El día del Fin del Mundo



El día del Fin del Mundo, tal como había sido profetizado varios miles de años atrás, los ángeles descendieron sobre la faz de la Tierra.

Cuando uno de ellos surgió ante mí dispuesto a realizar la labor que Dios le había encomendado, mi sorpresa no tuvo límites al contemplar el aspecto de este ser celestial. Lejos de ajustarse al patrón establecido por la iconografía cristiana, sus alas eran membranosas al estilo de las de los murciélagos, su cuerpo desnudo estaba recubierto de escamas de profundo color negro, su cabeza recordaba a las de los mitológicos dragones y su boca, erizada de colmillos y provista de una larga lengua bífida, exhalaba un penetrante olor a azufre.

Al ver que su aparición me había dejado paralizado, frunció la espantosa boca en una mueca que pretendía ser el remedo de una torva sonrisa y, con voz gutural, graznó a modo de explicación:

-Todo era puro markéting...

Y sin tiempo para recuperarme, me aferró con sus afiladas garras clavándomelas en la carne a modo de mortales dagas.


Publicado el 4-12-2008 en Efímero