Corrección política



-Póngase en pie el acusado.

Así lo hizo éste, aunque sus quince centímetros escasos de estatura le impedían, pese a encontrarse sentado en una diminuta silla colocada sobre la mesa del abogado defensor, quedar a la altura del juez.

Su pequeño tamaño no había evitado, no obstante, que su tobillo estuviera amarrado, mediante una fina cadena de reloj, a un remache firmemente clavado en la superficie de la mesa. Era evidente que sus custodios pretendían impedir a toda costa que intentara escabullirse aprovechando cualquier resquicio de la vasta y atiborrada sala.

-Este tribunal, en ejercicio de la autoridad que le ha sido conferida, -recitó con solemnidad el magistrado- ha considerado probados los siguientes cargos contra el acusado:

Hizo una pausa exageradamente teatral y continuó:

-Considerando que el acusado ha venido ejerciendo el liderazgo de su comunidad de forma autoritaria y despótica, imponiendo en todo momento su voluntad al tiempo que abortaba sin contemplaciones cualquier tipo de posible discrepancia.

»Considerando que el acusado ha venido imponiendo a su comunidad un régimen social que los expertos consultados no han dudado en calificar de estalinista, manteniéndola aislada de forma deliberada del resto de la sociedad.

»Considerando que el acusado ha implantado en su comunidad una aberrante estructura social totalmente cerrada y autárquica, con el consiguiente menoscabo de los derechos individuales de todos aquellos sometidos a su dominio.

»Considerando que el acusado ha fomentado de forma deliberada, en el seno de su comunidad, ideas de clara inspiración racista, como lo demuestra el explícito rechazo de sus acólitos a cualquier otro ser humano cuyo color de piel fuera diferente del suyo.

»Considerando que el acusado ha fomentado de forma deliberada, en el seno de su comunidad, un antisemitismo visceral rayano en la ideología nazi, como lo demuestra la persecución continua sufrida por su vecino, de conocida estirpe judía.

»Considerando que el acusado ha imbuido a su comunidad de una misoginia patente violando todas las directrices paritarias, al contar ésta con una única representante femenina frente a varias docenas de varones; asimismo, el acusado ha incurrido en claras prácticas machistas al fomentar en esta única representante femenina unos comportamientos estereotipados y reprobables claramente discrepantes con la igualdad de géneros establecida por normativa legal.

»Por todo ello, este tribunal que presido ha sentenciado condenar al acusado a una pena de reclusión mayor con carácter perpetuo, sin que se le pueda aplicar en ningún momento eximente alguno o, en su caso, beneficios penitenciarios o indultos de cualquier tipo. En lo que respecta al resto de los miembros de su comunidad, víctimas inocentes de su vesania, éstos quedarán sujetos a tutela judicial, siendo sometidos a un proceso de reeducación social que les permita, en un futuro, poderse convertir en unos ciudadanos responsables y útiles para la sociedad.

»Se levanta la sesión -concluyó, dando un enérgico golpe con el mazo.

Terminada la lectura de la sentencia, el acusado fue introducido en una pequeña jaula acorde con su tamaño y transportado fuera de la sala por un ujier sobre una bandeja metálica. Aunque sumido en sus propios pensamientos, antes de abandonar la sala pudo apreciar como los ojos de su archienemigo, brillantes de odio y de vengativa satisfacción, se clavaban en su diminuta figura.

Gargamel, maldito demonio, finalmente te has salido con la tuya. -suspiró. Pese a lo atribulado de su situación no sentía preocupación por su incierto futuro, sino por el de sus pobres muchachos, privados de liderazgo y a merced de semejante canalla.


* * *


-¿Se sabe ya a dónde me van a mandar? -preguntó Papá Pitufo.

La conversación tenía lugar en el locutorio del penal donde éste estaba recluido, en condición de preso preventivo, desde que fuera detenido. Aunque entre él y su interlocutor, el abogado defensor, se interponía la tradicional mampara, el pequeño prisionero se encontraba encerrado en algo que recordaba a una jaula para pájaros, confeccionada ex profeso con barrotes de acero reforzado y una cerradura de seguridad.

-Sí, claro, eso era evidente desde el principio. -respondió el letrado- Cumplirá su condena en el presidio de Nunca Jamás... -hizo una mueca y bufó- lo cual no deja de ser un sarcasmo, dicho sea de paso. Dichoso nombrecito; alguien, sin duda, se quiso hacer el gracioso jugando al chiste fácil.

-Eso no importa -respondió el pitufo-. El caso es que me envían a una prisión de alta seguridad... un alto honor, sin duda -ironizó.

-En realidad no han hecho ninguna excepción con usted; como bien sabe, es una cárcel construida especialmente para recluir en ella a todos los personajes procedentes del cómic, el cine, los dibujos animados o la literatura en general;  por eso algún periódico la ha bautizado con el chistoso nombre de La cárcel de papel... aunque de papel no tiene nada. Pero lo cierto es que, desde que empezara la actual caza de brujas, el número de estos reclusos nunca ha dejado de incrementarse; sin duda vivimos malos tiempos para la fantasía y la libre imaginación.

-Y ahora me ha llegado el turno a mí... bien, por lo menos no me aburriré por falta de compañía -la sorna del pequeño prisionero era patente.

-Sí, claro -respondió el abogado-. Allí ya se encuentran varios presos famosos: Tintín, el Guerrero del Antifaz, Roberto Alcázar y Pedrín, el Coyote del Correcaminos, Jerry de Tom y Jerry, las familias Simpson y Griffin al completo, los lobos feroces de varios cuentos infantiles, otras tantas brujas y madrastras, algún que otro ogro, Sauron y Voldemort... y es probable que en el futuro den con sus huesos allí varios superhéroes que ahora mismo están siendo investigados bajo sospecha de ser reos de racismo, homofobia, machismo o, en general, cualquier tipo de infracción de la recién promulgada Ley fundamental de la corrección política. ¡Si hasta a Sandokán y al Corsario Negro les han llegado a acusar de ser extremada e innecesariamente violentos!

-¿Y pretenden hacerlo con carácter retroactivo? Muchos, si no todos, de estos personajes ya existían desde mucho antes de que esa ley fuera sancionada. ¿No es eso anticonstitucional?

-Sus defensores alegan que, al tratarse de personajes... hum, imaginarios -el abogado miró de soslayo a su cliente, que aparecía bien real encerrado en la pequeña jaulita- el principio legal de la no retroactividad no era aplicable, dado que pese a la aplicación de la censura en todas las nuevas ediciones, y de las purgas de las antiguas, no resulta posible impedir por completo que la gente siga viendo, o leyendo, antiguas películas, cómics o libros sin expurgar. Es por ello por lo que quieren arrancar, según dicen, todas las malas hierbas de raíz.

-Total, que dentro de poco veo haciéndome compañía a personajes tales como don Juan Tenorio, Tom Sawyer, mister Hyde, Dorian Gray, Peter Pan, madame Bovary o Ignatius J. Reilly... junto con buena parte de lo más granado de la literatura universal.

-De momento todavía no han empezado con ese tipo de literatura, ya que alegan que, aunque completamente desaconsejada dada su reprobable catadura moral, al fin y al cabo sólo la leen cuatro gatos... por ahora prefieren centrarse en lo que ellos consideran más popular, básicamente el cine y los cómics; que se lo digan a Torrente, que fue uno de los primeros en aparecer por allí. Pero si esta locura continúa adelante, como todas las apariencias indican, me temo que ni los más afamados personajes literarios acabarán estando a salvo, ni tan siquiera los pícaros españoles, los protagonistas de las obras de Shakespeare o los dioses de la antigua mitología griega... una locura, una auténtica locura -se lamentó el abogado.

-Pero las nuevas generaciones saldrán políticamente correctas... -apostilló con sarcasmo Papá Pitufo- además de completamente imbéciles.

-Señores, lo siento, el tiempo de la visita ha terminado. -les interrumpió un vigilante de aspecto estólido salido del vecino cuerpo de guardia.

-¡Ah, y usted! -gruñó dirigiéndose al prisionero- ¡Que sepa que siempre deseé que Gargamel le venciera alguna vez, ya estaba bien que el pobre hombre saliera siempre perdiendo! ¡Ya era hora! -concluyó, con una expresión de bovina satisfacción dibujada en su vulgar rostro.

Ambos, abogado y pitufo, se dirigieron una mirada de mutua resignación. Bienvenidos al nuevo mundo de la corrección política, parecieron decirse mutuamente en su mudo y común lenguaje.


Publicado el 12-5-2011