Cuando se trabaja por amor al arte





Tal como ya he comentado en más de una ocasión, en el momento actual el género se sostiene en gran parte gracias a los editores aficionados o semiprofesionales, puesto que las editoriales “serias” (pongámosle al adjetivo una buena ración de comillas) van por otros rumbos y, en muchas ocasiones, no sólo no favorecen a la ciencia ficción (y en sentido amplio al género fantástico), sino que incluso la perjudican al fomentar las tendencias más deleznables, a la par que ubicuas, del mercado, lo que podríamos llamar en analogía televisiva, la literatura basura.

Los editores aficionados, en su doble vertiente de papel e internet, suelen suplir con entusiasmo su habitual penuria de medios, y no en pocas ocasiones renuncian deliberadamente a posibles beneficios económicos, hasta el punto de resultarles incluso una actividad onerosa para su bolsillo que, si se sigue manteniendo, es por eso del castellano refrán de “sarna con gusto no pica”.

Sin embargo, todo tiene su límite, y el citado entusiasmo suele tener, por regla general, fecha de caducidad. Esto es algo normal, no tiene por qué alarmarse nadie; en primer lugar, nuestras responsabilidades laborales, sociales y familiares suelen evolucionar con los años, y la primera víctima acostumbra a ser el tiempo libre, ese tiempo libre que se suele dedicar a estos menesteres. Tampoco hay que desdeñar el factor cansancio, el escepticismo que te dan los años e incluso otros factores, como el económico. Por esta razón, aunque algunos de estos editores optan por dar el salto a la profesionalidad o, cuanto menos, la semiprofesionalidad (y ojalá que les vaya bien a todos ellos), la mayoría suele acabar tirando la toalla por motivos, llamémosles, personales.

Por esta razón, este tipo de iniciativas suelen tener un elevado índice de mortalidad, y pocas son las que consiguen consolidarse con el paso de los años. Así pues, les propongo un pequeño ejercicio memorístico: Fijemos el intervalo de una década (no, no es en modo alguno casual) y vayámonos hasta el recién iniciado 1997, cuando internet era todavía algo casi de ciencia ficción, comparando la situación editorial de entonces con la actual... a buen seguro nos llevaremos una razonable sorpresa. Y si avanzamos a saltos, digamos de año en año, hasta la fecha actual, veremos la gran mutabilidad del panorama editorial aficionado (y no tan aficionado) de nuestro género.

Aunque no he hecho el menor esfuerzo por realizar un estudio estadístico siquiera aproximado, me atrevería a afirmar que la mayor parte de estas iniciativas suelen duran en promedio unos pocos años, dos, tres, cuatro... antes de extinguirse o, lo que es todavía peor, de languidecer tristemente. Cierto es que hay excepciones, algunas tan llamativas como la revista argentina Axxón con sus casi ciento setenta pimpantes números, que a uno al mes hacen algo así como unos catorce años, más fresca y vigorosa que nunca; pero no es lo normal, aunque las bajas sean rápidamente cubiertas, por fortuna, por los recién llegados.

Y en lo que al Sitio respecta, pues qué quieren que les diga... sus diez añitos de vida le convierten no sólo en una de las publicaciones más veteranas de internet, sino también en una de las referencias indispensables hoy en día para cualquier aficionado al género. Claro está que no soy objetivo, no puedo serlo puesto que a mi condición de colaborador asiduo se une mi amistad personal con Francisco José, así que quizá no sea yo el más adecuado para decirlo... pero lo digo, puesto que estoy no sólo satisfecho, sino también orgulloso, de colaborar en esta aventura.

Francisco José, como cualquier otro colega suyo, ha dedicado mucho interés y muchos esfuerzos al Sitio, y probablemente ha sabido capear mejor las dificultades que sin duda le han ido surgiendo por el camino. Asimismo ha desdeñado profesionalizar su trabajo, incluso rehusando algo tan extendido como aceptar publicidad en el Sitio, algo que al menos le habría permitido sufragar gastos. Esto le ha librado de posibles ataduras, pero al mismo tiempo me induce a temer que pudiera acabar provocándole cansancio, ese cansancio que a tantos se ha llevado por el camino... Esperemos que no, puesto que sería una verdadera lástima quedarnos sin el Sitio.

Y, claro está, yo lo lamentaría por partida doble, o triple incluso.


Publicado el 15-12-2006 en el Sitio de Ciencia Ficción