Lo bueno, si breve, no siempre es bueno





Parafraseo el conocido aforismo de Baltasar Gracián para llamar la atención sobre la manía que tienen los periódicos de condensar tanto los titulares que acaban distorsionándolos por completo y. de paso, introduciendo una información falsa.

Véase, si no, el titular con el que tropecé en la sección de ciencia de ABC, sin duda una de las mejores de la prensa española... en el contenido, porque quien redactó este titular que no me he podido resistir a reproducir ciertamente se cubrió de gloria remitiéndonos inconscientemente a esas películas de ciencia ficción rematadamente malas con las que nos bombardean las productoras de Hollywood, todas ellas constituidas por un cóctel que tiene como ingredientes una pirotecnia de efectos especiales, un actor alfa rebosante de testosterona y un guión de encefalograma plano. Pero ésta es otra historia.

¿Traer un asteroide a la Tierra? -por cierto falta además la T mayúscula, puesto que se refiere al planeta, no al suelo-. Ni siquiera los autores de ciencia ficción medianamente serios, al menos los que yo he leído, se han atrevido a tanto, ya que el riesgo de correr la suerte de los dinosaurios dejando caer semejante pedrusco no es en modo alguno baladí, y eso suponiendo que la tecnología lo permitiera. Y ni siquiera estamos hablando de un futuro más o menos remoto, sino de una realidad actual. Entiendo que en estos titulares, que ni siquiera son los de la noticia sino los del enlace que remite a ella desde la sección correspondiente, intenten ahorrar espacio resumiéndolos a lo esencial, pero tanto...

Pinchando el enlace la duda se desvanece ya que el titular del propio artículo, fechado el 21 de marzo de 2023, se encarga de tranquilizarnos: Hallan un componente del ARN en las muestras de un asteroide traídas a la Tierra.

Respiren tranquilos: en realidad no trajeron al asteroide entero a la Tierra y ni siquiera un trozo de él, sino tan sólo una mínima cantidad de material de su superficie, dejándolo tranquilo en su órbita donde no molesta a nadie y, de paso, devolviendo a la Tierra su correspondiente mayúscula. Se trata, en concreto, de los resultados obtenidos en los análisis de las muestras recogidas en el asteroide Ryugu por la sonda japonesa Hayabusa 2, que en 2018 se posó en la superficie de este insignificante astro de apenas un kilómetro de longitud máxima -obviamente no es esférico-, tomó muestras de ella y las envió a nuestro planeta, donde fueron recogidas en el desierto australiano.

El artículo, cuya redacción es irreprochable lo que indica que el perpetrador del titular fue otro-, explica que en los análisis del material procedente del asteroide se ha encontrado uracilo, uno de los compuestos químicos existentes en el ARN -el otro ácido nucleico junto con el más conocido ADN-, famoso por ser el material utilizado para elaborar algunas de las vacunas contra el covid. En concreto es una de las letras con las que se escribe el código genético, de ahí la importancia de su descubrimiento en un medio tan hostil para la vida como es este asteroide.

Pero al autor del desaguisado, eso sí, habría que volver a examinarlo de la asignatura de periodismo.


Publicado el 25-3-2023