Altitud y latitud





El monte Kenia, con 5.200 metros de altitud tiene una latitud de tan sólo 0º 6’
Fotografía tomada de la Wikipedia



Siempre que se escribe, sobre todo si se escribe deprisa, es fácil cometer una equivocación bien en forma de error -que no falta- ortográfico, bien confundiendo una palabra por otra parecida, algo que a diferencia de lo anterior no suelen detectar los correctores automáticos. Y si me pasa a mí, no soy quien para criticar a nadie por haberla tenido.

Cosa muy distinta es que el gazapo haya sido provocado por ignorancia o desconocimiento, aunque en estos tiempos de internet resulta fácil corregirlo sin más que haciendo una breve consulta o, en cualquier caso, siempre se puede recurrir al truco, en caso de duda, de cambiar la palabra por otra equivalente; a no ser, claro está, que se pretenda epatar con un cultismo, que de todo hay en la viña del Señor.

En cualquier caso, y centrándonos en los artículos de periódico, por mucha benevolencia con la que miremos una metedura de pata lo que ya resulta imperdonable es que, pese a los avisos de los lectores, el autor del desaguisado, o bien sus supervisores si es que figuras tales como el redactor jefe o el corrector de pruebas -no digo ya el de estilo-, pasen olímpicamente de corregir el gazapo, algo que sólo puede ser interpretado desde el desinterés más absoluto.

Así ocurrió, y éste es un ejemplo más de algo cada vez más frecuente incluso en las cabeceras importantes, en el artículo que, bajo el título Los rescatadores de los ‘domingueros’ que van a la nieve en pantalón corto: “Hay mucho insensato”, apareció publicado en El Confidencial el 9 de febrero de 2024.

Por el título es fácil adivinar el tema que abordaba, sobre cuya redacción no tengo nada que decir. El problema surgió cuando mis ojos tropezaron con la siguiente perla referida a los percances sufridos en la alta montaña:


Los accidentes que se sufren en estas latitudes tan altas suelen ser desgarradores.


Así, sin anestesia, como si al ascender por la ladera de una montaña fuéramos acercándonos cada vez más al Polo. Es evidente que el redactor confundió altitud (elevación o altura sobre el nivel del mar) con latitud (distancia desde un punto de la superficie terrestre al ecuador), pero con independencia de que se tratara de una simple equivocación motivada por las prisas o de un déficit de conocimientos geográficos; con independencia también de que nadie en la redacción se diera cuenta ni antes ni después de que el artículo fuera publicado, lo que no se entiende, ni mucho menos se justifica es que, pese a las advertencias de los lectores, más de dos semanas después siguiera sin corregirse y, mucho me temo, seguirán sin hacerlo. ¿Qué más da?

No fue éste el único gazapo. Ahí va otro bien cebado:


Por concretar, estos domingueros que buscan su recuerdo en la nieve invernal adolecen de la preparación necesaria...


Citando a la Fundeu, adolecer no es sinónimo de carecer, ya que adolecer significa padecer o tener -en este contexto un defecto- mientras una carencia es ausencia de algo, es decir justo lo contrario puesto que se adolece de algo que se tiene y se carece de algo que falta. Tal como indicaba correctamente un lector, y no fue el único, se debería haber escrito “carecen de preparación” o bien “adolecen de desconocimiento”.

Y como no hay dos sin tres, ésta fue la guinda:


En la zona de la Maliciosa, hace algún tiempo, el desprendimiento de la nieve hizo que una persona se desplomara 100 metros ladera abajo, justo en aquéllas que ya dan a Segovia.


Este último reconozco que me pasó desapercibido, dado que mi conocimiento de la Sierra madrileña es bastante somero; pero no faltaron quienes advirtieron que la totalidad de las laderas de este monte pertenecían a la provincia de Madrid, algo que pude confirmar con una rápida consulta en internet.

Así pues, nos encontramos con una camada de tres orondos gazapos, lo cual no estaría mal si nuestra intención fuera comérnoslos al ajillo, pero no tanto dentro de un mismo artículo de periódico; y lo peor de todo, vuelvo a insistir en ello, es que en ninguno de los tres hubo el menor propósito de enmienda de modo que al día de hoy los tres animalitos siguen retozando gozosos.


Publicado el 25-2-2024