tarde, en la época en la que publicaba en la Editorial Bruguera, un buen puñado de novelitas en las que describía cómo una Tierra surgida del marasmo posterior al hundimiento del Primer Imperio Galáctico, intentaba hacer volver al redil a todas aquellas antiguas colonias que se habían zafado de su tutela aprovechándose de las circunstancias.

Pero dado que el objetivo de este artículo es estudiar las novelas de ciencia ficción publicadas en la colección Luchadores del Espacio, y no en el resto de las mismas, habremos de ceñirnos a la única obra que nuestro autor publicó en ella, ya en las postrimerías de la misma puesto que, con el número 233, ésta fue la penúltima en aparecer antes de que la colección terminara. Fue ésta una coincidencia lamentable, ya que la novela de Torres Quesada suponía un soplo de aire fresco en el seno de una colección que llevaba ya bastante tiempo moribunda, con un nivel medio muy inferior al de sus mejores tiempos; de no haber sido cerrada, y en el caso de que nuestro autor se hubiera consolidado en ella con nuevos títulos, podríamos habernos encontrado con sorpresas muy agradables. Por desgracia, no fue así.

La novela en cuestión lleva por título Un mundo llamado Badoom -aunque en la portada pone erróneamente Bodoom- y apareció firmada con el seudónimo de Alex Towers, seudónimo que abandonó posteriormente el autor ya que, cuando años más tarde escribió para Bruguera, utilizó el de A. Thorkent para evitar coincidencias con Austin Tower, pero que volvió a recuperar en sus posteriores colaboraciones con otras editoriales. Esta novela es sin duda una de las mejores de toda la colección tanto por su calidad literaria, notable en el principiante que debía de ser entonces nuestro escritor, como por lo elaborado de una trama muy superior a las ramplonas historias tan comunes en esta colección.

Y también tiene su pequeña historia. Pese a que Ángel Torres había hecho sus pinitos como escritor -fallidos, como cabía esperar- ya en su adolescencia, fue en 1962, con 22 años y recién licenciado del servicio militar, cuando acometió la redacción de Un mundo llamado Badoom, que envió a la Editorial Valenciana. Meses más tarde recibió una carta de la editorial en la que le comunicaban que la novela les había gustado, pero era demasiado extensa para ser publicada. Ángel Torres procedió a aligerarla en las veinte páginas que le sobraban -según me ha comentado aprovechó más tarde parte del material suprimido para escribir el relato El hombre de la esfera- y reenvió la nueva versión, convencido de que se ajustaba a los requerimientos de la colección. Para su sorpresa, un mes más tarde le comunicaron que debido a una reestructuración editorial -la colección Luchadores del Espacio estaba ya sentenciada- no podían publicarla. Ángel no se arredró, les envió una airada carta quejándose de que le hubieran hecho reescribirla para finalmente no publicársela y, para su sorpresa, se la aceptaron pagándole 1.500 pesetas por ella, siendo publicada ya en 1963. Incitado por el éxito el novel escritor emprendió inmediatamente la redacción de una segunda novela, pero para decepción suya la colección dejó de existir. Años más tarde intentaría infructuosamente publicar novelas en las colecciones de la Editorial Toray, en la cual le rechazaron varios originales, teniendo que esperar hasta que, a principios de los años setenta, se convirtió por derecho propio en uno de los puntales de la nueva colección La Conquista del Espacio.

Tal como ha sido comentado, Un mundo llamado Badoom se encuadra en el escenario galáctico que tan escasas veces aparece en Luchadores del Espacio, con la inmensa mayoría de las novelas constreñidas, como ya he comentado en su momento, dentro de los límites del Sistema Solar o, como mucho, limitándose a hacer tímidas incursiones por otros sistemas estelares que no son sino meros remedos del nuestro. Esta grandiosidad galáctica, que tanto se echa en falta y que únicamente aparece en algunas novelas de Vicente Adam, ya que hasta el propio Pascual Enguídanos parece rehuirla en todas sus obras, surge con todo su esplendor en la obra de Ángel Torres Quesada haciendo que ésta brille con luz propia, convirtiéndola de hecho en un prólogo de la amplia saga galáctica que años más tarde publicaría en las colecciones La Conquista del Espacio, Héroes del Espacio y Galaxia 2000. En Un mundo llamado Badoom tenemos un imperio galáctico, un conflicto colonial, un enemigo galáctico que intenta poner contra las cuerdas a la humanidad, seres telépatas, una heroína que se podría considerar, salvando las diferencias, una Alice Cooper avant la letre, la anécdota incluso de los uniformes militares de color plata y negro... ¿Alguien da más? Amén, claro está, de un argumento entretenido y agradable que permite leer la novela con agrado.




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Publicado el 10-1-2002 en el Sitio de Ciencia Ficción