Pudibundez digital





A lo mejor se pensaba que el pixelado digital era esto



Hay noticias que me dejan auténticamente perplejo y que me hacen dudar entre si los protagonistas de las mismas son más simples que el mecanismo de un botijo o si, por el contrario, son más listos de lo que pudiera haber parecido a simple vista... y realmente hay ocasiones en las que resulta difícil decir cual de estas dos opciones es la correcta.

Veamos uno de estos ejemplos. El último grito -más bien alarido- de la televisión basura en su vertiente mal llamada de de telerrealidad, porque de real tiene más bien poco, es el invento bautizado como Dating Naked, traducible más o menos libremente al español como Citas en pelotas, cuyo sofisticado mecanismo consiste al parecer en que los concursantes se presentan ante las cámaras como Dios les trajo al mundo. Aunque esta nueva vuelta de tuerca telebasuril ha tenido su origen en los Estados Unidos, no se preocupen ustedes, porque al parecer está previsto importar su formato a la televisión patria.

Hace unos días leí en la prensa que una concursante en el citado Dating Naked había denunciado a la productora del “programa” por no pixelar convenientemente sus partes pudendas, gracias a lo cual los ávidos espectadores pudieron gozar de sus encantos naturales sin censura previa de ningún tipo. Lamentablemente, según la versión de la interfecta, el presunto despiste de los productores le provocó graves daños emocionales a raíz de que, tras la emisión del episodio despixelado y el consiguiente choteo en las redes sociales, su abuela le retirara la palabra, sus padres estuvieran molestos con ella y se le hubiera truncado una relación sentimental. Así pues, había valorado los daños emocionales -para eso demostró no tener un pelo de tonta- en diez millones de dólares, lo que no está nada mal teniendo en cuenta el exceso de oferta carnal que pulula por internet, gratis además.

Vamos a intentar ponernos por un momento en la piel de su tierna abuelita, de sus papás o de su sufrido novio. Con independencia de que la gazmoñería yanki llegue a extremos tan absurdos como el de poner a los concursantes en cueros vivos para luego pixelar las zonas sensibles, no vaya a ser que se escandalice algún pudibundo espectador, ¿piensan ustedes que éstos se habrían cabreado menos de habérsele aplicado correctamente el púdico y digital velado? Porque lo lógico, digo yo, es que no les hiciera ni pizca de gracia el hecho de que la susodicha se despelotara en un estudio lleno de gente delante de los demás concursantes, del presentador, del equipo técnico y hasta del chico de los recados... eso sin contar con todos los que luego, en posproducción, pudieron gozar del espectáculo íntegro, incluyendo claro está el negligente responsable de los pixelados. Porque, ya puestos, ¿qué más daba ya que la vieran unos cuantos espectadores más? Como dice el refrán, perdidos por uno, perdidos por mil.

Asimismo sorprende sobremanera que la pudorosa señorita mostrara tamaña sorpresa, ya que con veintiocho años a sus costillas y siendo además modelo, es de suponer que sabía donde se metía; y si no lo sabía, le está bien empleado por lerda. Pero o mucho me equivoco, o de ignorancia nada; más bien tiendo a sospechar que ella o, con más probabilidad, alguno de esos abogados hiena que tanto pululan por los Estados Unidos de América, haya podido descubrir algún pequeño resquicio en las condiciones del contrato, aprovechable para reclamar la jugosa tajada.

Y todavía será capaz de ganar el pleito...


Publicado el 30-8-2014