La presencia de Manuel Azaña en Alcalá



Pese a la relevancia de Manuel Azaña como escritor y político, y a pesar también de que ya han pasado casi cuarenta años desde la muerte del dictador que declarara proscrita su figura, lo cierto es que la rehabilitación de su memoria, al menos en lo que respecta a estatuas y otros tipos de homenajes públicos deja todavía mucho que desear, algo no sólo inexplicable sino asimismo injustificable dadas su gran talla de estadista y su no menos relevante valía literaria.

Ya denuncié, en el artículo dedicado a la tumba de Manuel Azaña en Montauban, que en ella no existiese el más mínimo homenaje institucional, ni del gobierno español ni del ayuntamiento complutense, por mucho que de boquilla los políticos correspondientes gusten de identificarse con su ideario político; pero estamos en España, la nación que como el mitológico dios Saturno acostumbra a devorar a sus hijos más preclaros, al tiempo que encumbra personajes mediocres que poco o nada tienen que aportar al acervo común acrisolado a través de los siglos.

En fin, vayamos a lo poco que por desgracia podemos reseñar. Alcalá, por ser la patria chica de Azaña, debería dedicarle una especial atención, y lo cierto es que algo hay por más que se me antoje claramente insuficiente. Por supuesto que hasta el desmantelamiento del franquismo y la instauración de la democracia nada se pudo hacer, ya que el nombre y la figura de don Manuel estaban prohibidos por la dictadura franquista que, como todas ellas, sentía auténtica aversión por los intelectuales y todavía más por los intelectuales metidos en política, seguramente por considerarlos y con razón unos rivales mucho más temibles que los simples políticos enemigos.

A modo de anécdota, conviene recordar que esta cerril azañafobia llegó al extremo de arrebatarle la calle al propio padre de don Manuel, Esteban Azaña, uno de los mejores alcaldes complutenses del siglo XIX así como un importante historiador local. Asimismo se llegó a la aberración de rebautizar el pueblo de Azaña, sito en la provincia de Toledo, con la rimbombante y patriótica denominación de Numancia de la Sagra, con la cual por cierto todavía continúa. Sin comentarios.

Por si fuera poco la democracia no llegó a los ayuntamientos hasta 1979, varios años más tarde que al gobierno nacional, por lo que en la práctica al menos hasta esta fecha no fue imposible reivindicar la figura del alcalaíno más importante de la última centuria. Quiso la fortuna, eso sí, que en 1980 se conmemorara el primer centenario de su nacimiento, razón por la que la nueva corporación municipal decidió recordarlo descubriendo una lápida en la fachada de su casa natal, en la calle de la Imagen.




Lápida original de Manuel Azaña
Fotografía de Miguel Ribot1


Por desgracia, los avatares de esta lápida no fueron fáciles. La original, de piedra caliza, fue completamente embadurnada con pintura, a poco de ser descubierta, por vándalos nostálgicos del antiguo régimen. Ésta tuvo que ser reemplazada por una segunda, en esta ocasión de mármol negro susceptible de ser limpiado; de poco sirvió, porque ahora fue salvajemente destrozada a martillazos. Hubo pues que colocar una tercera, la actual, también de mármol negro y, para evitar que volvieran a destrozarla, en vez de estar sujeta con cuatro anclajes por las esquinas, tal como suele ser habitual, fue literalmente empotrada en la fachada, lo que no evitó que fuera embadurnada de nuevo en varias ocasiones, aunque en todas ellas pudo ser limpiada. No obstante, fijándonos con atención podremos apreciar todavía algunos restos de pintura negra. Afortunadamente, de un tiempo a esta parte el fanatismo político parece haber dejado tranquila la memoria de Azaña.




Lápida de Manuel Azaña


En cuanto al texto, que no sufrió variación en ninguna de las tres lápidas, reza lo siguiente:


EN ESTA CASA NACIÓ Y VIVIÓ
D. MANUEL AZAÑA Y DÍAZ
1880 ~ 1940
EL EXCMO. AYUNTAMIENTO
DE ALCALÁ DE HENARES
EN EL I CENTENARIO DE SU
NACIMIENTO

10 ENERO 1980


Completa la composición un escudo esquemático de Alcalá encuadrado en el ángulo inferior izquierdo.

Paralelamente se le dedicó a Azaña una calle de nuevo trazado ubicada en el barrio de San Isidro, junto al parque y a la ermita de este nombre, con origen en el cruce con el paseo de la Estación y final en la ronda de la Caballería Española, y también aquí hubo su historia. En realidad lo que se pretendió en un principio fue bautizar con su nombre al tramo paralelo de la antigua travesía de la carretera N-II, entre la plaza de Atilano Casado y la ronda de la Caballería Española, que hasta entonces se había denominado calle del General Saliquet en homenaje a Andrés Saliquet y Zumeta, un militar español sublevado en 1936 cuya única vinculación (bastante débil, por cierto) con Alcalá estriba en el hecho de que era él quien comandaba las tropas nacionalistas que entraron en Alcalá una vez acabada la guerra civil, lo que no impidió que los políticos locales de entonces, de acuerdo con las modas al uso, le dedicaran esta vía urbana, entonces carretera nacional, al tiempo que era nombrado Hijo Predilecto de Alcalá.

Claro está que hubo presiones por parte de algunos sectores que no veían con buenos ojos no ya que se suprimieran las denominaciones franquistas del callejero alcalaíno, sino todavía más que una de ellas fuera reemplazada nada menos que por su archienemigo. Así pues la cosa quedó finalmente en tablas desplazando a Azaña a la calle trasera, lo que de rebote provocó que se cayera del callejero el impresor Etanislao Polono, víctima colateral e inocente de este rifirrafe a quien en un principio le había sido dedicada la citada calle. Eso sí el general Saliquet fue apeado del callejero sin contemplaciones, incorporándose ese tramo de la N-II a la contigua ronda de Santiago y, cuando años más tarde se desvió la carretera por la actual circunvalación, finalmente sus distintos tramos urbanos fueron integrados en la Vía Complutense. Y por lo menos, Azaña continuó en el callejero de su ciudad natal al tiempo que años después se recuperaba también, al menos en parte (inicialmente comprendía también el trazado de la calle Nueva), la calle dedicada a su padre.

Hubo de pasar algún tiempo hasta que en 1983 la corporación municipal decidiera erigirle una estatua, aunque ésta no sería inaugurada hasta el 22 de mayo de 1987. El artista elegido para realizarla fue el afamado escultor Pablo Serrano, el cual tras ciertas reticencias iniciales (ya estaba bastante enfermo) aceptó finalmente hacerse cargo de ella. Por desgracia, su fallecimiento en noviembre de 1984 paralizó el proyecto hasta la primavera de 1986, fecha en la que se le ofreció a Pepe Noja, discípulo de Pablo Serrano, el cual aceptó fundiendo en bronce una estatua sedente muy similar al característico estilo de su maestro.




Estatua de Manuel Azaña. Vista general




Estatua de Manuel Azaña. Detalle


El lugar elegido para su ubicación no fue, en contra de lo que cabía esperar, un emplazamiento céntrico, sino un parque de nueva creación (bautizado, por cierto, con el nombre de Manuel Azaña) situado en la confluencia de la Ronda Fiscal con la carretera de Pastrana, junto al barrio de la Tabla Pintora. El motivo de esta decisión fue, según fuentes municipales, el hecho de que a nuestro personaje le gustara pasear bajo los añosos plátanos de la Ronda Fiscal, algunos de los cuales todavía se conservan.

El parque fue diseñado por el arquitecto municipal Cristóbal Vallhonrat, e incluía un anfiteatro en el cual fue colocada la estatua en un intento de recordar las notables dotes oratorias del político alcalaíno. Sin embargo el tiempo demostró lo poco acertado de esta elección, ya que la estatua estaba prácticamente oculta a la vista de los viandantes (había que entrar al interior del anfiteatro para poder contemplarla) al tiempo que quedaba inerme ante posibles actos vandálicos. Así pues, se decidió trasladarla a la vecina glorieta de Alcorlo, trazada sobre la intersección de la Ronda Fiscal y la carretera de Pastrana, en cuyo centro fue instalada en el verano de 1994 y donde aún continúa, mucho mejor situada que en su ubicación anterior pero todavía bastante excéntrica en relación con el casco antiguo. Eso sí, tras el traslado de la estatua el parque siguió denominándose de Manuel Azaña.

La última referencia a Manuel Azaña existente en Alcalá, al menos por el momento, es una de las lápidas existentes en la fachada del ayuntamiento. En realidad se trata de un homenaje más bien tangencial, ya que la lápida está dedicada principalmente a su contemporáneo Lázaro Cárdenas, presidente de México, que en 1939, a raíz de la derrota de la II República a manos de los insurrectos franquistas, fue uno de los escasos -por no decir el único- gobernantes extranjeros que auxiliaron sin reparos a los atribulados exiliados españoles. Asimismo logró evitar que Manuel Azaña, ya agonizante, cayera en manos de los nazis que habían invadido poco antes Francia.




Lápida de Lázaro Cárdenas y Manuel Azaña


La lápida tiene un diseño similar a otras descubiertas por aquella época -finales de los años noventa-, de piedra caliza y con el escudo en bronce de la ciudad. Dada la fecha de erección cabe suponer que conmemore el sexagésimo aniversario del final de la guerra civil, aunque la verdad es que su texto está redactado en una extraña y no demasiado inteligible sintaxis:


EXCMO AYUNTAMIENTO
DE
ALCALÁ DE HENARES
A
LOS PRESIDENTES
L. CÁRDENAS
(MÉXICO)
M. AZAÑA
(II REPÚBLICA ESPAÑOLA)
1939-1999
EXILIO ESPAÑOL


De fecha indeterminada, pero aproximadamente también de esos años, es el busto de Manuel Azaña que se conserva en la sala de la Comisión de Gobierno del Ayuntamiento, compartiendo la sala con otros dedicados a Cervantes, el Cardenal Cisneros y El Empecinado. Como puede comprobarse, es un retrato sumamente realista del que fuera presidente de la II República Española, aunque lamentablemente no puedo aportar ningún dato acerca de su autoría.


Dos vistas del busto de Azaña


Ya dentro de otro ámbito, contamos en Alcalá con la calle de Manuel Azaña, situada en el barrio de San Isidro; paralela a la Vía Complutense, discurre entre la avenida de la Caballería Española y la confluencia del Paseo de la Estación con las calles Eras de San Isidro y Sebastián de la Plaza, bordeando el vecino parque de San Isidro. Al parecer la intención original de la corporación municipal surgida de las elecciones de 1979 fue la de dedicarle el tramo de la actual Vía Complutense comprendido entre la citada avenida de la Caballería Española y la rotonda de Jerónimo de Sola, entonces dedicado al general franquista Andrés Saliquet; pero por las razones que fueran, posiblemente presiones en una época en la que la muerte del dictador estaba todavía reciente, finalmente optaron por hacerlo en la calle trasera a ésta, bastante menos importante, la cual estaba previsto bautizar con el nombre del impresor renacentista Etanislao Polono.

Asimismo, lleva también el nombre de Manuel Azaña el colegio público situado en el número 5 de la avenida del Ejército, en el barrio de Reyes Católicos.




1 Tomada del libro Alcalá de Henares. La ciudad del saber y del hacer. Editorial Edi-Novum. Alcalá de Henares, 1980.


Publicado el 7-11-2007
Actualizado el 30-9-2013