La gesta de los zapadores
Un cuadro de temática alcalaína





La gesta de los zapadores. Cuadro de Augusto Ferrer-Dalmau



En estos tiempos que corren en los que pretenden venderte como “arte” cualquier mamarrachada y los museos de arte contemporáneo parecen asemejarse más a una colección de extravagancias y tomaduras de pelo que a un museo mínimamente serio, sorprende, y mucho, descubrir la existencia de un artista de verdad que, felizmente ajeno a estas tendencias, demuestra que el arte sigue siendo posible.

Se trata del catalán -nació en Barcelona en 1964- Augusto Ferrer-Dalmau, del cual encontré que hablaba encomiásticamente Arturo Pérez Reverte en uno de sus artículos. Este pintor, digno émulo de Antonio López, se ha especializado en estos últimos años en cuadros de temática militar, y durante el mes de octubre de 2011 la Capitanía General de Madrid le había dedicado una exposición conjuntamente con José Cusach, un predecesor suyo también catalán, pero nacido un siglo antes.

Puesto que de Pérez Reverte me fío bastante, y dado que era domingo por la mañana, aproveché para acercarme a ver la exposición, que no me defraudó en absoluto, en especial la joya de la misma, el cuadro dedicado a la batalla de Rocroi  que, pese a estar fechado en este mismo año de 2011, en nada desmerece de los grandes lienzos de pintura histórica pintados por los grandes pintores españoles del siglo XIX. Y no exagero.

Claro está que el resto de los cuadros estaban en la misma línea, pero hubo uno que me llamó la atención especialmente. Se titula La gesta de los zapadores, mide 90 × 150 centímetros -su formato es apaisado- y relata, de ahí mi interés, un episodio histórico relacionado con Alcalá, la fuga del Regimiento Real de Zapadores Minadores acantonado en nuestra ciudad, a raíz de los sucesos del 2 de mayo de 1808. Esta unidad, desobedeciendo las órdenes recibidas por el gobierno colaboracionista con los invasores franceses, decidió huir con objeto de ponerse bajo el mando de las autoridades leales, procediendo a marcharse al completo, a pie, el 24 de mayo de ese año, a tambor batiente con banderas desplegadas y en perfecta formación, saliendo de Alcalá por el puente Zulema y encaminándose hacia Villalbilla, camino de Cuenca primero y de Valencia, su destino final, a donde llegaron el 7 de junio siendo recibidos triunfalmente.

A esta fuga seguirían otras dos de los militares que, por una u otra razón, habían quedado en el acantonamiento complutense, razón por la cual a todos ellos se les concedería en 1817, una vez terminada la guerra, una condecoración creada al efecto, la Cruz de la Fuga de los Zapadores.

Y ahora vayamos al cuadro. Éste representa la marcha de los zapadores, a su salida de Alcalá, bajo las primeras luces del amanecer. La silueta de la ciudad, junto con algunos cerros como el del Ecce-Homo, se vislumbra al fondo vista desde los altos del Gurugú, mientras los soldados desfilan por un camino embarrado por las lluvias de los días anteriores. El cuadro no sólo es realista, sino también minuciosamente histórico ya que ése fue precisamente el itinerario que siguieron los zapadores, mientras el perfil de la ciudad está tomado del grabado realizado por Pier Maria Baldi en 1668 para ilustrar el libro Viaje de Cosme de Médicis por España y Portugal.

Aunque entre el dibujo de Baldi y la marcha de los zapadores habían transcurrido 140 años, en ese casi siglo y medio fue muy poco lo que pudo haber variado el patrimonio artístico y arquitectónico complutense, por lo que la elección del artista está plenamente justificada. Lamentablemente justo a partir de entonces las cosas serían muy diferentes y las pérdidas enormes, a causa de la Guerra de la Independencia primero y de la supresión de la Universidad y las distintas desamortizaciones promulgadas a lo largo del siglo XIX después, con el dramático estrambote de la Guerra Civil a modo de colofón; pero ésta es ya otra historia.




Alcalá en 1668. Grabado de Pier Maria Baldi


Por lo demás su reciente historia refleja ya su valía: pintado a principios de 2011, fue presentado con ocasión de la celebración del tercer centenario de la creación del Arma de Ingenieros, el 17 de abril de este año, habiendo sido donado a la Academia de este Arma por la Comisión de Estudios Históricos del Arma de Ingenieros, habiendo sido colocado -salvo durante el período de la exposición, claro está- en una sala de la citada Academia de Ingenieros, situada en la localidad de Hoyo de Manzanares.

Si desean conocer la obra de este pintor, pueden consultar su página web.


Publicado el 23-10-2011
Actualizado el 27-4-2012