La verdadera historia de Belerofonte y Pegaso (I)



Belerofonte estaba preocupado. Ióbates, rey de Licia, le había encargado la difícil misión de aniquilar a la Quimera, el espantoso monstruo que asolaba su reino, lo cual equivalía a una muerte segura. Por suerte Belerofonte, bienquisto de los dioses, había obtenido de éstos la promesa de que podría contar con el auxilio de Pegaso, el fabuloso caballo alado brotado de la sangre de Medusa cuando ésta fue decapitada por Perseo.

Jinete en Pegaso Belerofonte estaba seguro de que lograría vencer al monstruo, pero antes debería capturarlo y domarlo ya que era célebre su carácter indómito. Por fortuna, para ello contaba con una brida de oro que le entregó la propia Atenea, única manera de domeñar al irreductible animal.

Tras una larga búsqueda Belerofonte encontró a Pegaso pastando tranquilamente junto a la fuente de Pirene, cercana a la ciudad de Corinto. El héroe se acercó cauteloso al equino procurando pasar desapercibido hasta poderlo embridar y, una vez que pudo contemplarlo en detalle, su perplejidad no tuvo límites al descubrir que Pegaso no era un caballo, tal como le habían prometido los dioses, sino un vulgar burro, rucio de color, al que le nacían del lomo unas alas membranosas que le daban un aspecto similar al de un gigantesco murciélago.

Profundamente indignado y sin preocuparse en no espantar a su fallida presa, que asustada escapó revoloteando a la torpe manera de los pavos, Belerofonte increpó a los dioses por lo que él consideraba una burla. Tanto fue el escándalo que montó que el gran Zeus, harto de aguantar sus gritos, mandó a Hermes para que le acallara.

La llegada del mensajero de los dioses no aplacó al airado Belerofonte. Al contrario, encontrarse frente a un interlocutor, aunque éste fuera de naturaleza divina, le encrespó todavía más.

-¿Acaso es ésta es la ayuda que me ofrecéis para vencer a tan peligroso enemigo? -le increpó iracundo-. ¿Pretendéis que luche con la Quimera montado en un vulgar jumento que más que volar brinca como si fuera una cabra? Al menos no me humilléis y dejad que me enfrente a la Quimera a cuerpo limpio, aunque esto suponga mi muerte.

-Querido Belerofonte -respondió Hermes recurriendo a su hábil oratoria-, comprendemos tu irritación, y lo lamentamos, pero los dioses no te deseamos ningún mal y hacemos votos por verte triunfador en tan desigual contienda. Para asegurar tu victoria te habíamos asignado como montura a Pegaso, un hermoso alazán capaz de galopar más rápido que el viento y de volar con la majestuosidad de un cisne; pero lamentablemente justo después de ofrecértelo un desgraciado accidente, al correr éste desbocado detrás de una yegua, le causó tales lesiones que nos vimos obligados a sacrificarlo. Y como el tiempo apremiaba, pues tú ya habías partido en su búsqueda, nuestro buen Hefesto, que como sabes es el experto en ingeniería genética allá en el Olimpo, se vio obligado a improvisar a Pegasasno, que así fue llamado el animal por razones obvias. Ya nos hubiera gustado poder poner a tu disposición otro Pegaso todavía mejor, si cabe, que el perdido, pero eso hubiera demorado demasiado el combate dando lugar a que la Quimera arrasara la totalidad del reino de Lidia y quizá también los vecinos.

-En resumen, que voy a tener que enfrentarme a ese bicho montado en semejante penco... -bufó Belerofonte, nada convencido del cambio.

-Me temo que no quedará otro remedio, pero te puedo asegurar que, con independencia de la calidad de tu montura, seguirás contando con todo nuestro apoyo para exterminar a semejante alimaña.

Dicho lo cual desapareció, retornando al Olimpo sin darle tiempo al guerrero a agradecerle con ironía la ayuda. Viéndose solo de nuevo, Belerofonte se explayó soltando varias maldiciones y, encogiéndose de hombros, se resignó a su suerte viendo que no existía otra solución posible.

-Y encima tendré que sudar para poder echarle el guante a ese maldito bicho -rezongó para sus adentros-, ya que mis gritos le han espantado y no creo que resulte nada sencillo volverle a pillar desprevenido. ¡Ven, burrito, ven!...


Publicado el 12-9-2016