La verdadera historia de Sansón y Dalila (I)



Y aconteció que Sansón se enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila. Vinieron a ella los príncipes de los filisteos y le dijeron:

-Engáñale e infórmate en qué consiste su gran fuerza, y cómo lo podríamos vencer, para que lo atemos y lo dominemos; cada uno de nosotros te dará mil cien siclos de plata.

Dalila dijo a Sansón:

-Yo te ruego que me reveles en qué consiste tu gran fuerza, y cómo podrás ser atado para ser dominado.

Y le respondió Sansón:

-Nunca a mi cabeza llegó navaja alguna. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres.

Entonces ella hizo que él se durmiese sobre sus rodillas, e intentó raparle las guedejas de su cabeza. Pero para su sorpresa, al asirle la cabellera descubrió que se trataba de una hábil peluca que camuflaba su calva.

En esto Sansón despertó y preguntóle:

-Mujer, ¿qué haces con mi cabello?

-Intentaba cortártelo para que perdieras tu fuerza -respondió ella.

-Estúpida mujer -se burló el nazareno-. ¿Realmente pensabas que te revelaría mi secreto? En realidad no existe tal secreto, mi fuerza radica en todas las horas que me paso en el gimnasio y en mi dieta de culturista. ¿Qué te creías? ¿Qué me venía del cielo?

-¿Y la cabellera?

-¡Oh, eso! -rió de nuevo-. Por desgracia los esteroides anabolizantes me agravaron la tendencia genética a la alopecia, y como no estaba bien que el campeón de los israelitas se presentara ante sus enemigos calvo como una bola de billar, opté por disimularla con esta peluca.

Y arrancándosela de las manos, se excusó:

-Ahora, si me lo permites, he de marcharme. He disfrutado mucho contigo, pero todavía tengo que matar a unos cuantos filisteos antes de volver a casa.

Dicho lo cual volvió a colocarse la peluca en la cabeza, abandonando la vivienda de la perpleja Dalila.


Publicado el 19-4-2016